Ya llevaba un tiempo siendo hipnotizado por lo que las sugestiones cada vez fluían más fácil, esto ocurrió una noche tres personas más dos que venían siendo trabajadas con hipnosis más un hipnotizador pervertido.
No conocíamos a los otros tres, únicamente el hipnotizador (su nombre era Santiago), quien nos indujo rápidamente en hipnosis y nos hicieron creer que todos éramos amigos y que lo que pasaba allá era normal. Comenzamos a tomar, pero nosotros dos sólo tomábamos agua, obviamente no nos podíamos emborrachar, aunque en nuestras mentes teníamos la idea de que era licor.
La noche apenas comenzaba Santiago nos tenía preparadas varias pruebas para conocer qué tanto habíamos avanzado en la hipnosis, nos llevaron para atrás y nos hicieron quitar la ropa y poner ropa de natación: gorro de silicona, gafas redondas, calzoncillos también de silicona y en los pies unas aletas de plástico.
Nos llevaron a la sala y nos dieron la sugestión que esa era nuestra ropa de todos los días y nos despertaron; la risa no se hizo esperar, pero nosotros no entendíamos (no teníamos porqué hacerlo). Nos sentamos a seguir "tomando", a medida que avanzaba la noche nos iban diciendo cosas como "levántate y baila", lo que hacíamos rápidamente y sin que nos pareciera raro.
Uno de ellos a medida que se iba alicorando, se fue desinhibiendo y comenzó a bailar con nosotros y a tocarnos, al otro chico hipnotizado parecía no importarle, a mí de alguna forma me molestaba, pero en medio de la sugestión en ese momento no lo entendía. Este chico siguió insistiendo, poniéndome de espalda en una pared, su pantalón cayó y empezó a masturbarse conmigo.
Mi incomodidad la notó Santiago, se acercó y me puso su dedo en la frente, me dijo que era una estatua y no me podía mover, este otro chico no paraba de tocarme en ese momento salí del trance y Santiago otra vez me tuvo que inducir, le dijo que más bien le hicieron eso al otro chico.
Quedé completamente rígido y en trance.
Con Alejandro fue diferente, le quitó el calzoncillo y se masturbó con él, se le vino en la espalda fue rápido y efectivo: no opuso ninguna resistencia.
Afuera llovía, dando lugar a una idea nada cómoda para nosotros. Indujo al trance a Alejandro y luego a mí, nos dijo que éramos estatuas y que nada nos iba a despertar, en ese estado de rigidez nos sacaron al jardín.
Nos acomodaron las manos, el cuerpo como si fuéramos soldados saludando con la mano en la frente y cogidos de la otra mano, completamente desnudos en el antejardín de la casa.
Se sentía el frío de la noche, de la noche en pasando a madrugada. En un momento Santiago nos dio la sugestión de que dejaríamos de sentir frío… y así fue. Era una anestesia efectiva.
Después de un tiempo que no puedo contabilizar volvieron por nosotros y nos entraron a la casa nuevamente, rígidos y empapados, estilando pero sin sentir nada de frío, en realidad nada, no sentíamos cuando nos levantaron para entrarnos, cuando nos ponían las manos encima. Nada.
Quedé tendido en el sofá en un estado de trance lúcido en el que tenía los ojos abiertos pero la mente completamente en blanco, vacía.
Alejandro estaba dormido en el suelo, Santiago le preguntó si había tenido una experiencia gay en su vida y él recordó que con otro compañero del colegio un chico algo menor que él lo había convencido de experimentar y sin detenerse contó qué pasó, cómo y cuánto lo disfrutó. Desde ese día nunca lo había vuelto a hacer.
Mientras contaba la historia, Santiago le entregó un cigarrillo de marihuana fumándose con placer sin dejar de contar su única (hasta ahora) experiencia gay.
Cuando terminó su cigarrillo de marihuana Santiago le dio la orden de despertar, diciéndole que volvería al presente, pero que se iba a sentir muy bien y completamente desinhibido, lo levantaron del suelo sentándolo en el sofá, Santiago se paró enfrente de él y se bajó los pantalones.
“No lo va a hacer!!” dijeron, como si no hubieran presenciado nada de lo que había pasado esa noche.
”Les apuesto 50 mil pesos a cada uno”
El dinero llegó a la mesa rápidamente, respondiendo Santiago que les apostaba otros 50 mil a que se los hacía a todos.
Cayó más dinero en la mesa.
Santiago tomó su teléfono celular, empezó a grabar posterior a lo cual despertó a Alejandro quién apenas estaba saliendo del trance recordando su placentera primera experiencia gay.
Lentamente Santiago le hablaba, diciéndole que recordaba que había bebido mucho, Alejandro Sólo atinaba a responder que si aparentemente aún dentro del trance hipnótico.
“¿cuántos años tienes? -19, “¿has tenido experiencias gay”? –si “¿te gustaría hacerlo conmigo?” –si, respondió Alejandro sin dejar de mirar la entrepierna de Santiago, pero sin tomar acción.
"tu quieres, bebé"… (Dijo Santiago trayendo un recuerdo de cómo le llamada su pareja en su primera. Esto fue suficiente para que Alejandro llenara su boca y comenzara un sexo oral que duraría varios minutos.
El sueño era pesado, muy pesado no recuerdo más.