El verano acabó. Mis hijos volvieron al colegio y yo a la rutina.
Nuevamente empezaba con mis investigaciones sexuales. Pasadas varias semanas, no encontraba nada interesante en los chats y mi calor lo saciaba yo solita en mi intimidad.
Una mañana mientras tomaba café me di cuenta que los canales de la televisión no se veían bien, quedándose la imagen congelada casi siempre. Llame a mi hermana para ver si a ella le pasaba y me dijo que tenía que resintonizar los canales, ya que a ella le había pasado lo mismo.
Mientras hacia las tareas de casa, el televisor buscaba las nuevas sintonías donde se alojaban los canales. Al terminar me dispuse a ordenarlos, mientras los ordenaba vi uno de esos canales de relleno, unas veces salen tarotistas, otras teletienda y cosas de esas. Me fije en que uno había una especie de chat, al leer me di cuenta que era de índole sexual. Me quede embobada leyendo mensajes durante un buen rato, pero al final pase y lo deje de lado.
Pero mi necesidad de descubrir cosas nuevas hizo que durante varios días, todas las mañanas mientras me tomara el café, me entretuviera viendo ese canal. Poco a poco me fue llamando mas la atención cada día, el hecho de masturbarte con un desconocido, sin necesidad de vernos solo con las palabras me iba dando más morbo con el paso del tiempo.
Un día decidí atreverme, aumente la temperatura de la calefacción, me desnude y me quede solamente con una bata fina para cubrir mi cuerpo, me senté en el sofá y empecé a ver el chat.
Los mensajes iban pasando por la pantalla mientras poco a poco mi mano acariciaba el interior de mi entrepierna, haciendo que fuera cogiendo una cierta humedad y aumentando mi respiración. Me estaba excitando y aún no había decidido si haría o no la llamada. Al final me lanza y marque uno de los teléfonos que aparecían y cuyo mensaje me gusto. Tras unos pocos toques, contestaron, las primeras frases fueron de presentación, pero poco a poco él fue empezando a decirme guarradas que subieron mi lívido y poco a poco empecé a pedirle que me dijera más. Tras el orgasmo de ambos que fueron más o menos al mismo tiempo nos despedimos y se acabó. Me gustó y me propuse repetir algún día.
A pesar de que me gustó, tardé unas semanas en volver a repetir, fue más o menos parecido a la primera vez, el sexo telefónico estaba bien para desahogarse de vez en cuando.
Una semana más tarde, viendo nuevamente el chat, aunque sin pensamientos fijos en realizar nada aquel día, vi un mensaje que me gusto de un chico joven que buscaba una mujer madura, me dio morbo y le llame. Se llamaba Adolfo, 20 añitos, estudiante. Se le escuchaba que era un chico bastante tímido, fuimos calentándonos poco a poco hasta que terminemos masturbándonos y corriéndonos juntos. Tras acabar me pidió si podía seguir en contacto conmigo, me atreví y le dije que sí, pero que fuera por whatsapp por si no estaba sola y no podía contestarle, acepto y guarde su contacto. Así también pude ver una foto suya que tenía en el perfil, era un chico guapete, grandote, casi tirando a bastote, con gafas y barbita lampiña, me daba cierta ternura.
Estuvimos en contacto durante más de un mes, si podíamos hablábamos por la mañanas, aunque no todas acabábamos tocándonos y algunas veces con cuidado nos escribíamos por whatsapp. Nos hicimos buenos amigos. Una tarde me dijo que ojala pudiéramos vernos un día y así materializar nuestras fantasías. Yo le dije que todo podía ser, a lo que me contesto que estaría difícil ya que él estaba en la universidad y estaba fuera. Le pregunte en que universidad estaba estudiando y resulto ser que era en mi provincia. Por lo cual nos separaban muy poco minutos ya que yo vivo en el área metropolitana. Él se sorprendió ya que creía que era de su provincia, equivocación que era normal ya que nunca nos habíamos dicho de donde éramos.
Resultaba que mi 42 cumpleaños era en un par de días, por lo cual me propuse un auto regalo, de darme un placer para mi cuerpo. Quede con él en una cafetería en el centro para vernos en persona. Tímidamente me pregunto que si tenía alguna posibilidad de que pasara algo, le dije que no lo sabía ya que si queríamos consumar el acto sexual nos tendríamos que desplazar a mi casa y podría vernos alguien. Él me dijo que cerca de donde habíamos quedado él estaba alojado en un piso estudiantes, que estaría vacío ya que sus compañeros estarían en clase.
Con cierta vergüenza ya me había contado con anterioridad que solo había estado con dos mujeres debido a su timidez. Le di ciertas esperanzas, a la vez que yo también me las daba.
Llego el día, en vez de ir en coche, decidí irme en metro. Más rápido y menos coñazo para aparcar. Entre en la cafetería y allí estaba el esperándome. Desayunemos y decidimos de irnos rápidamente a su piso, ya que yo solo disponía de un par de horas, para darme tiempo a volver para recoger a mis hijos del colegio.
Llegamos a su piso y nos dirigimos a su dormitorio, allí me adelante yo y comencé a besarle el poco a poco se fue soltando y empezó a sobar mi cuerpo, primero con cierta vergüenza para más tarde ir soltándose y no dejar ni un rincón si tocar. Nos separemos y comencemos a desnudarnos, yo no tarde en estar en cueros y cuando el acabo, me asuste de lo que vi. Su polla era enorme, no podía creer lo que estaba viendo, era una monstruosidad, me quede fascinada, aunque mi curiosidad y mi calentura pudo más. Agarre aquel pene de otra dimensión que mi mano apenas llegaba a rodear. Se sentó en la cama y yo de rodillas empecé a intentar chuparla, trabajo imposible ya que apenas podía meterme el capullo en la boca. Tras unos intentos vi que aquello no cabría en mi boca nunca.
El haberme en aquel apuro me levanto y me tumbo en la cama, abrió bien mis piernas y no tarde en sentir su lengua en mi coño, tenía arte para los cunnilingus el chaval, pese a su juventud. Tras un rato comiendo mi coño para y me lo dejo a punto de caramelo. Vi que se incorporaba para penetrarme, le pare y le dije que prefería yo encima ya que para poder meterme ese pollo tendría yo que llevar el ritmo. Se puso un preservativo, que supongo seria talla XXXL, porque no sé cómo pudo ponérselo y se tumbó en la cama. Me acerque y arrimando su polla en mi boca la babee bastante para lubricarla. Me subí encima de él y sin tener ni que guiarla la introduje poco a poco en mi coño. Sentía como aquel tremendo pollon me abría y tensaba mi coño al máximo, jamás pensé que podría entrar esa salvajada de carne dentro de mí. Tarde un rato en poder metérmela entera. Cuando entro me di cuenta que no podía ni moverme todo mi interior estaba lleno de polla. Sentía como apretaba hasta mis ovarios y mi útero, aunque un poco doloroso, el placer de encontrarme llena era increíble. Casi sin moverme me corrí.
Debido a los líquidos generados por mi corrida poco a poco pude empezar a cabalgar, Adolfo no paraba de repetir el placer de sentir mi coño tan estrecho, a la vez que yo sentía una mezcla de dolor y placer que hasta ese momento nunca había sentido. En esa posición me corrí otra vez. No podía más, me baje de su polla y el aprovecho para echarse encima, estaba encerado por el sexo y sin preámbulos me embistió, sentí que su polla iba a reventarme por dentro, el siguió acelerando sus embestidas y yo no podía resistir ese dolor, mis gritos deberían de escucharse por todo el bloque de pisos antiguos. Incomprensiblemente pese al dolor que estaba produciéndome, me corrí por tercera vez.
Él estaba a punto de correrse y me pido si podía hacerlo en mi cara, con tal de que sacara su polla dentro de mi le dije que se corriera donde quisiera. Se quitó el preservativo y se subió hacia mi cara, hay comenzó a meneársela, yo no podía apartar la mirada de ese pedazo de carne. De repente su polla comenzó a escupir leche, parecía que no se acababa nunca, mi cara se llenó totalmente de ese líquido blanco a la vez que mis pechos. Acabo rendido, igual que yo. Me sentía reventada por aquel joven que me había dado raciones de placer a partir del dolor causado por su enorme instrumento. Le pedí ducharme, me acompaño al baño, me duche y me vestí. Nos despedimos, con la intención de seguir manteniendo el contacto.
Durante el viaje de retorno, notaba como mi entrepierna seguía abierta, debido al ensanchamiento producido. Por la tarde fue a peor, me dolía todo mi interior y así estuve varios días. Pero el que aquella enorme polla me hubiera poseído había merecido la pena.