Eduardo había llegado a casa a las once de la noche. Elvira lo esperaba en la sala de estar. Con cara de pocos amigos, le dijo:
-¡Cómo pudiste follar a tu hija!
Eduardo, la miró de lado, y le dijo:
-¿Y tú me lo preguntas, boyera?
Elvira se hizo la sorprendida.
-¿Te dijo…?
-Sí, me dijo que la sedujiste
-¡Me sedujo ella a mí!
Eduardo se sentó en un sofá y le dio a la cosa una vuelta de tuerca.
-Oye, dime una cosa. ¿Tu novia era Enriqueta?
Elvira se hizo la enfadada, pues ella y Julia habían hecho un trato para liar a Eduardo.
-¡Puta!
-Puta ya sé que es, pero, ¿fue tu novia?
-Lo de puta lo dije por tu hija. ¿No ves que está jugando con dos barajas?
-Lo sé, lo sé, pero no me contestaste.
-Sí, Enriqueta fue mi novia.
-No conocía esa faceta tuya. Así que eres bisexual.
-Sí. Tú nunca estuviste con otro hombre, claro, eres muy macho.
-Todos tenemos un pasado. Una vez estuve con un hombre, pero de eso hace muchos años.
-Cuenta. ¿Cómo fue?
-¿A qué viene ese interés?
-Me ponen las cosas entre dos hombres.
-Me casé con una mujer que no conocía. Lesbiana, le gusta ver follar a dos hombres.
-Bisexual, y si lo quieres saber todo de mí no tienes más que preguntar, eso sí, después cantas…
-¿Qué es lo que más te gusta en la cama?
-Que me aten y me metan las bragas en la boca, que me huelan y que me coman el coño hasta que me corra cómo una perra. Que me amasen y me coman las tetas hasta que mis pezones se pongan tan duros que necesite que me los muerdan. Que se corran dentro de mi, que se queden dentro y que me vuelvan a follar hasta que me corra yo. Me gusta meter mi lengua dentro del coño empapado de una mujer y que me la meta ella. Correrme en su boca y que se corra ella en la mía. Que me coman el culo hasta que no pueda más y le tenga que decir al tío que me lo reviente. Que me pongan el culo a arder con las palmas de las manos. Mamar y masturbar una polla hasta que se corra, guardar la leche en mi boca y besarlo para tragarla juntos, y muchas cosas más.
-¡Joder!
-Te toca, cuenta lo de tu experiencia homosexual. ¿Cómo empezó todo?
Eduardo ya se abrió.
-Empezó con la mujer de este hombre. Me diera mil pesetas por follarla. El tipo se enteró y me dijo que escogiera entre devolverle las mil pesetas, llevar dos tiros, o llevar por culo. Dinero no tenía, morir no quería, así que…
-Te dio por el culo.
-Sí.
-¿Quién era el hombre casado?
-Eso jamás lo diré.
-Si me lo cuentas me hago un dedo delante de ti.
-¡No serías capaz!
-¡O sí! Me ponen las historias entre dos hombres.
Eduardo quería ver a su mujer masturbándose y cantó.
-Fue mi tío Froilán
-Cuenta.
-Fue en el monte. Después de ponerme las peras a cuarto, y yo aceptar que me humillara dándome por culo, me arrimó a un pino -Eduardo vio cómo Elvira cerraba los ojos, se echaba hacia atrás en el sofá, abría las piernas, levantaba el vestido y se metía una mano dentro de las bragas-. Apoyado con las manos en el pino sentí su polla empalmada entre mis nalgas, su boca en mi cuello y sus manos acariciando mis tetas, mis costillas, mi vientre…
Me quitó el cinto, me bajó los pantalones y los calzoncillos hasta los tobillos, me quitó la camiseta y después bajó besando mi espalda, besó mis nalgas, las abrió y lamió mi perineo y mi ojete, para pasar a meter y sacar su lengua de él. Sin poder evitarlo, la polla se me puso tiesa, me la cogió y me la meneó lentamente… Al rato me dio la vuelta, me la mamó y en segundos me corrí en su boca. El muy maricón se tragó toda la leche de la corrida.
Después me dio la vuelta y me volvió a lamer y a follar el ojete con su lengua, para luego levantarse, separar mis piernas, poner la polla en la entrada de mi ojete, empujar y desvirgar mi culo. Me dolió, pero tampoco fue la cosa para tanto. Me la fue metiendo mientras me daba azotes en mis duras nalgas. Me relajé y al rato ya estaba de nuevo empalmando y disfrutando al sentir su polla llegar al fondo de mi culo… Con una mano giró mi cabeza y me metió la lengua en la boca.
No sé qué me pasó que me besé con él cómo lo había hecho con su mujer, bueno, si sé lo que me pasó, que al besarme me cogió a polla y me la meneó de nuevo y eso hiciera que me pusiera más caliente que un perro, poco después sintiendo su polla entrar y salir de mi culo y sus huevos chocando con los míos, un chorro de leche salió de mi polla y fue a parar al pino y los otros sobre la hierba, los del cabrón fueron a parar dentro de mi culo.
Eduardo fue junto a su mujer, le bajó las bragas y vio cómo dos dedos entraban y salían de su coño pelado cubiertos de jugos, puso su lengua encima y lamió por encima y entre ellos. Elvira ya estaba llegando. Sin abrir los ojos quitó los dedos, cogió su cabeza con las dos manos, apretó su lengua contra su coño y moviendo la pelvis de abajo a arriba y de arriba a abajo se corrió en su boca gimiendo y retorciéndose de placer.
Al acabar, le dijo a su marido:
-Lo disfrutaste.
-Sí, fue una experiencia muy placentera.
-¡¿Qué te faltará a ti por hacer?!
-Un trío. Follar con dos mujeres y ver cómo se follan debe ser la pera.
-¿Harías un trío con tu hija y conmigo? ¿O te daría corte?
-Ahora de lo que tengo ganas es de echarte un polvo.
-Tú lo que quieres es darme por culo, y me va a gustar que me des. Responde. ¿Te daría corte hacer un trío con Julia?
-No, no me daría corte, pero no sé si querrá, te odia.
-Es muy puta.
-Hasta hace nada era virgen.
-Pero ahora es muy puta y querrá.
-Dirás que sois muy putas.
-Somos muy putas, pero somos tus putas.
-¿Qué estará haciendo ahora?
Julia estaba en cama con Anastasia en una de las camas gemelas de una amplia habitación. Anastasia era una pelirroja de ojos azules con pecas hasta en el culo, pero muy bonita. En la otra cama dormía Clara, la hermana de Anastasia, una muchacha también pelirroja y algo más joven que ella. Hacía una media hora que se metieran en cama. Las contras de la ventana estaban entreabiertas y un rayó de luna se posaba sobre el cuerpo de Anastasia, que ya dormía. Julia no tenía sueño. Apartó muy lentamente la sábana y la colcha que cubrían a Anastasia y la vio cubierta con un picardías negro que dejaba entrever sus gordas tetas y ver sus largas y fuertes piernas.
Lo levantó un poco y vio que por los lados de sus bragas negras salía pelos pelirrojos. Se rozó el clítoris con dos dedos. Le bajó una asa del picardías y vio una teta grande y redonda con la areola rosada echada hacia fuera y un pezón gordo. Metió un dedo en el coño y comenzó a masturbarse metiendo y sacando el dedo del coño sin dejar de acariciar el clítoris. Le bajó la otra asa y vio la otra teta. Las dos tetas eran blancas cómo la leche y tenían los pezones erectos. Se moría por mamar aquellas tetas, pero Anastasia era heterosexual y en breve se iba a casar, tan en breve cómo el domingo de la semana siguiente. Le apartó las bragas hacia un lado, le pasó muy despacito un dedo por la raja y le salió mojado. Anastasia abrió los ojos, y susurrando le dijo:
-Se ve que te gusto.
-Me gustas una barbaridad. ¿Me dejas mamarte las tetas?
-Sí, pero no hagas ruido que se puede despertar mi hermana pequeña.
La boca de Anastasia se posó sobre la areola hinchada de la teta izquierda y mamó con ganas atrasadas mientras su dedo entraba y salía de su coño cada vez más aprisa, luego mamó la derecha… Anastasia metió dos dedos dentro del coño y también buscó un final feliz. Las mamadas dieron paso a los besos, a los pequeños ruidos, la pasión se desbordó y poco después se corrieron juntas al sentir decir a Clara, en bajito, en la otra cama:
-Yo ya no puedo mas. Me corrooo.
Dos días después, por la noche, Eduardo, Julia y Elvira estaban desnudos en la habitación de matrimonio. Elvira tenía en la mano un lubricante Durex con base de agua. Le dijo a Julia:
-Esto hará que la penetración anal sea más agradable.
Eduardo, le dijo:
-Mejor excitarla antes con otra base de agua.
-¿Cuál, papá?
Eduardo tenía en las manos una botella de tres litros de cava Freixenet, echó un trago, después le dio la botella a su hija, y le dijo:
-Echa cava por la espalda y por las tetas para que Elvira y yo disfrutemos de ti.
Elvira se puso detrás de ella y fue lamiendo la espalda, luego al bajar entre sus nalgas le lamió el ojete y el periné. A Julia le encantó sentir la lengua lamer su ojete mientras su padre le comía la boca. Al echar cava por delante Eduardo le comió las tetas y después el coño… Julia siguió echando pequeñas cantidades de cava por detrás y por delante… Poco después el cava fue a la mierda, ya que se comenzó a correr y la botella le cayó de las manos, y no cayó ella de culo porque su padre la sujetó mientras sus piernas y su cuerpo temblaban cómo sacudidas por un terremoto…
A continuación. Eduardo la echó sobre la cama dejando sus piernas colgando, Elvira, que era una golosa, se agachó y le lamió el coño corrido, Eduardo al ver a tiro el coño de su mujer, la cogió por la cintura y se la clavó hasta el fondo de una sola estocada…
Después le siguió dando, pero no de cualquier manera, le dio duro, de manera que con cada clavada su cuerpo se movía hacia delante y con ella la cabeza, lo que hacía que su lengua lamiera el coño y el clítoris de Julia en un continuo.
Pasado un tiempo Elvira se enderezó con la polla dentro del coño, movió el culo alrededor, y le dijo a su marido:
-¡Me corro, cariño!
Eduardo, medio agachado y magreándole las tetas sintió como el coño de su esposa anegaba su polla con una larga corrida.
Al acabar de correrse, sacó la polla y pringada de jugos se la dio a mamar a su hija. Julia, que si se toca ya se corre, mamó la polla con ganas. Luego, Eduardo, la echó boca abajo a lo largo de la cama. Echó cantidad de lubricante en la polla, lo extendió bien, le puso el glande en el ojete, empujó, y la cabeza entró en su culo con más facilidad de lo que había entrado en su coño al desvirgarla. Julia con la cabeza pegada a la cama y los brazos estirados hacia delante estaba encantada.
-¡Qué bueno! Que rico, ay que rico, ay, ay, ay que ricooo. ¡Métemela hasta el fondo del culo, papá!
Eduardo se la clavó hasta las trancas.
-Mete y saca, mete y saca, ¡Quiero correrme así!
Elvira le preguntó a Eduardo:
-¿Se la tienes metida en el culo?
-Sí.
-¡Hostias con la princesa! Tiene más vicio que yo.
-¡Calla, puta! ¡¡Roba padres!!
Julia estaba actuando, Elvira lo sabía, pero Eduardo, no.
Le dio dos cachetes en las nalgas y le dijo:
-No le llames eso a tu madre o te pongo el culo negro.
Lo retó.
-¡No tienes cojones!
-¡¿Qué no?!
Eduardo la nalgueó con fuerza y le folló el culo a romper. Julia cuanto más le gustaba, más le decía:
-Maricón… maricón… Maricón… Maricón… Ma, ma, ¡¡Madre mía que corrida!!
Lo fue, Julia se corrió cómo un río y con la fuerza de un ciclón. Eduardo le llenó el culo de leche.
La noche fue larga, muy larga.
Quique.