Conocí a Fey unos dos años antes de mi retiro. Yo cumplía 43 años y ella acababa de cumplir sus 21, pues el cliente que me invitó a almorzar a este restaurante enfatizó este hecho, pues ahora Fey era lo suficiente adulta para servir bebidas alcohólicas. Debo decir que desde el primer momento me atrajo esta chica y tuve la sensación de que esa energía era mutua. Sentí que esa tarde ella había coqueteado conmigo, hubo algunas miradas que me hicieron intuir que, a pesar de mi edad, le parecía a esta chica atractivo.
La nota decepcionante me la dio mi cliente, pues al salir me hablaba de que todas esas chicas eran muy buenas para coquetear, eran parte del servicio, era la visión de este restaurante. La verdad de que todas las meseras oscilaban entre los 18 a 27 años y todas ellas con cuerpos esculturales y rostros atractivos. Como uniforme ocupaban pantalones cortos bien ajustados, o pantalones de licra o leggings bien ajustados a sus sensuales cuerpos y con una camiseta deportiva regularmente blanca con el logotipo del lugar donde se podía apreciar sus espectaculares bustos. Realmente era un desfile de lindas chicas para todos los gustos.
Fey me llamó la atención más que todas por su físico exótico. Su madre era una bella mujer de descendencia africana quien había nacido en Brasil y su padre un coreano que radicaba en Panamá y Fey tenía la mezcla de estos dos mundos con su piel típica de la mujer latina y su rostro de una bella chica hawaiana. La verdad que era atractiva y su belleza se exponía aún más usando ese atuendo típico de uniforme donde sobresalían un espectacular trasero que, de solo mirarlo lo hacían a cualquiera fantasear. Fey es de esas chicas de rostro bello, bustos generosos y trasero espectacular. El día que la conocí, llevaba puesto un pantalón deportivo blanco, donde se lo podía notar la tanga que llevaba puesta y era una delicia contemplar tan bello monumento.
El restaurante estaba cerca de mi oficina y me hice de la rutina de visitarlo al menos dos veces a la semana. Me tomó algunas semanas entablar cierta confianza entre las chicas y ya para la quinta, ellas me identificaban por mi nombre. Todas eran un perpetuo coqueteo, pero la que me interesaba no lograba intuir cuales eran las mesas que servía, hasta que llegué un buen día con suerte y me atendió Fey con esa dulce y coqueta sonrisa que tiene. Debo decir que todas ellas eran maestras de la coquetería, pero creo que la mayoría de los clientes saben que todo eso es parte del servicio. Desde mi mesa podía ver como algunas se sentaban en las piernas de sus clientes, se daban ese beso de despedida, esas murmuraciones al oído, o como friccionaban sus traseros en cualquier parte del cuerpo de ese cliente que podía redituar una buena propina.
Con Fey al igual, me tomó algunas semanas lograr ese sentido de confianza para que ella fuera más libre y confortable con su coqueteo, pero poco a poco se fue acercando hacia mí, al punto que se sentaba y me daba bocadillos con sus manos. Pasamos esa etapa y luego estaba rozando su cuerpo contra el mío, llegaron esos besos cortos sobre sus labios de despedida y eventualmente se sentaba sobre mis piernas y le daba sorbos a mi bebida. Pasamos al coqueteo más erótico y no sé si todas lo hacían, pero a mí solo me pasó con Fey, pues obviamente iba buscándola a ella. Me comenzó a decir que sentía mi excitación cuando se sentaba en mis piernas, luego pasó a decirme que ese día no llevaba bragas y de esa manera esa confianza comenzó a escalar al punto de ser más directa con su sexualidad y llegó a ser más abierta con su vida.
A pesar de tener este tipo de trabajo, que si no llegaba a la prostitución estaba a un borde de ella, pues ella misma me había hecho saber de todas las ofertas recibidas, yo nunca le insinué algo que pareciera ilegal, pues también supe que era estudiante de la universidad local, como la mayoría de las chicas que trabajaban en este lugar. Me mantuve conforme con su coquetería, la cual me costaba fácilmente $20.00 dólares de propina cada vez que la visitaba.
Un día Fey me sorprendió con su invitación. Terminaba de comer y nos estábamos dando ese beso de despedida cuando escuché lo inesperado:
-Tony, ¿tienes planes para la cena?
-¡No… realmente no!
-Te invito a cenar.
-¿Me estás invitando a un restaurante?
-¡No! Algo casero… te estoy invitando a mi apartamento.
-¿Qué quieres que lleve?
-¡Nada! Hambre… supongo.
Me dio su domicilio y quedamos que llegaría a las seis de la tarde. Me fui ansioso, esperando que las horas pasaran volando y ver que me deparaba la noche junto a esta linda chica. Ya a la hora, pasé por una botella de vino y por si se daba, también me compré un paquete de condones, el cual traía tres profilácticos. Con cierto nerviosismo me fui en busca del domicilio y llegué a este edificio de apartamentos y el de Fey, era el que estaba al lado de atrás, con una vista paradisiaca a un tupido bosque y donde se podía ver el recorrido de un pequeño riachuelo. Abrió la puerta y me dio ese beso pequeño sobre mis labios y me invita a pasar y a tomar asiento.
Es un apartamento estudio, los cuales no tienen habitaciones. Es un espacio compacto pero muy bien distribuido y cuenta con un mediano baño, una reducida cocina y cuenta con un pequeño patio cubierto para no ser víctima de los bichos del bosque. Realmente se respiraba un ambiente de buenas vibras y la música que puso Fey, complementaba sutilmente este ambiente. Primera vez que miraba a Fey sin el mínimo maquillaje que regularmente usa en su trabajo, pero la verdad que no lo necesitaba. Esta chica naturalmente es muy bella.
Aquella tarde de verano Fey vestía uno de esos pantalones deportivos pegado a su cuerpo de color rojo, una blusa blanca con un escote para ponerle presencia a ese busto espectacular que tiene. Llevaba unos aretes de oro con rubíes que contrastaban estéticamente con su piel clara y unas sandalias abiertas donde se podían apreciar sus sensuales pies muy bien cuidados. Por alguna razón me comencé a interrogar internamente: ¿Realmente esta chica querrá coger conmigo? ¿Por qué yo y no un chico de su edad? – Realmente al principio me siento incomodo estando con una chica mucho menor que yo y con la posibilidad que algo así ocurra… no sé, siempre me ha incomodado.
Tomamos una copa de vino y luego vinieron unos cocteles, pues Fey no es una chica de vinos. Comimos unos bistec asados a las brasas, en el cual fui de asistencia y la verdad que era un ambiente de buena vibra. Escuchamos música de mis buenos tiempos, algo que también Fey disfruta, pues prefiere esa música a la de este tiempo. Las horas volaron y la plática estaba muy buena que hasta la idea de tener sexo con esta chica había desaparecido. Entre todas las cosas que habíamos hablado, ella me hacía saber que solo viviría ahí hasta el final del semestre, pues debería buscar un lugar más accesible económicamente, pues anteriormente ella compartía los gastos con una amiga, pero ella se había ido a vivir a otro lugar cerca donde trabajaba.
Llegaron las once de la noche y comencé a insinuar que me retiraría. Había tomado un poco más de lo que regularmente tomo y verdaderamente no tendría que manejar, pero planeaba ir a mi oficina que estaba a solo cinco minutos y dormitar ahí. Fey, mencionó lo obvio y me invitó a que me quedara, que por lo menos permitiera que me bajara los efectos del alcohol e incluso me invitó a que me bañara y que eso me iba a ayudar a aminorar los efectos. Me fui a bañar no pensando que eso me ayudaría, sino que pensé que eso me daría más tiempo de estar ahí y a la vez estar limpio por si algo pasaba. Me proveyó unas toallas y me metí al baño.
Cuando salí, ella me dijo que tenía que esperar unos minutos, pues había puesto a lavar mi ropa interior. Ella había entrado, pues la puerta no tenía llave y había tomado mi ropa interior para lavarla. Sentí que aquello era una insinuación, pues ella me había visto desnudo a través del cristal corrugado de la bañera. Y con una sonrisa me señaló la cama diciendo: Acomódate en mi cama, relájate que solo tomará unos diez minutos.
Estaba con una sola toalla cubriendo mi sexo y Fey solo me miraba con una sonrisa coqueta e insinuadora. También ella había tomado lo suficiente para hacer desaparecer el pudor de cualquiera y el hecho de haberse metido al baño cuando yo me bañaba, me corroboraba que algo se iba a dar. Me acomodé en su cama siempre escuchando música y miraba a Fey pasar de un lado al otro. Con los minutos apareció sosteniendo mis calcetines y mi bóxer de color rojo y me lo extendió diciendo: ¿Quieres que voltee hacia atrás para que te vistas? -La verdad que ni lo pensé y me levante frente de ella diciendo: Si te metiste al baño por mi ropa, creo que ya debes imaginar cómo me veo desnudo. -le dije.
No reaccionó a mi acción y solo vi sus ojos oscuros inquietos. Poniéndome el pantalón estaba cuando escucho lo que esperaba me dijera o insinuara:
-Tony, quédate a dormir conmigo…
-¿A dormir o a algo más que dormir?
-¡Lo que tú quieras!
-¿De veras… lo que yo quiera?
-Si… te prometo no decirte no en nada que tú quieras esta noche.
-¿Debo ir por profilácticos?
-No… no es necesario… yo me cuido.
-Ok… pero recuerda… no me dirás no a todo lo que quiera de ti.
-¡Te lo prometo! Déjame tomar una ducha mientras tu sigue en la cama relajado.
Se tomó unos diez minutos en el baño y salió con un calzón cachetero que pronunciaba aún más el hermoso y escultural trasero de esta chica. Llevaba sus pechos cubiertos por una toalla, donde eventualmente descubriría algunos lunares en su clara piel. Se sentó a la orilla de la cama, se abalanzó para besarme y continuó llenándome de besos por toda la parte frontal de mi cuerpo, hasta llegar poco a poco a mi verga completamente erecta y la que ya llevaba produciendo ese líquido pre seminal y solo me dio una mirada diciendo: ¡Tienes una verga hermosa! Me la imaginaba grande, pero no así de hermosa.
Me dio una felación exquisita, fue un sexo oral erótico. En nada brusco y donde Fey parecía disfrutarlo tomándose su tiempo. Me masajeaba los testículos mientras seguía mamando, llegó en esa posición a la zona del perineo para luego invadir mi ano con su lengua. Realmente era una delicia y cuando sentí que podría venirme al pasar de los minutos, la invité a retribuirle ese mismo placer que ella me había provocado.
Al igual que ella comencé por su boca, pero a diferencia de ella, yo comencé esa invasión de su hermoso cuerpo volteándola boca abajo en la cama. Quería ver ese hermoso culo que tiene y que ese calzón cachetero le hacía verse mucho más voluminoso y me fui en busca de su cuello, besaba sus orejas donde le susurré al oído: Quiero que mi lengua se hunda en tu conchita y saborear tu rico culo con ella… ¿me dejas? -le pregunté. Ella me respondió: ¡Lo que tú quieras… haz lo que tú quieras!
Le besé su cuello por largos minutos, lo que ponía erizo todo el cuerpo de Fey. Un cuerpo de un metro y unos 67 centímetros de altura, unas 130 libras de peso, y cuyo trasero tenía unas buenas libras de ello, pues creo que es lo que más se fijaría un hombre de esta linda y hermosa mujer. Un culo sólido, sin ninguna seña de celulitis… son de esos traseros que yo llamo perfectos.
Me di el placer en removerle ese calzón cachetero y me sorprendí como se miraba de majestuoso cuando Fey encorvo su cuerpo para que pudiera removérselo y me lance hacia él como un loco maniático. Le besé cada milímetro de sus nalgas, hasta llegar a ese camino el cual abrí para contemplar tal divino monumento y no le vi ningún vello en esa zona, parecían las nalgas de una infante, con un ojete rosadito y tierno. Lo saboreé… le hundí mi lengua lo más que pude y Fey solo jadeaba de placer y en esa posición, pude ver como su conchita se derretía, dejando caer a la cama un manantial de sus jugos vaginales.
Le puse unas almohadillas al nivel de su vientre y de esa manera me dejaba más elevado su precioso culo y a la vez podía llegar a su rica y jugosa conchita. Le masajeé por unos minutos su conchita llegando algunas veces con mi lengua a su clítoris y no lo resistió. Fey estaba tan caliente como un volcán a punto de la erupción y me pide que la penetre. Sin pensarlo mucho, tomo inmediatamente esa posición, comienzo con unos embates violentos y Fey gime de placer y me anuncia que se está corriendo.
Yo continúo taladrando su concha violentamente en esa posición donde ella ha quedado boca abajo sobre las almohadillas y puedo ver su rico culo, el cual intento invadir con uno de mis dedos, pero tampoco aguanto para más y me llega una corrida descomunal. Sentí un choque violento recorriendo toda mi columna vertebral, y han sido pocas las experiencias donde he podido vivir con esa intensidad una eyaculación. Le lleno de esperma su conchita y la cual ha comenzado a salir a pesar de que mi verga sigue adentro de su vagina. ¡Fue una descomunal corrida!
Salimos ambos para el baño a asearlos nuevamente, donde ambos hemos aprovechado la ocasión para seguirnos tocando he insinuado continuar fornicando toda la noche. En el baño, después de diez minutos de agua fría nos hemos recuperado. Fey me ha vuelto a mamar la verga y esta ha respondido con una nueva erección. Entre sus pechos comienzo a ver mi verga aparecer y desaparecer. Me he dado el gusto de mamar y mordisquear sus dos erectos y pronunciados pezones. Se ha ido en contra de la pared del baño y me deja expuesta su conchita con la cual masajeo con todos mis dedos. Beso su cuello mientras tanto y creo que estamos a ese nivel para volverlo a intentar.
Esta vez lo intentamos parados y comienzo con unas embestidas que hacen cachetear esas dos hermosas nalgas. Ella se sostiene contra la pared y yo continúo por minutos con ese vaivén viendo mi verga entrar y salir de la concha de esta linda mujer. Con mi dedo pulgar comienzo a masajear su ojete hasta dilatarlo y penetrarlo. Al igual que mi verga entra y sale de su concha, mi dedo pulgar hace lo mismo con el mismo ritmo. De repente después de algunos minutos Fey rompe el silencio diciéndome: Tony, dame más fuerte, me vas hacer acabar otra vez.
El ritmo había sido lento por cierto periodo, pues no es fácil o confortable en ciertas posiciones penetrar a una chica mientras se les invade el culo con alguno de los dedos. Todo depende el ángulo que le quede a uno. En esta ocasión le dejé mi pulgar ensartado y comencé a pompear con más violencia y velocidad su conchita. Me lo aprobó diciendo: Así Tony… así, me vas hacer acabar. Dos minutos después pude sentir las contracciones de su vagina y aunque Fey no la podría llamar una chica “squirt”, ella produce abundante jugo vaginal que le quedan colgando por su espesor entre su entrepierna. Escucho su voz como un chillido queriendo decir algo, pero su placer es tan intenso que solo se limita a jadear y finalmente me dice: ¡Que rico… no pares! – Continúo por un par de minutos más y me hace llegar a mi segundo polvo. Rico, pero no tan potente como el primero. Nos aseamos y regresamos a la cama donde tuvimos que cambiar las sabanas.
Nos relajamos por unos treinta minutos y Fey se ha puesto una camisa que ocupa como piyama y se recuesta por sobre mi pecho. Tengo en la mente que me quiero coger este culo… no lo podía dejar escapar y más que todo que Fey me ha dicho que está dispuesta a todo… que no me dirá no a nada. Juego con mis dedos sobándole el clítoris y con sus mismos jugos vaginales también aprovecho para dilatar y lubricar su ano. Creo que intuyo lo que quiero, pero ella quiere escucharlo de mi y me lo pregunta: ¿Qué te pasa por esa mente?
Se lo dije como lo pensé, pues ya para esta hora éramos el uno para el otro y se lo pedí: Quiero cogerme tu culo y darte de perrito afuera en el patio. – El patio está encerrado y había dos sillas elevadas como las que ponen en las cantinas o bares y también había una que se doblaba y se hacía como cama, como las que ponen en las piscinas y la cual tenía una especie de colchón. Me tomó de la mano y como quien dirige a un niño, me llevó hasta el patio, apagando la luz que lo iluminaba.
Le pedí que se sentara en las sillas elevadas y ella intuyó mi intención, pues se sentó al contrario de cómo regularmente uno debe sentarse, dejando expuesto su rico culo casi en el aire. Ver esa curva es divino, especialmente cuando le subí esa camisa que le llegaba hasta las rodillas. Su ojete lo había dilatado con mis dedos y lubricado con sus jugos, pero yo también se lo lubricaba con mi líquido pre seminal.
Estuve pasando mi verga de arriba abajo, algunas veces amenazaba con hundírselo y solo gemía quizá porque ella lo vivía ya en su imaginación y así juegue con ese culo por largos minutos. En un momento supo que se lo iba a penetrar, pues se acomodó e incluso con sus manos se abrió las nalgas y se quitó totalmente su camisa. Su ojete me rechazó la verga en innumerables ocasiones, pero en cada intento se sostenía un poco más hasta que al pasar de los minutos, mi cabeza quedaba clavada en su ano. Solo gimió y me dijo: ¡Ve despacio…esto no es lo usual para mí!
Se la mantuve sin movimiento alguno para que su ojete asimilara el grosor de mi verga, pues por lo que me han dicho algunas mujeres que, si bien mi verga está bastante grande en lo largo, pero en anal hay que pensarlo, pues también es una de las más gruesas que las chicas que me he cogido han visto. Poco a poco y con mucha paciencia mis testículos chocaron con sus nalgas y ella me lo dijo: ¡Increíble! Pensé que no iba a poder con tu verga y mira la que me tocó para que me desvirgaras el culo.
Realmente no creía que no hubiese tenido esa experiencia he imaginé que lo decía para hacerme sentir especial y que era una ocasión única… su primera vez. Se la mantuve insertada por largos minutos sin ningún movimiento mientras le besaba el cuello y poco a poco, lentamente comencé a sacarla y meterla. Pasamos así por unos quince minutos hasta que Fey me sugirió pasar mejor a la silla que estaba doblada en el patio y se hacía como cama.
Se puso en la misma posición y por mi altura de casi un metro y noventa centímetros, el nivel me quedaba perfecto para esos embates que esperaba en darle. Me monté por sobre ella y mi verga se hundió en un ángulo de cómo las cuatro en las manecillas de un reloj y se me ocurrió masajear su clítoris, aunque era una posición algo incómoda para hacerlo. Aquello la hizo gemir y continué masajeando su concha al punto que prácticamente se la cacheteaba dejando escapar un sonido que llevaba ese vaivén que cualquiera sin vernos lo que hacíamos podría intuir que eran el compás de una cogida.
Comenzó a mover su pelvis y yo seguía cacheteando su concha y mi verga continuaba adentro de ese precioso culo y de repente explotó con un orgasmo descomunal y quizá más fuerte que el primero. Se movió como pidiendo que le taladrara el culo, pero no quedó así, ella me lo dijo: Tony, ¡pompéame el culo mi amor! -Mis embates fueron violentos y solo se escuchaban esos cacheteos de sus nalgas interrumpiendo el silencio de las dos de la mañana. Pensé que los vecinos nos podrían escuchar, pues Fey gemía y comenzaba a dar gritos de placer. Esos gritos y gemidos y ver como mi verga salía y entraba a ese precioso culo hizo que mis testículos se fruncieran y me provocaran un enorme orgasmo igual de potente que el primero.
Quizá no con la misma cantidad de esperma, pero si con el mismo nivel de placer que hasta sentí un leve dolor de cabeza cuando llegué a la cúspide. Mi esperma salió del divino culo de Fey y hemos dejado el colchón de esta silla empapada de nuestras secreciones. Nos fuimos a bañar una vez más y nos hemos ido para la cama con un coctel más.
Aquella noche me cogí cinco veces a Fey. Me volvió a dar otra felación, y terminamos con sexo vaginal… y una vez más después de eso me la ha vuelto a mamar, pero esta vez acabe en ella en otra escena anal, donde en esta ocasión Fey me montó primero de enfrente y luego a la inversa. ¡Que rico es ver a esta mujer cabalgando! ¡Que delicioso es ver que mi verga salga y entre a ese rico culo!
Como era fin de semana y ese fin de semana Fey no trabajaría y era de por si parte de su plan, me quedé con ella hasta el domingo donde nos dimos un maratón de sexo erótico, de sexo duro y donde con Fey hicimos todas las posiciones del Kama Sutra y quizás inventamos algunas más, pero la verdad que esta chica me dejó los testículos secos, pero con las ansias de volver a probarla. Creo que esto se dio porque nos gustábamos los dos y porque debíamos de vivir una larga experiencia. Fey ha sido una de las pocas que han vivido en mi casa por un largo tiempo como pareja.
Le ofrecí que dejara de buscar un lugar para vivir y que se viniera a vivir conmigo a mi casa. Le proveí el vehículo que no usaba y la universidad y su trabajo solo quedaban a veinte minutos. Le dije que no necesitaba trabajar, pero ella no accedió a ello y su último año en la universidad, ella vivió conmigo hasta el día que se graduó y se tuvo que ir para Arizona, donde reside su familia.
Definitivamente Fey es de esas chicas de cuerpos perfectos, de rostros bonitos y personalidad de buenas vibras. No me hubiese opuesto si nunca se iba de mi casa, pero creo que su intuición es la misma que yo tengo. Yo le llevaba 23 años, y quieras o no, los años pasan factura y llegará una edad donde eso es una enorme diferencia en una pareja y es por eso por lo que no me aferro ni rogué para que se quedara.
Creo que un año fue suficiente para ambos y disfrutarnos el uno al otro. Lo que si extraño de ella era ese hábito de comenzar por las mañanas jugando con sus uñas con mis testículos, me los pellizcaba sutilmente causándome un placer divino y eventualmente llegaba la erección donde ella pasaba a la felación y terminábamos con un vaginal o anal. Fey al igual que yo, somos activamente sexuales por las mañanas.
Dormíamos plácidamente por las noches, pero a las seis que despertábamos, eran por los menos dos palos que nos echábamos. ¡Qué recuerdo el de Fey y qué rico culo tenía! ¡Sí que lo extraño!