Eran unos días de esos que tienes que hacer obra en casa y por no estar viendo tu casa medio destruida por las reformas, obreros de un lado para otro, tragando polvo, etc., te quedas una semana en un hotel.
Llevaba como dos días en el hotel, mi habitación era de lo más normal con un cuarto de baño completo, una cama de matrimonio, una terraza que daba a una avenida, dos mesillas, una mesa escritorio, una televisión, vamos lo esencial. Tenía pensión completa, así que no me preocupaba de las comidas ni nada.
Un día escuché que en la habitación de al lado se oían ruidos, por fin tenía vecinos. Estando en la terraza vi que era un matrimonio que vendría a pasar unos días.
Un sábado por la noche me dispuse a bajar a cenar cuando ellos también estaban haciendo lo propio, así que coincidimos en el pequeño pasillo que había y en el ascensor, nos presentamos, para eso éramos vecinos. El chico era como yo, un tipo normal, agradable, pero la chica era más simpática, de pelo moreno, con una boca y unos ojos de impresión. Me dijeron que iban a pasar 3 días allí para celebrar el cumpleaños de ella, y con risa picarona me dijo ella que si oía mucho escándalo que no me preocupara y que por favor no llamara a recepción, mientras él le daba un pequeño azote en el culo a modo de caricia.
Yo, la verdad, me puse un poco colorado ya que aquella situación me incomodó.
También coincidimos a la hora de subir, bueno la verdad es que les esperé en el ascensor por que se cerraba la puerta y el chico venia un poquito “alegre” del vino de la cena y no era plan de hacerles esperar a que el ascensor me subiera hasta una octava planta. Se subieron conmigo y empezaron a besarse, con pasión, a manosearse, a acariciarse y yo en un rincón del ascensor viendo el espectáculo.
La verdad es que la chica era un escándalo de mujer, guapa a más no poder. Él la besaba, se la estaba comiendo delante de mí, y ella, no sé si porque le daba morbo la situación, solo hacia mirarme.
Yo estaba en una situación que no sabía si decirles que me unía a ellos o callarme y masturbarme en la habitación escuchándolos porque la noche prometía.
En su afán de besarla tanto, el chico casi le rompe la camiseta para llegar a sus pechos, en ese momento ella dijo de parar, y sonó la campanita del ascensor porque habíamos llegado a nuestra planta, yo me despedí y no creo ni que me oyeran, ya que en el pasillo no paraban de acariciarse contra las paredes.
Yo me dispuse a ver un poco la televisión y a dejar que aquella imagen de ellos en el asesor se fuera de mi mente. Salía un poco a la terraza, otra vez a ver el televisor, así pasaron unos largos minutos, casi una hora y era imposible quitar esa imagen ya que les estaba oyendo como lo hacían.
Así que no me quedaba otra que masturbarme, mi imaginación y aquellos labios de esa mujer hacían estragos en mí. Me desvestí, me puse cómodo encima de la cama y mi grado de excitación iba subiendo y subiendo.
De repente escucho que tocan a la puerta, me puse el pantalón corriendo y salí a abrir. Era la chica, mojada y tapada con una minúscula toalla que tapaba lo esencial. La pregunte que si pasaba algo y me dijo que se fue a duchar y su pareja se había quedado dormido, salió a por unas bebidas a una máquina expendedora y se le se cerró la puerta, que, así como iba vestida había incluso bajado a recepción y no había nadie, así que me pregunto si podía pasar para ver si podía saltar de una terraza a la otra.
Esta loca, le dije invitándola a entrar, fuimos a la terraza y vimos que era muy peligroso, así que la dije que intentara calmarse que ya buscaríamos otra solución. La ofrecí un vaso de agua, se sentó en la cama y ya empezó más o menos a tranquilizarse.
Me preguntó qué estaba haciendo solo en la habitación, le dije que estaba de obras en casa y tenía que alojarme allí unos días, y ella exclamo que lo sentía mucho haber montado todo aquello, pero que su chico, durmiendo, era una manta, por cierto, no he podido dejar de fijarme en que te estábamos alegrando la noche, me dijo ella con una risilla picarona.
Yo no sabía dónde esconderme, que corte, me estaba poniendo súper colorado. Me dijo que había venido a celebrar su cumpleaños y mira la que estaba montado.
No te preocupes, la dije. La verdad es que ahora estoy mejor que antes, porque ahora ya no os escucho y no me dais envidia, soltó una carcajada.
Bueno todo puede ser mejor, es sábado noche, es mi cumpleaños, estoy en la habitación de un hotel con un desconocido… Me dijo, mientras sus labios se acercaban a los míos.
No os podéis imaginar el morbo que me dieron aquellas palabras, tal fue que mis manos se pusieron sobre su ridícula toalla y acariciar todo su cuerpo mientras nuestras se hacían una.
Entre sueños sentí que alguien tocaba a la puerta, miré el reloj, eran cerca de las cinco de la madrugada, pregunté quién y oí una voz femenina que me decía –abre soy yo…, medio dormido todavía abrí y ahí estaba ella, el rostro algo desencajado por la amanecida y los tragos, con un abrigo largo cerrado, a esa hora la temperatura bajaba a dos grados o menos, se me abrazó al cuello y me dio un largo y profundo beso, -hola amor te molestó, -para nada, al contrario es el mejor amanecer, por lo menos el más rico.
Mis manos empezaron a cobrar vida y recorrieron su cuerpo voluptuoso, ella acariciaba mi espalda, -quiero que me hagas el amor, y seguido a sus palabras se separó un poco, me dijo que me echara en la cama.
Fue dándome besos por todo mi cuerpo hasta llegar a mi miembro, el cual aún estaba duro de haberlos escuchado, empezó a besarlo, a lamerlo cual helado, lo chupaba y masajeaba como nadie lo hizo antes. Manos acariciaban su culo y con un leve empujón hice que se subiera encima de mi boca, su sexo estaba húmedo y más lo iba a estar cuando mi lengua empezara a jugar en él.
Yo notaba como mi miembro entraba entero en su boca y yo no podía hacer otra cosa que acariciar su culo, lamer su sexo y jugar con su clítoris. Se puso prácticamente sentada en mi boca, moviéndose y sus manos me masturbaban. De vez en cuando escupía sobre mi capullo y eso aún me excitaba más a mover más y más rápido mi lengua en su clítoris, sus gemidos eran fuerte y yo no podía parar, se corrió en mi cara.
Se dio la vuelta y empezamos otra vez a besarnos, con su lengua me limpiaba la cara mientras yo acariciaba esos pezones duros que se le habían quedado. Era tal el grado de excitación que agarro mi miembro con una mano mientras se ponía encima de mi para clavárselo.
Los movimientos de aquella mujer no eran normales, era pudro vicio y yo me beneficiaba de ese placer, tenía una manera de cabalgar tremenda, dejaba salir casi todo mi falo dejando solo el capullo dentro y volvía a dejarse caer.
Mis manos la agarraban de la cintura, le daba azotes y a ella más cachonda la ponían. Sus pechos botaban, sus pezones parecían que iban salir disparados, yo los agarraba, los pellizcaba y ella solo decía entre gemido y gemido que se volvía a correr. Hazlo, quiero tus fluidos resbalando por mis huevos, la dije.
Y así fue, un órgano acompañado de un grito y dejándose caer sobre mí. Volviendo a besar y mordisquear esos labios.
Espera, ahora me toca mandar a mí, le dije, a lo que ella muy gustosa accedió.
La puse a cuatro patas, agarre mi miembro con una mano y entre lo duro que estaba y lo húmedo de su sexo, entro sin miramientos, agarre sus caderas y empecé a moverme con ansia, con furia notando como le gustaba cada vez más, los azotes, mis manos agarrando sus hombros para hacer más fuerza no eran suficiente, aquella mujer quería más, y note como su mano acariciaba su clítoris y mis huevos, era insaciable y me encantaba.
No aguantaba más, tenía que correrme y se lo dije. – ¿Quieres hacerlo entre mis tetas? me pregunto. Por supuesto.
Así que cambiamos de postura, me senté a los pies de la cama y ella se arrodillo cogiendo mi miembro venoso y duro con sus pechos. Los movía, escupía en la punta de mi miembro, incluso llego por un momento a metérselo en la boca. No hagas eso que me corro y no respondo de hacerlo dentro de tu boca. Hazlo, me dijo, mirándome a los ojos.
Agarre su cabeza y no pare de follarle la boca hasta correrme, se separó de mi verga suavemente llevándose todo rastro de leche con su boca, yo esperaba que lo escupiera sobre mi verga o sobre mi pecho, pero nada más lejos, se lo trago.
Se subió otra vez a la cama y volvimos a besarnos, pero se lo tenía que preguntar, -¿en serio te lo has tragado? Claro, digamos que si se descorcha el champan, por lo menos hay que tomar un trago.
Cuando quisimos darnos cuenta nos habíamos quedado dormidos abrazaos el uno al otro, sonó mi despertador y nos dimos cuenta de la realidad, no teníamos forma de pasar a la habitación de ella y su chico durmiendo. Así que baje a recepción donde ya el recepcionista estaba y subió con la llave para ver lo que había ocurrido y se aclaró todo, abrió y ella entro no sin antes darme las gracias por lo ocurrido.
A la mañana siguiente coincidimos los tres en el ascensor y pregunte qué tal la noche, el contesto que muy bien y ella que una noche digna de recordar.