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Mi vecino favorito (Parte III)
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Haciendo uso de las llaves de mi querido vecino entré en su departamento, rápidamente busqué su ropa sucia y encontré mi botín, dos boxers, uno blanco y otro azul, los guardé en mis bolsillos, y así como entré me dispuse a salir, pero para mi desgracia cuando estaba a punto de hacerlo entró Antonio.

-¡Oh! Que sorpresa, que grata sorpresa. No me malinterpretes, me encanta tenerte aquí, pero ¿qué haces? -me dijo, realmente sorprendido y encantado.

Sentí que me ruborizaba hasta los huesos y respondí lo más calmada que pude.

-Qué pena contigo Antonio, espero no te moleste que haya entrado así, lo que pasa es que se me había olvidado completamente que tenía tu camisa y pasé a dejártela, no sabía cuánto te ibas a tardar y ya estoy por irme a dormir, así que aproveché y vine a dejarla.

Sabía perfectamente que esa respuesta era algo inverosímil, sin embargo pareció aceptarla cuando vio la camisa en la mesa, gracias a los dioses se me ocurrió llevarla.

-No vecina, no te preocupes, fue grato volver a verte este día y un placer prestarte mi camisa.

-Me alegra escuchar eso, muchísimas gracias por la camisa, me sacaste de un apuro, ya tengo que volver a mi departamento, espero que tengas muy buenas noches.

-Claro que la tendré y espero que tú también -me dijo mientras pasaba su mano por mi abdomen, tomaba mi cintura y me daba un beso en la mejilla.

Eso solo me dejó con ganas de que llegara la hora de tenerlo manoseándome, a su disposición y lo único que pude hacer fue irme sin decir nada más.

Pasé el resto de la noche mojada solo por mi imaginación y los recuerdos de sus caricias. Esa noche en particular fue muy calurosa, tanto que decidí no usar sábanas, así que estaba en mi cama, desnuda, sin que nada me cubriera, deseando escuchar que se abriera la puerta.

No tuve que esperar mucho, esta vez llego algo más temprano, cuando escuché que se abría la puerta de la entrada, me puse boca abajo, y abrí las piernas lo más que pude, esa, sin duda, fue una pose muy exagerada como para alguien que estuviera durmiendo, pero no me importó.

Antonio entró, tocó mis piernas, desde los pies hasta el culo y del culo hasta los pies, varias veces, para mi sorpresa tomo uno de mis pies y lo lamió, fue casi como reverencial, de igual forma hizo con el otro. Paso un dedo por mi raja -mmmm vecinita, estás húmeda -susurró.

Ahora lo que pasó por mi raja fue su lengua, lamió y saboreó todos mis jugos. Luego sentí su verga en la entrada de mi vagina, y fue presionando poco a poco, fue entrando muy lento, deliciosamente lento, entraba y salía muy despacio, me estaba volviendo loca, cuando estaba a punto de gritar de placer se salió, ahora unió mis piernas, fue hasta los pies, los puso juntos y en medio puso su gran verga, se pajeo con ellos hasta que eyaculo su espesa y caliente leche. Como de costumbre, limpio cuidadosamente y se fue.

Quede tan caliente y con ganas de más verga que tome uno de sus boxers y lo restregué en mi coño, lo fui metiendo poco a poco en la vagina, cuando tuve una buena parte dentro solo fue tocar un poco mi clítoris para venirme muy deliciosamente.

Cuando llegué al trabajo, al día siguiente, mi jefe me recibió con la noticia de que necesitaba que viajara hasta otra ciudad casi que de inmediato y que debía quedarme allá por lo menos un mes.

Por la noche ya me encontraba viajando, me necesitaban urgentemente dado que la empresa estaba en la transición de abrir una nueva sede y la persona que se encargaba de mi área no había podido seguir al frente, gracias a eso ahora yo tenía que hacer su trabajo en la nueva sede, más el trabajo de la sede en la que estaba asignada, sin mencionar que ya no tendría los encuentros nocturnos con mi vecino favorito.

Finalmente ese mes se convirtió en cuatro, hubo muchos contratiempos y cosas que arreglar, fue un tiempo agotador, tan solo trabajaba y dormía, fue una alegría cuando me dijeron que podía volver, esperaba que Antonio siguiera allí con ganas de usar mis llaves nuevamente. Llegue al departamento y me puse a revisar la correspondencia, mi alegría duro poco, me habían enviado una invitación para el matrimonio de mi querida prima y el estúpido de mi ex, no lo podía creer, no podía creer que se fueran a casar y mucho menos que me hubieran enviado una invitación.

Totalmente indignada llame a mi mamá, ella me confirmó el matrimonio y me dijo el motivo: esos tontos iban a tener un hijo, ella ya tenía 6 meses de embarazo, no me lo había dicho para evitarme un disgusto ¡ja!

Me hervía la sangre, en ese momento los quería matar y también quería follar duro, muy duro.

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