Hoy les voy a contar una historia que realmente sucedió, pasó hace más o menos un año y hoy quería compartirla con alguien.
Resulta que yo y mi novia estábamos pasando por un momento difícil, yo estaba pensando en cortarle y ella probablemente también pensaba en cortarme a mí, ella siempre decía que necesitábamos salirnos de la rutina, cambiar las cosas y hacer algo nuevo, pero yo me negaba porque creía que esa no era la razón.
Un día como cualquiera, fui a su casa para verla, me había dicho que me apure ya que sus padres se habían ido a un retiro y no volverían hasta muy tarde. Cuando llegue toque el timbre, nadie respondió, volví a tocar pero seguí sin obtener respuesta, fue entonces que decidí intentar abrir la puerta, y funciono.
Cuando entre dije —¡¿Hola, hay alguien en casa?! —pero nadie respondió. Fue entonces que vi, a mi derecha, que en la mesita de luz había mucha ropa de mujer, extrañado me acerque, y encontré un papelito que tenía escrito "vístete o vete", al principio no lo entendí, pero después caí en cuenta de lo que quería hacer, quería verme vestido como mujer, y así vestido follarme.
Pasaron muchas cosas por mí cabeza, al principio no quería hacerlo, iba en contra de mi virilidad, la cual últimamente se estaba fragilizando. Sencillamente era demasiado "machito" para hacer tal cosa, pero por otro lado sentí que ella hacia esto para intentar salvar nuestra relación, y me pareció dulce que planeara todo esto, entonces, en pos de salvar mi relación, me empecé a desnudar.
Lo primero fue una pequeña tanga negra, la cual yo recordaba haberle quitado alguna vez, esta apena evitaba que escapasen los huevos, y me apretaba muchísimo la verga, por la parte de atrás, se perdía entre mis dos nalgas, después siguió una pollerita negra, la cual apenas me cubría el culo, me sentí ridículo y pensé en irme en ese preciso momento, pero recordé que mi novia estaba por allí esperando follar, y me seguí vistiendo, me puse un bra rojo, aunque me pareciera innecesario, y arriba una camisa blanca con una pequeña corbata desajustada, en ese momento me di cuenta de que me estaba vistiendo como una chica en esos dibujos japoneses que ella me mostraba cada tanto. Siguieron una medias largas que llegaban hasta arriba de mis rodillas, y por último unos tacos rojos, me costó pararme pero luego de dar unos pasos lo empecé a dominar, estaba a punto de ir cuando note que, apartados, se encontraban una peluca y un lápiz labial, "si lo hago lo haré bien" me dije a mi mismo, y me empecé a poner labial fijándome en un espejo en la pared, para ser la primera vez que lo usaba, creía que me había quedado bien, por ultimo me puse la peluca, tapándome cualquier pelo real de la vista.
Al verme en el espejo me sorprendí, realmente parecía una chica, apenas me reconocía y por un segundo pensé "yo me la follaría". Me encamine al cuarto de sus padres, sabía que estaría allí, era donde solíamos follar. Entré y no vi a nadie, lo que me sorprendió, pero justo cuando me estaba por ir, sentí que alguien me tapo la boca con su mano.
Mi primer instinto fue darme vuelta, pero noté que esa mano era de Sofí y me tranquilice. —¿Que hace esta belleza por aquí? —dijo con un tono provocativo y dominante. Decidí seguirle el juego le pregunté, con un tono agudo, —¿Qué quieres?
—Ya sabes bien lo que quiero — ijo mientras me empujaba hasta la cama.
Me tiro de manera que mis rodillas quedaran en el piso, y mi cuerpo contra la cama, claramente yo podía controlarla cuando quisiera, era mucho más fuerte que ella, pero quería seguirle el juego. Ella se subió a la cama, y por primera vez pude ver como estaba vestida, con pantalones de hombre y una camisa igual que la mía, pero de hombre, su cabellera rubia seguía intacta, me miró con sus ojos turquesa y dijo —¿Quieres que folle putita?
Eso me dio risa por un segundo, pero después me calentó, entonces le respondí —Si, por favor!!! —prácticamente gimiendo como una niña.
Ella me tomo del cuello y me elevo hasta encajarme un beso, largo y con lengua, ella invadía mi boca con su lengua, tenía total control sobre el beso, empezó a abrir más la boca y yo la imite, al punto en el que nuestras dos lenguas se paseaban por la boca del otro.
Finalmente nos separamos, y pude ver como toda su boca estaba cubierta de labial. Tirándome del cuello me hizo subir a la cama y, boca arriba, me volvió a besar de igual manera. Cuando terminamos el beso se desabrocho el pantalón, debajo traía unos bóxers. Me empezó a desabrochar la camisa mientras frotaba su vagina contra mi apretado pene. Yo no daba más de caliente, estaba siendo totalmente dominado y me encantaba.
Una vez que termino de sacarme la remera, se sacó el bóxer, dejando a ver su conchita apretada, que lucía unos cuantos pelos rubios.
Acto seguido metió su mano debajo de mi pollera y tomo mi miembro con fuerza, estaba durísimo, pero la tanga se estiraba, por lo que mi pene aún se hallaba dentro. Me empezó a masturbar a la vez que me provocaba diciendo —¿Te gusta putita? Te encanta putita, te encanta —Yo asentía con mi cabeza sonrojado, realmente me encantaba, y realmente me sentía una puta, ya estaba decidido, ella haría lo que quisiese.
Se quitó la remera del tirón, haciendo que vuelen dos botones, estaba más bruta que nunca y parecía disfrutar ese salvajismo, después de todo yo solía ponerla en 4 y hacer lo que me plazca, pero ahora ella tenía el poder. Me bajo la pollera y me ordenó —Date vuelta —lo dijo con un tono autoritario que nunca había oído en ella.
Por supuesto obedecí, totalmente caliente por la forma en la que ella controlaba la situación. Me quito la pollera y tomo mi cabeza, me enterró la lengua una vez más, y luego enterró mi cabeza en la almohada. —Quédate ahí .
Acto seguido bajo hasta mi culo, corrió la tanga a un lado y empezó a lamerlo, primero la nalga derecha, y luego pasaba suavemente a la izquierda, finalmente me abrió las nalgas, e introdujo su lengua en mu esfínter, jugaba con él y cada tanto lo besaba suavemente. A mí nunca me habían hecho algo parecido, yo babeaba toda la almohada de placer, me retorcía de lo rico que se sentía, no esperaba que ella lo hiciera, y menos que me gustase tanto como me gusto.
Así paso unos minutos, hasta que decidió que había tenido suficiente. Me dio vuelta y se subió arriba mío, poniendo así su vagina contra mi tanga. —Ahora cómeme las tetas putita.
Obedientemente subí hasta sus tetas y le empecé a lamer los pezones, primero el izquierdo y más tarde el derecho, ella me veía fijamente y me agarraba de la nuca para obligarme a comerme sus tetas, finalmente lo dio por terminado, me soltó la nuca y me dejo caer acostado.
Acto seguido corrió la tanga de mi verga y se la introdujo ella misma, empezó a cabalgar lentamente sobre ella. —Gime putita, gime —me dijo y me dio una pequeña cachetada. Yo no podía creer lo bien que se sentía, y empecé a gemir, como nunca antes había gemido, un gemido agudo, un gemido de alguien que deseaba que hagan con él lo que quisiesen. Noté como ella respiraba fuertemente, claramente se estaba esforzando para no gemir.
Aumento la velocidad, cada vez más rápido caían sus nalgas sobre mi pelvis, ella no pudo contenerse y empezó a gemir mientras gritaba mi nombre. Yo la imite diciendo —Sofí, si Sofí, haceme tuya, soy tu putita.
Ella se tiró encima mío sin dejar de cabalgar, me tomo por el mentón y me empezó a besar, otra vez insertando su legua, estando a punto de tocar mi campanita, mientras que la penetración no cesaba.
Yo ya no estaba en mi mismo, el placer era demasiado, estaba por acabar, entonces le pregunté —¿Puedo?
—No, cuando te lo ordene —Dijo fijando su mirada en mí, yo no podía contenerme no podía aguantar más, intente tomar control de la situación dándola vuelta, pero ella lo noto, y me empezó a ahorcar para que no lo haga, realmente ella tenía el control ahora.
—Ahora, córrete, ya —gimió a la vez que sacaba mi verga de dentro suyo.
Yo deje salir finalmente todo lo que llevaba dentro, que fue a parar a su espalda. Note que estaba cansadísimo, no podía más, pero entonces Sofí me ordenó otra vez.
—Ahora me toca a mí —dijo a la vez que subía hasta mi cara.
Aun con la leche en la espalda, me ordenó que empiece a lamerle la vagina. Yo inserte mi lengua sin dudarlo, yendo directamente a acariciar su clítoris.
—Que bien lo haces putita —dijo mientras me acariciaba la cara.
Aumente la intensidad, y aunque estaba muerto de cansancio seguí hasta que empezó a gemir descontroladamente, gritaba de placer, y finalmente acabo, en mi boca, sin preguntar.
Se acostó al lado mío, los dos estábamos cansadísimos.
—Te amo putita —dijo riendo.
Hace mucho no me decía que me amaba, me encanto que lo hiciera. Me abrazo e hicimos cucharita, hasta que quede dormido.
Fin.