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Reencuentro en el hotel
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Llego al hotel. Estoy más ansiosa que cansada. Te escribo un mensaje en cuanto termino de acondicionarme. Sabemos cómo vamos a terminar, pero algo de juego no viene mal. Pido que traigan la cena a la habitación y te espero con un vestido rojo de cuello alto que me aprieta las tetas y cuyo tajo permitirá una buena vista de mis muslos. Sé que te gustan mucho.

Llegás bañado y perfumado. Paseo mi nariz por tu cuello, olfateándote. Aunque tu saludo haya sido frío, sé que en este momento te cosquillea la entrepierna. Pero primero hay que cenar. Comiendo, conversamos un poco y la noche empieza a entonarse gracias al vino. Con la excusa de la comodidad, me llevo la copa a la cama y sigo bebiendo ahí, de piernas cruzadas. Te veo comerme con los ojos.

Súbitamente parecés recordar a qué viniste. Me tomás de las manos y me atraés hacia vos. Bailás conmigo, pegándome a tu cuerpo. Me das una vuelta. Quedás a mis espaldas y me pegás de nuevo a tu cuerpo. Olfateás mi nuca. Ahora a mí me cosquillea la entrepierna. Tu erección me presiona las nalgas y tus manos pellizcan mis pezones por encima del vestido. Gimo despacio. Una mano se queda a masajearme las tetas. La otra aprovecha el tajo para colarse debajo de mi tanga bordó. Estoy empapada y tus dedos se benfician de ello. Jugás con mi clítoris hasta ponerme a gritar y entonces tus dedos me penetran.

Cuando me corro por primera vez, me echás a la cama, desabrochás tu cinturón y acercás esa verga potente a mi cara. Decís "Quiero tu boca" y mi boca engulle el glande y después el tronco, mientras mis manos amasan tus testículos. Te tomo por las nalgas y empujo hasta que la punta me choca la garganta. Me cogés la boca con ganas hasta salpicarme todo el paladar.

Nos desnudamos y nos besamos durante el descanso. Nos rasguñamos y manoseamos por completo, recorriéndonos, degustándonos. Te sentás en la cama y me acomodo para cabalgarte con mis tetas siempre al alcance de tu cara y de tus dientes, que me lastiman rico, muy rico los pezones. Te monto una y otra vez, agarrada de tus hombros para no perder impulso. Me gusta mucho cómo tu pene se va abriendo camino dentro de mí. Entrás y salís hasta que nos sorprende un orgasmo que nos deja exhaustos.

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