Me encanta la ducha. Ese lugar donde estás vulnerable, desnudo, desprotegido.
Para mí la ducha es un lugar donde puedo pensar, analizar, imaginar, tocarme y conocer mi placer.
Me encanta ducharme. Sola o acompañada.
Me encanta, por ejemplo, estar bajo el Agua caliente, que recorre mi cuerpo desnudo, sintiendo el placer de su calor y humedad, sintiendo el placer de deslizar el jabón con sus burbujas sobre mis hombros, mis pechos, mi vientre, recorriendo mis piernas.
Me encanta que todas esas sensaciones sean interrumpidas cuando se abre la cortina del baño y aparece un miembro grande, erecto, duro esperando a ser chupado y apretado con mis manos, rápido, hasta lograr extraer de él todo el semen que me gané y tragarlo por completo, siguiendo después con mi ducha en solitario.
Me encanta, también, Ésas duchas compartidas, donde mi cuerpo desnudo se comparte con otro cuerpo desnudo, los dos se rozan, se sienten, se tocan.
Enjabonar a otro cuerpo en su totalidad es muy excitante. Hace que el calor del agua se intensifique, que el cuerpo esté más receptivo.
Me encanta tomar el jabón entre mis manos y deslizarlo por el cuerpo del otro, ese cuerpo que se entrega a mis caricias resbalosas, caricias picaras que buscan algo más. Que buscan generar placer, lujuria, deseo.
Me encanta cuando me ponen de espaldas, me apoyan las manos contra la pared humedecida.
Me encanta cuando abren mis piernas, me toman del cuello y me penetran fuerte contra la pared.
Me encanta.
Me encanta coger en la ducha. Usar la desnudez de los cuerpos y el calor del agua para tocarnos por completo, para penetrarnos, para lamernos, para complacernos.
Y cuando el clímax nos encuentra, agitados, jadeantes, nos relajamos y nuestros cuerpos comienzan a relajarse y aflojarse ahí es hora de salir, secar nuestra desnudez y comenzar de nuevo.
¡Me encanta!