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Nos conocimos en una taberna
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Necesitaba escribir este sueño que he tenido esta noche.

Era una noche en la que coincidimos en una taberna, una pequeña cantina, la única de la aldea. Nos presentaron, y te sentaste en la mesa que compartía con dos amigos.

Cómo esta esa chica pensé, te miraba descaradamente, quería que me dieras una señal, solo una. Desde el momento en que te vi, supe que tenía que besarte, supe que tenía que acariciar la curva de sus caderas, supe tenía que abrazar su cintura, besar sus pechos. Supe que sus pezones tenían que estar entre mis dedos. Nos habíamos visto alguna vez por la aldea, pero el deseo era mutuo, aunque esto lo supe días después.

Unos cuernos de cervezas y alguno que otro de hidromiel, tu seguías allí, jugando conmigo, yo me encendía. Nunca me había pasado. No sabía qué hacer, mi cabeza decía que te estuvieras quieta, pero mi pie rozó tus piernas, estaban cruzadas, me sorprendí al comprender que esas piernas bronceadas perfectas no eran una ilusión. Tus manos descansaron encima de la mesa. Te levantaste y fuiste al baño.

Creí morirme, pensé que te habías molestado. Al volver, te sentaste junto a mí. Respire hondo al notar tu mano en mis muslos. Empezaste a hablar con los dos chicos, queriendo disimular. Apartas tu mano de mi muslo y mirabas hacia otro lado mientras descruzabas las piernas. No hace falta que nadie me indique el camino. Mis dedos rozan la parte interna de tus piernas, me demoro antes de llegar a mi destino, tu hablabas con ellos, yo finjo estar mirando un punto fijo.

Mi mano va subiendo por ti, tú has cedido y yo gozo de este momento. Tu sexo me espera. Sigo subiendo, ahora noto la suavidad de tu sexo, sigo subiendo, tu sigues hablando.

De repente bajo mi mano hasta tu rodilla, te quedas callada, como extrañada por mi gesto, inmediatamente vuelvo a subir. Noto tu tanga algo húmedo. Puedo sentir tu palpitar, tu sexo palpita contra mi mano, subo aún más, y toco tu clítoris.

Vuelvo a la conversación. Te levantas y me coges de la mano, vamos a la barra, pagamos esto y me acompañas a casa me dijiste. Ni siquiera hemos dicho adiós.

En la calle, me dices que antes de ir a casa nos marchemos a un lugar apartado. Así que nos dirigimos a una playa cercana, pones tu dedo encima de mis labios. Apoyas tus labios en él. Silencio, silencio. Repites. Yo siento el alboroto de mi corazón. Palpitó de deseo. Siento en tu suave aliento el olor a deseo. Me besas, te beso. Mis manos te buscan, te acarician. Destapas tu camisa y me dejas disfrutar de tus pechos, los acaricio, los beso, los muerdo, mientras suspiras con pasión y me pides más. Me dices, mi sexo se estremece, sabes y quiero sentirte dentro de mí.

Agarras mi perilla y me llevas y me dejo llevar. Tengo tus piernas a la altura de mis ojos. Puedo adivinar tanga sobre tus nalgas. Siento tus pechos, tu vientre, tu sexo. Te tomo por la cintura, te abrazo, tus pechos se apoyan contra los míos, mi cuerpo busca el tuyo. Te aparto el cabello y te beso en el cuello, tú buscas mi boca. Nuestros labios se abren para dar paso a nuestras lenguas, húmedas.

Vuelves a besarme. Adoro esa sensación. No me canso de sentir tu lengua. La siento entre mis labios, buscas mi pene y lo saboreas, te beso entre tus pechos, tus pezones, bajo hacia tu cintura, tu pubis, saboreo tu clítoris, adoro tu tesoro y disfruto de él. Me quemas, poco a poco, trozo a trozo, mi piel se abre ante ti. Dominas mi cuerpo, arrancas suspiros, gemidos, orgasmo. Creo enloquecer.

Me dices llévame a tu casa, quiero disfrutar más de ti. Llegamos a mis aposentos, salimos a mi terraza, se divisa el mar, nadie nos ve.

Ahora estoy relajado, te miro, pareces ausente, quiero tenerte una vez más hoy, quiero volver a saborear tu carmín.

Quiero saborear el carmín de tus labios. Te llevo hasta el rincón más apartado de la terraza, descuelgo las ropas que hay apoyadas en la hamaca. Tus bronceadas piernas se abren para que entren las mías. Nos besamos suavemente primero, pronto nos quitamos la ropa, con brusquedad, casi con urgencia.

Es un orgasmo largo, que arde por dentro de nuestros cuerpos, nos abrasa y nos une. Me tumbo hacia arriba mirando el cielo, me apoyo en tu hombro, huelo tu piel, me gusta tu olor, tu piel sabe dulce.

Te levantas y andando muy despacio vas hacia la cocina, no has dicho nada, te sirves una copa de vino y te sientas en el comedor, mirándome, desnuda. Estoy relajado, pero sigo teniendo ganas de ti, quiero que te acerques a mí, quiero que vuelvas a besarme, quiero tu cuerpo. Te tomo de la mano y te llevo a mi dormitorio, dejando ver nuestros cuerpos, nos acariciamos mutuamente, suavemente, queremos sentir nuestra piel. Nos besamos, mordisqueándonos los labios, te deseo y tú a mí. Me abrazas y nos dejamos caer sobre la cama, tú de espaldas sobre el lecho abres tus piernas, yo busco tu sexo, me deseas y me dices -follame, te penetro, suspiras con, pasión y balanceamos nuestros cuerpos rítmicamente, cada vez con más fuerza.

En un momento cambiamos de postura, quedando yo de espaldas al lecho y tu sentada sobre mí. Que visión más hermosa, mientras cabalgas, tu cabello suelto alborotado, tus ojos perdidos mirando al cielo, que rostro de deseo, tus labios húmedos los mordisqueas de placer. Tu cuerpo palpita, tus pechos saltan sobre mí y tus pezones duros y excitados me llaman. Los acaricio con pasión, los pellizco y eso te hace suspirar con más deseo, y me tomas del cabello, acercando mi rostro hacia ellos con pasión mientras saltas sobre mí con furia, los mordisqueo y gritas de placer. Tu cuerpo palpita de deseo y en un momento brazos en alto, levantas tu cabeza hacia el cielo, cabalgas con furia sobre mí y juntos tenemos el orgasmo más intenso y deseado jamás.

Quedamos abrazados juntos, sintiendo el palpitar de nuestros cuerpos, el deseo de saborear el momento, nuestros labios se buscan y así abrazados nos dejamos caer en un sueño suave y aterciopelado.

Al amanecer mientras dormías, boca abajo, las sabanas cubriendo solo una parte de ti, tu espalda, tu fina espalda al descubierto, mi dedo te rozaba, mis labios perfilando tu figura, tus nalgas redondas, perfectas al tacto, perfectas a la vista, deliciosas, tapadas con la sabana, levanté la sabana para poder contemplarlas, la piel blanca y tersa. No me contuve, te acaricié hasta que te despertaste, sonreías, y aún con los ojos medio cerrado, me besabas.

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