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Placenteramente infiel
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Tiempo de lectura: 12 minutos

Durante mi jornada de trabajo estuviste ausente, me preocupé, porque siempre me preguntas como va mi día, como me tratan los clientes, si estoy pudiendo organizarme en mis gestiones.

Al llegar a casa, hago mi rutina de siempre, dejo el auto en la cochera, la cierro, entro a la casa, me quito mi campera, dejo las llaves del auto sobre el mueble de entrada. Todo parece ser como siempre, salvo por una cosa, falto tu beso de bienvenida.

Me acerco al cuarto, deseo cambiarme y ponerme cómodo. Extrañamente la puerta está cerrada y al abrirla… Vaya sorpresa, vos, con toda tu sensualidad a flor de piel, con tus tacos negros, medias, tu vestido de vinilo y el antifaz. Solo de verte la piel se me erizo, tu rostro, que aun escondido en tu antifaz, podía ver esa excitación que tenías.

Ahí entendí tu ausencia, tu vestimenta, la luz, toda la puesta en escena para esperarme, querías que sea perfecto, te me acercas con sensualidad brutal, agarras la hebilla de mi cinturón y con violencia me tiras hacia vos.

Tu boca, por dios tu boca, esa humedad que me embriaga de placer, esa lengua que viola mi boca y sin poner resistencia me dejo, tus labios carnosos, tu dulce perfume, ese aroma que me enciende, el calor sube por mi cuerpo cada vez más.

Tus manos no pierden el tiempo, vas directo al asunto, por encima del pantalón querés saber cuánto me gusto tu recibimiento, y no, no parece sorprenderte lo mucho que me gusto, solo el pantalón evita que mi erección sea más grande y firme.

Tus labios, otra vez tus labios, son ese oasis de lujuria y perversión, dulce, lento, profundo, con arrebatos mordiendo mis labios, me vas hipnotizando, seduciendo, como un marinero que caía en el canto de las sirenas, me vas atrapando. Pero vos, vos… Vos me vas a devorar de la forma más exquisita que un hombre puede ser devorado.

Me desprendo la camisa, dejo mi torso desnudo. Por alguna razón no me dejas que me la quite. Volvés a tomarme de la hebilla del cinturón, pero esta vez para soltar y desprender los botones de mi jean.

Con fuerza y autoridad, me llevas hasta la silla que había en el cuarto, la cual, embellecido por tu sensualidad, nunca la había notado. Me obligas a sentarme. Te paras tan cerca de mí que casi puedo besar vientre. Mis piernas permanecen cerradas, las tuyas abiertas para poder pararte cerca, me miras desde tu elevada altura, ayudada por los tacos, yo, desde abajo te devoro con la mirada. Tomo tus glúteos con mis manos con devoción, y automáticamente me sacas las manos

-No tan rápido señor!  me detenés con astucia.- No se apure, la noche recién empieza y hoy tengo muchas sorpresas para usted.

Te apartas hasta el mueble a nuestro lado, y del cajón sacas una cuerda. Inevitable tragar saliva “esto viene serio” pienso para mis adentros.

-Voy a ser generosa, porque me siento buena –Me decís con una sonrisa pícara y en tu voz se nota un tono de sarcasmo que me pone en jaque.

Sorpresivamente, me atas mis piernas a las patas de la silla, y mis brazos, bien pegados a mi cuerpo, pero dejando libertad en mi ante brazos y manos. Volvés a pararte delante mío, te levantas levemente tu corto vestido, flexionas sutilmente tus rodillas al mismo tiempo que corres tu tanga. Te lames con abundante saliva los dedos de tu mano y te frotas tu entrepierna para humedecerla más aun. Estoy plasmado por la sensualidad de tus juegos… mis deseos me invaden, solo pienso en poseerte. Amo cuando jugamos con fuego

Lentamente vas bajando hasta sentir tu calor en la cabeza de mi erecto miembro. Pero llegas hasta ahí, apenas si rozas tus labios en la punta, te meneas lentamente. Mientras con una mano sostenes el hilo de tu tanga, con la otra te sostenes de mi hombro para no perder el equilibrio. Tu forma en como mordés tu labio inferior, tus sutiles gemidos, tus movimientos, cerras los ojos, lo disfrutas, lo saboreas, me estas desesperando y aprovechando que mis manos no están atadas, te tomo de tus caderas y te empujo hacías abajo.

Sin llegar a penetrarte en su totalidad, te recuperas rápidamente, con la mano que corrías tu tanga, tomas de mi quijada y después de lamer mi mejilla con un erotismo brutal susurras en mi oído

-Que caro va a salirte esto, y yo que pensaba ser buena para vos, pero creo que voy a dejarte fuera de mi regalo -Me decís con voz "regañona", y agregas- Me hace sentir muy bien esto…

“Fuera de tu regalo” tus palabras me desconciertan, no te comprendo. Claramente notas mi expresión y con una sonrisa tan perversa como tu erotismo te vas del dormitorio. A lo lejos te escucho hablar, pero no distingo que decís, en pocos segundos apareces… Vaya sorpresa… No estábamos solos…

Alto, moreno, con barba, tal como te gusta a vos… Con soberbia me observa mientras se deja guiar por vos tomados de la mano.

-Mira, ya que te encanta ver vídeos porno de como engañan a sus parejas… hoy te voy a meter unos cuernos que te van a explotar la… no… las cabezas… -Toda tu ironía es erotismo en su estado puro.

La morbosa y caliente forma que te mira tu moreno, es aterradora, se puede ver en el bulto de su pantalón, que lo que oculta ahí no es para cualquiera. Te das cuenta lo que estoy mirando y mordiendo tu labio inferior y haciendo sonidos, como imitando un gemido, agregas

-Mmmm, viste todo lo que hay acá?, parece que esta noche me van a destrozar… es colosal… y eso que solo lo conozco en fotos –decís con una voz absolutamente excitada mientras lo acaricias por encima de su pantalón y con la otra mano acaricias tu rostro mirándolo fija a los ojos.

Yo estoy atontado, viendo todo el cuadro, me corren miles de sensaciones, celos, morbo, bronca, excitación… Mi rostro lo debe decir todo, mi silencio también…

-Que pasa amor? No tenés ganas de verme gozar? no vas a darme “amor” mientras me miras… mira… mira lo que es esto! -Me decís completamente entusiasmada mientras desprendes lentamente el pantalón de nuestro desconocido, o al menos desconocido para mí.

Sin más, desnudas la erección de tu moreno, tu rostro es absoluta sorpresa. A pesar de haber dicho que la conocías por fotos, claramente no esperabas algo así. Te arrodillas delante de el para poder apreciar de cerca toda su excitación.

Desde el piso elevas tu rostro para mirarlo a los ojos, yo aún no logro comprender que sucede, pero con mi mano comienzo a buscar, tímidamente, a querer estimularme, no lo entiendo, estas a punto de regalar placer con tu boca y yo me estoy excitando cada vez más…

Tus ojos lo miran fijo, él te mira desde su altura con deseo absoluto, su mano en tu nuca empieza a empujarte. Me ves de reojo y sin sacar tu mirada de mi, abrís la boca y con delicadeza compensas a chupar su cabeza, suave, besando, lamiendo, saboreando, con total goce. Los sonidos de tu boca me hipnotizan, su circunferencia es tal que tu boca no retiene tu saliva y esta comienza a salir por los espacios que quedan en los pliegues de tus labios.

De estar arrodillada, te pones en cuclillas y separando bien tus piernas, liberas una de tus ocupadas manos, para comenzar a tocarte… te acaricias tu cuerpo, y tu mirada de reojo es brutal. Aun con tu boca completamente llena, se puede ver cierta sonrisa dibujarse en ella. Tu mano acaricia tu cuerpo, masajeando con erotismo tus pechos, tus gemidos por el placer que reglas, a tu desconocido con tu boca, y a mi, por la morbosa imagen de ver como mi mujer le da un exquisito sexo oral a una persona que jamás en mi vida había visto antes.

Me masturbo con goce, mi erección se vuelve cada vez más pronunciada y ahora entiendo porque me ataste de esta forma, querías que mis manos quedaran disponibles para poder masturbarme para vos, para ustedes.

-Viste que bien que lo hago amor? viste como uso mi boquita y los pongo locos a los dos… no esperaste nada para toquetearte. No veo la hora de sentir este poder adentro mío!! -Comentas sin dejar de masturbarlo y sin dejar de masturbarte, tu mano comenzó a estimularte y tu cara es preciosa, tu belleza, erotismo y perversión se fusionan a la perfección. El miembro de nuestro (si, nuestro, es mi regalo verte gozar) moreno completamente mojado por tu saliva es una postal perfecta en tu mano. Lo estimulas suave, disfrutando toda su longitud, desde el glande, hasta su cabeza, con pequeños momentos de tu lengua en su frenillo.

El con los pantalones en el tobillo, tomando con sus dos manos tu cabeza, disfruta absolutamente tu boca, y vaya boca! cada tanto observo que me mira de reojo, parece que tener un espectador atado a una silla masturbándose para ellos no parece disgustarlo, al contrario, su sonrisa humillante delata que claramente hacerme un cornudo le da un placer infinito.

Vos, seguís con tu boca traviesa, cada vez más profunda dentro tuyo, se puede escuchar cómo te genera pequeñas arcadas y te llena más aun de saliva, tus ojos llorosos, no deja de mirar a nuestro moreno a su placentera cara. El, simplemente goza, gime, se muerde sus labios, te toma de la cabeza, te presiona, te acaricia, te guía… me doy cuenta que mis celos, son por no poder ser el, por no poder tener tu boca tan viciosa conmigo…

Agotada por la posición, te reincorporas, tu vestido quedo por encima de tus glúteos. Con total erotismo, te das la vuelta y te apoyas sobre la erección de nuestro moreno, quien mirando para abajo, parece no creer lo que ve. Tus curvas lo sacan, te toma de la cintura y realiza movimientos continuos, tal como su ya te estuviese penetrando. Te dejas caer contra la cama, apoyando tus manos sobre el colchón y quebrando tu espalda para levantar más tus caderas y pronunciar más sus curvas. En los movimientos que generan, se puede ver como la longitud de su excitación frota entre tus glúteos, apretando de ellos para masturbarse… Él toma un poco de distancia de vos… te observa, te estudia… se toma de su pera y pensativo te examina… Parece que es el turno de él, para disfrutar la fluidez de tu sexo

Mientras el aprecia tu exposición, yo sigo inmovilizado. Solo con la libertad de estimular mi erección, tratando de engañar mi deseo mi mano, pero sos vos quien deseo, tu humedad y tu piel.

Nuestro moreno, te sigue contemplando, y claro, si lo sabré bien, tenerte en esa posición tan entregada, tan vulnerable a todo lo que la imaginación permita hacerte.

Se frota las palmas de las manos, suspira profundo y se muerde los labios.

-Esta nena quiere que juegues con ella… estas listo bombón? -Le preguntas a nuestro invitado que sin pronunciar palabra y casi viendo como se le hace agua la boca, se acerca a tu placer y arrodillándose ante él, comienza a devorarte con tal devoción, que al instante tus gemidos hacen eco en toda la habitación. De labios carnosos y ágil lengua, no necesito saber qué hacer para darme cuenta que lo que hace lo hace a la perfección… te come, te chupa, te muerde, lame…

Con sus grandes manos, abre tus cantos, es tal su invasión que vos no aguantas y tu cuerpo se desploma en el colchón. Tu nueva posición, incomoda a nuestro moreno, ya que quedas muy baja, y con brutal dominio, te toma de las piernas y te eleva para que quedes arrodillada sobre la cama y la altura sea propicia para degustar su lujurioso platillo. No te da piedad, se ve como su lengua te penetra y con sus labios te besa, vos no paras de gemir con una mano agarras con fuerzas el cubrecama y con la otra querés tomarlo de la nuca, lo querés empujar para que no se detenga. Pero parece que a él no le gusta que le digan cómo hacer las cosas y quita tu mano.

Tu locura es tal que comenzás a masturbarte, te frotas con intensidad tu clítoris, claramente estas muy excitada y el orgasmo está al caer. El, sin darte piedad con su boca, intuye tu excitación y en un rápido movimiento chupa dos de sus grandes e intimidantes dedos y te penetra con tal profundidad que del placer te volvés a desplomar, el, incomodo por tu postura, repite la maniobra para acomodarte de rodillas y que quedes en altura para su boca. Con rostro molesto te da una nalgada con su pesada mano y con voz gruesa te advierte:

-No me la hagas difícil! Y se buena niña, no quieres despertar mi lado impaciente! -Sus palabras no parecen asustarte, al contrario, te conozco tanto que vas a jugar con su genio y vas a querer exigirlo para que te deje extasiada.

Interrumpido por tu desobediencia, nuevamente te penetra con sus dedos, aun húmedos por tu excitación, y nuevamente te masturba para que le regales su orgasmo.

Yo, atónito, me masturbo como un adolescente, transpirado por el calor que genera lo que veo, trato de soltarme, pero los nudos no me lo permiten. Quiero saltar a la cama, quiero tomarte el pelo y darte mi parte también para disfrutar tu boca al mismo tiempo que nuestro amante te estimula con sus dedos.

Tus gritos hacen que mi erección sea más firme, imagino que tan húmeda estas y como la sentiría en mi sexo y hace que me venga también, pero no, detengo mi marcha y mientras veo cómo te retorcés de placer, como tus gritos delatan tu orgasmo, lentamente me estimulo para controlar el mío, pero dejando escapar unas gotas de semen. Mi chorreante liquido blanco cae por mis dedos, y vos, exhausta, me ves de reojo desde la cama y sonreís picara y siniestra… No sé qué te excita más, verme caliente y excitado o el moreno en su brutalidad.

Mi semen lubrica mis movimientos, y el placer se hace más intenso, pero sigo controlando mis impulsos, pues, ellos recién empiezan y no quiero acabar todo aun.

Habiendo cumplido su cometido, o al menos uno de ellos, nuestro moreno se incorpora, lame su mano y usando su saliva para lubricarse, comienza a rozar la punta de su miembro erecto por tus labios internos.

Vos, aun mojada por su saliva y tu reciente orgasmo, empezar a sentir como te va abriendo con su imponente sexo, en tus ojos veo como sentís su penetración. Poco a poco empieza a estar cada vez más dentro tuyo y tus gemidos se mezclan con pequeños quejidos, que parece no molestarte porque lo tomas de la parte posterior de sus piernas y querés más profundidad, lo querés más adentro, viciosa, sedienta, no querés nada a medias tintas.

El tomando tu cintura, disfruta el paisaje de tus curvas desde su altura, puede ver perfectamente cómo te penetra y comienza esa danza de embestidas… Primero suave, ambos se muerden los labios, puedo escucharlos respirar. El, con gemidos suaves, al ritmo de sus movimientos, lentos y profundos. Vos, un poco más acelerada, estas tan mojada que la penetración es total y sin generar resistencia. Pero claro, su tamaño es tal, que sin importar la suavidad de sus embestidas, sentís cada milímetro de su extensión, de su longitud. Y cada vez que entra por completo, bien profundo, tus gemidos y respiración me hacen saber lo mucho que lo sentís.

Sus movimientos comienzan a acelerarse, consciente de su tamaño te cuida, pero también sintiendo como cada vez te mojas más y más con sus penetraciones, empieza a moverse con más vigor. Ya no solamente llega hasta el fondo y retrae rápido… No… Ahora quiere que los sientas de verdad, ni bien entra en su totalidad, con sus fuertes manos y brazos también tira de tu cintura para dar, en cada embestida, una estocada aún más extrema. Tus gemidos ya son imponentes, no podes hablar, estas perdida, ya hasta olvidaste que estoy ahí masturbándome para vos y para él.

Nuestro moreno, advirtiendo tu estado, me mira sonriendo, desafiante, queriendo enseñarme como se hace, como se logra que una mujer se sienta entregada a un placer inolvidable. Y de la nada, sus movimientos son más rápidos, continuos, incesantes, no te da piedad, gritas de un placer descomunal. Mordés la almohada, tomas con fuerza el cubrecama y completamente extasiada volvés a acabar con delirio.

Él te observa como quedas exhausta de tal brutal momento. Te toma de tus tobillos y con fuerza y cuidado te gira para que quedes boca arroba. Vos, aun exhausta, no podes poner voluntad, estas bajo su dominio y sin dejar que te recuperes, se recuesta encima de ti y otra vez vuelve a penetrarte de manera incesante. Tus gemidos vuelven a llenar la habitación, extendés tu cuello querés estirar el cuerpo y él te toma de la cabeza, toma tu pelo de la nuca y hace que me mires, quiere que me veas como sigo inmóvil para ustedes solo en mi placer, él acerca su boca a la tuya y lo detengo.

-Su boca no!… su boca es solo mía, todo está permitido, pero no besarla… -Le impongo la regla, la cual el asiente con la cabeza y en vez de besarte en la zona prohibida, empieza a besarte en el cuello.

Sus movimientos pasaron a ser más profundos que solo embestidas, con su pelvis estimula tu clítoris y con su fuerte erección no solo domina tu punto G, te tiene completamente sumergida en su pacer.

Con tus manos lo tomas por su ancha espalda, clavas las uñas, tu placer es absoluto y tus gemidos son una dulce melodía para mi estimulación, como disfruto cada uno de ellos.

Miras como yo sigo en mi acto de soledad, tu espectador de lujo, sediento de deseo por poseerte. Me miras, observas como me toco, observas mi ostro de placer, y como si no me conocieras, elevas tus piernas y las abrís completamente para que tu amante entre más profundo, no tenés limites, sabes lo mucho que eso a mi me gusta y me excita. Pero son tan cruel que te pones así para él, querés volverme loco… vuelvo a forcejear con las cuerdas, y en tu estado de trance de excitación, lo mismo te queda voluntad para sonreír de mi con malicia de no poder soltarme.

Nuestro moreno, ante tu total entrega con la apertura de piernas, eleva su cuerpo extendiendo los brazos sobre el colchón y vos, sin perder el tiempo, te lames la mano (como si necesitaras más lubricación!) y te estimulas el clítoris, te masturbas mientras te penetran, pero me miras a mi, parecería que soy yo quien te inspira tocarte… será que me estas deseando?… vaya vuelta que tiene este juego…

Con toda su presencia y su cuerpo, con toda su potencia, nuestro moreno pasó a ser el “tercero”, y claro, como siempre te lo dije, él solo sería un “accesorio”. Pero ahí estas, abierta de piernas, completamente extendidas en el aire sintiendo el placer de ser penetrada con tanta vigorosidad. Tu mirada es inquietante, tu deseo se puede sentir en el aire, no dejas de verme, de ver mi mano aun sucia por esas gotas que me cayeron hace minutos.

Quiero soltarme, forcejeo, me muevo, me sacudo y siento como las cuerdas ceden y me libero… Tu risa siniestra que me estuvo excitando todo este tiempo, sabe, que mi hora llego.

Nuestro moreno sigue concentrado en sus movimientos, pero nosotros, nos concentramos en nosotros, como si todo fuese en cámara lenta, me voy quitando la camisa al mismo tiempo que camino alrededor de la cama. Mis ojos nunca dejan de verte, tu mirada jamás se aparta de mi.

Una a una me voy despojando de mis prendas, hasta quedar desnudo. Me acerco a tu rostro, acaricio suavemente tus mejillas y te beso con amor, con pasión, con deseo y cariño… tu boca que es mía… tus labios. Amo verte así, excitada, llena de placer, donde el sexo es un complemento, porque en la habitación, actuamos como si solamente estuviésemos nosotros.

Quiero que vuelvas a acabar, quiero acariciar tu piel y ver como se te eriza por mi tacto. Quiero besar todos tus gemidos y beber de ellos para alimentar más mi pasión.

Te lo pido, te lo ruego, quiero más de vos, y como saliendo de nuestro trance, volvés a concentrarte en nuestro moreno que también está sumamente excitado por vos. La piel de ambos transpirada, tus manos presionan sus hombros, el gruñe, sus movimientos son colosales, puedo ver cómo te penetra y como tu rostro refleja el placer que te da.

Jadeos… Gemidos… gruñidos… tu espalda se arquea y él se tensa, tus gritos otra vez me dicen que llegaste al clímax… El, al verte acabar nuevamente, se excita mas y acelera el ritmo. Su boca abierta, respirando por ella, necesita liberar su excitación… Aprieta el cubrecamas y antes de llegar, retira su virilidad y con ayuda de su mano derrama toda su contención, embarrando tu cuerpo con su semen, espeso y tibio, chorreando en tu piel… Tu vientre… Tus pechos… Fue tal que te dejo completamente llena de él.

Tomo la toalla que estaba al costado de la cama, y con cariño te limpio, suave, despacio, y con cuidado… Ya tuviste mucho de nuestro moreno, ahora quiero complacer nuestro deseo.

Ahora resulta que el espectador es nuestro desconocido invitado sentado en la misma silla que yo los observaba. Pero no me quiero concentrar en él, vos y siempre vos, fue lo que mis ojos buscaron y mi cuerpo reclamaba.

Me acomodo boca arriba y con total decisión te montas arriba mío para cabalgarme con delirio… uuufff tus movimientos, tu humedad, cuanto deseo de tenerte así, tomándote de la cintura y que te frotes en mi pelvis. Que me incorpore y a mitad de camino nos encontramos en un beso de amor, un beso de pasión, ese beso que nos une para siempre… quiero ser tuyo sin pertenecerte, y que seas mía sin pertenecerme… nos tenemos, nos amamos, nos llenamos de placer.

Te tomo de la nuca y vos de la mía, caigo de espaldas y sin despegar nuestros labios tus movimientos se intensifican, te viene otra vez y con tu excitación también me viene.

Escondidos entre tus cabellos, respiramos los gemidos del otro y tomando con fuerza tus glúteos, acompaño tus movimientos junto a los de mis caderas, la intensidad aumenta,

Mi erección es más firme, puedo sentir como se me hincha. Me tomas con fuerza de la nuca y bajas más tu cara donde tu boca queda a la altura de mi oído “te amo” susurras entre gemido y gemido. Tu dulzura me excita aún más y deseo llenarte de mi placer. La tensión de nuestro cuerpos ya no lo soporta, y como en coro gritamos, gemimos, y liberamos toda nuestra tensión sexual buscando el placer absoluto para quedar totalmente exhaustos… agitados… un intentando recuperarnos de nuestro agitado momento, elevas sutilmente tu cabeza y quedando cara a cara, después de un sutil beso, respondo a tus palabras “también te amo”. Peinando el pelo que cubre tu rostro, escondiéndolo detrás de tu oreja, tus ojos se pierden en los míos, y mi mirada en tu verde e infinita mirada.

Observamos hacia la silla y nuestro moreno ya no estaba, nunca supimos cuando se fue, nos volvemos a ver, miramos el desorden de la habitación y como adolescentes nos reímos a carcajadas de la aventura inimaginable que acabamos de vivir… Te abrazo con fuerzas, te beso con ternura y acurrucados en la cama, con suaves caricias, buscamos nuevamente prender el fuego… parece que lo vivido no fue suficiente y en nuestros cuerpos aún tienen hambre…

FIN

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