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Cincuenta contra veinte
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Michelle 22 años, 167 cm de altura, 60 kg de peso. Cabello castaño oscuro, siempre lacio y corto recogido en una coleta y un fleco que tapa su frente. Ella era muy aseada por lo que al acercarse siempre podía apreciarse una rica fragancia frutal emanando probablemente de su cabello recogido rígidamente, con un sujetador discreto, le daba una apariencia profesional y seria, como de secretaria de esas que no llaman la atención y parece que son una misma con su ordenador, aunque en ella por alguna razón esa imagen la hacía hacerse notar un poco entre las demás chicas.

Piel clara y bonita, es tersa casi como terciopelo, la única cosa que ella prácticamente aprecia de su imagen, además de sus ojos, grandes, almendrados y de un color castaño claro, su mirada reflejaba inteligencia, pero inocencia siempre con tono triste, miraban a los demás como culposos de si misma. en sus manos la piel siempre estaba rosa por vicios que tenia de estárselas frotando una contra la otra y poseía un diminuto lunar en la mejilla izquierda, cosa que innecesariamente le daba inseguridad, y cuando hablaba con alguien de frente siempre hacia por girar la cara un poco a ese lado, para que no se lo vieran.

Su cara no era ni particularmente bonita y fea para nada, de hecho poseía matices muy singulares que neutralizaban su presentación, pues sus ojos siendo grandes y hermosos, su nariz era un poco grande para su gusto, achatada y con los orificios al descubierto, cosa que no era fea o desagradable, solo no algo concebido como bonito, por lo que la tenía acomplejada, la odiaba y se la tapaba siempre con la mano en especial cuando pasaba entre grupos de personas y en situaciones que la hacían sentir insegura, lo cual podía ser perjudicial pues al hacerlo también tapaba además sus labios, unos labios en verdad de competición, grandes carnosos y de un intenso rosado natural, parecían el trabajo de un experto cirujano, pero más perfecto aun pues no había ninguna pista de artificialidad en ellos

Por ultimo su cuerpo, siempre escondido bajo una sudadera con estampados de alguna caricatura o alguna banda de rock y unos pantalones holgados, cuando no usaba el uniforme de su trabajo, pero pese a esos pantalones holgados, no se podía ignorar la esculturalidad de sus caderas, pues tenía un culo que podía ser envidiado incluso por una yegua, sus medidas eran 97 de pecho, 73 de cintura y 112 de cadera, medidas que pese a que intentara no hacerlas notar se presumían a si mismas por debajo de sus ropas discretas y asexuales, aunque es cierto que tenías que estar cerca para denotar las prominentes curvas que intentaba tanto esconder, no era demasiado atlética, su figura era más bien natural, uno no podría realmente darse cuenta a menos que se fijara atentamente en su andar por detrás, y el movimiento oscilatorio que hacían sus nalgas al caminar, pero aunque fuera la testificación de gran cantidad de masa en sus glúteos no necesariamente muscular, al contrario de parecer poco atractivo de cualquier forma, era totalmente excitante, un verdadero espectáculo a la vista para el ojo atento.

Febrero 24/ Cumpleaños de Michelle.

Michelle estaba sentada en la cocina de casa de sus padres, desayunando cereal el cual era su comida favorita, con la mente en nada solo disfrutando su sabor meloso con paciencia, era su cumpleaños y prácticamente no deseaba más que un día tranquilo en el trabajo, para poder llegar en la noche y continuar viendo tranquilamente la serie de animación por la que se desveló la noche pasada.

Su madre la apuro pues su padre ya estaba listo para irse al trabajo y él era su chofer que la dejaría esa mañana en donde ella misma trabajaba, un laboratorio clínico donde ella podía ejercer en totalidad su carrera de ingeniería química, la cual estaba a punto de graduarse con honores, siendo el promedio más alto de su generación, sus padres en general no estaban demasiado orgullosos de ella, o por lo menos no se lo hacían notar.

Su padre estaba demasiado ocupado con el trabajo y con los grupos de iglesia a los que pertenecía (además de una que otra mujer que conocía en dichos grupos) y su madre estaba demasiado ocupada con su depresión y con la indiferencia de su esposo como para poder ser cariñosa con ella. Michelle reaccionó tarde al llamado de su mama, pues cuando dejo el plato en el lavador y corrió tomando su mochila y dirigiéndose a la puerta noto que su padre ya se había ido, su madre se enojó con ella y comenzó a regañarla quejándose mucho de su esposo Michelle le dijo que le hablaran a el trabajador de papa, Roberto quien siempre había sido amable con ellas, Karina la madre de Michelle lo hizo y este aceptó con gentileza.

Al poco tiempo llego Roberto en su modesto auto sedan color negro, Michelle salió de casa apresurada con mochila en un hombro y un tierno suéter con estampas de dibujos animados digno de una niña de 10 años en una mano, Roberto la miro acercándose no dejando de notar como rebotaban sus pechos al trotar hacia su auto, cuando ella entro al auto lo saludo muy tímidamente con su típica voz dulce casi de niñita, Roberto sin dejar de verla con su enorme sonrisa de dientes ligeramente amarillentos que siempre hacia que una papada gruesa se notara bajo su barbilla, pero Michelle no lo volteo a ver, ella no tenía necesidad de dirigirse a él más que las cortesías necesarias por el favor, a ella no le caía nada bien, pues tenía la fuerte impresión de que Roberto coqueteaba demasiado con su madre, y que por la forma de ser de su madre con él, probablemente ya le había correspondido, sin embargo era algo que a Michelle no le interesaba pensar.

Durante todo el camino Roberto quiso hacerse el gracioso y sacarle platica a la tímida chica, quien se encargaba de responder de la manera menos cortante que pudiera, pero sin dar demasiado pie a continuar con el tema, llego a sentir varias veces la mirada de Roberto sobre su escote, el cual solo quedaba al descubierto debido a que el cinturón de seguridad presionaba entre sus dos pechos, si no fuera por eso su lizo uniforme verde del trabajo no dejaría notar mucho más que las abultaciones propias de su feminidad, pero ella solo podía recurrir a ponerse encima del pecho el suéter, al llegar al trabajo esta se bajó e intento despedirse con una simple sonrisa y la mano, pero Roberto alargo su ancho brazo lleno de vellos grisáceos hacia el suave hombro de Michelle y la acerco con firmeza, antes de que ella pudiera hacer algo, sintió los gruesos y ásperos labios de cincuenta años tronando un beso fuerte en su mejilla, mucho más cerca de sus rojos labios de lo que ella nunca permitiría, sintió incluso cosquilleo y picor de los bigotes duros y canosos que salen por encima de la boca del hombre.

Para Michelle fue una sensación de sorpresa total, en el momento sintió mucho desagrado pero no pudo reaccionar de ninguna forma, solo soltó una risita nerviosa y lo vio a los ojos por primera vez en todo el viaje y se alejó rápidamente, Roberto por otro lado tenía muchos años sin sentir una piel tan suave y tersa en la boca, la pura sensación y el olor frutal del cabello de Michelle hicieron que la virilidad de Roberto se abultara en los pantalones, este se relamía los labios intentando sacar el máximo provecho de esa rico beso mientras veía con perversión el regordete culo de Michelle alejándose con prontitud hacia las instalaciones, entonces noto que en el arrebato, la veinteañera había olvidado su suéter en el asiento, el hombre en un acto de deseo y morbo lo tomo y lo olio profundamente, en efecto estaba lleno del dulce aroma de la chica, su erección se agravo mucho más y comenzó a frotársela con el suéter sobre el pantalón mientras observaba el culo de la chica contoneándose al entrar en un edificio.

Michelle por su parte estaba indignadísima, al principio pensó en contarle a su padre en cuanto llegara a casa, pero sabría que este nunca le haría demasiado caso, además si le contaba a s mama era probable que ella estuviera en su contra, y tal vez diría que fue ella quien lo sedujo, pues ya por ninguna razón en realidad la madre pensaba que Michelle era una puta, y de manera pasiva a veces se lo hacía notar.

Michelle pensaba que era por el hecho de que sus pechos y su cadera desde la adolescencia ya eran mucho más grandes que los que su madre nunca fueron pero eso no era algo que Michelle había decidido ni tampoco que deseaba en realidad, todo el día Michelle pensó en el beso, y cada vez que lo hacia su corazón comenzaba a latir fuerte, llego el punto que al recordar los duros bigotes del hombre casi 30 años mayor, sentía un nudo en la garganta, la chica se convencía de que ese sentimiento era enojo e impotencia, si había mucha impotencia, pero tal vez el enojo cada vez era menos.

La imagen del hombre no se le quitaba de la cabeza mientras se intentaba concentrar, en su mente se repetía la escena de aquel hombre enorme sentado junto a ella, el olor amargoso de su colonia que no parecía ser demasiado cara; con su diminuta mano se tocó el hombro que la enorme y dura mano de Roberto había sostenido fuertemente y arbitrariamente había halado con fuerza, recordó en su mente imágenes del grueso pecho de Roberto acercándose al suyo y las ideas siempre se terminaban con la imagen de Roberto acertando el beso directamente en sus labios y succionándolos.

Michelle inconscientemente se mordía la boca al pensarlo, pero de inmediato reaccionaba y sacudía la cabeza después de imaginarse tal barbaridad, y era entonces cuando se daba cuenta que tenía la respiración levemente entrecortada y la sensibilidad en sus pezones estaba aumentada al punto de sentir cada roce con su brasier, no quiso ni poner atención en como estaría la sensibilidad en la otra zona intima, la chica intento despejar su mente con el trabajo pero por desgracia su imaginación era demasiado poderosa para ella y no se limitó nunca, llegando al punto de entremezclar escenas de la realidad, con escenas de películas pornográficas bastante fuertes de las que ella misma en ocasiones disfrutaba, y así fue todo ese largo día de trabajo.

Ya iba a ser la hora de salida cuando Michelle analizo que no había sido un día demasiado ocupado, por desgracia, había tenido demasiado tiempo para pensar en mil cosas de las que cada vez se arrepentía menos de pensar anuqué 50% de la culpa era por imaginarse a ese señor mayor quien probablemente estaba casado y era, desagradable tan íntimamente, pues ella no quería aceptar que era tal pervertida y el otro 50% era por el hecho de que Michelle tenía un novio de su misma edad quien la amaba mucho, al punto de respetarla y no sobrepasarse con ella a la mínima muestra de incomodidad, por lo que solo habían tenido sexo una vez.

Esa noche su novio la recogió del trabajo y la iría a dejar a la casa, al salir del trabajo Michelle no encontró su suéter por ningún lado y pensó lo peor, seguramente lo había dejado en el sucio auto de ese sucio hombre, los sentimientos en ese momento fueron raros, por alguna razón no estaba segura si quería volver a ver a Roberto o no, pero el hecho de que el tuviera su suéter favorito le ayudo a convencerse de que lo haría solo para recuperarlo.

Al llegar a casa y despedirse con un tierno beso en los labios de su joven novio Erick, Michelle se bajó del auto y camino hacia la puerta, ya pensando que lo primero que haría sería decirle a su padre que necesitaba comunicarse con Roberto para recuperar su prenda, y pensando en que se lo volvería a topar de frente, tal vez estaría dispuesta a volver a besarlo cerca de los labios, el corazón de la joven se aceleró un poco, al punto de que intento trotar acelerando sus frondosas pero torneadas piernas en brincoteos hasta la casa, brincoteos que su novio degusto con un culposo morbo mientras veía su culo vibrar al alejarse y le mando un grito:

-TE AMO AMOR -que la veinteañera no notó y simplemente entró a la casa.

Adentro en su sala Michelle gritó:

-OYE PAPÁ, NECESITO ALGO.

Para lo que la madre respondió secamente:

-necesitas esto? -sosteniendo con la mano su suéter perfectamente doblado y acomodado- Roberto vino hace un par de horas, se te olvidó en su auto, siempre olvidas todo Michelle, que bueno que fue lindo y lo trajo temprano así no lo molestábamos de nuevo.

Michelle vio con un poco de amargura su suéter, estaba ahí, Roberto lo había regresado y no se dignó a verla ya nunca más, llegó a pensar que el beso fue un error y Roberto nunca intentaría algo así con una chica tan fea e inmadura como ella.

-Gracias ma, si es que iba tarde y lo olvide, ups, luego le hablo a Roberto para agradecerle, esta papá? tendrá su número?

-No se te ocurra llamarlo ahorita, él trabaja mañana más temprano con tu padre recuerda, y ahorita ya son las 11 PM no me gusta que te andes tardando tanto con tu noviecito al llegar aquí, quien sabe que anden haciendo Michelle eres tremenda -respondió la madre.

Y la madre se aleja dándole la espalda a Michelle. La chica hace caso omiso de la indirecta de su madre y se queda viendo pensativamente el suéter, se acerca y lo toma, al estirarlo nota que una pequeña nota cae desde un doblez al suelo, Michelle se agacha para tomarla y la lee, esta decía: Roby, seguido de un número telefónico, el corazón de la joven se acelera, siente emoción, miedo y culpa a la vez, pero en lo más profundo sabe que en ese momento, tener ese número era algo que en realidad deseaba.

Pasadas la 1 de la mañana Michelle daba vueltas por su habitación, el numero en la mano y su celular en la otra, ella estaba ya toda cambiada a su pijama, una blusa de tirantes a rayas pegada, que se oprimía fuerte contra su brasier abultado, haciéndolo notar debido a la presión que se sometía contra sus pechos voluptuosos y por debajo tenía un pequeño "booty short" negro que no dejaba nada a la imaginación respecto a sus grandes y hermosas piernas blancas, dignas de la bailarina exótica más cara. Para no pensar en ello Michelle mejor se dispuso a ver la serie animada que había dejado pendiente, el capítulo comenzó y esta le puso atención unos momentos, no dejaba de pasar el dedo por la nota de papel, el celular estaba al alcance e imaginarse en escuchar la voz de Roberto la hizo pensar muchas cosas.

Enfrente de su ordenador la chica puso el cursor sobre el buscador y escribió el nombre de su página porno favorita, una que se caracteriza por su gran variedad de videos con contenido moderadamente fuerte, escogió deliberadamente uno en el cual una joven que se veía de entre 18 y 21 años le hacía un oral a un hombre de alrededor de 55 años. Los carnosos labios de Michelle se entreabrieron mientras ella observaba con atención la escena.

Michelle comenzó a sentir sensibilidad en sus zonas intimas, su pelvis estaba caliente y sus pechos también, sin dejar de ver la pantalla recorrió una mano por su abdomen la paso por su pecho por encima de su brasier y presiono su busto izquierdo, el cual estaba muy sensible e hizo que sintiera un cosquilleo en su vulva, tuvo que apretar un poco las piernas y encorvo su espalda hacia atrás, entonces pasó su mano hacia el hombro que Roberto había sostenido fuerte y lo apretó igual que el aquel hombre de 50 años hizo, imaginó que su brazo grande y musculoso y canoso le rodeaba el cuello y que olía de nuevo el amargo perfume que lo caracterizaba.

Michelle sintió que sus pezones cosquilleaban y se calentaban, se subió la blusa hasta el pecho y se bajó el brasier rápidamente, liberándolos de su prisión de ropa, estaban ya erectos y sensibles.

Michelle cerró los ojos y apretó los labios, intentando imaginarse la gruesa boca de aquel hombre besándola, mordiéndole sus rosados labios así tan enormes y apetecibles, se imaginó que Roberto se los comía a besos, pasándoles la lengua, ahí en su auto, enfrente de su trabajo, tal vez los compañeros podrían verla, la respiración de Michelle estaba muy acelerada y cuando se comenzó a acariciar un pezón, la sensación le recorrió todo el pecho, le cruzo la espina y llego a su entrepierna, necesitaba oír a Roberto, quería escuchar su voz, ella no tendría que decir nada, solo le llamaría y cuando este dijera bueno, ella podría colgar y masturbarse fuerte, Roberto no conocía su número telefónico, entonces podría ser cualquier persona, entonces rápidamente sin tiempo para cubrirse los pechos de nuevo, tomo su celular, la nota con el número y marco.

R: Hola Michelle -Sonó la profunda y madura voz del hombre

M: …

R: No vas a decir nada Michelle? -En tono confianzudo

M: … Como sabes que soy yo?

R: Te estaba esperando toda la noche, creí que no me llamarías, a esta hora no puede ser nadie más que una jovencita aburrida sabes?

M: …

R: Tu tampoco puedes dormir verdad? tenías unas ojeritas muy lindas hoy en el auto, pero tus ojos no se dejaban de ver hermosos.

M; Me andabas viendo toda, si te vi.

R: Yo también vi como sacabas el pecho la primera vez que volteé a vértelo, no puedes negarlo, además pudiste cubrirte con el suéter, pero solo te lo acomodaste de manera que se te botaron más los pechos entre el cinturón jaja, sé que te gusto que te viera, por eso te di el besito, sé que te gusto el besito, por eso te deje la nota, sé que estas excitada, por eso me hablas ahorita- Michelle se puso roja de pena, quería colgar y quería ofenderlo, pero no pudo, escuchando la voz del hombre siguió acariciando los pezones, intentando contener lo mayor posible la respiración acelerada y los jadeos.

M: … y que estás haciendo?

R: Viendo videos, pero las nenas de estos videos no tienen los labios de la mitad de lindo que los tuyos, no sé si tengan voz linda como la tuya porque mi esposa está dormida y no puedo subir el volumen.

M: … hmmmm… que videos estás viendo?

R: Un hombre afortunado está dándole de mamar su pene a una linda chica joven, como tú, que afortunado viejo, a mí la suerte se me acabo no he podido convivir con gente joven sabes? el trabajo me agobia y solo convivo con tu padre y los amigos, a veces quisiera sentirme joven de nuevo.

M: Quieres convivir conmigo?, tengo ganas de convivir con algún señor, tal vez sea su día de suerte.

R: Llego en 15, te mando mensaje.

CONTINUARÁ

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