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La dulce entrega
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Tiempo de lectura: 18 minutos

Mi nombre es… ¿para qué te lo voy a decir?, los dos sabemos que no te voy a decir mi nombre verdadero, así que, imagina el nombre que más te guste.

El relato que voy a contar se remonta al tiempo de cuando tenía 18 años, no quiere decir que esa sea mi edad actualmente, solo puedo decir que marcó mi vida para siempre y lo guardo entre los recuerdos más agradables y excitantes de mi vida.

Siempre la relación con mi padre fue estupenda, no dudo que era un hombre al que había que respetar y obedecer, pero siempre conmigo fue cariñoso y su mirada reflejaba una ternura y un amor que no he visto en nadie más.

Puedo decir que no era un hombre corpulento, tenía un cuerpo dentro de la media, no era gordo ni delgado, tenía fuerza y a la vez era débil, es difícil poder unir esos términos, pero mi padre los albergaba de una manera totalmente armoniosa, también me demostró amor incondicional a cada instante, respetaba mi manera de pensar y me corregía como todo padre pero de una forma muy dulce, siempre fue de mente abierta, aceptaba los cambios de generaciones y estaba siempre pendiente de todos los detalles que mis inquietudes de niña-adolescente-adulta mostrasen para poder aceptarlas, entenderlas y adaptarse a ellas, cabe decir que tal vez yo vea estas características bajo mi perspectiva.

Corrían tiempos de verano, con un calor sofocante, yo estaba en pleno apogeo sexual, aún era virgen, pero por dentro sentía la necesidad de sexo, me envolvía la curiosidad, me masturbaba continuamente, pero aun así no era suficiente, quería sentir otro cuerpo al lado mío, alguien que me hiciera sentir mujer, alguien a quien palpar, acariciar, besar, alguien que me tocara, que me deseara, en fin, todo aquello que mueve la atracción entre las personas.

Como todo hijo que se precie, no faltaba el deseo del progenitor del sexo opuesto, el ejemplo de madurez sexual, el complejo de Edipo que llaman, el deseo por el padre/madre, en este caso mi padre me gustaba muchísimo, cuando estaba en casa con camisetas y pantalones cortos simplemente lo miraba e intentaba imaginármelo desnudo, en una ocasión cuando era pequeña le vi orinando en el baño con la puerta abierta, cuando vi su miembro en ese momento me pareció algo excesivamente grande y eso que se encontraba en reposo, puede ser también que la memoria me jugase malas pasadas y simplemente a los ojos de una niña esa imagen haya sido desproporcionada.

Muchas veces, al masturbarme, no podía dejar de pensar en él y su aparato, mezclando imágenes guardadas en mi memoria y fantasías que iba recreando a medida que crecía.

Recuerdo que el día en cuestión era miércoles, lo sé porque papá esos días salía más temprano del trabajo, llegaba a casa, aunque teníamos bañera el acostumbraba ducharse y se ponía a ver la televisión en la sala, a veces yo lo acompañaba viendo cualquier tontería que pusieran, otras veces me quedaba en el cuarto haciendo deberes o en internet, ese día en particular hacía un calor inaguantable, yo me sentía muy caliente, aun cuando me había masturbado hace poco, tenía esa sensación de calentura que no podía aguantar, estaba mojadísima, mi padre ya había llegado y se estaba duchando, mi mente no hacía otra cosa que pensar en él y en su desnudez, no dejaba de maquinar como tener un encuentro con él, estar los dos desnudos abrazados, la situación, el momento y la disposición después harían lo demás, en esos momentos de excitación, la mente no piensa bien y se atreve a lo que sea, al fin, me dispuse a hacer lo que pensaba, le toqué la puerta del baño y le dije:

– Papi, me dejas pasar?

– Claro Cielo! ¿necesitas orinar?

– Si, por favor

– Tranquila, pasa!

Yo iba vestida con pantalón corto, y una camiseta de andar por casa, no era una miss Universo, pero tenía mis atributos, un cuerpecito proporcionado, buenos senos acordes a mi tamaño y una buena cadera herencia de mi madre, al entrar al baño, me bajé el pantaloncito, luego la tanga y me senté en el inodoro, no sabía que excusa darle a papá para que me dejara ducharme con él.

– Que calor hace papi, estoy sudando un montón

– Y dicen que va a hacer más calor esta noche

– Pues ya me dirás, estoy que me siento toda pegajosa y quiero refrescarme, Papi, ¿me dejas usar la ducha?, es que no aguanto el calor

– Mi amor, no me parece apropiado, estoy desnudo

– Y que tiene? no me voy a morir por ver a mi padre desnudo, es algo muy natural… anda papi, porfi, de verdad me estoy muriendo de calor

– No, no es adecuado

– Porfi papi, de verdad que hasta creo que me siento mal

– ¿cómo que te sientes mal?

– Muy acalorada, anda déjame entrar, solo es para mojarme un poco y cuando ya no tenga tanto calor salgo

– Mi amor, estoy desnudo, me da vergüenza que me veas así

– Papi, y a mi que me importa, solo es para mojarme un poco

– No me parece prudente

– De verdad, no me voy a asustar por ver un pene, ¿crees acaso que no los he visto en Internet?

– ¿los has visto en Internet? no deberías

– Papi, no hay nada oculto en la red

– De todas maneras no me parece que sea bueno tu y yo bañándonos

– ¿De verdad te vas a poner retrógrado a estas alturas?, te pensaba más abierto

– NO SOY RETROGRADO!

– Demuéstramelo!!

– Mierda!… está bien, pero solo mojarte y te vas!

Esa frase hizo que el corazón me diera un vuelco… iba a ver a mi padre totalmente DESNUDO! uno de mis sueños, sin dar opción a arrepentimiento, me quité la camiseta, obviamente no tenía sostén, termine de bajar el pantalón y el tanga, los dejé en el suelo y me dirigí a la bañera, desplacé la cortina y ahí estaba mi padre, enjabonado, con una mirada de incertidumbre y a la vez admirando mi cuerpo totalmente desnudo, observé su pene, se encontraba en reposo, no lo recordaba así, a pesar de ello me llevé una grata sorpresa, mi padre desnudo, bajo mi perspectiva era impactante, no quise demostrar ningún asombro, intente llevar la situación lo más natural posible, para evitar que haya tensiones, levanté una pierna para entrar, luego la otra, y, con el fin de que mi padre admirara mi cuerpo por delante y por detrás me giré para cerrar la cortina.

-Gracias papi, déjame mojarme porfi

Le agarré de la cintura para que se pusiera en mi lugar y así yo aprovechar la ducha, me puse debajo de la ducha, cerré los ojos, puse la cabeza hacia arriba apuntando al chorro de la ducha y estiré los brazos para agarrar mi pelo y lograr que el agua entre por toda mi cabellera, con ello hacia también que se me marcasen los senos y que mi pubis se viera completamente, en un momento abrí ligeramente un ojo y lo vi embelesado contemplándome, eso me daba indicios de que algo podría llegar a pasar.

-¿Me prestas el jabón?

-Sí, Claro! -contestó como si se hubiera despertado en ese momento de un letargo.

Mi padre se le veía descolocado, no sabía qué hacer, estaba inquieto y en un terreno que nunca había imaginado, de todas maneras intentó por todos los medios continuar con sus tareas como si nada hubiera pasado, me dio el jabón y comencé a enjabonarme todo el cuerpo.

-Ya que estas aquí, ¿puedes enjabonarme la espalda?

Se puso a enjabonarme, el intentaba no tocar nada en mi cuerpo fuera de las zonas “normales”.

-Papi, que no soy una desconocida, mi cuerpo ya lo has enjabonado más de una vez, ahora solo han pasado unos años, es todo, tómalo con calma

Le cogí la mano con el jabón y la dirigí a mi nalga derecha como indicándole que le daba total permiso.

-Sí, pero no deja de ser extraño para mi.

-Cuanto más lo pienses peor será, puedes enjabonarme en todas partes, no te voy a decir que no, es una tontería, ya lo has hecho en otras ocasiones cuando era pequeña y no te sentías así, ¿verdad?

-Tú lo has dicho, cuando eras pequeña… ahora eres toda una mujer.

En ese momento, di media vuelta y me puse frente a él.

-¿Te parezco una mujer?

-Claro que si, ya tienes 18… lo eres.

Bajé mi mirada a su pene, no estaba de la misma forma como lo vi al abrir la cortina, había aumentado ligeramente de tamaño, no apuntaba hacia abajo, noté que estaba comenzando a excitarse, yo estaba a mil, lo único que quería era preservar este momento, sentía que estábamos generando un lazo de intimidad que mucha gente desearía tener, aun así intente estar lo más tranquila posible para que él no se alterara y permitiera mantener el momento.

-¿Y porque es extraño para ti?, para mi es lo más natural del mundo, como abrazarnos, pelear, comer, etc. además, por lo que veo –dije mirando hacia su pene– hay otra parte de ti que no opina que esto es extraño.

-Bueno, “esa parte de mi” como dices, no distingue entre lo que es familia y los demás

-¿Quiere decir que a “esa parte de ti” le gusta lo que ve?

-No entremos en ese juego.

Comencé a restregarme el jabón en mi cuello, mis senos y recorrí todo mi cuerpo hasta quedar totalmente enjabonada,

-Papi, anda, relájate, déjame enjabonarte la espalda, ya verás que te sientes más tranquilo.

-No se mi amor…

-Anda, no te pongas tonto

Le volví a coger de la cintura y lo obligue a dar media vuelta para que pudiera enjabonarle la espalda, me esmeré todo lo que pude, lo hice muy lentamente, aproveché mi desasosiego para acariciar desde los hombros hasta la cintura, subía con mi mano a sus pectorales, bajaba por su abdomen, volvía a la parte inferior de la espalda y aprovechaba el momento para llegar a tocarle las nalgas

-Eh!… no te pases!

-Vaaale, pero he de decir que tienes un culito muy apetecible.

Al voltearse de nuevo y ponerse frente a mi, no pude evitar bajar la mirada, nuestro amiguito estaba totalmente firme, grande, poderoso…. no sé cómo no se dio cuenta que en ese mismo instante el corazón me palpitaba a mil por hora, no podía reprimir las ganas de cogerlo en mis manos, tocar su dureza, su calor, aun así no pude evitar exclamar:

-Dios!, como ha crecido

-No he podido evitarlo

-No importa papi, como te dije, es natural, igual yo también me siento rara

-¿Ves?, no deberíamos estar haciendo esto

-No es eso papi, a decir verdad este momento me hace sentir una sensación de intimidad contigo muy profunda, siento que no tenemos secretos, que nos mostramos tal cual y que no hay brechas entre nosotros, eso entre un padre y su hija para mi es muy importante.

Dije mirándole directamente a los ojos, mientras el agua limpiaba el resto de jabón de mi cuerpo y este volvía a mostrarse en su estado natural, acto seguido le volví a coger por la cintura con el fin de intercambiar posiciones para que él se limpiara también el jabón de su cuerpo, mientras se quitaba el jabón no podía evitar dejar de ver su pene, me gustaba muchísimo, tantos pensamientos me corrían por la cabeza y en todos ellos él estaba tomándome, penetrándome, con cada pensamiento mi vagina segregaba más líquido, intentaba calmar el deseo en momentos en el que él no me veía, pasando la mano por el clítoris, mientras él se sacaba el jabón, en un momento, toco su pene para quitar todo resto de jabón de su miembro aun completamente erecto, no había disminuido de tamaño para nada, retiro la piel de su prepucio y con sus dedos se masajeaba el glande con el fin de quitarle completamente el jabón, no sabía que esa imagen iba a quedar grabada en mi mente para siempre, fue muy excitante, verlo a plenitud, toda su hombría al alcance de la mano, y yo con un deseo de tocarlo y que lo hiciéramos incluso ahí mismo cada vez mayor, le deseaba, tenía ganas de experimentar por primera vez el sexo y lo quería hacer con él, no cabía ninguna duda, quería su pene dentro de mi, quería que me hiciera gemir de deseo, quería que el fuera el primer hombre en enseñarme lo que es hacer el amor, sé que él también lo quería, su dureza lo demostraba, incluso, cuando se limpió el pene, no dejo de apartar su mirada de mi cuerpo.

En un momento como que cayó en la realidad y cerró el agua de la ducha, abrió la cortina y me invitó a salir, inmediatamente salió el, cada uno tomo una toalla para secarse y, mientras nos secábamos le dije:

-Papi, es verdad lo que te dije en la ducha, nunca me había sentido tan integrada a alguien, con tanta confianza, siento que puedo decirte todo y que no hay secretos para ambos

-Mi amor, eso lo siento yo desde siempre, sabes que siempre has sido y eres muy especial para mi

-¿Te puedo pedir un favor?

-Lo que quieras mi amor

-Quisiera disfrutar más de este momento, aunque no sea en la ducha, quiero estar abrazada a ti un rato, vivir este momento especial, por favor

-Mi amor, a mi también me gustaría, pero no creo que sea apropiado

-Por favor papi, no tenemos momentos como estos nunca, ahora que ha surgido, déjame estirarlo un poco mas

-Pero mira como estoy, este -señalo con la mirada a su pene- no ha dejado de estar levantado, no quiero esa imagen para ti. No sé si es prudente.

-Papi, tranquilo, no va a pasar nada, solo quiero tener un momento contigo en que estemos tu y yo y nadie más, que podamos charlar con total libertad y desinhibidos de preceptos extraños, tu erección para mi es un simple reflejo natural, no significa nada, por favor anda.

-Bueno, nunca puedo negarme a tus peticiones, que quieres que hagamos

-Ven conmigo

Lo cogí de la mano y, tal cual estábamos le llevé a mi cuarto, al entrar le dirigí con mi mano hacia la cama, dejé de tomarle la mano y ya cerca de la cama toque levemente su espalda con la intención de que se acostase, él se acostó boca arriba, luego me acosté yo, al lado de él, colocándole mi brazo en su abdomen y apoyando mi cabeza en su pecho, el pasó el brazo por mis hombros y me abrazo, en esa posición aprovechaba a acariciar su torso, no podía dejar de mirar su miembro aun firme, sin haber disminuido de tamaño ni un poco, comencé a buscar conversación, y, de vez en cuando subía mi cara para verle, se sentía totalmente cómodo, al igual que yo, la conversación fue adquiriendo cada vez una tonalidad más privada, comenzamos a contarnos secretos, si yo había tenido relaciones, le dije que aún era virgen pero que sentía mucha curiosidad, el me comento que eso era normal, que a mi edad comenzaba a despertarse el deseo, con ese tipo de intimidad, aproveché a preguntarle:

-Papi, ¿no te duele el pene teniéndolo tanto tiempo así de tieso?

-No mi amor, es parte de la naturaleza, el pene está hecho para poder mantenerse erecto durante un buen rato.

-Para complacer a la hembra, le dije con una sonrisa maliciosa dibujada en mi boca.

-Se podría decir algo así, me contesto sonriendo

De vez en cuando subía mi mano de su abdomen con pequeñas caricias hasta su torso y apretaba en señal de agrado, mis senos estaban en contacto con su cuerpo, el también movía su mano en mi hombro de un lado a otro, se notaba que había tensión sexual, pero él no estaba dispuesto a iniciar ningún movimiento, a menos que yo tomara la iniciativa (eso pensaba internamente)

-Papi

-Dime mi amor

-Quiero pedirte un favor

-¿Qué será?

-Por favor, toma en cuenta la confianza que te tengo y la que tú me tienes, no te exaltes y simplemente piensa si tu estuvieras en mi lugar, Siento muchísima curiosidad y me gustaría tocar tu pene.

-Mi amor, está mal, ya esta situación no es normal

-Papi, no es normal para los demás, pero para ti y para mi lo es, o eso pienso yo, nuestra relación, nuestra intimidad, sobrepasa esas creencias, para mi es algo natural, de hecho, como te dije antes, siento que esto crea un vínculo tan especial que dudo mucho que lo tengan otros padres con sus hijas

-Mi amor, haces que me sienta incómodo

-¿Incómodo por qué?, tan solo tengo curiosidad de tocar un miembro del sexo opuesto, como tú la has tenido, tengo la oportunidad de que mi padre, que es de mente abierta, me lo permita, ¿o preferirías que fuera a ciegas a estar con otro hombre cuya procedencia desconoces?, además, es tan solo un pedazo de piel al que le han puesto muchos tabúes alrededor, – cogí su mano y la puse encima de uno de mis senos dejando mi mano encima de la de el – ¿ves?, yo no tengo ningún problema en ello, y, por mi no hay inconveniente si quieres ir mas allá, solo te pido eso, poder tocarte, siento muchísima curiosidad y me gustaría que fueras tu el primero en permitírmelo y enseñarme como debo actuar y comportarme con vuestra intimidad.

El quedó un momento callado, por dentro lo ansiaba, tanto tiempo con el pene erecto sin hacer algo al respecto estaban haciendo mella en su determinación, además, el hecho de tener en su mano un seno mío hacía que perdiera argumentos, notaba en su pecho que sus palpitaciones se aceleraban, mi seno, por la fricción se puso también firme, puntiagudo, sentía que su temperatura corporal iba subiendo, al igual que la mía, mi respiración se hizo mas lenta, en vista de que no objetó nada pasados unos segundos, no quise darle mas oportunidad y bajé mi mano por su abdomen, poco a poco me dirigí a su vientre, seguí hacia su pierna derecha, con mis uñas le arañé cariñosamente subiendo la mano hacia su zona erógena, y, en vista de que no había ningún comentario por su parte, llegue con los dedos a sus testículos, él estaba callado, completé la acción poniendo toda mi mano en ellos, el, inconscientemente colocó sus dedos índice y medio en mi pezón, y masajeaba mi seno, lo apretaba muy sutilmente, apretaba los dos dedos, luego cambiaba al dedo gordo y el índice y jugaba suavemente, de vez en cuando, dependiendo de mis movimientos el apretaba mi seno, dependía de si lo que estaba haciendo le hacía sentir de alguna manera una sensación sexual agradable, mientras tanto yo me movía muy lentamente poco a poco dejé los testículos y con mis dedos fui describiendo la forma de su falo, desde la base hasta la punta, con mi dedo gordo y mi dedo índice acariciaba toda su envergadura, no tardó mucho tiempo hasta que con mi mano agarre y apreté suavemente su pene, sentí su dureza, en ese momento el miembro se puso más duro, sentí que hubo reacción por parte de mi padre, abrí mi mano y volví a dibujar su gran silueta hasta arriba, estaba temblando de deseo y ansia a la vez, sentía mi cabeza y todo mi cuerpo muy caliente, no se cuánto liquido generaba mi vagina, pero sentía que nunca había tenido tanto flujo, eso cada vez me excitaba más y no dejaba de ver el miembro de mi padre, una vez estando mi mano arriba de su pene, la cerré y bajé con mucho cuidado con el fin de bajar el prepucio y destapar su glande, baje hasta donde la piel del prepucio me lo permitió, noté en él un leve gemido acompañado de un ligero apretón en el seno, volví a subir la mano tapando el glande y volví a bajarla lentamente, nuevamente se repitió la escena, abrí mi mano, me dirigí a los testículos y los volví a envolver con mi mano, luego volví a subir mi mano por su vientre, y mientras tanto le daba besos en su pecho, estaba totalmente excitada, me habría encantado que en ese momento y de manera abrupta se montara encima mío y me penetrara de una forma animal, con un deseo irrefrenable y con el fin de dominar a su hembra, eso sentía, quería que me tomara, que toda su erección entrara en mi, que derribara mi virginidad, pero sabía que no iba a ser de esa manera.

-¿Ves que no era para tanto? – con una voz muy baja y dulce queriendo quitarle hierro al asunto

El abrió los ojos y solo atinó a decir:

-Me encantaría poder besarte todo el cuerpo

-Me encantaría que lo hicieras.

Sin mediar más palabra comenzó a besarme en la frente, bajo al cachete y me dio otro beso, luego el cuello, en ese momento me estremecí, sus besos eran deliciosos, primero con sus labios, y luego con su lengua, era enervante, sin embargo, yo me quedé quieta esperando sus movimientos, siguió bajando, mi hombro, mi axila, con cada beso me ponía más inquieta, un lado de mi seno, pensé que en ese momento iba a chuparme el pezón, pero no, bajo por la cintura, cadera, subió hacia la pierna y, cuando pensaba que iba a llegar al centro de mi sexualidad, no, siguió por mi pierna, rodilla, canilla, empeine, ahí se arrodillo en la cama, podía ver su figura, su pene seguía sin cambio, con el glande al descubierto y totalmente firme, en eso cogió mi pie y comenzó a chuparme cada uno de los dedos, eso fue mágico y delicioso, sentía que quería a ese hombre, que lo deseaba desde siempre y ese día era ya incontrolable mi deseo por él, luego siguió por dentro de mis piernas hasta llegar a mi vagina, cuando pensé que iba a regalarme un beso en mis labios vaginales, no lo hizo, pasó a la otra pierna y repitió todo el proceso a la inversa hasta llegar de nuevo a mi cuello, mi cachete y mi frente, yo ardía en deseo y sé que él no se podía contener, pero manejaba la situación como un maestro, haciéndome sentir que no iba a complacerme, estaba en su red, no podía escapar, me tenía totalmente sometida, solo pude decirle al oído:

-Por favor… no pares ahora

-¿De verdad lo quieres?

-Desesperantemente!

Siguió besando el centro de mi frente, la punta de mi nariz, me dio un toque únicamente en los labios, DIOS!… yo quería un beso apasionado, pero no, siguió por el cuello, el pecho, en ese instante, se dirige a mi pecho derecho, le pasa la lengua a mi pezón que parecía una punta de lanza y lo succiona, lo hace con mucha dulzura, con vehemencia, yo estaba comenzando a moverme sin querer, solo alcancé a coger mi mano derecha y entrelazar mis dedos entre su pelo, me estaba volviendo loca de deseo, no podía aguantar mucho más, a mi mente venían imágenes de su pene, yo abriendo mis piernas y el poseyéndome, era lo que más anhelaba en ese momento, luego, deja el seno derecho y con besos se dirige al izquierdo haciendo la misma operación, yo cerraba mis manos como impotencia, quería hacer tantas cosas, pero lo dejaba, él sabía lo que hacía, y bien que lo sabía, me tenía perdida, volvió con besos al centro y poco a poco fue bajando a mi abdomen, lo beso, en el momento en que bajaba mi único gesto fue separar las piernas, pasó mi abdomen con la lengua, mi ombligo, siguió besando con lentitud y continúo, besó mi vientre, mi monte de Venus, lo besó y lo mordió, yo no aguantaba más, mi vagina rebosaba chorros de líquido, estaba totalmente preparada para permitir a ese hombre que hiciera lo que quisiera conmigo, intenté abrir las piernas lo mas que pude para facilitarle el trabajo pero las piernas de él me entorpecían, así que las levante y las abrí más aun superando sus piernas, estaba claro lo que quería, él sonrió y siguió con su rutina.

Comenzó a bajar la boca hasta situarse justo al frente de mi vagina, puso sus dos manos encima de mis piernas y solo pasó su lengua por el borde de mi entrepierna, puso ambos dedos gordos a los lados de mis labios vaginales con el fin de abrirlos y mostrar toda mi intimidad ante su boca, en ese momento rozó con su lengua mis labios, yo solté un gemido, la paso por la entrada de la vagina para subir hacia el clítoris, nuevamente expulsé un gemido, no podía controlar mi cuerpo ni mis reacciones, me manejaba a su entera disposición, yo no tenía autonomía de nada (ni tampoco quería tenerla), era totalmente suya y el totalmente mío, subí mis pies a su cuerpo, apoye mis talones en su espalda, eso hacía más cómoda la posición para ambos, con sus labios comienza a succionar mi clítoris y mientras juega con su lengua en él, yo no podía pensar, solo gemía, adoraba cada cosa que hacía, me volvía loca y el seguía, mis manos lo único que podían hacer era acariciar su cabeza o cerrar el puño con las sábanas como testigo y aferrarme a ellas, yo no dejaba de tener los ojos cerrados, estaba como drogada de deseo, de vez en cuando el cambiaba del clítoris a mis labios vaginales, en ocasiones recorría la entrada de mi vagina notaba que estaba totalmente cerrada, intentando empujar con la lengua, seguía ensimismado en su actividad, a veces bajaba para lamerme el ano, era un mezcla de sensaciones que me mantenían como loca y desesperada a la vez, estaba en cada momento a la espera de que nueva sensación iba a provocarme, yo no paraba de gemir, más de una vez grité más alto de los gemidos normales porque había tocado un punto que hacía que ardiera más aún si se puede en deseo, esa mezcla de gemidos y gritos le hacía aumentar su deseo, yo solo alcanzaba a acariciarle la cabeza, entrelazaba mis dedos en su cabellera e intentaba decirle con los dedos que no parara, que me estaba volviendo loca y a la vez me sentía plena, quería que esa tarde fuera interminable y que acabara en ese clímax que tanto anhelaba, poco a poco fue deteniendo los besos y comenzó a subir, repitió el mismo camino que hizo cuando bajaba, yo estaba totalmente excitada, no quería desprenderme de él, a medida que subía, le acariciaba los hombros, parte de la espalda, sus fuertes brazos, hasta que tenía su cara frente a mi, su boca olía totalmente a mi, sus ojos mostraban un estado pleno de excitación, me miró un breve instante, en ese momento cruce mis brazos en su cuello, el me preguntó:

-¿Te gustó?

-Papá, por Dios!, que si me gustó?, por favor, ahora no puedes parar, no me dejes así, desde hace mucho tiempo no he podido dejar de pensar en ti, te deseo, necesito sentirte, quiero tenerte, quiero ser totalmente tuya, quiero que seas mi primer hombre, y quiero que lo seas ahora, no mañana ni pasado, Ahora!, lo necesito, Te necesito!

-Amor, ¿sabes lo que estas pidiendo?, ¿Estas absolutamente segura?

-Nunca estuve tan segura de algo, siempre te he deseado y ahora lo único que quiero es a ti, quiero que me hagas el amor, quiero que estés dentro de mi, simplemente te pido que lo hagas despacio porque puede dolerme.

En ese momento forcé con mis brazos que bajara su cabeza hacia la mía para darle un beso totalmente apasionado, acerqué mi boca a la suya, la abrí y sentí como la suya se abría y me metía su lengua, lo besaba con lujuria, entretanto crucé mis piernas aún encima de su espalda y buscaba acercar mi vulva hacia su miembro, el, por su lado hacia lo mismo, intentaba encontrar la entrada el centro de mi placer, el deseaba hacerme el amor como yo lo deseaba también, se le veía en los ojos, tan solo un segundo después ambos sexos se encontraron mientras seguíamos besándonos, yo moví mi cadera ligeramente para hacer que su pene se colocara en la entrada, una vez hecho esto, papa no perdió un segundo en comenzar a ejercer presión hacia adentro, e intentar abrirse paso hacia mi interior, sentía la presión de mi hombre por entrar, inmediatamente comencé a sentir un dolor como si estuvieran desgarrando algo en mi, dejé de besarlo y solo esbocé un grito, mi padre paro en seco.

-¿Te duele?

-Un poco, pero sigue por favor, no importa, no pares.

Era tanto mi estado de excitación que lo único que quería sentir era su pene, como iba entrando, quería disfrutar ese momento a plenitud, aguanté como pude el dolor, me dolía pero también me excitaba, el con su condescendencia, intentaba entrar muy poco a poco, yo puse mis pies encima de la cama, que en ese momento se encontraban a la altura de sus piernas, intenté abrirme mas para que el dolor remitiera, el para no pesarme, se apoyó con las manos en la cama, yo no quería desprenderme de él, quería sentir su pecho con el mío, el seguía su cometido, muy poco a poco, deslizando su miembro en mi vagina, por momentos me miraba a los ojos, con una mirada de ternura infinita y a la vez deseo irrefrenable, yo sentía dolor y excitación, quería que pasara el dolor pero no quería dejar de disfrutarlo, pasado un momento casi me acostumbré al dolor y solo lograba tener la imagen en mi mente de su pene dentro de mi, eso me excitaba mas y hacía que mi vagina segregara mas líquido logrando una penetración mas fácil, mientras tanto solo alcanzaba a acariciar sus brazos que estaban tensos, su espalda, su cintura y su pecho, la verdad he de decirlo, en ese momento me estaba gozando a mi padre, con ambas manos iba acariciando su pecho, bajé a su abdomen, su vientre y llegué a su verga, aun había un espacio entre mi vagina y su vientre, toque parte de su pene para ver cuánto del miembro había entrado, comprobé que la mayor parte lo había hecho, en un acto de extrema lujuria (y un poco de puterío también), y con el fin de evitar que el dolor aumentara, subí mis manos por sus piernas hasta sus nalgas, las agarre con cada mano, subí mi cadera y empujé hacia mi su vientre, Dios!, en un acto sentí varias sensaciones a la vez, dolor, ese hombre me estaba rompiendo, deseo, sentía su pene completamente dentro de mi, desde su base y vientre, tocando mi clítoris hasta su punta rozando la boca de mi útero, no sabía que se podía sentir mas allá del clítoris, me sentía llena, mi hombre me había penetrado totalmente, tenía toda su verga en mi interior y estaba llena de deseo, pasé mis manos por su espalda y lo abracé, el hizo lo mismo pasó sus brazos por mi espalda y me apretó hacia el, sentía que su impulso de deseo iba creciendo, quería tenerme para el, enlacé mis piernas en sus piernas, y le dije:

-Hazme el amor!

El, al comprobar que todo su miembro había entrado, comenzó el juego del sexo, se movía con calma pero con seguridad hacia adelante y hacia atrás, yo solo advertía que mi padre, el hombre que me atrajo tanto tiempo estaba haciéndome el amor, y de una forma totalmente tierna y lujuriosa a la vez, sabía lo que hacía, su experiencia lo avalaba, yo con cada movimiento de su parte seguía gimiendo, note que sus penetraciones eran rítmicas, casi como un baile, penetraba el miembro hasta el fondo y luego subía el vientre con el fin de que el pene al salir rozara con el clítoris y hacer que gimiera de placer, me gustaba tanto que me uní a ese baile, cada vez que el empujaba, yo subía mi vientre, cada vez que el subía su vientre yo bajaba mi cadera, el roce era mayor y yo percibía en su cara una honda satisfacción, a la vez que yo disfrutaba si se podía decir mas, sabía que él estaba gozando tanto como yo, en otros momentos, cambiaba la dirección y con su cadera dibujaba círculos, eso me ponía a 100, su pene tocando cada parte de las paredes de mi vagina, cuando el hacía movimientos a la derecha, yo los hacía a la izquierda, sentía una total sincronía con mi hombre, me sentía totalmente suya, sentía como si esto lo hubiéramos vivido en muchísimas ocasiones anteriormente, es un poco difícil de explicar, mientras tanto en mi mente seguían pasando imágenes de su pene dentro de mi, era ya imposible poder segregar mas líquido, estaba a tope, mi calentura, mi excitación, mi hombre moviéndose como se movía, volviéndome loca como lo hacía y las imágenes en mi mente no hicieron otra cosa que obligarme a decirle:

-Sigue así, no pares!

Eso hizo que el reaccionara y comenzara a hacer movimientos mas rápidos y rítmicos, seguros pero no bruscos, yo comencé a gemir mas fuerte y casi a gritar:

-Sigue, sigue, asi, asi, ooooh!

-Amor, tienes un coño delicioso!

-Y tu papa, tienes un pene increíble, te amo, te amo, siempre te he amado, no pares ahora, por favor, sigue, así, así, oooooh!, por favor, Dios!, me tienes loca papa, puedes hacer conmigo lo que quieras, soy totalmente tuya, uuuuh! Creo que no voy a aguantar mucho mas mi amor.

Eso hizo que el imprimiera mas pasión en su tarea, hizo que el dolor se me olvidara y que solo sintiera un placer profundo, con cada embiste yo seguía gritando, fue tanto el placer que sentía que en un momento emití un último grito de satisfacción:

-Aaaaah!,

En ese momento todo mi cuerpo se estremeció, sentí que un cosquilleo me paseaba todo el cuerpo acompañado de una tranquilidad indescriptible, creo que hasta perdí el conocimiento por un momento, no dudo en que fue una de mis mejores experiencias en la vida.

Mi padre seguía “bailando”, me encantaba como lo hacía, se sentía pleno de haber hecho que su hembra llegara al clímax, yo, por mi lado, disfrutaba cada embiste y cada retroceso, lento, suavemente, sobre todo con mucha dulzura, yo seguía paseando mis manos por su espalda, en ocasiones le arañaba, tocaba sus nalgas, apretaba su cadera con mis piernas, subía con mi pierna derecha sobre su pierna, me colgaba de sus hombros, gemía, gritaba, volvía a gemir, seguía dibujando su cintura, no quería perderme nada de ese momento ni de mi padre, el me estaba enseñando a ser mujer, en un momento paró, e inmediatamente saco su pene de mi vagina, se venía!, yo solo le dije lo que me apetecía:

-Riégate encima!

Eso hizo, con su mano agarró su pene, hizo dos o tres movimientos hacia adelante y hacia atrás y enseguida comenzó a salir su esperma, el primer bombeo me llegó casi hasta el pecho, los siguientes fueron mermando, hasta caer en mi monte de venus, luego se echó al lado mío como si todas sus fuerzas se hubieran esfumado, en un instante me miró, yo lo miré y lo besé, me apoye en su pecho y le dije:

-Gracias papi por hacerme sentir mujer, te amo!

Acto seguido le besé en el pecho y pasé mi mano por su abdomen.

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