Sol es una chica joven, vital y pícara que está empezando a conocerse y experimentar.
Martin es un poco más grande que ella, un pibe que no quiere compromiso, pero es tan dulce que le es difícil mantener la soltería.
Es sábado por la noche y los dos se sienten con ganas de sexo.
Se encuentran por casualidad en un bar del centro de la ciudad
Ella vestía una pollera muy corta, musculosa blanca y unos tacos altos que la hacían ver más sexi aun y esa noche estaba muy excitada. Pidió un trago y eligió una mesa ubicada en un rincón del bar, sabiendo que esta noche se iba con alguien a casa.
Cuando Martín entro al bar con sus amigos, se notaba que no era oriundo del lugar. La ropa, el auto, el perfume, su cuerpo, su cara… fueron un regalo a la noche de sol.
Él tenía una camisa blanca con los botones superiores abiertos lo que dejaba ver el pecho bronceado y tonificado, jeans con un calce tan perfecto que mostraba su cola redonda, musculosa y su bulto del tamaño perfecto de la mano femenina.
Llego a la barra y se sentó, sin percatarse de ella e ignorando por completo su presencia.
Sol, decidida y atrevida se levantó de su mesa, fue hasta el baño, retoco sus labios, acomodo su pollera, su pelo y salió decidida a conquistarlo.
-permiso, puedo pedir un trago? -Le dijo sol mientras le tocaba la pierna
-si por favor. -Le dijo Martin y corría las piernas dejándole paso.
-me llamo Sol, estas solo?
Martin se sintió intimidado y le encantó.
-si querés que este con vos? -Le dijo
-estoy sentada en aquella mesa -le dijo Sol señalando el rincón.
Caminaron de la mano hasta el lugar, se sentaron muy juntos en un sillón de pana rojo que estaba al lado del espejo junto a la mesa de pool.
-me encanta tu boca -le dijo Sol mientras le sujetaba la barbilla y le mordía los labios.
Martin excitado, le agarra la nuca y la besa apasionadamente, sus lenguas se cruzan, las respiraciones se transforman en jadeos.
Por debajo de la mesa Sol le desabrocha la bragueta y agarra con fuerza el pene duro de su conquista.
La gente que estaba en el bar comenzaba a ver que la temperatura en ese rincón del bar estaba en aumento.
En un movimiento rápido, pero sensual, Sol se monta sobre Martín, saca su miembro del pantalón, corre su bombacha para un lado y muy despacio casi sin movimientos, lo introduce.
El placer se hace evidente en sus caras.
Sol cabalga suavemente sobre Martín que sujetándola de la cintura acompaña los movimientos como si bailaran.
Desde las mesas vecinas podía verse como Martín apretaba los pechos y mordía los pezones mientras Sol seguía el ritmo de la música sentada sobre él.
-Besame! -le pidió sol sujetándole la cara mientras metía su lengua en la boca.
Martin acariciándola desde el cuello al muslo descubrió que sus manos grandes tocaban zonas húmedas, mojó sus dedos y los introdujo en el culo provocando un grado de excitación extra entre los dos.
-Haceme el culo -susurro ella al oído.
El la giro sobre su falda y agarrándole el cuello con fuerza pero sin apretar, le metió suavemente su miembro duro, erecto, calentito en el culo, lentamente, al ritmo de la música.
La gente los miro todo el tiempo hasta llegar al orgasmo; dieron un espectáculo erótico, excitante para todos esa noche.
Después del éxtasis y la lujuria del orgasmo y la excitación por haber sido vistos todo el tiempo, acomodaron su ropa, terminaron el trago y se fueron juntos de la mano buscando otro bar donde cumplir sus fantasías.