Tras salir del trabajo, fue a la compra y una vez en casa se pegó una ducha reparadora.
Mientras lo hacía, recordé ese día en el que tú habías dormido en casa porque habías bebido y no podías coger el coche. Habíamos dormido juntos, pero ni nos habíamos rozado, éramos amigos y eso pesaba pero… Mientras yo me duchaba noté una mano que me recorría la espalda a la vez que tu dulce voz me decía: "estoy caliente y no me has tocado en toda la noche, eres tonto!!"
Ni siquiera me dio tiempo a girarme y ya me habías empujado contra la pared, una mano me acariciaba el culo y la otra buscaba mis huevos para ponerse a jugar con ellos. Me sentí como si me cacheara la policía, pero también noté como lo que había fantaseado tanto se podía hacer realidad.
Sin demasiado esfuerzo consiguió una buena erección, pero no contenta con esto me giró y se arrodilló frente a mí y entonces sus dos manos me cogían la polla y comenzaba a chupármela. Primero lo hizo con su lengua, recorriendo desde mis huevos hasta la punta muy suavemente y luego decidió volver a apretar sus labios y meterse y sacárselo de la boca. Yo estaba tan excitado que no podía contenerme y la pedí que parara porque estaba a punto de irme. Ella paró en seco, levantó su mirada y volvió a metérsela en la boca hasta que consiguió su propósito: que me corriera dentro.
Ni se inmutó con mis gemidos previos ni con los espasmos que tuve al correrme, solamente se limitó a tragárselo y relamerse.
Tras esto se incorporó y me cogió de las manos, me sacó de la ducha y me llevó directamente a la cama que habíamos compartido. Me dijo que me tumbara boca arriba y ella se sentó en mi cara. Solo con ver ese coño depilado al extremo y sus tetas y cara a la vez, me puso a mil.
Decidí utilizar mis manos para separar sus cachas del culete y meter mi lengua en su húmedo coño. Busqué su clítoris y una vez en él comencé a jugar con mi lengua, variando en círculos, en roces suaves o en húmedos lametazos. Ella comenzó a disfrutar, se retorcía y gemía. Paré un instante y solo acertó a decirme: "no pares ahora, cabrón" y reanudé el juego con mi lengua. Ella me cogió una mano y me la llevó a sus tetas para apretarlas a la vez que hacia movimientos de pelvis y apretaba más su coño contra mi boca.
Sus gemidos eran mayores y de repente se silenció y noté como eyaculaba sobre mi, la sensación de ese líquido caliente me puso la polla a reventar y ella lo notó porque nada más correrse se levantó y se sentó encima de mi. Comenzó a mover sus caderas mientras apoyaba sus manos en mi pecho, yo trataba de seguir su ritmo y la cogí por las caderas. También levante un poco la pelvis para que mi polla entrara más aun dentro de ella, poco a poco fuimos acompasado el ritmo hasta una fusión perfecta, tan perfecta que yo no pude más y la dije que me iba a volver a correr y a pesar de ello no paró, yo me corrí y ella a los pocos instantes también lo hizo…
Abrí los ojos en la ducha y noté que algo había pasado, me debía haber masturbado mientras recordaba aquella mañana con Bárbara.