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Mi primera vez en un polideportivo
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Mi nombre es Lina, mi historia ocurrió en verano, había cumplido 18 años y aún no había hecho nada con nadie, ni siquiera me había besado o como dicen los adolescentes “no me había quitado el boquerón”. La relación más cercana con un chico las tuve en el instituto con Diego, que a pesar de tener novia se sentaba conmigo en clase y se acercaba mucho a mí. Recuerdo el día de mi cumpleaños, Diego me encontró en los pasillos y me estampó contra la pared rodeándome con sus brazos. No estoy acostumbrada a que me den abrazos y me ruboricé un poco. Detrás de nosotros apareció Carla clavándome la mirada, sentí como me producía una sensación agridulce, era la novia de Diego. No había hecho nada malo, así que fue algo satisfactorio ver su cara. Bueno, esta historia la dejamos para otro día, vamos al grano…

Había conocido hace unos meses un chico por internet, Marcos, y la verdad es que me había dado mucha confianza, así que decidí quedar con él aquel verano. Algunas veces tenía ciertas dudas y pensaba que era demasiado inexperimentada para quedar con un desconocido, porque realmente no nos conocíamos… Sin embargo, me armé de valor y me inventé una excusa para salir de casa durante todo el día. Además, Marcos me gustaba mucho, era muy atractivo y compartíamos aficiones en común.

El día de nuestra quedada me puse unos shorts y una blusa roja que combinaba con el color dorado de mi pelo. Sorprendentemente, fue muy puntual y educado, me dio dos besos y decidimos ir a dar una vuelta por el campo, ya que en mi pueblo no tenía alojamiento. Siempre ha existido cierta química entre nosotros, aunque sólo habíamos hablado en videollamada. Y lo mejor es que me atraía demasiado, era mucho más guapo en persona y se había arreglado demasiado para quedar conmigo. Al principio no podía mirarlo a los ojos, me daba demasiada vergüenza, pero después de un rato nos sentamos en el suelo, sólo podíamos observar árboles frutales a nuestro alrededor, así que fue mucho más entretenido miramos. Esto aumentó mi deseo de darle un beso y sin pensarlo más me acerqué a él y le robé un primer beso bastante suave.

Tras un primer beso, vinieron muchos más, algo más intensos, jugaba con su lengua y mordía su labio inferior. Cuando decidí acomodarme encima de su pantalón sentí como su respiración se aceleraba, podía sentir sus pulsaciones sin apenas tocarlo.

-¿Qué te pasa? Parece que estás un poco nervioso -dije en un tono vacilante-.

-Más que nervioso, estoy bastante cachondo… -respondió susurrándome.

En ese momento me había puesto colorada, en realidad ya sabía que estaba cachondo porque notaba el bulto de su pantalón en mi entrepierna, pero escucharlo de su boca me trasladaba a otro nivel y me hacía sentir deseada, una sensación que navegaba por todo mi cuerpo y recorría mis partes más íntimas.

No estaba segura de lo que estaba haciendo pero lo hice, en un arrebato de pasión le bajé los pantalones en mitad del campo y dejé su polla al descubierto, me quedé un momento mirándola con deseo y después la empecé a lamer desde los huevos hasta el glande con mucha suavidad.

-¿Te gusta? -pregunté esperando su aprobación.

-Me encanta, estoy deseando que te la metas entera en la boca -dijo en un tono bajo y bastante sex-.

Tras escuchar sus palabras no dude ni un instante en empezar a moverla dentro de mi boca. Me agarró la cabeza y siguió moviéndome al ritmo que él deseaba. Entonces, me sentí suya y mis partes se mojaron un poco más.

– Uff… Lina, qué bien lo haces.

Quería sentir como explotaba en mi boca, sentir su calor, tragarme su leche… Comencé a aumentar el ritmo mientras dejaba a mis pensamientos fluir imaginando como sería esa sensación y al poco tiempo observé como Marcos no podía aguantar más…

-Como sigas así, me voy a co-o-rrer -pronunció entrecortad-.

La verdad es que era lo que más deseaba y seguí sin dejarlo descansar ni un momento, quería sentirlo en mi boca. Al instante, pude empezar a notar varios chorros de un líquido caliente que tragué sin derramar ni una gota.

-Ha sido increíble, Lina.

Seguía con un calentón importante pero pronto era la hora de cenar y había quedado con mi familia a esa hora. Así que quedé con Marcos en el polideportivo de mi pueblo después de la cena, ya que era un lugar bastante tranquilo y pensamos que allí estaríamos solos. Decidí salir de casa sin avisar a mi familia, me llevé una manta y algunas bebidas para la ocasión. Iba vestida con un vestido veraniego sin utilizar ningún tipo de ropa interior, pensé que así sería más fácil que me manoseara y sentiría más el roce de su entrepierna.

Cuando llegué, nos sentamos en unas gradas, eran como una especie de bancos bastante amplios y cubiertos. Era muy acogedor y, aunque estaba muy oscuro, podía apreciar como los ojos de Marcos me miraban y brillaban con deseo. Pasó poco tiempo hasta que volví a estar encima de él besándolo. Sus besos me producían una sensación muy placentera y su lengua aceleraba mi respiración con solo rozarme los labios. Sentí como una de sus manos recorrían mis piernas despacio y levantaban mi vestido mientras la otra me pellizcaba uno de mis pezones.

-Oh vaya, parece que estás muy mojada y ni siquiera llevas ropa interior, eres una guarrilla. ¿Te gusta provocarme?

Contesté con gemidos que se desvanecían en su boca. Sus manos se movían demasiado bien, sentía que estaba a punto de correrme…

-Como sigas me vo-y a co-rrer -dije con la voz entrecortada.

Sin embargo, siguió aumentando el ritmo con sus dedos y no tardé ni un minuto en correrme dando un grito de placer bastante profundo.

-Shh nos van a oír -dijo mientras me cubría la boca.

Sin dejarme a penas recuperarme me tumbó y me levantó el vestido. Empezó a jugar con su polla moviéndola en círculos en la entrada de mi vagina. Entonces dio un empujón y consiguió meter un poco la punta.

-¡AHH! -grité dolorida.

-Shh silencio. ¿No querrás que todo el mundo sepa que estás perdiendo la virginidad en un polideportivo?

Siguió empujando y aunque hubo algo de resistencia estaba tan mojada que logró entrar hasta el fondo. Se me saltaron las lágrimas, al principio era una sensación extraña que no podría definirla como placentera, pero con el paso del tiempo me empezó a gustar cada vez más.

Más tarde, cambió de posición, se sentó y me montó encima de él.

-Quiero ver cómo te la metes tú sola, quiero que te muevas y me folles.

Sentí que tenía el control y me moví despacio porque aún tenía el coño dolorido, así que me lo tomé con calma.

-Más rápido -me pidió-.

Aumenté la velocidad mientras sentía como me rompía y abría mi coño cada vez más metiéndomela hasta el fondo con fuerza.

-Muy bien, ahora ponte a cuatro patas -me ordenó.

Obedecí y me puse en posición de perrita, sentí como entraba despacito y como me follaba duro una vez que entraba hasta el fondo. Se sentía demasiado bien en esta posición, me encantaba sentir como chocaba su polla hasta el fondo y me producía cierto dolor que se camuflaba con mis gemidos y mis ganas de más.

-¡AHH! Marcos, quiero sentir tu leche dentro de mí

Pronto sentí que él estaba a punto de acabar y me excitaba tanto pensar que se iba a correr dentro de mí que exploté de placer y empecé a sentir como las paredes de mi vagina se contraían y adentraban la corrida caliente de Marcos hasta el interior de mi vagina.

Después de acabar con el coño lleno de fluidos y sangre, entre otras cosas, me percaté de que había un chico que nos estaba grabando mientras se masturbaba. En mi mente rondaban pensamientos lascivos en aquel momento y me dio algo de morbo ver aquella escena pero también tenía miedo porque era un completo desconocido…

Muchas gracias por leer. Si queréis la continuación de mi historia podéis comunicármelo.

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