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No puedo sacarme de la cabeza a Emilia
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Estuve varios días pensado en lo que había ocurrido aquella noche, no podía creer que había sido parte de una orgia. Pensaba en la gente que estuvo ahí, lo que hicimos y lo que hice. No pude hablar con ellos durante semanas, por la vergüenza que me causaba volver a verlos, de hecho, creo que ninguno de ellos lo podía asimilar.

Con la única que pude hablar a los días de haber ocurrido eso, fue con Emilia, no porque le hablaba yo, sino que ella me buscó insistentemente, al final, le contesté los mensajes. Con ella en particular lo había pasado genial, fue la que me hizo acabar las dos veces en esa noche. Sus mensajes eran por supuesto relacionadas a aquella noche, me preguntaba de forma un tanto burlesca, si había sido yo la de esa noche o una impostora, no asimilaba mi comportamiento. No me molestaban sus mensajes, pero me daban mucha vergüenza.

Las siguientes conversaciones con Emilia cambiaron el tono y la forma, ya no eran risas, ahora eran insinuaciones a que contara cómo lo había vivido. Le conté que en el momento la pasé bien, pero si me preguntaba ahora, no sé si lo haría de nuevo, pero no me arrepentía, ya estaba hecho… No quise decirle que con ella la pasé mejor que con el resto, aunque ella sabía que había sido de esa manera.

Emilia era una persona que simplemente decía las cosas, ejemplo de eso fue aquella noche, ella animaba al resto que, dada la circunstancia, estábamos avergonzados.

Durante esos días en que conversé con ella, supe más acerca de su vida sexual. Era segunda vez que había hecho una orgía, pero según sus palabras, esta la pasó mucho mejor, la primera fue para probar y no la disfrutó tanto. Mientras me contaba sus experiencias sexuales, me iba preguntando si lo había hecho. En esa época de mi vida, no había probado nada de lo que ella ya había hecho, llámese tríos HMH y MHM. Me contaba que había estado con un maduro no hace mucho. Emilia tenía 1 año más que yo en esa época, o sea 19 años. El maduro que ella mencionaba tenía 45 años, yo no lo podía creer, sabía que tenía más experiencia en el tema sexual, pero de todas formas me impactaban sus confesiones.

Llegó el día que en una conversación me preguntó si me había gustado tener sexo con ella… La vergüenza que tenía en un principio y que se me había ido durante los siguientes días, volvieron cuando preguntó eso. Le confesé que, si me había gustado, que con ella lo había pasado muy bien. Ella responde con una carita sonrojada y luego me dice que sabía que lo había pasado bien, si mi cara de placer no se la podía sacar de la cabeza…

Hubo una especie de silencio incomodo, y le pregunté qué quería decir con eso, a lo que responde que me tenía ganas… Así sin tapujos. Nuevamente quedé sin poder decirle nada, pero qué decir cuando alguien te dice algo como eso. Siendo sincera, y como dije anteriormente, con Emilia llegué al orgasmo y dos veces, en interior, sentía curiosidad volver a estar con ella.

Le pregunté inocentemente si lo que sentía era más allá de lo sexual o solo era eso, querer volver a tener sexo conmigo. Ella responde que me tiene cariño, me encontraba guapa, que si seguía pensando en mi como lo estaba haciendo esos días, posiblemente le iba a terminar gustando. No hablamos más del tema ese día, dejamos que el tema se esfumara a medida que pasaban los minutos, hasta que ya estábamos hablando de otra cosa y finalmente, nos despedimos.

A los dos o tres días de esa conversación, Emilia me llama a mi celular y me dice que estaba en tal lugar, cerca de donde yo estudiaba, que podía juntarse conmigo si es que yo quería. Le responde que sí, que me esperara unos minutos y nos poníamos de acuerdo.

Nos juntamos, fuimos a comer algo, bebimos un poco y conversamos harto, no hablamos de temas sexuales ni acerca de nosotras hasta el momento en que veníamos en el transporte público. Ella me mira y me dice que era hermosa… Yo sonrío y le digo que estaba confundida, y tenía que confesarle algo. Le admito que sentía cosas por ella, pero eran no se sentía como amor, era un gusto sexual, curiosidad, que podría transformarse en amor, pero no lo sabía aún. No conversamos más, solo esperamos a llegar al lugar en donde yo debía bajarme. Nos despedimos, le di un beso largo en la mejilla y bajé.

No podía huir de lo que sentía, no podía ocultarlo, quería volver a tener sexo con Emilia, ella lo sabía y tenía dos opciones, decirle de frentón o buscar la ocasión y que se diera. Opté por la segunda, la invité a mi casa, probablemente ella con la invitación sabía que era muy probable que pasara.

Y como en una película, ella entra y nos besamos, no dudamos ni esperamos, creo que nuestras miradas al encontrase en la puerta, hablaron por si solas. Llegamos a mi habitación besándonos, respiración agitada por parte de ambas, nos logramos acostar en la cama y comenzamos a quitarnos la ropa de una forma desesperada. Cómo describir lo que sentía en ese momento… Podía sentir como mis latidos se aceleraban a medida que nos quitábamos la ropa.

Ya desnudas las dos, ella arriba mío, comienza a bajar besando mi cuello, luego besando mis pechos, mientras yo cada vez más excitada esperaba el momento en donde ella se iba a detener, en ese lugar. Mientras besaba mi cuerpo, nos mirábamos y sonreíamos, hasta que llegó abajo… Tocaba mis pechos y con sus dedos acariciaba mis pezones. Yo ya estaba completamente entregada.

Emilia, al igual que esa vez, comienza a besar mis muslos y luego se dirige directo a mi húmeda vagina. Comienza a pasar su lengua por mi clítoris, mientras este, palpitaba al mismo tiempo. No podía parar de gemir, mientras más miraba como movía su boca en mi vagina, mi calentura aumentaba. Luego comenzó a chupar mi clítoris e introdujo sus dedos… Moviéndolos suavemente dentro de mí, no podía aguantar más, el primer orgasmo me hizo apretar las sabanas con mis manos y pegar un grito de placer, mientras ella seguía jugando con mi clítoris.

Se acerca a mi y me besa, yo la coloco de espalda, al igual como estaba yo, era mi turno de darle placer. Emilia se deja, comienzo besando sus pechos, con todo lo que había pasado esa noche, no me había percatado tan bien en que tenía unos pechos grandes y hermosos. Pasé mi lengua en uno de sus pezones, estaba bastante duro. Ella me dice, muérdelos… Yo sin dudar lo hice, claro, con delicadeza, mordí y chupé su pezón derecho mientras que con mi mano izquierda apretaba su otro pezón, eso la hizo gemir.

Sin mucho preámbulo, bajé directo a su vagina y comencé a besar su clítoris, no era de extrañarse que lo tuviera duro. De la misma forma que pasaba mi lengua por sus pezones, lo hice en su clítoris. Con mi dedo índice y pulgar abrí sus labios y comencé a lamer y besar, en tanto ella, agarraba mi cabeza y gemía. Su vagina estaba muy mojada, corría liquido por sus labios hasta llegar a su ano, meter mis dedos no costó nada, solo se deslizaban hacia adentro. Cuando ella sintió mis dedos dentro, me dice que lo haga rápido sin parar… La comienzo a masturbar con mis dedos, ella gemía al ritmo en que yo introducía y sacaba mis dedos. Me seguía dando instrucciones, ahora quería que le chupara el clítoris mientras metía mis dedos.

La hice acabar, mi boca estaba empapada de su líquido, las sabanas igual, en ese momento, nos miramos y nos cruzamos de piernas y comenzamos a rozar nuestras vaginas, tal como fue esa vez, ahora, podíamos sentir los gemidos de ambas. Sentía como los labios de mi vagina se juntaban a los suyos, nuestros clítoris chocaban uno contra otro. No aguanté mucho y me vine de nuevo, ella lo sintió.

Nos quedamos un instante las dos de espalda, nuestra respiración agitada y algo sudadas, ella me pregunta si aguanto otra corrida más… Yo respondo que no sabía. Emilia me toma y me pone a cuatro patas, quedé con medio cuerpo levantado, estaba entregada a que Emilia hiciera lo que quisiera.

Comienza a pasar sus dedos por mi vagina, de arriba hacia abajo, mientras yo, en esa posición, solo me quedaba cerrar mis ojos y disfrutar. Siento de nuevo su lengua en mi vagina, pero esta vez, la pasa de arriba hacia abajo, en repetidas ocasiones, más de alguna de esas ocasiones, pasó su lengua por mi ano, se sentía extraño pero excitante. En un momento ella mete sus dedos y comienza a moverlos dentro de mí, movimientos en círculo, luego hacia delante y atrás. Cada vez con más rapidez, podía escuchar lo mojada que estaba mi vagina cuando ella movía sus dedos dentro mío, hasta el punto en que comencé a sentir que el orgasmo se acercaba más y más. Al momento de llegar, Emilia pone su boca y le acabé en la boca… Estaba tan satisfecha, agotada, el orgasmo había sido tan espectacular que con dificultar me giré y veo como su boca estaba mojada. Veo las sabanas y estaban todas húmedas. Emilia se acuesta al lado mío y con lo poco que quedaba de sabana seca, nos tapamos, yo deseaba dormir, había quedado agotadísima, ella lo entendió.

Hasta ese momento, Emilia había sido la mejor experiencia sexual de mi vida, sabía lo que hacía. En mis tres relaciones amorosas pasadas, jamás había tenido el orgasmo que me hizo tener.

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