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Los secretos de mi sobrina (II)
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Tiempo de lectura: 7 minutos

La mamada espectacular que me había dado mientras estaba borracho y la cogida con la que me había agasajado Nuria en la previa de mi cumpleaños eran más que suficientes para dar por terminadas las vacaciones y ponerlas en el podio de las grandes alegrías sorpresivas que te puede dar una pendeja caliente. Pocas veces había visto a una mujer ponerse tan puta con apenas rozarle el agujero del culo. Evidentemente era una viciosa y a mí todavía me quedaban cuatro noches de vacaciones en lo de mi hermana.

A la mañana siguiente Nuria decoró el jardín y la zona de la pileta con globos y me trajo el desayuno a la cabaña. Estaba vestida con un camisolín casi transparente con el que se podían ver casi a la perfección sus dos enormes tetas y la tirita que llevaba siempre en el culo que le levantaba los cachetes y le dejaba el culo redondo y parado.

Yo todavía sentía las piernas cansadas del polvo de la noche anterior y se me volvió a parar un poco la pija apenas recordé como se abría los cachetes con las manos para que mi pene se incrustara bien al fondo de su culo. La pendeja estaba que explotaba. Tenía los cachetes rojos de la excitación y se había pintado los labios con un rojo intenso, que la hacían más cautivante todavía. La pija se me puso como un fierro, seguía caliente porque sabía que no me iba a coger a una pendeja así en años. Se inclinó sobre las sábanas. Se metió el pene en la boca y apenas le pasó varias veces la lengua para dejarlo otra vez dentro del calzoncillo.

“Tío, la pija se te pone muy linda cuando estás caliente. Se le marcan todas las venas y parece que va a explotar”, me dijo mientras seguía acariciándola por arriba del calzoncillo.

“El tío Raúl tiene que recuperar fuerzas porque su sobrinita Nuria piensa en alguna sorpresa para su cumpleaños”, me dijo mientras con una sonrisa pícara me dio unas palmaditas en la zona del pene que asomaba entre las sábanas por la erección matutina.

“Sabés porque tu sobrinita se pone tan putita con tu pija? Me pregunto mientras seguía ahí parada con las tetas casi al aire. “A los 18 visité la psicóloga por mi libido sexual y mis conflictos constantes con mi novio. Me dijo que el no entraba en mis horizontes que empiece a buscar hombres de otra edad quizá eso haría que me sintiera satisfecha. Ella no cree que a un caso de Edipo no resuelto. Simplemente me ponen cachonda que sean maduros, con experiencia y que sepan tratarme. Vos lograste hacerme sentir cómoda y satisfecha. Pero necesito sentir tu pene en mi boca, en mi concha, en mi cola. Que seas jovato es lo que más me calienta. Me late la conchita, muchísimo”, me aclaró antes de darse una nalgadita en el culo al cerrar la puerta.

La pendeja, además de puta, era muy calienta pijas. Seguía con intenciones de jugar conmigo y yo con ganas de satisfacerla.

Esta pendeja seguía con intenciones de devorarme la pija y yo con toda la predisposición para complacerla. Eso sí, había que actuar con inteligencia porque cualquier sospecha de mi hermana o mi cuñado de que me estaba cogiendo a la borrega en sus narices hubiese significado el fin de esa relación familiar.

Me pegué una ducha con la pija al mango, seguía obsesionado con mi sobrina que encima cada día se ponía un poco más cachonda. Sabía que me tenía a su merced y la calentaban los maduros. Tenía ganas de hacerle una turca en esas tetas grandes y duras con pezones que parecían botones apenas se ponía un poco caliente. Y me la volví a cruzar en la pileta cuando pasé para la casa de mi hermana a desayunar con todos por mi cumple.

Nuria estaba parada en la zona onda y apenas asomaban sus dos enormes tetas que estaban sin corpiño. Eran un espectáculo todo para mí.

“¿Te gustan mis pechos?”, me preguntó mientras de los agarraba con las dos manos y los recorría suavemente. “Me encanta que me besen los pezones y se metan todo mi seno en la boca mientras que me meten los dedos a la boca o en la vagina para lubricarme”.

Mi pija reaccionó al instante y de no ser porque mi hermana estaba dando vueltas por ahí, me la hubiese cepillado ahí mismo en la pileta con la calentura que esta pendeja me había provocado. Yo estaba cumpliendo 55 años y me sentía mejor que nunca con los halagos de mi sobrina que exhalaba calentura en cada una de sus palabras y sus movimientos.

“Te chuparía todo. Desde el prepucio, pasando mi lengua por el tronco… Y luego la metería toda en mi boca para succionarte moviendo la cabeza mientras me agarras del pelo y me decís que estas por eyacular en mi boca y que me la coma toda… O en mis pechos. De igual manera me pasaría los dedos y me los metería en mi boca para tragarme toda tu leche calentita. Me encanta sentir la suavidad del glande rozando mi garganta y los espasmos del pene cuando acaban dentro de mí. Me encanta. Soy un poco bizarra, me excito más si soy así”, me siguió contando ya con una de sus manos metida en su entrepierna y dando suaves gemidos: “De más está decirte que mientras te la como me toco para estar más sedienta”.

Me senté en la reposera para esperar a que se me pasara un poquito la calentura. Mi erección era indisimulable y Nuria seguía haciendo todo lo posible para que no aflojara. Mientras seguía tocándose los pechos se masturbó frotándose el clítoris hasta llegar al orgasmo. Tuvo unos pequeños espasmos en el agua hasta que se relajó, y así con las tetas al aire, se puso a hacer la plancha.

“Sabés en qué pensaba mientras me tocaba la conchita, en qué esa pija tiene mucho para darme. Feliz cumpleaños para el tío ginecólogo con la pija más dura y gruesa de toda la familia”. En la familia pocos conocían esa faceta de Nuria, al contrario, tanto mi hermana como su marido la consideraban una mujer rescatada. En más de una comida familiar la cargaban con que tenía que conseguirse un novio para divertirse un poco más.

Eso la ponía un poco de mal humor, pero le agradaba que la pensaran como una chica inocente cuando en realidad siempre estaba esperando el momento adecuado para poder meterse algo por la concha o por el culo. Era su secreto y le sacaba provecho a la perfección. A tal punto que ni el más mal pensado de los mal pensados podría imaginar que este bomboncito rubio de 22 años se estuviera tirando a su tío cincuentón en sus propias narices.

El día transcurrió con normalidad, comimos un asado al mediodía y después nos tomamos la tarde para descansar. Yo seguía caliente, pero me distrajeron las llamadas de mis amigos por el cumple y pude aplacarla con una siesta reconfortante. Esa noche otra vez íbamos a tener la casa para nosotros solos, porque mi hermana y mi cuñado iban a llevar a las mellizas al cine después a comer algo.

El calor seguía en las temperaturas ideales, la cerveza bajaba como si fuera agua y estuve todo el día bebiendo. Feliz de cumplir los años tan bien tratados y con Nuria revelándome sus secretos para darle una dosis de alto voltaje sexual. A esta altura con Nuria no estábamos para ningún rodeo, tanto ella como yo estábamos esperando el ruido de mi hermana alejándose de la casa para comenzar la acción. Y sucedió lo que esperaba, apenas se dejó de escuchar el ruido del motor Nuria se vino para el sector de la pileta con el mismo camisolín transparente con el que me había despertado, pero sin bombacha, con esa conchita rosa y depilada apenas tapada por el volado del camisolín. Se sentó en una de las sillas y colocó cada una de sus piernas sobre los apoyabrazos, en una posición parecida a la que atiendo a las mujeres en m consultorio

“Qué te calienta más, que sea tu sobrina o que sea tan joven”, me preguntó con las piernas abiertas y con sus manos tocándose esa rajita carnosa. “Me parece que lo que te calienta es que sea tan puta”, me dijo y se inclinó más sobre su espalda para que pudiera ver el juguete que tenía metido en el culo. “Hasta tu pija sólo me había consolado con mi “amiguito” me dijo y empezó a frotarse más y más el clítoris hasta que lanzó un pequeño chorrito y se desplomó sobre su espalda.

Aproveché esa posición para hundirle la lengua en su cueva. Estaba chorreando un néctar dulce que se perdía en su culo perforado por esos chiches con forma de hongo que se ensanchan de pronto y parece que les va a explotar el culo. “No es tan ancho y caliente como tu pija”, me dijo cuando empecé a moverlo para adentro y afuera como si me la estuviera cogiendo. Seguía con mi boca hundida en su vagina y jugaba con su clítoris hasta que me apretaba la cabeza haciendo presión en mi nuca y tirándome del pelo para que mi lengua se hundiera más en rajita perfumada.

A Nuria le gustaba que le apretaran el clítoris y no pudo evitar el orgasmo cuando de un solo tirón le saque el juguete del culo y le pase la lengua mientras se contraía. Esta vez el chorro de su vagina fue más fuerte y su gemido también. Le pedí que se pusiera en cuatro con las tetas aplastadas contra el respaldo de la silla y le apoyé la cabeza de la pija en el punto donde se juntan con el culo.

“Por dónde quiere que se la meta mi sobrina putita”, le pregunté tirándole de pelo y con el miembro haciendo presión entre sus dos orificios.

“Por los dos lados, tío. Métemelo por los dos agujeros”, me imploró y de un pequeño movimiento de sus piernas se lo acomodó en la entrada adelante y pegó el empujón para que se metiera toda. Con su otra mano agarró el juguete y mientras seguía dándome pequeños golpes en la pelvis con sus nalgas, lo rodeó con su lengua, se lo metió en la boca y cuando vio que estaba bien lubricado se lo acomodó en el culo para seguir cabalgando ahora perforada por los dos agujeros.

“Cógeme hijo de puta, hace gozar a tu sobrina pendeja. Me calienta que puedas ser mi papá, papito, tenés una pija hirviendo hijo de puta”, me decía mientras iba y venía por mi miembro con el juguete enterrado en el culo.

Empecé a pellizcarle los pezones agarrándole las tetas desde atrás y ella se inclinó hasta quedar con su espalda pegada en mi pecho. Empecé a comerle la nuca y meterle la lengua en los oídos y se iba poniendo más puta. Le metí dos dedos en la boca y empezó a chuparlos como si fueran una pija, los recorría con su lengua hasta que se los metía como cuando me la comía. Le pellizqué los dos pezones con ambas manos y empecé a bombear con fuerza, pera que sintiera las embestidas de mi pija. “Es gruesa tío, me encanta, me llenas toda la concha”, me dijo y empezó a moverse y masturbarse para acabar con un grito fuerte y prolongado, pero siempre haciendo presión contra mi pija que estaba chorreante por sus jugos tibios.

Yo estaba exhausto pero caliente. Sentía que los huevos me iban a explotar si no le descargaba toda mi leche. Le saqué el chiche del culo y le enterré la pija. Nuria reaccionó y empezó a gritar. “Rompémelo tío, por favor te lo pido, haceme doler con esa verga hermosa. Qué rico papi, enterrámela más por favor, ay ay, me arde el culo, necesito sentir tus huevos rozándome el clítoris, necesito que me la entierres hasta el fondo, ay ay” dijo y se quedó inmóvil. Tenía el culo al rojo vivo por la violencia de las nalgadas que le había dado y mi pija seguía tiesa y al borde del orgasmo.

Nuria se acomodó en la silla y me acercó para me metiera la pija entre las tetas. Empezó a oprimirla con sus manos a ambos lados de los senos y cuando llegaban a la altura de su boca se la metía lo más que podía con los labios rodeándome el glande y jugando con su lengua.

“Donde quiere la lechita mi sobrinita más puta”, le dije apretándole las tetas para que no aflojara con la turca que me estaba haciendo y antes de que me respondiera le llené ambos pechos de leche espesa y caliente. El blanco de mi esperma sobresalía con su bronceado veraniego. Ella siguió chupándomela un poco más, hasta que notó que estaba más relajado. Y con sus manos empezó a pasar los dedos en los lugares de sus tetas y su cuello en los que encontraba rastros de mi esperma.

“Me gusta mucho tu leche, tío ginecólogo. Me vuelve loca desde que te la tomé toda mientras dormías borracho. Me gusta mucho ser tu sobrina puta y que me dejes así, bien cogida. Feliz cumpleaños”, me dijo y empezó a levantar sus cosas para irse a su cuarto.

Yo seguía disfrutando del orgasmo, tenía un cosquilleo a la altura de mi pelvis que me hacía sentir el hombre más feliz del mundo. No sabía si la calentura de este bombón de 22 años era conmigo o tuve la suerte de estar en el momento justo en el lugar indicado. Nos pasaron otras cosas, pero por ahora, los secretos de mi sobrina seguirán bien guardados.

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