Después de mi infidelidad (primer relato), descubrí un aumento en mi apetito sexual, me masturbaba todos los días pensando en que me comía distintas vergas, me hacía doble penetración con mis dedos; o cuando lo hacía con mi esposo (que era prácticamente diario), me imaginaba a alguien más, cuando colocaba su pulgar en mi boca o en mi ano… Pfff, una gran cantidad de orgasmos…
Durante esos días pensaba en que pasaría si el descubriera mis fantasías, ¿Cómo lo tomaría?, ¿Cómo me vería?, ¿Podría perderlo?, Eso reprimía cualquier intención de hacerlo realidad.
Un día, salimos a un bar, bebimos bastante, la pasamos muy bien; regresábamos a casa y por las copas que traíamos encima empezamos a hablar de cosas serias, muchas cosas, hasta filosofábamos sobre la vida y la muerte, en fin, dentro de esa seriedad tocamos el tema que si conocíamos todo el uno del otro, nuestros gustos, miedos, etc… En eso mi esposo me hizo una pregunta contundente: ¿Hay algo que no sepa de ti?
Hubo un silencio… Con labios temblorosos y voz quebrada, con la valentía que me daba el alcohol, contesté: mi fantasía sexual, no sabes cómo me gustaría estar con dos o más hombres a la vez
Volvió el silencio, fueron unos segundos que parecían eternos, por mi mente pasaba el reclamo de haber cometido el peor error del mundo, sabía que me juzgaría; él, soltó una risa muda, me miró a los ojos y me dijo: No sabes cuántas veces te he imaginado siendo penetrada por cada uno de tus agujeros, creo que compartíamos el mismo secreto… Mi corazón se aceleró, mis panties se humedecieron y terminamos en un beso apasionado lleno de lujuria y candela. Entramos a casa, en cuanto la puerta azotó, mi esposo levantó mi falda con olanes, bajó mis panties cacheteros y de una metió tres de sus dedos en mi vagina, mientras esa mano se ocupaba de dedearme brutalmente haciendo escurrir mis jugos vaginales, la otra desabrochaba su pantalón y bajaba su ropa interior, para dejar su miembro al aire para posteriormente meterlo dentro de mi año. Me sentía como una puta, estaba siendo doblemente penetrada por un solo hombre, mismo que me preguntaba con dureza: ¿Quieres más vergas?, A lo que yo entre gemidos le gritaba que sí. Siguió penetrándome por el ano en el portón interior de la casa, supongo que nuestros vecinos escucharon tal espectáculo, hasta que terminó dentro de mí, sentí como sus semen corría por mí recto, se retiró de mi, me arrodilló y me hizo mamársela con todo y la mezcla de fluidos seminales y anales… Yo encantada con su sabor.
Ya reincorporados llegamos al sofá de la sala central, nos registramos abrazados, y comenta: Me encanta que seas mi puta, jamás pensé que pasaría algo así, me encantas, espero pronto sí sean dos vergas las que te comas…
¿Qué creen? Ya pasó, pero eso será para otro relato…