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Mi mujer con otro
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Angela ha sido mi compañera de la vida, y la verdad es que somos una pareja normal del sur de Chile, ella de 45, yo de 48 años. No somos feos, pero ya a esta altura, atlético no soy, mi señora si se cuida harto y se mantiene bien. En la cama todo anda perfecto, pero creo que la costumbre nos llevó a tener que reinventarnos un poco y fue cuando empezamos a decirnos cosas cochinas y a fantasear un poco.

Ella un día me pregunta que cual era mi fantasía erótica y le contesto que siempre me habría gustado verla con otro o hacer un trio y le preguntaba si ella lo haría y me contestaba que sí, yo le preguntaba si se lo chuparía o que se dejaría hacer y esas cosas… En medio del jaleo del sexo eso nos hacía explotar.

Fue tanto lo que nos calentaba que de hecho lo conversamos más de una vez tomando desayuno en la cocina o viajando en auto, y de veras que se sentía rico tener esa libertad que antes no nos dábamos. De repente me sentía un poco sucio y hasta avergonzado de llevar a mi señora a esos niveles de perversión, pero ella lo aceptaba así que creo que estaba bien.

Ella trabaja en una oficina de contabilidad y obviamente tiene contacto con mucha gente, todo normal, pero un día Ángela llega de su trabajo un poco extraña como preocupada y le pregunto qué pasa y ella me contesta que nada, pero si andaba extraña y al rato se sienta al lado mío y se pone a llorar, pensé que estaba enferma o que pasaba algo grave en la familia, pero ella muy valiente como siempre quería hacerme frente y contar algo que le estaba pasando en su trabajo.

Empezó por decirme que me amaba y que eso nunca cambiaría, la verdad que ese tono me dejó un poco preocupado y ella siguió contándome. Me dijo que ella estaba a cargo de unas cuentas y de pagos de unas platas, que no eran pocas y que había cometido un error y que eso le había costado caro. “Que tan caro?” Le pregunté yo. Y ella me dijo que me quería contar tal como fueron las cosas, que la escuche hasta el final y después tome las decisiones que yo quisiera, accedí a escuchar y esto fue lo que me conto:

"Estaba tan nerviosa por el problema en que me había metido y no sabía qué hacer para arreglarlo, si bien es cierto se trataba solo de más de un millón y medio de pesos, pero uno no puede poner ese dinero para pagar un error así como así. El cliente Marcos me llamó y me dijo que venía en camino a la oficina para arreglar el asunto, más nerviosa me puse. Traté de tener los papeles que requeriría para mostrárselos y que entienda que fue un error mío y no se lo estaba robando. Cuando él llegó me tiritaban las piernas, ese caballero de 50 años y su barba frondosa metía un poco de miedo. Y de verdad no llegó de buen ánimo, se notaba que estaba enojado y lo gentil que había sido siempre ya no lo era, le expliqué todo y luego de eso él quedo en silencio como buscando la respuesta a todo esto y me dice “está claro, me debes pagar el monto perdido y solucionado todo”. Yo le dije que eso era imposible que no tenía dinero para pagar eso, fue cuando por primera vez cambió su rostro y me dice que podría haber otra forma de pagar, me subió un calor en la cara y medio tartamudeando le pregunté que otra forma era esa, ya con una cara como más picarona me dice “¿no lo entendiste aún?” Y yo no la verdad que no, aunque ya sabía a qué se refería"

Yo escuchaba atento, pero cuando llegó a esta parte me latió el corazón más fuerte y tragué un poco de saliva, porque no podía creer lo que me decía mi esposa, pero a la vez inconscientemente mi mente quería que hubiera pasado de todo y a la vez me preocupaba… Seguí escuchando.

"Don Marcos me dijo que podía pagarle en carne y en cómodas cuotas, primero me pareció gracioso, pero me pasó la vida por delante, me acordaba de ti y de mis hijos, que nunca te he engañado, en fin todo eso. Le dije que estaba loco y él me dijo “bueno piénsalo y me contestas lo más pronto que puedas y le ponemos fin a este problema”. Yo creo que él solo se aprovechó del momento porque mi jefa y la secretaria que trabajan conmigo no estaban, estaba sola. Así pasaron unos días y un día entra a la oficina Don Marcos otra vez, habló con mi jefa y después de pasada me dijo “Y… Lo pensaste?”. Quedé muda y roja, no le dije nada y él siguió su camino.

Al otro día volvió a la oficina, pero yo creo que él tenía calculado nuestros horarios, justo me encontró sola y fue derecho al grano “vengo a cobrar algo de lo que me debes” y yo tiesa. Yo estaba sentada y él se para al lado mío, muy cerca y sin mediar una conversación lleva al mano al cinturón de su pantalón y luego se baja el cierre de su pantalón, lentamente como esperando mi reacción y yo seguía sin moverme, no sabía qué hacer, por un momento vi el teléfono y pensé en llamar a los carabineros, pero cuando mi vista volvió a él ya estaba empezando a ver su bóxer, acercó un poco esa parte de su cuerpo hacia mí como chocando mi hombro, dejó caer un poco sus pantalones y vi como su pene estaba creciendo debajo de ese bóxer gris.

Me seguía mirando hacia abajo y como veía que yo no hacía nada siguió un poco más, su cintura llegaba a la altura de mis ojos así que todo estaba ahí cerca de la mano, se bajó los bóxer y pude ver su pene, de unos 20 cm, que ya estaba duro y en un acto casi inconsciente levanté mi mano y se lo toqué… Tragué saliva y me acerqué un poco.

Sentía que don Marcos me había como embrujado con la mirada, tímidamente le di un beso en el glande y seguí despacito hacia abajo dando pequeños besitos a ese tronco, le bajé un poco más su ropa y me acomodé un poco mejor sin salirme de la silla. De a poco empecé a meterme el tronco en la boca como un perro que come un hueso y rocé con mi nariz sus testículos, y que bien olía ese hombre, un aroma a macho que me empezó a dejar tonta…

Volví hacia arriba y de a poco me metí ese pene rico y duro en mi boca y cerré los ojos y empecé a succionar con más fuerza, sentía como él suspiraba, jadeaba, se retorcía y me agarraba de la cabeza para que parara un poco. Yo creo que debo haber estado unos 5 minutos chupándole el pene, pero sintiéndome culpable o no, estaba muy rico.

De pronto a él lo llaman por teléfono y como que nos desconcentramos y como que toda la vida volvió a la normalidad. Él atendió su llamado y justo la señora que hace el aseo entra al recibidor de gente. Él se acomodó su ropa y yo me limpié un poco la boca, aunque él no acabó, me puse un dulce en la boca porque me parecía que de mi aliento solo salía olor a pene. Don Marcos se retiró sin hacer mayores comentarios, solo dijo que me llamaría."

Yo estaba casi en estado catatónico solo escuchaba y no daba crédito a lo que me contaba mi mujer, sentía la garganta seca y la verdad es que no me sentía enojado ni engañado, esta historia como que me revolucionó un poco, debo decir que esto se dio también porque yo trabajo fuera de la ciudad y llego cada 15 días a mi casa. Le hice unas preguntas a mi señora y ella siguió su relato.

"Ese día me vine a la casa con la sensación de estar sucia, pero a la vez sentía un cosquilleo en la guata, nunca había hecho algo así, nunca se lo había chupado a nadie que no fueras tú. Pensaba si eso habría sido todo o hasta donde llegaría, pero la verdad es que de solo pensarlo no me daba el cuero para pensar en tener sexo con ese caballero.

Un día me envió un mensaje por whatsapp, me pregunto a qué hora salía del trabajo, no le respondí, pero al rato me llamó y me dijo que quería terminar lo que había quedado inconcluso y yo le dije que no tenía tiempo, porque me tenía que ir a la casa a la hora del almuerzo y volver después y me dice… “a las 12 y media te paso a buscar”. Como que no me dio más opciones y cortó.

Así fue que a las 12 y media salí de mi trabajo y él no llegó, pero si me estaba esperando dos calles más arriba, él sabía cuál era mi camino diario al parecer, me dice que me suba a su camioneta y que íbamos a ir a un lado para estar solos. Ese hombre tenía un poder sobre mi porque él decía algo y yo solo como que obedecía, en el camino me dijo que le había gustado mucho lo del otro día y que había que terminar eso, y así manejando y conversando me metió las manos entre las piernas, me quede tranquilita y le decía que esto estaba mal que no estaba segura y el con su voz grave, pero agradable como que me fue tranquilizando.

Me llevó a una casa que él tenía en construcción, pero se notaba que algo la había preparado, sabía que me traería aquí, yo obediente entré como cordero al matadero. Solo cerró la puerta y me agarra de la cintura y me aprieta fuerte que llegue a sentir su miembro chocando con mi cuerpo, solo atiné a decirle que eso sería solo sexo y que no tenía que pasar más, que sea rápido porque me tenía que ir etc. Etc.

Me sacó la chaqueta, me desabrochó la blusa y sin sacármela me agarró de la cintura poniendo sus manos fuertes en mi piel y yo sin moverme solo entregada a que me lo meta y nada más, pero ese hombre me tocó suavemente casi con cariño, me desabrochó el sostén, me lo sacó y me empezó a tocar las tetas, yo siempre sin moverme, acercó su boca a la mía, pero no lo quise besar. Él siguió su camino hacia mi cuello y de a poco empezó tocarme por todos lados, desabrochó mi pantalón, puso sus manos por mis caderas y siguió hacia mis nalgas, de esa manera me bajó los pantalones, o sea hasta ese momento yo estaba con los pantalones abajo, sin sostenes y la blusa desabrochada la cual me sacó enseguida. Se abalanzó hacia mis tetas, que aunque una parte de mi no quería la otra deseaba que las mordisquearan y succionaran, eso lo hizo a la perfección.

Me empecé a sentir caliente y deseada, me calentaba que Don Marcos no se estaba apurando y no quería solo metérmela, él quería calentarme y prepararme para tener sexo, y yo empecé a reaccionar, le desabroché la camisa y pasé mis manos por su velludo pecho, lo cual no sabía hasta ese momento que me causaba una excitación provocada por no sé qué. El hombre era muy peludo y eso me hacía sentir como si estuviera con una bestia… era rica la sensación.

Él se sacó los pantalones y yo le baje los bóxer y pude ver ese pene en toda su expresión, me abalancé sobre ese rico pedazo de carne y se lo chupé como si hubiera quedado en pausa de la otra vez que tuve ese pene en mi boca. Que rico se sentía me faltaba el aliento y sentía que estaba como descontrolada. Él me tomó de los hombros, me levantó y me hizo caer suavemente encima de la cama, él cayó encima de mi y sentir ese cuerpo peludo y grande me hacía sentir tan pequeña y dominada, no sé cómo decirlo.

Él llevó su boca hacia la mía y esta vez la abrí todo lo que pude y entrelazamos nuestras lenguas y nos besamos ardientemente. Yo pensaba que ahí mismo me penetraría, pero él tenía otros planes, primero se puso un condón, regresó a su lugar y empezó a besar y bajar por mi cuello, tetas, estómago, hasta que llegó a mi peludita vagina, ese hombre me chupo como nunca me lo habían hecho, disculpa amor que te lo diga así, pero eso sentía. Me hizo acabar a punta de lengüetazos, ooh estaba loca, lo único que quería era que me lo metiera y pasado unos minutos eso hizo. Llevó su pene hacia mi vagina que era un rio de fluidos y saliva, me la metió, primero despacito, como pidiendo permiso, solo la mitad y de repente me la dejó ir toda, y empezó un mete y saca tremendo. Estaba gozando tanto que pensé que me desmayaría o que me daría un infarto, me di cuenta que yo no estaba gimiendo, estaba gritando como loca. Él acabó y sentí esa fiebre que se siente después de tener un sexo tan intenso, estaba rendida, había sido muy rico todo, pero nos teníamos que ir."

Cuando mi señora llegó a esta parte me miró por fin a los ojos y me preguntó que pasaba por mi mente, solo atiné a decir, que estaba sin palabras, y como dije antes, una parte de mi moría de celos y la otra sentía un placer inmenso, un total empate. Le pregunté si eso había sido todo y ella me dijo que no…

CONTINUARÁ…

Siempre y cuando quieran que siga contando esta historia.

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