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¡Por el culo no, hijo!
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Tiempo de lectura: 15 minutos

Peter estaba en una biblioteca inglesa tomando apuntes cuando se sentó enfrente de él una joven espigada, rubia, de ojos azules, con el cabello recogido en una coleta. Vestía una blusa blanca y una minifalda marrón que dejaba ver unas larga y estilizadas piernas y calzaba unas deportivas blancas. Mirando para el Rolex que llevaba en la muñeca, en bajito, le dijo:

-¿En que trabajas?

-Buscaba Cariño en el mapa de España.

-Cariño te lo puedo dar yo, guapo de cara.

-Gracias pero ya tengo el de mi madre.

A la muchacha no le salían las cuentas. En su vida la habían rechazado. Pensó en lo peor.

-¿Oye?

-¿Qué?

-¿Eres marica?

-No, soy Peter.

Aquella respuesta cambiaba la cosa.

-¿Tienes un punto de retraso?

-No, soy puntual.

-Me piro. No quiero ir a la cárcel.

Cat hizo amago de levantarse.

-No te vayas. Nunca hablo con chicas guapas. ¿Por qué ibas a ir a la cárcel?

-Por estar con un retrasado mental.

-¿Qué le hiciste a ese retrasado mental?

-No me extraña que no hablen contigo, ni las guapas ni las feas.

-¿Por?

-Porque lo digo yo.

-Ya veo, ya.

-Tú no ves ni un burro volando.

-Claro que no lo podría ver, los burros no vuelan.

Cat sonrió, y le dijo:

-Seré tonta, debía salir corriendo…

-Las apariencias engañan. Pareces lista. ¿Qué edad tienes?

Cat miró para todos los lados.

-¿Dónde está la cámara oculta?

-¿Y a mí me lo preguntas? Si está oculta no se ve.

-Joder con el guapo de cara… Veintidós.

-Si hay veintidós y miramos bien alguna encontramos. ¿Para que la quieres encontrar?

-Que tengo veintidós años. ¿Tú cuántos años tienes?

-Dieciocho…

-Un caramelito.

-Vale.

-¿Qué vale?

-Que sí, que quiero ese caramelo.

-Una hostia es lo que te voy a dar cómo me sigas vacilando

-Jamás vacilé ante nada.

La muchacha se cabreó.

-¡Tu puta madre!

-¿Y tú cómo sabes eso?

Lo pilló.

-Te estás riendo de mí, come letras.

-Empezaste tú. No soy marica ni subnormal. Voy a seguir buscando por Cariño

La chica se alegró de que no fuera un retrasado, ya que si lo fuera se le jodían los planes.

-Quien se mete entre mis piernas dice que encuentra cariño.

Peter le preguntó:

-¿Y qué tienes ahí que da cariño?

-La cueva de Alí Babá, una cueva en la que quieren entrar todos los ladrones.

Peter puso cara de pensar y después le preguntó:

-¡¿No serás una de esas mujeres que cobraban por hacer cosas que van contra la moral?!

-¿Tú estás por joderme? No, por eso no estás. Estás por reírte de mí.

-No, no estoy riéndome de ti, pero si me cuentas un chiste gracioso nos podemos reír los dos

-Sé que te haces el tonto, y si no te lo haces ya me da igual. ¿Tienes dinero?

-No, no llevo dinero encima.

-¿Y en casa?

-Allí sí, siempre guardo algo de mi paga.

-¿Y de cuánto es tu paga?

-De mil libras semanales.

A Cat se le pusieron los ojos como platos.

-¡¿Mil libras?!

-Sí. ¿Cómo te lamas?

-Cat. ¿Y tú?

-Peter.

-Me gusta tu nombre.

-¿Por qué te llamas a ti misma Cat?

-Es mi nombre y me viene al pelo porque soy muy gata.

-Ronronea para que te crea.

-Chupo mejor de lo que ronroneo.

-¿Qué chupas?

-Polla.

-¿Y cómo la distingues del pollo?

-Te gusta jugar con las palabras, ¿eh? A mí tampoco se me da mal. ¿Cómo distingues un coño de una coña?

-¿Qué es un coño?

-Lo sabes de sobras, listillo, y seguro que con ese cuerpo ya comiste más de uno.

-Puede. ¿Tiene otro nombre?

-Almeja.

-No, conozco el bivalvo, pero no lo comí

-¿Te gustaría comer mi bivalva?

-Me da a mi que estamos hablando de cosas diferentes.

-¿Quieres que te enseñe…?

No la dejó terminar.

-Mary ya me enseña todo lo que tengo que saber.

-¿Quién es Mary?

-Mi profesora particular

-¿Y qué haces aquí?

-No tenemos mapas en la biblioteca de la mansión.

-Así que era verdad, eres el hijo de lady Winter. Se rumoreaba que tenía un hijo de soltera, pero nadie lo había visto.

-Pues ya lo ves.

-Ya llegó mi madre. -Peter miró hacia la entrada de la biblioteca-. Vete que no le gusta que hable con mujeres

Cat miró para donde mirara Peter y vio a una mujer alta y fuerte de unos cuarenta años con un sombrero gris a juego con su vestido y con sus zapatos de tacón de aguja. Se levantó, y desde un ángulo muerto, le dijo:

-¿Cuándo vuelves a la biblioteca?

-No sé, vengo cuando tengo alguna duda y si mi madre me lo permite.

-Cuando vengas trae cien libras.

-¡¿Para qué?!

-Soy una de esas chicas que hacen cosas que van contra la moral.

Peter se quitó la careta.

-No tienes pinta de puta.

-¡Serás cabrón! Y yo que pensaba que eras un virguito…

-Y lo soy, lo soy.

-¿Un virguito?

-No, un cabrón.

-De eso no me cabe duda.

Cat se fue. Peter recogió y regresó a casa en el asiento trasero del Jaguar negro que conducía su madre.

Peter y lady Winter.

Lady Winter, la madre de Peter, era una dama escocesa de 40 años, viuda y sería cómo un palo. A Peter lo veía cómo un niño de siete años, y se encargaba de que supiese de la vida sexual lo que sabe un niño de esa edad. A pesar de que ya hacía años que dejara de ser un niño seguía con los castigos corporales cuando hacía algo que no debía.

Se había ido el servició. En el lujoso salón de la mansión sonaba Aida de Giuseppe Verdi. Peter estaba leyendo Moby Dick sentado en un sillón. Lady Winter estaba sentada en otro sillón mirando la BBC y tomando un whisky gran reserva de su bodega. Ella llevaba puesta una bata de seda roja y él una marrón. Peter tenía ganas de guerra, levantó la cabeza del libro y le preguntó a lady Winter:

-¿Qué es un coño, madre?

A lady Winter le cambió la cara oír la pregunta.

-¡¿Quién te dijo esa palabra?!

-Se lo oí decir a una chica mientas cogía un libro de la estantería.

Empezó el interrogatorio.

-Así, sin más. ¿No se le cayó el libro ni nada?

-Sí, así, sin más.

-¡Cómo te atreves a mentirme!

Peter, fingiendo nerviosismo, le dijo:

-A lo mejor se le cayó algo.

Estaba visto que mentir no era lo suyo.

-¿Me vas a decir por las buenas con quién estuviste hablando?

-No hablé con nadie.

-Sabes que no tolero que me mientas. Ven aquí que te voy a poner fino.

Posó el libro en la mesa camilla que tenía delante y fue junto a su madre que se sentaba en un tresillo…

-Dámela.

No hizo falta que le dijera que le tenía que dar, Peter le quitó de su pie derecho una de sus zapatillas Birkenstock rojas con piso de goma del mismo color.

-Échate sobre mis rodillas.

Peter se echó sobre las rodillas de su madre.

Lady Winter le subió la bata y le bajo los boxers, y con las duras nalgas de su hijo a su disposición, le dijo:

-Se bueno, dime con quien hablaste y no te castigo.

Le mintió.

-No hablé con nadie.

Le dio con la zapatilla.

Le acarició las nalgas.

-Se bueno, cariño, dímelo.

-Dígame usted que es un coño.

Le dio con más fuerza.

-No digas esa palabrota.

Peter estaba empalmado y su madre sentía su polla mojar el muslo de su bata abierta. Mientras le daba se iba a comportar cómo un niño travieso.

-¡¡Coño!! -¡¡Plasssss, plasssss!! ¡¡Coño, coño!!

-¡¿Con quién hablaste?

-Con una chica.

-¿Cómo era esa chica?

-¡A usted que le importa!

-.¿Cómo es?

-Es una chica.

-Te picó fuerte la bicha. Te voy a quitar el veneno

El muslo de lady Winter se movió más prisa de arriba a abajo y de abajo a arriba rozando el glande y su mano en sus pelotas y en la base de su polla se movieron al mismo ritmo. Peter, se corrió en el muslo de su madre y en su bata abierta.

-Ya me salió el veneno, madre.

-¿Cómo era la chica?

-Muy guapa, madre.

-¿Más guapa que yo?

-No, madre, usted es la mujer más bella de la tierra.

Peter se puso en pie. La polla quedó a cinco o seis centímetros de la boca de su madre. Lady Winter tenía unas ganas locas de mamar la polla a su hijo, pero se contuvo una vez más, y le dijo:

-Anda, vete para cama que ya es hora.

Al irse su hijo pasó las yemas de dos dedos por la leche, los chupó y se dijo a si misa: "Si me toco ya me corro."

No se tocó en el sillón, lo haría en la ducha y después en su cama.

Peter y Mary.

La maestra de Peter se llamaba Mary y era una mujer divorciada de 36 años con dos hijos. Era alta, fuerte, fea, era erudita en todas las materias y en la de amar era una maestra.

Estaban en un salón. Lady Winter había ido a hacer una revisión médica. Peter estaba sentado en una silla delante de una mesa sobre la que había una libreta y un ballpoint meisterstuck. Mary le preguntó a Peter.

-¿Ya te follaste a tu madre?

-Aún no.

Mary se sentó en una silla, y le dijo:

-Sigamos con la lección. Acabas de correrte después de azotarte tu madre. ¿Qué tienes que hacer?

Peter se levantó, fue a su lado y sacó la polla. Mary le preguntó:

-¿Qué haces?

-Tengo más veneno, madre.

Le cogió la cabeza con las dos manos a su maestra, la atrajo hacia él y la polla le entró en la boca. Mary se la mamó sin manos. Al rato le dijo Peter:

-Lame mis huevos.

-Si, cariño.

Después de jugar con sus pelotas, Peter se dio la vuelta. Mary le abrió las nalgas y le lamió el periné y le folló el ojete con la punta de la lengua.

Peter se volvió a dar la vuelta y le dijo:

-¡Te voy a follar hasta que no puedas más!

-Ya me tardaba que lo dijeras.

Se levantó y en un plis plas estaban desnudos, o casi, ya que Mary dejó puestas sus medias negras y sus ligas rojas.

Mary era morena, usaba gafas y su cabello negro era largo y abundante. Tenía tetas grandes, decaídas, con inmensas areolas rosadas y pezones gordos cómo dedos. Tenía michelines. Su coño tenía vello en cantidad y sus piernas, cómo sus brazos, eran anchas. Mary medía un metro setenta y algo y pesaba más de lo debido.

Peter era moreno, medía casi un metro ochenta, su cuerpo estaba musculado, cargaba bien, unos 20 centímetros, y era guapo, muy guapo.

Mary se echó sobre la alfombra del salón, Peter se arrodilló, le cogió los pies, le levantó las piernas y se la metió de una estocada, Mary comenzó a gemir con el primer mete y saca: "¡Ah, ah, ah, ah, uh, uh, uh, uh, uh, ah, ah, ah…" Peter, follándola veía su cabello desparramado por la alfombra y cómo sus grandes tetas y michelines subían y bajaban. A Peter le gustaba la chicha en las mujeres y su polla se ponía más y más dura. Aceleró cada vez más el mete y saca y se aceleraron sus gemidos Al follarla a toda mecha. Peter se corrió dentro de ella con toda la polla dentro. Mary lo miraba y sonreía, sabía que la polla se le iba a bajar un poco, pero que la iba a seguir follando y se le pondría otra vez dura. Así, fue, al ratito ya la polla estaba dura cómo el hormigón y chapoteaba al llegar al fondo del coño con la cantidad de leche y jugos que se encontraba: "¡Clash, clash, clash, clash…! Peter sabía cómo hacer para que se corriera Mary, lo sabía porque le enseñara ella. Le levanto más las piernas y haciendo palanca con su culo le folló la pared superior de la vagina donde tenía el punto G. Los gemidos de Mary subieron de tono: "¡¡Aaaaah, aaaah, aaaah, aaaaah…!!" Su cabeza se movió hacia los lados sin control, Peter sabía que se iba a correr. La folló a toda mecha y Mary se corrió a lo grande, temblando y gimiendo. Por los lados de la polla de Peter salieron jugos de su corrida.

A acabar de correrse se dio la vuelta y se puso a cuatro patas. Peter se la clavó en el coño y volvió a follarla. Cada vez que la polla entraba la nalgueaba o le pellizcaba las nalgas. Mary era muy de expresar lo que sentía y comenzó a gemir de nuevo. La polla entró y salió del coño cómo un martillo pilón hasta que Mary le dijo:

-Métemela en el culo que ya estoy a punto.

Peter la sacó del coño, le jaló parte del cabello y se la metió en el culo.

Azotando sus enormes nalgas, ya coloradas, y tirando de su cabello la folló a todo dar, hasta que le dijo:

-¡¡Me corro!!

No se corrió, se corrieron, él dentro de su culo y ella sobre la alfombra.

Al acabar, Peter se puso boca arriba. Tenía la polla morcillona, Mary subió encima de él, cogió la polla y la metió en el coño. Su ceño se frunció. Ya le gustaba de nuevo. Se sentó sobre la polla y movió su culo alrededor, Peter le echó las manos a las tetas y se las magreó. Poco después ya la polla estaba dura de nuevo. Mary se apoyó con las manos en la cama y lo besó. Su cabello le cubría la cara, Peter lo recogió con una mano y se siguieron besando. Mary comenzó a cabalgarlo al paso y volvió a gemir de nuevo: "Ah, ah, ah, ah, uh, uh…!" Gemía, lo besaba, le miraba a los ojos, veía lo guapo que era, volvía a gemir, lo follaba y lo volvía a besar. Cuando sintió que le venía, gimiendo y mirándolo a los ojos lo cabalgó al galope. Peter vio cómo lo miraba con ojos de loca, de repente los ojos se le cerraron y temblando se derrumbó sobre él. Susurrando, le dijo:

-Me corro otra vez.

Al acabar, deshecha, se echó boca arriba, Peter se arrodilló a su lado y le metió la polla en la boca. Mary le hizo una mamada y se tragó su leche.

El mayordomo y lady Winter.

El mayordomo era un hombre irlandés, alto, serio, que vestía de negro. Parecía Lurch, el de la familia Addams.

Era jueves, lady Winter volviera de llevar a su hijo a la biblioteca, Brian, el mayordomo, entró en la habitación de su ama con una bandeja en la que llevaba un plato cubierto con una tapadera y lo puso en una mesa camilla que había frente al sofá donde se sentaba su ama. Lady Winter lo abrió y vio en él una zapatilla blanca con piso de goma rojo. El mayordomo se sentó en una silla y esperó a que lady Winter se denudase y se echase en su regazo.

Mientras tanto, en la biblioteca…

Peter estaba en una esquina de la biblioteca esperando que apareciese Cat. Apareció con su blusa blanca, su minifalda marrón y con sus zapatillas de deporte blancas. Le preguntó:

-¿Traes contigo el dinero?

-Sí.

-Dámelo si quieres que te enseñe cosas.

Le dio dos billetes de 50 libras. Cat, le hizo una señal a la bibliotecaria. La mujer que se llamaba Lily y que tendría unos 25 años, colgó el cartel de cerrado y cerró la puerta de la biblioteca. Tenían dos horas para gozar con él cómo dos lobas.

Lo llevaron a un cuarto trasero iluminado por una sola bombilla donde había estanterías, máquinas de escribir…, había cosas que ya no usaban, entre ellas un viejo colchón. Peter haciéndose el asustado, les preguntó:

-¿Qué me vais a hacer?

La bibliotecaria, que era delgada y tenía mucho de todo, besó a Cat y le respondió:

-Te vamos a hacer feliz.

-Las mujeres no se besan.

-Las mujeres se comen todo y se corren cómo putas.

-No digas palabrotas.

Cat le dijo a la bibliotecaria.

-Es muy raro, nunca sabes por donde va a salir.

Se acercaron a él, lo flanquearon y lo desnudaron. Peter ya tenía la polla a media asta.

Cat se puso en cuclillas y metió la polla en la boca. Peter, fingiendo estar asustado, le dijo:

-¡No me la comas!

Cat le dijo:

-No tengas miedo, te va a gustar.

Lily le dio un beso con lengua. Al acabar de besarlo, Peter, le dijo:

-¡Qué asco!

Cat le dijo a Lily:

-Dale otro beso con lengua que se le puso la polla dura cómo una roca.

Lily, sonrió, y le dijo:

-A ver, cariño, yo no soy tu madre, no me tienes porque mentir. Saca la puntita de la lengua.

Peter sacó la lengua, Lily se la chupó varias veces y después ya lo besó cómo ella quería, Cat le mamó la polla metiéndola hasta la campanilla y poco después Peter se corrió en su boca. Cat le preguntó:

-¿Te gustó?

-Muchisísimo.

Al acabar se desnudaron. Al verlas desnudas la polla de Peter se volvió a poner dura, y no era para menos, Cat tenía unas tetas cómo pirámides y pezones y areolas rosadas, Lily, que era madre de un niño pequeño, las tenía redondas con areolas y pezones marrones y echaban leche. Lily se echó sobre el colchón, Cat se echó a su lado izquierdo y le dijo a Peter:

-Échate al otro lado.

Se echó y Cat le dijo:

-Te voy a enseñar las cosas que te dije. Haz lo mismo que haga yo.

Cat metió su lengua dentro de la boca de Lily, Peter vio cómo se acariciaban las lenguas e hizo lo mismo, primero con Lily, después con Cat y al final se besaron los tres. Luego Cat y Peter le amasaron una teta cada uno, lamieron los pezones y después le mamaron las tetas. Cat, con la boca llena de leche besó a Peter que se acababa de tragar aquella leche blanca y dulce como la miel. Después besaron a Lily con sus bocas llenas de leche, para acto seguido bajar a su coño, un coño que echaba por fuera de lo mojado que estaba. Cat pasaba la punta de su lengua por su raja y después lo hacía Peter. Lo mismo pasó con el clítoris, con el dedo y con los dedos, pues tenía cuatro dentro de su coño cuando se corrió gimiendo cómo una loca y temblando cómo si tuviera el mal de san Víctor. Al correrse se le inundó el coño de jugos y de sus tetas salió leche en cantidad que se encargaron de lamer.

Lo mismo que hicieran con Lily lo hicieron con Cat, la única diferencia que hubo fue que Cat no echó leche por las tetas en ningún momento. Al acabar, les dijo Peter.

-¿Qué hora es? Si mi madre viene a buscarme y encuentra la biblioteca cerrada le da algo

A su madre le estaban dando algo, le estaba dando el mayordomo una paliza con la zapatilla, pero volvamos al principio.

Lady Winter con sus tetas meloneras al aire y su felpudo negro entre las piernas, moviendo sus gordas nalgas para un lado y para el otro, como si fuera una modelo algo pasada de peso, llegó junto al mayordomo y le dio con la zapatilla blanca en la polla:

-¿Quién va a hacer que me corra?

El mayordomo, haciendo de malo de la película, estiró un brazo y con un dedo de la otra mano señaló su regazo. Lady Winter le dio la zapatilla y se echó sobre sus rodillas. El mayordomo sonreía mientras le daba:

-¡¡Plaasss!! -¡Ayyyy!-

El mayordomo volvió a su seriedad habitual.

-Quiero que me tripliques el sueldo.

-Ni lo sueñes, hace poco que te lo doblé.

-¡¡Plasss! ¡Ayyy!

-A tu hijo le das 1000 euros semanales, puta.

-¿Y tú te vas a comparar con mi hijo, maricón?

-¡¡Passs!! ¡Ayyy!

Mirando por el ojo de la cerradura y viendo cómo la azotaba estaba la criada, una cuarentona, solterona fea cómo un carallo y que se mataba a pajas. Tenía una mano dentro de las bragas.

El mayordomo estaba cabreado.

-Odio a ese Peter Pan de los cojones.

-¡¿Qué has dicho?!

-Odio!! Plasss!! ¡Ayyyy!

Lady Winter quedó con ganas de más.

-No te oí bien

-¡Peter! ¡¡¡Plas!!! ¡¡Ayyy!!

Lady Winter, cachonda cómo una perra en celo, se bajó de su regazo con el culo rojo cómo un tomate maduro, le quitó la polla, una polla normalita, se sentó sobre ella, le rodeó el cuello con los brazos, le comió la boca y subió y bajó el culo hasta que se corrió metiéndole un mordisco en la boca que casi le arranca los labios. La criada viendo cómo se estremecía y gemía su ama se corrió con tanta fuerza que acabó en posición fetal en el piso del pasillo. Nada nuevo, pues se corriera así muchas veces, ya que lo del mayordomo con la señora ocurría a menudo.

Vuelta a la biblioteca.

Cat se masturbaba al tiempo que le comía el coño a Lily. Peter le estaba dando la polla a mamar. Ya estaban los tres buenos de ir. Lily le dijo a Peter:

-Mete tu polla en el culo de Cat.

Peter seguía con la comedia.

-Nooo, esas cosas no se hacen.

Cat dejo de comer coño y le dijo:

-Métela, ya verás cómo te gusta

-No que un día vi un documental…

-¡Qué me la metas en el culo, atontado!

Peter se puso detrás de ella, no fuera a ser que se arrepintiera. Le clavó el glande de un golpe.

Cat se quejó.

-¡Despacio que no soy de goma!

Peter viendo entrar y salir la polla del coño tenía unas ganas locas de azotar las nalgas de Cat, pero un ingenuo no podía… ¿No podía? Había pagado, así que se quitó la careta. Levantó a Cat cómo si fuera una muñeca de trapo, le dio la vuelta, se la clavó en el coño y la folló a romper.

Lily quedó boquiabierta, y Cat sin palabras

Cat, al ratito, con las rodillas sobre el colchón y haciendo un arcó con su cuerpo, se corrió babeando y jadeando cómo una perra.

Al acabar de correrse la echó sobre el colchón, cogió a Lily por los pies, la atrajo hacia él, se la clavó como se la había clavado a Cat y aún le dio con más saña. Lily, doblada y con la cabeza sobre el colchón, al sentir que e iba a correr, le dijo:

-¡¡Follas cómo un diablo, farsante!!

Peter, viendo a Lili convulsionándose, gimiendo y con los ojos en blanco, le llenó el coño de leche.

Al final ellas supieron que él no era un ingenuo, y él supo que ellas no eran putas. Eran dos amigas que donde ponían el ojo ponían el coño, y si se caían unas pelillas…

Quitando caretas.

Lady Winter, en bata de casa de seda azul, estaba tomando el whisky nocturno que la relajaba. Peter leía 20.000 leguas de viaje submarino de Julio Verne, y le preguntó a su madre:

-¿Cómo se come un coño, madre?

Winter se escandalizó.

-¡Ay que ha dicho! ¿Quién te habló de esa palabrota?

-La misma chica que me habló del coño.

-¿Cómo te lo dijo?

-Me dijo. "¿Te gustaría comerme el coño, guapo de cara?"

-¿La que dijiste que era más fea que yo?

-Sí, madre, pero le mentí, es más guapa que usted.

Lady Winter se enfureció

-¡¿Cómo se llama esa chica?!

-No se lo voy a decir.

-No me va a quedar más remedio que quitarte el veneno para que me digas cómo se llama. Desnúdate y ven.

Peter se quitó la bata, debajo no llevaba nada, bueno, llevaba la polla empalmada y los huevos llenos de leche. Se quitó las zapatillas negras con piso de goma del mismo color, cogió una y fue junto a su madre. Le puso la polla en los labios, levanto la mano con la zapatilla, y le dijo:

-Abre la boca y mama.

Lady Winter había deseado mil veces que llegase aquel momento, pero tenía que seguir representando su papel

-¡¿Qué te han hecho, hijo?!

Al abrir la boca le entró la polla hasta la garganta y casi vomita con las arcadas que le dieron.

-¡Chupa!

Lady Winter se hacía la decente, pero el hijo estaba cansado de saber lo puta que era.

-No me hagas esto, Peter.

Le metió el glande en la boca.

-Chupa, lagarta.

Lady Winter le chupó la cabeza. Peter le cogió una mano y se la llevó a la polla. Lady Winter la cogió y la apretó. Peter movió el culo para masturbarla. Lady Winter, poco a poco, fue metiendo más polla en la boca. Al rato Peter dejó de mover el culo y la mano de su madre se deslizó por la polla para masturbársela, luego la levantó y le lamió y le chupó los huevos. Peter le dijo:

-Estabas deseando mamar mi verga y de comer mis huevos. No lo niegues, madre.

Lady Winter se hizo la indignada.

-Esto me lo vas a pagar muy caro.

-¡Sigue mamando, guarra!

Volvió a mamar el glande, a masturbar la polla, a meterla casi toda en la boca… Lady Winter estaba perra, pero disimulaba. Masturbando a su hijo y mirándole a los ojos, le dijo:

-Acaba de una vez.

Peter no le iba a dar su leche en la boca, de momento. La cogió por debajo de los brazos, la levantó y le quitó la bata vio sus tetas meloneras, con areolas marrones y gordos pezones. Le lamió los pezones y mamó y acarició las tetas largo rato, después la bajó las bragas mojadas, vio su felpudo, y le dijo:

-¡Qué coño más bonito!

Peter se sentó donde había estado sentada su madre, le echó las manos a la cintura y le lamió el coño encharcado de jugos. Lady Winter le dijo:

-¡Así te envenenes!

Siguió lamiendo hasta que su madre empezó a gemir. En ese momento, le dijo:

-Coge mi zapatilla del piso, dámela y échate sobre mis rodillas.

Lady Winter se siguió haciendo la difícil.

-¿Y si no lo hago, qué?

-Le digo a tus amigas que te follas al mayordomo.

Lady Winter no sabía que su hijo estaba al día de sus aventuras y se envenenó.

-¡Cabrón chantajista!

-Puta abusona.

Lady Winter cogió la zapatilla, se la dio y se echó sobre sus rodillas, cosa que haría sin chantaje ni hostias, pues estaba tan cachonda que su coño echaba por fuera y sus pezones estaban duros cómo hierros.

Peter, acarició sus blancas nalgas con las palmas de sus manos, le pasó un dedo por el coño mojado, lo chupó y después le dijo:

-¿Te excitabas mucho al masturbarme?.

Lo negó a palo seco.

-Yo nunca te masturbé.

-¡¡Plasss! Ayyyyy!

-Me masturbaste y me gustó.

-Eras tú el que se frotaba con mi pierna.

-¡¡Plasss!! ¡Ayyyy!

-Y tú la que jugabas con mi polla y mis pelotas

-Mentira, yo nunca hice eso.

Lady Winter mentía para que le siguiera dando y le dio con fuerza.

Peter le acarició y le besó las nalgas doloridas.

-Vamos a llevarnos bien. ¿Disfrutabas haciendo que me corriera?

Lady Winter seguía en las suyas.

-No, no sentía nada.

-¡¡Plassss!! -¡Ayyy!

Le metió dos dedos en el coño y se lo folló con ellos.

-¿Quieres que te haga correr cómo me hacías correr tú a mí? Y no me mientas

-¡No, no quiero!

Le volvió a dar con fuerza.

-Veo que te gusta, zorrita?

Lady Winter sacó la puta viciosa que llevaba dentro.

-Si, me gusta, cariño, dame más. ¡Quiero más!

-¡¡¡Plass!!! -¡Ooh!

-¡Ay que me corro!!

Peter la levantó en alto en peso, se la clavó y la folló… Lady Winter, con la cabeza echada hacia atrás y con los brazos y los pies colgando, se corrió cómo una burra.

Al acabar de correrse su madre, Peter, se volvió a sentar en el sillón con la polla dentro del coño. Lady Winter lo besó y le dijo:

-¿Tenías ganas de mí?

-Muchas, madre.

Lady Winter comenzó a follar a su hijo a su aire. Peter le magreaba las tetas, le comía la boca… Poco después quitó la polla y le dio las tetas a mamar. Peter gozó de ellas hasta que lady Winter le dio la espalda. Peter cogió la polla y se la frotó en el ojete. Lady Winter, le dijo:

-¡Por el culo no, hijo!

-¿Nunca te dieron por el culo, madre?

-No, hijo, el culo es para otros menesteres.

-Y también para dulces placeres.

Le apretó los pezones, clavó la cabeza de la polla y le rompió el culo.

-¡¡¡Ayyyy!!! -se la siguió metiendo. ¡¡Ayayay!!

-¿Te gusta, madre?

-¡¡Me encanta!! ¡Mete, mete más!

Se la metió hasta que los huevos. Al rato ya era lady Winter quien follaba su coño con dos dedos y la polla de su hijo con el culo. Los trallazos hacia atrás de su culo se los daba con tanta saña que se puso perra y perdió los modales.

-¡¡Te la voy a romper, cabrón, te la voy a romper, te la voy a romper…!!

Peter, apretando sus tetas, le daba por el palo.

-Rompe, puta, rompe.

Lady Winter dejo de dar trallazos. Peter sintió cómo el ojete apretaba su polla, y apretando y soltando, su madre se corrió cómo una cerda.

Lady Winter además de puta y viciosa era una guarra, después de correrse entre gemidos y espasmos, quitó la polla del culo, se arrodilló delante de su hijo, la olió y después se la mamó hasta que Peter le llenó la boca de leche, luego le puso el coño en la boca, y le dijo:

-Quiero correrme en tu boca.

Peter le echó las manos al culo, la nalgueó y después pasó su lengua por el coño.

-Aquí no, en tu cama.

-¿Por qué en mi cama, madre?

-Hace tiempo que deseo meterme en ella, hijo.

Amanecieron abrazados.

Quique.

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