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Una exalumna me la mama en la prepa
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Soy profesor de preparatoria en la Cd de México, tengo 47 años pero estoy muy bien conservado: soy delgado, hago ejercicio, mido 1.83 cm por lo que la mayoría de la gente me calcula 38 o 39 años.  En la preparatoria donde doy clase los estudiantes hacen un trabajo final, por lo que tienen un asesor a lo largo del semestre que los dirige en el desarrollo de su trabajo. En algún semestre dirigí a una mujer, llamémosle J, un poco más grande que sus compañeros ya que concluyó de 27 años la prepa. Era alta, 1.70-1.75, de piel clara y cabello castaño a la altura del hombro, con senos de tamaño normal y un culo bien redondo y paradito, y que, durante su estancia en la prepa era objeto de comentarios, tanto de los profesores como de los estudiantes.

A lo largo de las asesorías nos fuimos conociendo, me fue teniendo confianza y me platico cosas íntimas, como que le encantaba mamar verga, y que se las había mamado a un par de “amigos” de la prepa. Después de que se graduó fue a visitarme algunas veces y acabamos yendo al motel, pero esa es parte de otras historias. Un día me insistió para que fuéramos al motel pero yo no tenía mucho tiempo pues algún compromiso se interponía, ahora ya no recuerdo ni que era.

Ese día tuve que quedarme hasta el turno de la tarde. Todos los maestros de la prepa tenemos una oficina, con puerta y ventanas por ambos lados. Sin embargo mi oficina estaba en una esquina por lo que la única ventana daba hacia el patio de la prepa, y estaba en el primer piso por lo que, desde abajo no se alcanzaba a ver hacia adentro de mi oficina.

Fue a verme y desde lejos mientras caminaba cruzando el patio de la prepa para dirigirse a mi oficina pude observarla con detenimiento: recuerdo que traía una blusita blanca que mostraba su abdomen y unos leggings (mallones) negros con una tanga de licra rosa, (le encantaba usar leggings ya que se pegaban muy bien al culo y, supongo además prácticos para que le metan mano sin ningún problema.

Salí de mi oficina, bajé las escaleras y fui a su encuentro, cuando ya casi llegaba al edificio donde se encuentra mi oficina.

Yo: “Hola amor, te ves súper rica, me encanta cuando te vistes así.”

J: “¡Qué bueno que te guste amor! Sé que no tienes tiempo y no podemos ir a donde podamos estar un ratito a solas, pero te puedo sacar toda la leche.”

Yo: “Si amor, todo el día la he traído bien dura por tu culpa, ya me urge disfrutar a mi putita…”

J: “Traigo la tanga que tanto te gusta si me convences te la puedes llevar a tu casa.”

A mi una de las cosas que más me gusta es un cuerpo femenino cubierto con ropa interior delicada, de encaje, tangas, ligueros… no hay nada más sexy que una mujer hermosa vestida así. Caminamos mientras platicábamos rumbo a mi oficina. A esa hora, cerca de las 19:00 h ya casi no había nadie en la prepa pues era un viernes y a unos cuantos días de que se cerrara la escuela por vacaciones.

Subimos las escaleras y caminamos el largo pasillo hacia la esquina del edificio. Mientras caminábamos la iba abrazando por atrás para que pudiera sentir mi rica verga tiesa y parada en su culo, porque desde la mañana y cuando insistió en ir al motel, me puso muy caliente. Al entrar a mi oficina cerró la puerta tras de sí y le puso llave.

Al cerciorarnos de que en efecto ya no había casi nadie en todo el piso, la puse contra la pared y empezamos a besarnos y recorrer todas nuestras lenguas con tanta desesperación como si nuestra vida dependiera de ello. Sólo se escuchaban pequeños gemidos y los chasquidos de nuestras lenguas al rozarse fuerte y rápidamente.

Yo tenía una mano en su pecho mientras que ella tenía una de las suyas frotándome la verga, por encima del pantalón. La frotaba de arriba a abajo y de vez en cuando le daba unos pequeños apretones que me hacían gemir más fuerte.

Yo para ese entonces ya subía y bajaba con mis manos por toda su cadera y cintura, alternadamente con una subía a sus senos y los apretaba y jugaba con ellos mientras que con la otra bajaba a su culo y lo recorría todo, le daba nalgadas y apretaba tan duro que ella gemía sin parar pidiendo que se la metiera.

En cierto momento gire sobre mi con lo que ella quedo encima de mí y yo ahora era el que estaba recargado contra la pared. Con mayor libertad ya, con una de mis manos la acaricié por encima de los leggings hasta que, en un momento la metí bajo los leggings, acaricié todo su culo y luego tomé su tanga y la jalé lentamente hacia arriba mientras me pegaba más a su cuerpo. Sé que le encantaba sentir como la tanga se metía por en medio de su culo y sentir cómo al ser jalada se metía entre sus labios vaginales. ¡Aquello era delicioso! Mi verga palpitaba debajo del pantalón. J había dejado de tocarme por estar tan excitada y que bueno que lo hizo porque estaba a punto de correrme.

J no aguanto más, se separó un poco de mi y me desabrochó el pantalón, me sacó la verga y al momento se hincó y comenzó a devorarme la verga. Se la metía toda en la boca, entraba y salía tan rápido que hilos de saliva escurrían por sus labios, se mojó un poco su blusa por lo que al irnos tuve que prestarle un suéter para que no se notará.

Yo: “J amor, la chupas como toda una puta, ¡qué suerte tengo!”

Ella no podía hablar, solo emitía sonidos por lo que le dije: “si puta sácame toda la leche que bien que te encanta.”

Comenzó a meterse la verga más y más profundamente, hasta la garganta. Pude sentir como la verga se me tensaba, señal de que ahí venía esa lechita que tanto le gustaba comer. La tomé por la cabeza haciéndole una cola de caballo con las manos y empecé a disparar toda la leche en su boca. La llené toda pues todo el día había estado muy caliente y como la buena “novia” que siempre fue, se la pasó toda y se levantó… Me dio un beso largo, húmedo con lo que pude aún sentir mi propio sabor en su boca. Sonreímos, nos separamos.

Nos acomodamos la ropa y nos fuimos para la salida de la prepa, no sin antes pasar al baño que se quitara la tanga y me la diera toda empapada con sus fluidos para que me divirtiera como quisiera. La vi algunas otras veces pero eso es parte de otras historias.

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