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Mi exprofesora del colegio, mi profesora del sexo (Parte 2)
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Habían pasado unos días desde que tuve una memorable primera vez con Vero, continuamos hablando después de eso, y un día decidimos vernos de nuevo.

Nos veríamos después de mi trabajo, fuimos a comer al centro, en un pequeño restaurante junto al parque donde me había hecho sexo oral días atrás. Hasta ahí todo era normal, lo consideraba una salida más, comimos, hablamos un poco y fuimos al parque, sí nos dimos algunos besos, pero nada pasado de tono.

Las cosas empezaron cuando nos sentamos, nos abrazamos, y como ella es un poco más bajita que yo instintivamente miré hacia abajo, y me alegré de hacerlo, pues su escote daba una buena vista de esos senos que me encantaban, mi miembro se empezó a poner duro.

Yo: Me queda una muy linda vista aquí. (Dije en todo de broma).

Vero: ¿Qué? (dijo un poco confundida, pero no le tomó mucho tiempo entender a qué me refería) Ah, sí, sé que te encanta esa vista.

Yo: Sabes, si buscamos una banquita más escondida podríamos hacer algunas cosas como la otra noche.

Vero: Mejor vamos al hotel, está cerca y así estaremos más tranquilos.

Si no es obvio, ni siquiera lo pensé, emprendimos el camino al hotel, que estaba a solo 3 cuadras, sin prisa, caminamos despacio, aunque ansioso, no quería apresurar las cosas, podía tomármelo con calma, era tarde, pero ella no tenía que dar clases temprano, y yo entraba tarde al día siguiente.

Ya en el hotel, nos dieron una habitación más pequeña, esta no tenía el escritorio, solo una cama y un baño, pero con eso bastaba, cerré la puerta y dejamos las cosas a un lado, de inmediato y con pasión nos empezamos a besar, recorrí todo su cuerpo con mis manos. No tardamos mucho en quitarnos la ropa, era una sesión más o menos rápida, y queríamos aprovecharla. Cuando estábamos en ropa interior, se dio la vuelta y me enseñó como desabrocharle el bracier, era mi segunda vez teniendo sexo y aún no sabía cómo hacerlo, pero ya que me mostró como, se lo quité, la abracé desde atrás, acaricié sus pechos y la besé en el cuello, rozando mi miembro en su trasero.

El sexo oral fue bueno, pero rápido, pasamos pronto a la penetración, no usamos condón, no queríamos usarlo, estuve un rato encima de ella, me la follé un poco más fuerte que en mi primera vez, mientras la besaba, jugué con sus pechos mientras mi pene entraba y salía de su vagina, cambiaba el ritmo, lo hacía despacio, lo que me gustaba mucho porque sentía como mi verga se deslizaba en su vagina húmeda, por momento me detenía por completo, llevaba mi pene hacia afuera lentamente, hasta que estaba casi todo afuera, y luego se le metía todo con fuerza, repetí algunas veces mientras veía como Vero sonreía cada vez que lo hacía, luego volvíamos a coger con ritmo normal.

Luego, me senté en la cama y traje a Vero hacia mí, quería que ella me hiciera sentadillas como la vez anterior, pero no logramos acomodarnos bien, aún así pude penétrala y lo hicimos sentados uno frente al otro, su sonrisa pícara demostró que eso le gustó mucho, los dos podíamos movernos, ella movía su vagina para que mi pene entrara, yo le ayudaba entrando y saliendo.

De esa posición pasamos a estar ella sobre mí, y después de un momento en esa posición eyaculé como nunca en la vida.

Fui al baño para limpiarme y luego nos acostamos juntos. Hablamos un poco y nos dimos algunos besos pequeños, esos besos empezaron a volverse más largos, empecé a acariciarla, a rozar mi cuerpo con el de ella, y en pocos minutos ya mi miembro estaba duro y listo para hacerlo de nuevo.

Intenté penetrarla, pero ella tuvo un problema y su vagina no estaba mojada, por lo que era doloroso para ambos, me retiré, no quería lastimarla, cambié eso por llevar mi lengua a su clítoris, y chuparla suavemente mientras me masturbaba. Supe que lo estaba disfrutando, eso era mejor que intentar penetrarla, y en lugar de dolor, la hacía sentir placer.

Dejé de masturbarme y le metí mis dedos en su vagina, que ya estaba húmeda y seguía humedeciéndose más mientras le hacía sexo oral. Vero empezó a gemir y arquear la espalda, y estaba tan húmeda que pensé que era buen momento, le chupé su vagina un momento más y luego le metí mi pene, ahora estaba tan húmeda que mi miembro entró sin problema.

Empecé a tomar ritmo, la tomé por la cintura e instintivamente, empecé moverme muy rápido, metía y sacaba mi pene con mucha velocidad, su cuerpo se sacudía, ver eso me encendía más, empezó a gemir mucho y se agarró sus tetas, estaba seguro de que la tenía cerca del orgasmo, seguía dándole rápido y le agarré sus tetas, bajé el ritmo y le di algunos empujones lentos, pero fuertes, luego volví a subir la velocidad.

Ese segundo round terminó justo como el anterior, Vero se colocó encima de mí y me montó por un momento hasta que no pude aguantar más y eyaculé. Le avisé que iba a hacerlo, porque no quería eyacular dentro de ella. Ella se apartó y dejó que mi leche saliera libre, luego tomó una toalla y me limpió.

Fue una experiencia muy buena, nos vestimos, nos dimos algunos besos y nos fuimos. El recuerdo de su sonrisa cuando estábamos sentados, y de cómo gemía cuando la follé rápido, son cosas que hasta el día de hoy aún me encienden.

Gracias a ella tomé confianza en mis habilidades en la cama, creo que me enseñó a coger bien, y las parejas que he tenido desde entonces, que tampoco son muchas, pero todas han quedado satisfechas.

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