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Profesor… soy suya
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Otro día, otro día que tengo que ir a la escuela, otro día que llego cruda a la universidad y para hacerlo más llevadero llevo mi tradicional café en una mano, la mochila al hombro y el portafolio en la otra, mis audífonos reposan en mis hombros y suena la música que venía escuchando en el metro.

Hoy no tenía ganas de venir; así que solo me decidí por un short blanco, una playera una o dos tallas más grande la cual me cubría por completo, si no fuera porque metí una pedazo de esta a nivel del botón pensarían que solo iba en playera aunque si me veían de espaldas seguro sería el primer pensamiento que pasaría por su mente, para complementar mi modo “cruda” llevaba unos tenis tipo converse y un moño/chongo echo con un pincel, el cual sostenía la mayoría de mi cabello dejando ciertos mechones rebeldes salir de mi improvisado peinado.

—Buenos días —me dijo mi Profesor al momento de que entre al salón como si fuera mi casa.

—¿Qué tienen de buenos? —le dije con mi humor de princesa; estaba cansada y aun mareada.

—Sabes que no me puedes contestar así ¿verdad? —me dijo con un toque de advertencia.

—Sí, lo se… lo siento… ¿Contento? —no era mi mejor mañana, pero sabía que la había regado.

—No, sal de salón y entra como se debe —me dijo señalando la puerta.

—Ahggg —fue lo único a atinar a gruñir, tome mis cosas de nuevo y me salí del salón, cerrando la puerta detrás de mí, escuchando las risas de mis compañeros.

—Esto no se quedara así —fue lo que pensé al dejar mis cosas en el piso, si quería un saludo en “forma” lo tendría; me solté el cabello dando un toque de rebeldía, aproveche el ancho de la camiseta y mande el cuello de lado para que se notara por completo el tirante de mi sostén negro que contrastaba con mi piel blanca, me puse un poco de labial sabor cereza, ya que estaba lista tome de nuevo mis cosas y me pare enfrente de la puerta, toque esperando una respuesta.

—Adelante —me dijeron al otro lado.

—Se puede pasar Profe —le dije con un tono meloso.

—Si pasa —me dijo sin girarme a ver.

Lo único que veía de él, era su espalda ancha, siempre me daba un escalofrió, hoy había optado por un traje color negro con una camisa blanca sin corbata, su saco ya reposaba en su silla y se había arremangado las mangas por el calor que ya se había producido en el salón.

—Buenos días Profe —le dije mientras me acerva por detrás de él, asegurándome que sintiera las dos montañas que ocultaba mi vestimenta, mientras plantaba un beso en su mejilla vi cómo se sonrojaba y se incomodaba en su lugar.

 —¿Ya puedo sentarme Profe? —le dije restregándome en su espalda y haciéndome a la “niña buena”

—Sí —fue lo único que me dijo.

—Pero aquí enfrente —me dijo con su sonrisa de triunfo, ya que él sabía que prefería estar al final del salón para poder dormir.

—Okey —le dije frunciendo el lugar.

—Daniel ¿le puede ceder el lugar a su compañera? —le dijo al más nerd del salón.

 —¡Claro! —me dijo levantándose del lugar con todas sus cosas que milagrosamente una de ellas se atoro en mi playera levantándomela hasta llegar a mi ombligo.

 —¿Qué pensabas? ¿Verme la tanga? —le dije a un aturdido Daniel.

—No claro que no —me dijo casi gritando.

—Mejor vete —le dije gruñendo, la mayoría sabe que cuando estoy de este humor no soy buena compañía a menos que no tengan un café como oferta de paz.

 —¿Podemos seguir la clase? —me dijo el Profesor detrás de mí.

—Si claro —le dije dejándome caer las cosas en el asiento que me cedieron.

—Bueno como les comentaba… —empezó a platicar sobre el proyecto final, que teníamos que hacer y muchas cosas que no prestaba atención, me estaba quedando dormida.

 —¿Señorita sigue con nosotros? —me dijo en el oído y fue cuando brinque en mi lugar.

 —¿En qué momento se acercó tanto? —fue lo primero que pensé, pero mi concentración se desvió al ver sus labios tan cerca, tenía una mirada muy demandante y un exquisito olor llego a mis fosas nasales que hiso que cierta parte sufriera un despertar.

—Sí, Profesor sigo aquí ¿Dónde más quisiera que este? —le dije desafiándolo, mientras alzaba mi ceja.

—Pues no se nota ¡he! —me dijo mientras seguía diciendo las características de lo que necesitaríamos.

Mi mente se volvió a cerrar al entorno que me rodeaba, pero ahora no pensaba sobre los síntomas de la cruda si no por sus labios, por su mirada pero sobre todo por esa loción que hizo que cruzara las piernas para poder rosar mis labios que empezaron a mojarse.

—Quiero que apunten lo del pizarrón ya que lo borrare en 10 minutos —nos dijo revisando su reloj de pulsera.

 —¡Pero profe! ¡Es muy poco tiempo!… —fueron algunas quejas que se oyeron al darse cuenta que en si ambos pizarrones estaban llenos de letras.

 —El tiempo sigue marchando —nos dijo mientras subía una pierna al escritorio para sentarse en él.

Yo como “buena estudiante” empezar a copiar lo que había escrito, pero pronto mi atención se desvió a él, era alto, con un cuerpo bien compensado, tenía una pequeña pansa que disimulaba muy bien con cualquier cosa que se pusiera, sus brazos eran fuertes y tonificados, el tono de su piel era caramelo, siempre estaba vestido formal lo cual lo hacía más atractivo; sin darme cuenta estaba repasándolo con la mirada, mejor dicho comiéndomelo en la cama.

 —¿Cómo será en la cama? —me entretuve en ese pensamiento, mientras tomaba un trago a mi café, él me miro sobre este y me sonrió.

Él sabía que mis pensamientos en ese momento no eran nada puros o al menos eso dio a entender, por lo cual le regrese el gesto.

 —¿Con que quieres jugar? —pensé mientras abría mis piernas y suavemente metía mi mano para pasarla por dentro de mi muslo lo más despacio que podía; mientras la otra recorría entre mis pechos. Él no esperaba eso y solo recibí como respuesta su cara de asombro, pero como no veía que se opusiera al juego seguí tocándome la cara interna de mis muslos mientras que con la otra pasaba de un ceno a otro; la situación me estaba poniendo de lo más caliente, estar en un salón con mis compañeros de clase y estar tocándome lo más discreto…  —¡Que morbo!  —fue lo que brillaba en ese momento. Él no pudo contener por más tiempo la postura así que disimuladamente acomodo su verga sobre el pantalón para darle un poco más de espacio, no deje pasar ningún momento para observar su verga que iniciaba a hacer acto de presencia; yo solo me relamí los labios mientras me imaginaba como debería ser, ya que el pantalón marcaba un verga gruesa y larga  —¡Que rico ha de ser que me rompa el coñito con eso! —pensé mientras frotaba sobre el sujetado el pezón que quedaba oculto a la mirada de mis compañeros, lo encontré muy fácil ya que estaban como rocas y necesitaba un alivio así que lo seguí tocando con el mayor disimulo que podía, él no dejaba de hacer como que “no miraba” ya que su miraba pasaba por mis compañeros para darse cuenta de que nadie estaba poniendo atención a la situación y se preocupaban más por lo escrito en el pizarrón. La situación me tenía sentada en primera fila con las piernas abiertas y con unos pezones que ya traspasaban mi sostén de lo duro que estaba.

 —¡¿Profe?! —le dije llamando su atención ya que me estaba levantando de mi asiento y avanzaba los dos metros que nos separaban.

 —¿Necesito que me explique algo? —le dije enseñando mi libreta mientras la colocaba en su escritorio.

—Si claro —me dijo, al pararse tuvo un poco de problemas al pararse y que no se dieran cuenta que estaba duro en plena clase.

—Necesito que me explique esto —le señale un tema que me había explicado mil veces, pero en esta ocasión había algo escrito.

“Le gusta lo que ve ¿Sigo? O ¿Me detengo?”

Él no supo que decir a lo cual yo recurrí a empinarme en su escritorio, le señalaba el tema de nuevo y le preguntaba mis “dudas”, cuando reacciono me empezó a contestar todas mis dudas muy vagamente viendo un punto en especial el cual en cierto momento seguí con mi mirada, la amplitud de la blusa permitía que se abriera la blusa y que se vieran mis senos colgando dentro de mi sujetador negro lo cual estaba distrayendo al profe. No nos habíamos dado cuenta que la mayoría del salón empezaba a tomar sus actividades normales de chisme.

 —¿Podrías quitar tu horrendo culo? Tapas el pizarrón —me dijo Diana.

 —¿Ahora así le llamas? Porque yo que recuerde eso no me dijes aquel día —le dije sonriendo, al recordar cuando trato de coquetearme. Todo el salón se quedó callado ya que era la primera que la enfrentaba, regrese a mi lugar y me senté como si nada hubiera pasado.

—Bueno ¿Ya terminaron? —dijo el profesor con una evidente incomodidad en su pantalón. La mayoría dijo que sí, yo no copie nada así que me las arreglaría para pedir copia.

—Entonces se pueden retirar por el día de hoy hemos terminado —dijo mientras empezábamos a recoger todo de nuestros lugares, mucho empezaban a ver qué harían y yo no era la excepción.

 —¡Oye! —me dijo Daniela.

—Mande —le conteste antes de dar el último trago a mi café ya frio.

—Vamos a desayunar ¿Va? o ¿tienes otros planes? —me dijo señalando al Profe que estaba recogiendo sus cosas.

—Vamos, ya que no creo que se haga otra cosa —le dije como si nada.

—No te hagas si ve como estas —me dijo señalando mi playera a lo cual baje mi vista y aun se notaban mis pezones duros.

—Ja, ja, ja solo hace un poco de frio ¿no crees? —le dije lo más inocente que pude.

—Sí como no y yo soy virgen ¿Cuál mentira creemos más? —me dijo soltando una carcajada.

—Pues yo no he cerciorado eso así que no se —le dije guiñándole el ojo, lo cual nos hiso reír a amabas como locas.

—Elizabeth ¿Te puedes quedar unos momentos? —me dijo el profesor antes de que cruzara la puerta del salón.

—Bueno nos vemos —me dijo Daniela mientras que salía hacia como si mamara una verga a lo cual yo solo sonreí.

—Mande Profesor —le dije lo más dócil posible.

—Siéntate —me ordeno, a lo cual yo accedí y deje todas mis cosas en el asiento de alado.

 —¿Hice algo mal? —le dije como niña buena, mientras él se acercaba a la puerta y ponía seguro a esta.

 —¿Te parece correcto lo que estabas haciendo? —me dije rojo de enojo, bueno eso pensaba.

 —Pero no hice nada, bueno solo llegar cruda —empecé a pensar que había hecho que lo había hecho molestar tanto.

 —¿Se te hace poco tocarte enfrente del salón? Y para colmo lo que escribiste en tu cuaderno —me dijo casi en un grito; por un momento pensé que no lo había tomado tan “bien” como pensé, pero baje la mirada y vi que se había puesto aún más duro de cómo estaba en plena clase. Me levante de mi lugar y fui asía él.

 —¿No le gusto que lo hiciera? ¿No quiere que siga? Por qué me puedo detener —le decía mientras me hincaba enfrente de su entrepierna y lo veía con mis grandes ojos pidiendo verga, mis manos con cautela se acercaron a su cinturón mientras él me veía como en un tipo de trance.

 —¿Pero qué te pasa en la cabeza? —me dijo tomándome del cabello con rudeza y haciendo que lo mirara con sorpresa, lo único que pensaba es que me había equivocado y había entendido mal la señales.

 —¿En qué momento te dije que te hincaras? Pídelo como se debe —me dijo con sus ojos brillando de poder.

 —¿Puedo chuparlo? —le dije mientras la posición ya hacia mella a mi cuello.

 —Sácalo sin dejarme de mirar —me dijo por fin soltando mi pelo para que pudiera acatar su orden.

Me dedique a ver su verga que se marcaba por completo ya en su pantalón, fui desabrochando su cinturón, su pantalón para dar paso a un bóxer negro que se notaba mojado ya; poco a poco fui sacando su hermosa verga de esa jaula que lo tenía aprisionado.

 —¡Te dije que me miraras! —me dijo jalándome de nuevo del cabello, al sentir el tirón solo gemí por la impresión y lo miré a los ojos mientras él me guiaba a su caliente trozo de carne mientras yo no despegaba mi mirada de sus ojos.

 —¡Chupa! —me ordenó, a lo cual yo acaté sin decir nada.

Le comencé a chupar la cabeza que brillaba por su excitación, yo deguste golosa, probando su sabor a verga, seguí dándole besitos en la punta pero poco a poco me empecé a meter más y más esa verga en mi boca, mientras con una mano empezaba a masturbar el tronco y con la otra a tocar sus testículos.

—Trágatela como se debe —me dijo tomando de nuevo el mando y clavándomela hasta la campanilla, lo cual me hizo tener arcadas y que un par de lágrimas escapara de mis ojos.

 —¡Así!, hasta el fondo, quiero ver que la dejas mojada de tus babas —me decía mientras me seguía follando mi boca, por momentos no podía respirar y yo hacía presión con mis manos para poder tomar aunque sea un poco de oxígeno.

 —¿No es lo que estabas buscando? —me decía mientras aumentaba su ritmo.

 —Te voy a llenar la garganta de lo que has provocado —me decía mientras sentía como su verga empezaba a expulsar chorros de semen en mi garganta, los cuales trague sin ningún problema; cuando estaba engolosinada con su leche saco su verga y el ultimo chorro hizo que callera en mi cara y parte de mi blusa manchando esta última.

 —¡Límpiala! —me dijo en un gruñido, a lo cual yo sin que me hubiera dicho lo haría; empezó lambiendo su punta con un goloso antojo, pase mi lengua por todo su tronco limpiado cualquier resto de su leche, después de haber dejado limpio aquel tronco pase a lamber sus huevos mientras que con una mano lo empezaba a masturbar, mi asombro fue grande al ver que no menguaba su erección; él venía por todo y con todo.

—Párate y empínate —me dijo levantándome por el cabello y aventándome contra el escritorio, lo cual yo hice sin ningún problema.

—Vamos a ver que hay aquí abajo —me dijo mientras bajaba mis short y queda en una tanga de encaje frente a tus ojos.

 —Abre la piernas —me dijo al momento de meter una de sus piernas entre las mías haciendo que las abriera aún más.

 —Mira si estás bien mojada —solo atine a gemir, ya que sus dedos pasaron por mi inflamado clítoris y lo masturbo por unos segundos.

 —¡Cállate! A menos que quieras que se entere toda la escuela que estas toda abierta en pleno salón —me dijo dándome una nalgada que resonó por todo el lugar, pero la idea en vez de cohibirme provoco que me excitara aún más.

 —Pero mira que tenemos aquí —me decía mientras hacía aun lado mi tanga y metía dos dedos de sopetón en mi coñito húmedo, empezó un mete saca que sacaría de quicio a cualquiera; yo solo movía mis caderas para poder conseguir más de su toque lo cual él entendió y empezó a masturbar mi adolorido clítoris que desde hace rato pedía atención.

 —Vamos a ver si tu coñito es tragón —no entendí a lo que se refería hasta que sentí como metía su verga de sopetón y yo me sentía tan llegan que con ese solo movimiento me vine en un orgasmo que hizo que ordeñara su verga.

—Pero sí que eres una puta en forma —me dijo empezando un vaivén que solo hacía que el escritorio crujiera por sus brutales movimientos; mientras me cogía me masturbaba mi clítoris con el fin de volverme loca y él lo sabía.

 —¡Dame tu celular! —me dijo, a lo cual como pude se lo alcance y se lo di, escuche varios “Click” dándome a entender que estaba tomándome fotos y en cierto momento se escuchó como tomaba video; él quería recordar cómo me estaba ensartando su verga en pleno salón, como me comía su verga con mi coño, como entraba y salía.

—Me vengo —fue lo que atino a decir antes de sentir como me llenaba el coño de leche calientita y en abundancia lo cual hizo que tuviera un orgasmo y terminara de ordeñársela. Él la saco y me la empezó a restregar en mis nalgas y mi culito limpiándosela.

 —¡No! —me dijo al momento que yo me baje de la mesa para dejársela limpia de nuevo.

 —¡Quiero traer tu olor de mi hembra en mi verga! Así como tú lo traerás —me dijo mientras me levantaba y me tocaba mi clítoris.

 —Eso significa que quiero que traigas mi leche, mínimo hasta que termine la escuela ¿Entendiste? —me dijo aventándome mi short y haciendo que me vista.

 —Si —le dije mientras me arreglaba mi ropa.

 —¡Ten! —me dio mi celular, después de que su celular sonara varias veces.

 —¿Qué hiciste?  —le dije mientras revisaba mi celular y notaba que se había mandado las fotos y los videos que había hecho y se había agendado con el nombre de “AMO”.

 —¿Qué te importa? De ahora en adelante cumplirás todo lo que yo te diga —me dijo mientras ponía play en su teléfono donde se oían mis gemidos de puta y se veía como me clavaba su verga.

—Entendido —le dije mientras guardaba mi celular.

—Buena putita —me dijo mientras me daba como regalo un beso que hizo mojarme más de lo que ya estaba.

 —¡Lárgate! Que no tarda en empezar la siguiente clase —me dijo dándome una nalga mientras me sacaba del salón.

Yo salí del salón directo al baño, donde mi cuenta que mi blusa aun tenia fresco el semen que me había echado hace unos momentos, lo único que atine fue quitarme la playera y ponerla debajo del secador de manos lo cual funciono y no hizo que se notara tanto la mancha; me retoque el poco maquillaje para que no se notara el semen que estaba seco en mis mejillas ya que no quería lavarme quería seguir oliendo al él.

 —¡Oye ten! —me dijo Daniela alcanzándome y regalándome otro café.

 —Gracias —atine a decir aun esta en shock.

—Supuse bien —me dijo mientras recogía una gota de semen de mi cabello y se lo llevo a la boca.

—Oye, que zorra eres —le dije riéndome antes de tomar un trago a la hermosura que traía en la mano.

 —¡Cállate que tú eres peor! —me dijo dándome un codazo.

 —Pues la verdad si —nos reíamos mientras regresamos al salón, el cual olía a una fragancia de vainilla como si hubiera sido recién limpiado, no quedaban restos de que me hubieran tenido empinada en pleno salón.

 —¡Elizabeth! ¿A dónde piensa que va? —me dijo el profe con una nota de diversión.

 —Pues a sentarme ¿no? —le dije yendo al final del salón.

 —¿Usted cree que acabo su castigo? —me dijo elevando una ceja mientras me señalaba el lugar donde me senté cuando llegue.

 —Mmmmm creo que por lo visto no —le dije mientras me giraba a ver a Daniela y esta reía.

Poco a poco el salón de nuevo fue llenándose y todos tomaban sus respectivos lugares.

—La última vez nos quedamos en… —él empezó a dar su catedra sobre la materia.

Daniela

—Te tendrá checadita ¡he! —me dijo atreves de un mensaje de whats.

Elizabeth

 —Creo que si —le conteste sin saber cómo eso me hacía sentir.

Daniela

—Pues ten cuidado porque no se ve de buen humor —me dijo antes de desconectarse a lo cual yo voltee y tenía razón, no se veía de buen humor.

—Así que respondan las siguientes preguntas en silencio —es lo único que atine a entender ya que no había puesto atención.

Amo

 —¿No entiendes verdad? —volteé a ver mi celular y después a él ya que me había mandado un mensaje.

—Abre esas piernitas que quiero ver cómo se va mojando tu short con toda la leche que te deje dentro.

Fue ahí cuando me di cuenta que esto no se quedaría en solo eso…

Continuará…

*************

Hola querido lectores, ¿Qué les pareció?

¿Quieren que se haga una segunda parte donde sigan pasando cosas súper ricas?

Si quieren ponerse en contacto con esta autora y quieren que escriba sobre alguna fantasía en especial les dejo un correíto para que lo hagan:

[email protected].

Besos húmedos en sus vergas deliciosas. Hasta la próxima. Déjenme sus comentarios.

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