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Juan, tú y yo
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Durante la infinita cuarentena, te dije que cuando ésta terminara, me quería regalar un par de días en el sur… El confinamiento fue demasiado y merecía salir a un lugar lindo, lleno de naturaleza y paz. Es así como preparé todo y arrendé una cabaña en Puerto Varas. Te dije que me acompañaras, pero nunca me confirmaste.

No nos habíamos visto desde hace meses, nos debíamos el reencuentro. De igual forma, te di las coordenadas y fechas de mi viaje, horarios de viaje, para que supieras donde estaría, en mi retiro post pandemia.

Llegué a Puerto Montt un miércoles muy temprano, hacía frío, había llovido, era un día perfecto. Me fui a Puerto Varas, por fin estaba respirando aire puro, mirando el lago, desde una linda cabaña, retirada de las otras y rodeada de árboles, con una gran terraza.

Arreglé mis cosas… era temprano, no andaba mucha gente… faltaban horas para el almuerzo, así que me recosté un rato, para recuperarme del viaje. Pensé mucho en ti… en las ganas que tenía de verte y estar contigo, recordé tus manos, tu piel… tus besos… y comencé a tocarme… como tú lo haces… no fue necesario mojar mis dedos, porque mi vagina ya estaba húmeda… suavemente, rocé mi clítoris varias veces… pensando que era tu lengua… recordé la sensación exquisita que siento cada vez que me penetras, al sentir tu pene duro entrando en mí. Recordé tu olor, el sabor de tus besos, tu lengua perfecta… fue así y no bastaron muchos minutos para sentir un rico orgasmo, que me relajó y permitió dormir un rato.

Desperté a las 13 horas, me duché y salí a caminar, para buscar algún lugar y almorzar…

Mientras caminaba, te imaginaba ahí, conmigo, de la mano, sin temor a que nadie nos viera… sin temor a nada. Llegué a un restorán pintoresco, había gente, algunos extranjeros incluso. Almorcé algo liviano y me tomé un té… te escribí y te dije que te extrañaba, que estaba en el lugar perfecto para que estuviéramos juntos, pero me respondiste que estabas ocupado y que no podías hablar, porque tenías mucho trabajo. Quedé triste, tu frialdad me angustió… pero decidí disfrutar el resto del día… como fuera.

Salí del restorán y comencé a caminar, me fui a unas tiendas para ver si compraba algún recuerdo. Mientras conversaba con una vendedora, siento que entra un grupo de personas a la tienda, hablando y riendo… de pronto, alguien se acercó a mí, por atrás y me habló al oído… me dijo… "No puedo creer que seas tú", me di vuelta y era un ex pololo, no podía creer que después de 28 años sin saber nada de él, estuviera frente a mí. No terminamos de mala manera, ni con rencores, ni tristezas, porque había sido un pololeo corto, con cariño, pero nada más que eso, no hubo sexo ni nada que se le acercara… aunque ganas no faltaron.

El andaba con un grupo de compañeros de trabajo, en una jornada de acercamiento post coronavirus. Me preguntó que qué hacía en el sur, con quien andaba… le dije que estaba sola, que necesitaba arrancar de la ciudad… y que nadie me acompañaba, pero que estaba bien así. Ellos se estaban quedando en un recinto cercano, que pertenece a la empresa donde trabajan. Su grupo comenzó a alejarse, me pidió el número de mi celular, se lo di y se fue… observé que no llevaba argolla y usaba la misma cadena de oro que usaba cuando pololeábamos… no había cambiado mucho, solo algunas canas y leves arrugas cerca de sus ojos. Lo vi marcharse, caminando erguido, como siempre, más alto que los demás… de pronto se dio vuelta y me hizo una señal de "adiós" con su mano.

Compré un par de cosas… me senté en una banca frente al lago… llevaba audífonos y Elvis sonaba en mi playlist. Estuve ahí hasta las 6 de la tarde… perdida en el horizonte del lago, recordando, soñando, inventándome mil historias… pensando mucho en ti… a las 18:05 sonó una notificación y era un mensaje tuyo… "Voy saliendo, también te extraño, besos"… eso fue todo… te contesté, pero mi mensaje nunca entró.

Llegué a la cabaña y recibí una llamada… pensé que eras tú, pero no, era Juan, mi ex, y me invitó a cenar a las 19 horas, al mismo restorán que fui al almuerzo… le dije que sí, pero que nos juntáramos allá. Me cambié de ropa, me maquillé un poco y a las 19 en punto llegué… Juan estaba ahí, esperándome.

Fue una cena bastante agradable… hablamos de la vida, de lo que fue de la suya y de la mía… Juan es un hombre encantador, te da confianza desde el primer minuto… lo que me dio pie para contarle de tu presencia en mi vida… no podía creerlo, con lo conservadora que era cuando él me conoció. Le conté todo, nuestros encuentros y perversiones, nuestras ganas de cumplir fantasías, etc… y para mi grata sorpresa me dijo que él tenía las mismas fantasías y que muchas de ellas ya las había cumplido… así que no me sentí juzgada, al contrario.

Nos dieron las 10 de la noche, el tiempo se pasó volando. Me dijo que me iría a dejar, le dije que solo me encaminara, la cabaña estaba cerca y todo era seguro. Fue así como terminó ese primer día en Puerto Varas, (eso pensaba yo), nos despedimos y eso.

Entré a la cabaña… me hice un té y me senté al lado de la chimenea encendida… y música anglo de fondo. Miré mi teléfono y vi que habías leído mi mensaje hacía 30 minutos… sin respuesta. Eran las 23:30 de la noche… saqué un libro de mi cartera para leerlo antes de dormir y alguien tocó la puerta de la cabaña, me asusté… pero abrí pensando que era la administradora.

Ahí estabas… con un bolso en la mano y mojado, porque había comenzado a llover… quedé inmóvil, de pronto pensé que estaba soñando. Tomaste mi cara, con tus manos frías y me dijiste "sorpresa" y me besaste largamente. Inventaste en tu casa una comisión de servicio, nada te importó y te fuiste al que sería "nuestro lugar" por esos días.

No podía más de felicidad… te tomaste un café y te preparé un sándwich… te tenía ahí, solo para mí. Conversamos sobre tu viaje y mi día… te conté de mi encuentro con Juan, de la cena y sobre todo lo que conversamos.

Eran las 00:45… sonaba Sea of Love de Robert Plant, estabas sentado en un sillón muy cómodo… me senté sobre tí… desabroché tu camisa, no sentíamos frío, la chimenea seguía encendida, nos besamos, nos acariciamos… nos desnudamos lentamente, sintiendo nuestra piel deseosa de sentirnos… sentiste mi humedad, saboreé la tuya… y frente al fuego, tirados en la alfombra, por fin éramos uno… me penetraste suavemente, sentí tu pene duro entrar en mí…. comenzamos a gozar solo como nosotros sabemos.

Terminamos sobre la cama… mis piernas en tus hombros… y tú con fuerza arremetiendo dentro de mí, así quería tenerte… como el macho que siempre has sido… vaciaste tu semen dentro… justo después de darme un exquisito orgasmo… te quedaste ahí… mirándome… y bajaste a limpiarme con tu lengua… después nos besamos… y nos dormimos. Abrazados toda la noche, con el ruido de la lluvia de fondo.

La mañana siguiente, muy temprano, me despertaste suavemente… estabas entre mis piernas, tu lengua jugando con mi clítoris… sentí como mis secreciones salían, tu cara estaba empapada, con mis jugos y restos de tu semen… me diste mucho placer, como siempre. Te pedí que te acostaras de espalda… bajé y por fin pude chupar tu pene perfectamente erecto… delicioso y húmedo… lo metí todo dentro de mi boca, lo recorrí con mi lengua… lo llené de saliva… y mientras el glande estaba en mi boca, te masturbé con mis manos… Cuando vi que ya querías terminar, me monté en ti… me moví suavemente, tus dedos jugaban con mis pezones… ambos explotamos y sentimos un largo orgasmo… con un gemido suave… sentiste como mis contracciones succionaban tu pene.

Nos duchamos juntos, desayunamos, quise ordenar tu ropa, pero me dijiste que prefería hacerlo tú… ok! y salimos. Me tomaste de la mano, mientras caminamos por la orilla del lago, nos besamos, nos abrazamos, nos tomamos fotos… parecíamos 2 adolescentes… felices, sin que nada ni nadie se interpusiera entre nosotros.

Decidimos ir a almorzar a Frutillar. Increíblemente había un día soleado maravilloso, pero igualmente hacía frío… pasamos a vitrinear a algunas tiendas… caminamos un rato y nos recomendaron un restorán típico y muy bueno. Entramos y nos sentamos mirando hacia el Lago… mientras esperábamos que llegara el almuerzo, brindamos por nosotros (tú con un pisco sour y yo con jugo de frutilla sin azúcar)… brindamos por el reencuentro, porque pese a todo el tiempo que pasó sin vernos, la pasión y el deseo seguían intactos, por el cariño… por la entrega y la espera… por el futuro incierto… por esos días solos, por nuestros días… eran nuestros días y serían inolvidables.

Llegó nuestro almuerzo… conversamos mucho, nos reímos e hicimos planes para el día siguiente. Antes de terminar de almorzar y para mi sorpresa… llegó al mismo restorán Juan y algunos de sus compañeros… me vio, sonrió y se acercó a saludar… te lo presenté (ya te había hablado de él, así que cuando te dije su nombre ya sabías de quien se trataba), Juan no entendía nada, yo le había dicho que andaba sola… le conté que llegaste de sorpresa… durante la cena de la noche anterior ya le había contado quien eras tú en mi vida y la importancia que tienes.

Cruzamos algunas frases… terminamos de almorzar y nos fuimos. Recorrimos un poco, compramos algunas cosas y nos devolvimos a Puerto Varas. Llegamos a la cabaña, estaba todo hecho y ordenado… solo faltaba encender el fuego… tú lo hiciste. Hacía frío, pero nos sentamos en la terraza y nos tomamos un té… disfrutamos de la preciosa vista, mientras escuchábamos música de los 80'… principalmente lenta.

De pronto sonó mi teléfono, era un mensaje de Juan… nos invitaba a tomar algo a un Pub muy conocido… te pregunté y me dijiste que si… así que quedamos de vernos ahí a las 21 horas. Lo único que me preguntaste sobre Juan era cuánto habíamos durado pololeando… y si habíamos tenido sexo… tú ya conoces mi historia… sabias perfectamente que él no era parte de mi pasado sexual, pero te dije que si hubo ganas, solo que nunca concretamos.

Al terminar nuestro té en la terraza, comenzamos a tocarnos… el frío ya se hacía presente, pero te dije que aún no quería entrar… comenzaba el atardecer y nos calentamos entre besos y caricias. Me afirmé de la baranda de la terraza mirando hacia el lago, bajaste mis pantalones, bajaste los tuyos… corriste mi calzón hacia un lado y me lo metiste con fuerza… y ahí estábamos… con un frío pero hermoso atardecer, haciéndolo a vista y paciencia del lago… mientras me penetraste, metiste tus dedos en mi ano, gemí de placer porque con la otra mano masajeabas mi clítoris…. nunca dejamos de sentir placer… antes de que terminaras… metí tu pene en mi boca y eyaculaste ahí… lo tragué todo, corrió suave y tibio por mi garganta… entramos, nos estiramos un rato y dormimos al menos media hora… sería una larga noche.

Nos duchamos, nos vestimos y nos fuimos al pub a juntarnos con Juan…, llegamos puntualmente, era un lugar solo con gente adulta, buena música y prometía Karaoke. La música no estaba alta, por lo que pudimos conversar amenamente. Nos preguntó desde hacía cuánto tiempo éramos amantes… nos contó de una experiencia parecida que él vivió también… hablamos de las fantasías, las que teníamos y de las que él ya había concretado… y así se fue pasando la noche… salí a cantar un par de canciones, mientras ustedes me miraban y se reían de mis locuras y desplante en el escenario… cuando llegué a la mesa… me tomaste de las caderas y me basaste con fuerza… y al oído me dijiste que no olvidara que era tuya.

Pasaron las horas y decidimos irnos… te pregunté si querías que invitara a Juan a la cabaña para el bajativo… me conoces tanto, que ya sabías mis intenciones… así que sin pensarlo mucho… partimos los 3 a la cabaña.

Llegamos y la cabaña estaba templada… pusiste más leña al fuego y le serviste un Ron cola a Juan, que era lo que estaban tomando en el Pub, yo me serví un té y puse algo de picoteo en la mesa… Juan nos miró y nos dijo abiertamente que él estaba dispuesto a que hiciéramos un trío… no recordaba que él fuera tan directo… te miré y me sonreíste, éramos cómplices tu y yo… puse música… y bajé la luz y comenzamos el juego… mientras Juan se fue a lavar las manos, comenzaste a acariciarme y volviste a repetirme que no olvidara que era tuya… te miré y te dije que sabías que así era y que Juan solo sería parte del juego.

Llegó Juan y se unió al juego… mientras tú, frente a mí bajabas mis pantalones, Juan me abrazaba por atrás y hacía notar su pene erecto mientras se movía… metió sus manos bajo mi chaleco y acarició mis pezones mientras besaba mi cuello…

Comencé a gemir mientras tú, con tus dedos habrías mis labios y metías tu lengua en mi vagina.

Tuve ganas de gritar… el placer era incontrolable…

Tú y juan se sacaron la ropa… yo quedé solo con una polera con pabilos. Querías ver como Juan me penetraba… así que se puso un condón y se sentó en el sillón, me monté en él, pero dándole la espalda… mirándote, nunca dejamos de mirarnos tu y yo… vi tu cara de caliente cuando Juan me penetraba lentamente y tu viste mi cara… porque sabes que me encanta cuando entra el pene duro en mi vagina, mientras comencé a moverme, te acercaste y metiste tu pene en mi boca… ahí estábamos los 3, gozando con la luz tenue de la cabaña y la chimenea ardiendo como nosotros.

Mientras yo montaba a Juan, él humedecía sus dedos y los metía en mi ano y mientras yo chupaba tu pico… metía mis dedos en el tuyo… no sé cuál de los 3 gozaba más. Cambiamos de posición me recosté en el sillón, abrí mis piernas y comenzaste a chupar mi vagina… tu lengua y mi clítoris eran uno solo… Juan miraba… bajó un pabilo de mi polera y comenzó a besar uno de mis pezones mientras con su otra mano jugaba con el otro, supo de inmediato que eso me volvía loca… quiso besarme, en la boca… pero no lo dejé.

De pronto se hincó a mi lado, yo no podía más de placer sintiendo tus dedos y lengua en mi vagina… cuando viste que Juan acercaba su pene duro a mi boca te miré y consentiste… lo tomé con mi mano y comencé a masturbarlo… nos miraste y me dijiste que lo metiera en mi boca… mientras mirabas y tus dedos los metías en mi vagina, con la otra mano comenzaste a masturbarte… estábamos viviendo nuestra fantasía… plenamente… tu y yo muy calientes gozando con otro hombre… que seguramente no veríamos más.

Nos fuimos a la cama, necesitaba que tú me penetraras, necesitaba sentirte dentro… porque finalmente tú eres mi hombre, no Juan. Te chupé el pico, metí mis dedos en tu ano, besé tus testículos, besé tu piel… te besé y pudiste sentir el sabor del pene de Juan en mi boca.

Juan se puso un condón y mientras yo te montaba y gozaba sobre ti… Juan mojó sus dedos y los metió en mi ano, luego pasó su lengua y me empapó con su saliva. Solo se escuchaban los sonidos de la leña quemándose, nuestra respiración, hasta que mi gemido se hizo presente.

Te miré mientras Juan metía su pene en mi ano, los tenía a ambos dentro… todo estaba muy caliente, tu, Juan y yo… mientras ambos se movían… yo no aguanté más… y mis contracciones fueron inevitables… sentí los gemidos de Juan, que terminaba… y luego tus gemidos, que me avisaban que vaciabas tu semen dentro de mí…

Juan sacó su pene y fue al baño… yo, con tu pene y semen dentro de mí… me incorporé y me puse en posición del 69… tu propio semen salía de mí y caía en tu cara… empapándote… metiste tus dedos en mi ano abierto mientras me chupabas la vagina.

Juan nos miraba mientras se vestía. Eran las 3 a.m. Juan se fue en silencio… y nosotros nos besamos hasta dormirnos.

Nos quedaban aún dos días en el sur.

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