El confinamiento estaba haciendo mella en las cabezas, pero ella había recibido unos paquetes especiales: un pack de juguetes.
Llevaba tiempo fantaseando con ello y no dejó pasar la oportunidad de probarlos en el momento que llegaron a sus manos.
Estaba en casa con la única compañía de sus cómplices: dos enormes peluches. Se había puesto esa braguita roja con hilos negros que tanto la gustaba y se disponía a estrenar los juguetes.
Se tumbó en la cama, lubricó un poco el vibrador y se lo introdujo dentro de su braguita, mientras iba notando las diferentes vibraciones por sus labios cerró los ojos y comenzó a masajear sus tetas. Jugaba con sus pezones que, según su nuevo vibrador la iba excitando, se ponían cada vez más duros.
Las sensaciones eran nuevas ya que las vibraciones iban variando y eso hacía que su coño se fuera humedeciendo más y más. Se retorcía y seguía buscando su clítoris para intentar tener su primer orgasmo.
En su mente fantaseaba con aquel hombre que había conocido y con el que desearía estar en ese momento.
Se imaginaba como su lengua la recorría su caliente coño y se estremecía, se apretaba las tetas y giraba la cabeza de un lado a otro de placer.
Sin demasiado esfuerzo su clítoris la llevó a un primer orgasmo, pero según terminaba de correrse, su mano dirigió el vibrador dentro de su coño y se dedicó a meterlo y sacarlo imaginando que era su hombre el que la estaba penetrando.
Sintió mucho placer, pero decidió continuar con su fantasía y se puso a cuatro para seguir metiendo y sacando el vibrador que estaba empapado de todos sus flujos.
Ella seguía pensando que la estaba penetrando la polla se su hombre y así se mantuvo hasta que se corrió una vez más y otra hasta que terminó exhausta…
Al rato limpió su juguete y se dispuso a descansar.