Nuestro segundo día en Concepción comenzó a eso de mediodía, ya que después de llegar desde el departamento de Leo y Mario, y los polvos que habíamos tirado, estábamos un poco agotados. Por suerte las reuniones de ese día estaban canceladas y nos dieron el día libre. Así que teníamos más tiempo para nosotros.
Una vez que despertamos y volvimos a la conciencia, empezamos a conversar de lo sucedido la noche anterior con nuestros nuevos amigos. Por tu manera de hablar acerca de ellos, supe que lo habías pasado muy bien y que no estabas arrepentida de nada de los habíamos hecho. Me contaste también de lo que habías sentido al besar por primera vez una vagina. El olor y sabor que sentiste te dejó marcada, yo siempre te lo había pedido y siempre desviabas el tema, diciéndome que eso no era lo tuyo. Pero Leo te debe haber llamado mucho la atención para hacerla acabar con tu lengua en su clítoris.
Todavía estábamos recostados en la cama, desnudos y mientras me contabas, no pude controlar la erección de mi pene, lo que aproveche‚ para tocarlo y estimularlo, como nos gusta a menudo. Por tu parte, tú también te empezaste a tocar. Y así estuvimos charlando y masturbándonos por cerca de una hora. Pero ya no aguantábamos más, lo recordado nos había calentado mucho y terminamos haciendo un rico 69. Esto nos sirvió para oler y saborear nuestros sexos con los restos de acción de la noche anterior.
Me sorprendió la cantidad de fluido que vaciaste en mi boca, generalmente no botas tanto, pero esta vez fue una cantidad generosa y explosiva, que no dude en recibir, saborearla y tragarla. Lo que me dejó un rico gusto en mi garganta durante todo el día.
Nos bañamos y arreglamos para salir a comer algo. Aprovechamos un restaurante que estaba cerca del hotel. Nos pasaron la carta y ordenamos. Mientras llegaban los platos aprovechaste de ir al servicio. Yo esperé en la mesa con un sabroso pisco sour. No habían pasado ni 2 minutos y recibo un whatsapp tuyo. Me extrañó, pero al leerlo entendí que tramabas, ya que me acordé de una de tus fantasías.
El mensaje decía que fuera al baño de mujeres, que esperara al lado de la puerta. Le hice una seña al chico que nos estaba atendiendo, para que supiera que seguíamos en el restaurant y no nos habíamos ido. Me acerque al lado de la puerta y salió una mujer de su interior. Inmediatamente abriste la puerta y me agarraste para llevarme hacia el interior. Estabas sola y nos encerramos en el habitáculo del final del baño. Ese era una de tus fantasías que estaban pendientes. Nos besamos y desabrochaste mi pantalón. Lubricaste mi pene con tu saliva y sin más trámite, me diste la espalda y te agachaste hacia adelante, permitiendo dejar tu sexo a mi disposición. Sin dudarlo entré hasta el fondo de tu vagina y empecé a bombear, rápido, descontrolado, sabiendo que en cualquier momento podía entrar alguien. Tus gemidos no tardaron en llegar y mi respiración agitada generaba un ambiente muy caliente.
Aún no acabábamos cuando escuchamos entrar a alguien. El sonido de la puerta nos congeló, nos quedamos quietos, pero tú empezaste a moverte lentamente. Con tu movimiento mi pene entraba y salía de ti. Estuviste así hasta que te hice saber que me iba a correr. En ese momento entra otra persona al baño, pero tú seguías moviéndote. Yo ya no aguantaba. Creo que las dos mujeres que estaban en el baño se percataron de lo que pasaba, porque se empezaron a reír y a hacer algunos comentarios, pero eso no nos importó.
Te saliste justo antes de que acabara y te llevaste mi pene a tu boca, para recibir toda la descarga. No se‚ cómo lo hiciste, pero no desperdiciaste nada de semen. Me imagino que no querías ensuciar tu ropa. Me besaste y salimos. Las dos mujeres ya no estaban, pero cuando regresamos a la mesa sentimos un par de miradas sobre nosotros, deben haber sido ellas. Pero a nosotros no nos importó, terminamos nuestro pisco sour y llegaron nuestros platos. Almorzamos tranquilamente y conversamos bastante. Nos reímos de lo que habíamos hecho y de haber podido cumplir una de tus fantasías.
El almuerzo estuvo muy entretenido, conversamos bastante, nos reímos y nos sirvió para recuperar energías perdidas. Después de un bajativo, nos fuimos a caminar a un parque cercano, tomados de la mano como si recién fuéramos novios. Sentados en una banca a media sombra, se nos acerca por detrás una persona y nos asusta. Era Mario que andaba haciendo unas compras. Nos saludamos como grandes amigos y nos pregunta que planes teníamos para la noche. Tú, sin vacilar, le dices que nada, que lo mejor que podría suceder es pasarlas nuevamente los 4 juntos.
Mario te mira, se acerca a ti y te susurra al oído algo que no alcancé a escuchar. No me quisiste contar en ese momento, que más tarde me enteraría.
Nos despedimos, ya que a Mario le quedaban cosas que comprar todavía. Nosotros nos regresamos al hotel y nos pusimos a dormir una merecida siesta. La necesitábamos.
A eso de las 20 horas escuchó que sales del baño, ya estabas bañada y te empezabas a vestir. Noté que te colocaste ese conjunto de ropa interior que te regalé para Navidad. Ese que me encanta como se trasluce y la tanga como se pierde entre tus nalgas. Así que me fui rápidamente al baño, me duché y me vestí para la ocasión. Sabía a lo que íbamos y lo que sucedería.
Cuando llegamos al departamento de Leo y Mario, me extrañó escuchar más voces. Tocamos la puerta y Leo, muy radiante como siempre, nos saluda a ambos con un beso en la boca, suave y tierno. Nos hace pasar y nos presenta a una amiga de la infancia y a una prima de Mario, Julia y Remi. Julia, su amiga de la infancia, es una colorina de unos 32 años, delgada y con buena delantera. Remi, prima de Mario, es de apenas unos 22 o 23 años, muy sensual en su actuar y con unos labios muy sugerentes.
En la cocina estaba Mario, preparando algunas cosas. Pero no estaba solo, estaba con un amigo llamado Cristóbal. Muy simpático, que enganchó inmediatamente con todos. Se notaba que tenía mundo vivido, la manera de tratar a las mujeres y su simpatía lo destacaban.
Por un momento me imaginé que los planes de Mario y Leo habían cambiado y que terminaríamos cantando karaoke, pero fue en ese momento cuando me dijiste lo que Mario te había susurrado durante la tarde… "prepárense porque van más amigos y vamos a tener una rica orgía…". Te mire y solo me cerraste un ojo, me diste un beso en la mejilla y te fuiste a conversar con las chicas. Yo por mi parte me quedé ayudando a Mario y Cristóbal a servir los tragos y los entremeses que tenía en el horno.
Una vez todo estuvo servido, nos acercamos hacia donde estaban ustedes. Nos acomodamos en el living y partimos contando distintas historias. Obviamente nos preguntaron si estábamos casados o solo éramos novios. Nuestra respuesta fue al unísono… "somos amantes". Obviamente todos se rieron y nos comenzaron a interrogar de muchas cosas. Pero el ambiente estaba muy suelto y a medida que se vaciaban las botellas de licor, el tono de la conversación subía. Cada vez más hot y con provocaciones de todos hacia todos.
Cuando fuiste al baño, Julia te acompañó y Remi se sentó a mi lado. Tardaste un poco más de la cuenta, lo que Remi parece sabía iba a suceder. Porque su mano estuvo en mi pierna todo el rato. En un momento me contó al oído que tú y yo le gustábamos como pareja y que nos quería conocer más. Me contó que le excitaban las parejas que eran amantes. Cuando regresaste del baño, venías algo colorada, pero feliz. Y estabas de la mano con Julia. Todos lo notaron y comenzaron a festejar y aplaudir. Julia te mira y se besan frente a todos. Se nota que fue un beso húmedo.
Miro a Remi y ella se sienta a sobre mis piernas, mirándome de frente y me comienza a comer el cuello. Miro de reojos y veo a Leo sacándole la camisa a Cristóbal, mientras Mario te abrazaba desde atrás, quedando tú al medio de Julia y Mario.
Remi me despojó rápidamente de mi ropa, lo primero que hizo fue llevarse mi pene a su boca. Era una maestra en el arte del sexo oral. Luego se puso de espaldas, apoyada en el sillón, y me dejó penetrarla analmente. Se notaba que tenía experiencia, ya que no costó nada que entrara. No estaba con condón puesto, pero a ella no le importó. Me pidió que acabara dentro de ella, lo que hice gustoso. Con sus gemidos y movimientos, mi eyaculación fue a borbotones. Restos de semen salían de su ano, pero rápidamente llegaste para no desperdiciar nada.
Mientras me besabas, compartiendo ese semen que minutos antes había depositado en el ano de Remi, ella por su parte, limpiaba mi pene con su boca, sin dejar rastro alguno.
Volviste con Julia, que ya desde tu ida al baño te tenía loca. Entre ella y Mario te desvistieron. Tu encaje dejó a todos locos, ya que llamaba mucho la atención. Te pusieron en cuatro. Julia debajo tuyo lista para un 69 y Mario te empezó a bombear desde atrás. Los sonidos de tus nalgas con el cuerpo de Mario, eran como aplausos del público. Por su parte, Julia, en la posición privilegiada que tenía, jugaba con tu sexo y las bolas de Mario. Muy pronto acabaste, Mario también. Ambos rendidos del rico sexo que habían tenido. Julia aprovechó de tragar todo el semen que salió de tu vagina. Tú gozabas con eso.
El olor a sexo era indescriptible. Nunca habíamos probado tanto semen ni jugos de otras personas. Todo lo que saboreabas lo compartías conmigo. Yo hice lo mismo contigo.
Nos reímos, gozamos y disfrutamos mucho. Perdimos noción de la hora. Perdimos control de nuestros cuerpos y de nuestros orgasmos.
Cuando desperté ya era de día. Tú solo con la camisa de Cristóbal, nada para abajo. Me contaste que no encontraste tu conjunto de ropa interior, seguro alguna de la chicas se lo llevó. De la habitación de Leo y Mario, escuchamos gemir a Cristóbal, nos asomamos y ambos dueños de casa se estaban comiendo su gran pene. Pero eso es otra historia.