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Isla paraíso
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Tiempo de lectura: 5 minutos

El día había sido cansado y jodido, y lo único que quería era llegar a casa y por fortuna faltaba poco para llegar a su hogar. Le apetecía una buena cena y cervezas.

Le metió el dedo en el coño húmedo de su chófer, una alta rubia rusa, ojos azules como zafiros cuerpo tonificado, pernas largas y tetas jugosas y grandes, aquella rusa iba desnuda y solo vestía su gorra de chófer, guantes de cuero y tacones negros y altos.

—ya llegamos mi señor. — anuncio mientras daban vuelta a la calle de su residencia.

—Bien —respondió aquel hombre mientras su dedo entraba y salía del coño de su perra rusa, la mujer se mordía los dedos y apretaba con fuerza el volante pero ningún sonido salió de su boca.

—Bien entrenada estas ¿verdad?— observó Gabriel.

Las puertas de la cochera se abrieron para darles paso a la cochera y después de haber entrado cerraron.

— ¡aaah! Dulce hogar — cantó mientras bajaba de la camioneta bien polarizada.

Subió los escalones de su entrada y entro a su hogar, dos bella mujeres esperaban su llegada; una era morena clara y de baja estatura, la otra blanca y tan alta como el, Tisha y han, ambas desnudas y con sus enormes tetas brincaban con alegría y lo recibieron con besos.

— ¿Cómo le fue a nuestro amo?— preguntaron enérgicas.

—bien mis hermosas perras— dijo al fin en su sofá favorito frente a la tv- un día cansado, los asuntos que me hicieron venir se han resuelto, pero claro, son cosas que mujeres estúpidas como ustedes no entenderían.

—¡Entonces! ¿Ya regresaremos a la isla paraíso? —pregunto la mujer morena, moviendo sus tetas de un lado a otro.

—sí.

Las mujeres se mostraron contentas, tanto las perras que lo habían recibido como las dos que se encontraban en el sillón de alado que están follando entre ellas.

—pero lo que más quiero es unas mamadas, así que dejen de preguntar y hagan su trabajo.

Ya desnudo en su sillón y con la tv prendida en el partido de la noche las cuatro mujeres se aseguraban de atenderlo como se debía atender a un hombre; una le daba placer con la boca, otras dos le masajeaban los pies y la cuarta el cuello, agarro a la zorra que le daba masaje en el cuello por el cabello y le ordenó una cerveza, después de unos instantes la mujer llegó con su pedido.

—mierda, esto es vida. — Suspiro con comodidad- cerveza, futbol y unas putas haciendo de su amo un hombre feliz.

La mujer que le daba placer con la boca de estúpida le hacía gemir de placer, le agarro el cabello y comenzó a bajar su cabeza de arriba abajo con más fuerza y comenzó a excitarse aún más, la húmeda boca bañaba en saliva su verga de 19 cm, su mayor orgullo, eso y sus pelotas llenas de leche.

La mujer le lamía los huevos con ternura y amor o así el creía, después de un rato la poya le explotó de placer y lleno la boca de la mujer con su deliciosa leche (o eso decían sus perras, que su leche era tan rica que eran adictas a ella), de cualquier caso él amaba las mamadas de sus golfas.

La cena llegó y el hombre apetitoso la devoró de manera rápida. El partido término y todos se dispusieron a irse a dormir, mañana sería un día ocupado para todos.

Ya estando en la cama, una de sus mujeres llegó al lecho.

— ¿cómo fue su día, mi león?— pregunto mientras le acariciaba su poya.

—¡Ufff! — Exclamó mirándola a los ojos con atención- fue un día pesado y activo, algo cansado, ¿y el tuyo, mi leona?

—hoy fuimos de compras las chicas y yo, compramos unos bikinis para cuando regresemos a casa.

La mujer se sentó en las piernas de su hombre para poder masturbarlo como él lo merecía; una mano subía y bajaba sujetando la venuda verga mientras que la otra acariciaba la barriga pronunciada de su macho alfa la cual era otro de sus orgullos, en un tiempo atrás esa barriga no era más que músculos.

La mujer lamió la poya, Gabriel la disfrutaba con delicia, los labios húmedos mamaban con experiencia y lo hacía excitarse más y más hasta que se corrió en la boca de su mujer, su esposa.

Se acercó al rostro de su mujer la beso y con un violento movimiento la puso boca abajo, su esposa gimió de placer.

—Ponte violento mi león- ordenó Haylie.

Para Gabriel ser violento no le era difícil y menos estando borracho. La monto con violencia y Haylie sentía la dura poya en su ciñó, la embistió con más fuerza y sentía su poya entrar y salir, era el paraíso en la tierra, sus gritos no se hicieron esperar, una fusión de gritos y placer llenaron la habitación.

Gabriel le golpeó las enormes nalgas, le tomó el rizado cabello y la jalo hacia él, el cuerpo quedó curvado y la mujer sólo se éxito más. Una tras otra envestida con suma violencia. Gabriel gruñir con más fuerza hasta que se corrió en el coño la perra, sintió tanto placer que sentía como si sus huevos se quedará secos, sacó la verga y el semen salió a chorros del coño de su esposa, la tomó del cabello y la cintura y la hizo a un lado con fuerza como si de una cosa se tratase, se dejó caer sobre la cama y se quedó profundamente dormido.

Haylie lo miraba mientras dormía, ella esperaba un poco más de Gabriel, pero ella sabía que no importaba lo que ella quería sino lo que él deseaba, sabía que solo era un objeto de un ebrio barrigón, un juguete de un hombre que solo veía objetos en las mujeres, un hombre que no tenía el mínimo respeto por ellas pero… a pesar de ello… a ella eso le hacía excitarse, ser tratada como una más de sus golfas… le encantaba.

Se puso en pie y sintió como le salía la leche de entre sus piernas.

—¡Vaya que eres una bestia mi amor! — le dijo a su hombre mientras dormía.

Paso sus dedos por el semen que escurría entre sus piernas y se los llevo a la boca y los saboreo. No era una sorpresa que Gabriel tenía una potencia sexual descomunal, él tenía el "súper poder de los dioses", durar mucho pero mucho tiempo erecto, el sufría, si eso era sufrir… una condición poco común, su cuerpo producía el triple de semen de lo normal, algo que a ojos de expertos era poco inusual, los médicos dijeron que debía eyacular constantemente de lo contrario sus huevos se hincharían y su tamaño sería el doble. Pero para Gabriel era una bendición, eso sumado con su apetito bestial de sexo era de lo mejor.

Salió de la habitación después de un refrescante baño y fue a la sala, bajo totalmente desnuda y húmeda del cuerpo, el aire acondicionado escupía un viento cálido. Cuando llego a la sala la chica rusa estaba acostada en el sillón más largo; con el cabello rubio sobre sus pechos y la luz de la luna que entraba de pequeño pedazo de techo de vidrio le bañaba el cuerpo.

—Ya llegaste — suspiro pasándose los dedos por el coño — no me hagas espera.

—ya sabes cómo es el, después de usarnos el queda muerto— explico Haylie mientras se sentaba encima de la chica rusa.

Maylie se llevó los dedos de su amante al coño y gimió mientras se besaban con pasión. La rusa bajo hasta las grandes y firmes tetas de Haylie y las mordió y más gimió. Los besos recorrían los cuerpos de ambas mujeres y sus dedos y bocas se humedecían más y más al igual que los bien rasurados coños.

Haylie bajo hasta el coño, era rosado y liso, la piel de aquella mujer era blanca y hermosa. Lamio los labios de la vagina con mucho entusiasmo y comenzó a hacer círculos con la lengua, a medida que lamia aquella rubia mujer más se estremecía, la miro a los ojos y sus miradas cruzaron, en ellos vio la mirada de la perversión, la tetona rubia tiro vino de la copa de la que tomaba, el líquido bajo hasta su sexo, y Haylie aferro su boca con más pasión en la concha de la mujer rusa, eso solo hizo que ambas se excitasen más.

La rusa ahora se estaba comiendo la panocha de Haylie, lamia el clítoris con habilidad y las piernas le temblaban de tanta excitación. Metió dos dedos en el coño y acariciaba el clítoris con rudeza, Haylie solo gritaba y sus ojos blancos se pusieron, los dedos salían y bajaban hasta que… el clímax llego y de la entre pierna de Haylie salía un perfecto squirt, la mujer grito de placer y su espalda se curveo.

Haylie y la muchacha se divirtieron esa noche como ninguna otra…

Continuará…

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