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Fiona, La Gata y sus cinco amantes
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Algunas mujeres tenemos deseos ocultos, fantasías, ¿quién no las tiene?, que muchas veces podemos compartir o no para hacerlas realidad.  La mía se venía reprimiendo porque mi pareja es muy conservadora en su forma de pensar, era imposible plantearle lo que yo deseaba, no lo hubiese permitido, era poco probable que pudiese expresar todo ese deseo oculto que lo venía reprimiendo.

En silencio y a solas, generalmente bajo la ducha del baño o debajo de las sábanas, cerraba los ojos e imaginaba cada situación de esa fantasía, paso a paso, mientras un enorme dildo que sostenía en mi mano le daba más realismo a esos momentos.

Un tiempo pasó hasta que un día me levanté con esos deseos incontenibles y decidida comencé a pergeñar y dar forma a esa fantasía.

Entré a salas de chat, buscaba perfiles adecuados, y una vez que daba con la persona indicada le confesaba mis deseos y juntos íbamos preparando los detalles para el día que me decida. Elegí cinco personas que solo conocía por chat, todos ellos de distintas edades y muy morbosas, con ganas de follar a una mujer casada e insatisfecha.

Esa mañana me preparé como si iría a concursar por miss mundo, traté de estar a la altura de las circunstancias, mi aspecto no era el de una señora sino el de una verdadera puta, mi cabello, el maquillaje, el labial, y por supuesto la lingerie y el perfume, eran la clave para estar sexy y provocativa de los pies a la cabeza.

Momentos antes de salir de casa me paré delante del espejo y me di cuenta que había logrado el efecto deseado, tener la imagen de una puta ninfómana. Un corset negro de encaje apretaba mis tetas que parecían explotar, una diminuta tanga hilo dental negra con un pequeño triangulo adelante que tapaba mi panocha delicadamente depilada metiéndose en la raja de mi vagina, un liguero sostenía las medias caladas y zapatos de tacos muy altos le daban el toque final. Me detuve a observarme y me di cuenta que estaba preparada para cumplir ese deseo tan reprimido que no me había animado a realizar antes. Arriba de esa lingerie un impermeable hasta las rodillas.

Era erotizante transitar parte de la ciudad entre la gente llevando esa indumentaria sexy debajo del impermeable, nadie se percató de ello.

Llegué agitada, pedí las llaves al portero del aquel edificio y subí por el ascensor al piso 7, mi corazón latía más fuerte, abrí la puerta y allí estaba en el lugar soñado, una cama de 2 plazas rodeada de vidrios en las paredes, enormes vidrios, inclusive lo había en el techo, un sahumerio prendido y unas velas rojas iluminaban tenuemente la habitación.

Me saqué el impermeable, mi figura sexy se reflejaba en cada espejo, había música suave de fondo, los invitados estarían por llegar. Sonó el portero, aquellos 5 hombres, bien puestos, perfumados, bien dotados y dispuestos estaban detrás de la puerta, entre ellos no se conocían, abro y saludo uno por uno dándoles un corto beso en la boca.

Desnudé con mis manos a cada uno de ellos prodigándoles besos y mimos con mi lengua, tocándolos en distintas partes del cuerpo para motivarlos, explorando sus pectorales, espaldas, muslos, genitales, enseguida sus enormes pijas se fueron levantando, poniéndose duras y rojas, principalmente la del más joven, sus apenas 18 años le daban esa posibilidad de reaccionar con el pene rápidamente.

Ordené que uno de ellos se recueste en la cama, me subí sobre él y comencé a chuparle el pene y los testículos suavemente para ponerlo duro, era grande, me costaba meterlo en la boca y me ahogaba, a su vez el me corrió la tanga y lamía mi raja. Los otros cuatro observaban parados alrededor de la cama masturbándose, ya estaba mojada, caliente, excitada, le hice señas a los otros indicando que posición deberían tomar, dos a mis flancos a quienes comencé a masturbar, otro tomó posición detrás de mí y el más joven expectante acariciaba mi cuerpo. Cinco hombres viriles y con sus vergas dispuestas estaban entrando en calor y excitándome para lo que viniera.

Tomé con mi mano la verga del que estaba acostado y me la fui metiendo despacio en la panocha, gozando cada centímetro de carne dentro de mi cuerpo, el que estaba detrás me comenzó a dar besos negros preparando para penetrar mi culo mientras el joven seguía acariciándome, mimándome como si fuese su novia, y a los otros dos los seguía masturbando.

Mi culo estaba listo y dilatado, giré la cabeza y le hice señas al tipo que estaba detrás, me tomó de las caderas y comenzó a meter su pija lentamente mientras yo gritaba de dolor y placer al mismo tiempo. Nunca había sido doblemente penetrada, lo estaba gozando rico entre gemidos y gritos de placer.

La verga del más joven se metió en mi boca y ya no quedaba agujero de mi cuerpo que quedara libre, penetrada por delante y por detrás por dos sementales que me follaban sin parar y la deliciosa verga del joven que atoraba mi garganta, sin dejar de soltar esas dos hermosas vergas que pajeaba con mis manos, y yo lo estaba observando todo por los espejos de la habitación, llegó el primer orgasmo en medio de un frenesí de pijas que entraban y salían de mi culo, la panocha y mi boca.

Pero debía seguir, tenía motivos de sobra para seguir teniendo orgasmos, había pijas duras y prestas. Entre ellos se iban alternando de posición, pero era yo la única que seguía estática recibiendo dosis de placer y pijas por doquier. Mi culo parecía una flor, al igual que mi vagina que habían sido penetrados por cinco vergas duras y enormes desde hacía 20 minutos, fue que llegó mi segundo orgasmo y un tercero luego que por más de 40 minutos estos desconocidos me dieron duro sin parar. Estaba extenuada, mi mandíbula estaba como acalambrada de tanto mamar pijas.

A mi señal los 5 se posicionaron parados a mi alrededor, y yo arrodillada comencé a cerrar la faena, la orgía sexual, le mamé la pija alternadamente a cada uno haciéndolos correr leche en mi boca y sobre las tetas. El semen de los cinco hombres para mi sola!!! Luego limpié con mi lengua hasta la última gota de leche de cada pija.

Finalmente los cinco me abrazaron y nos besamos en la boca por un largo rato. Les pregunté quien se anotaba para llevarme al baño, enjabonarme y ducharse junto a mí. Nadie se negó, los cinco me acompañaron al yacuzzi y allí otra vez me follaron sin compasión hasta correrse sobre mi cuerpo mojado. Mientras ellos se retiraban yo permanecí una hora más sola en el yacuzzi fumando un cigarrillo y tratando de recordar cada momento de esta fantasía que ya había dejado de serla porque la había cumplido. Una sonrisa de satisfacción se dibujó en mi rostro mientras el último cerró la puerta.

Esta iba a ser la primera de una serie de infidelidades de iba a cometer de allí en adelante.

Soy Fiona y mis amantes me conocen como La Gata.

Si deseas contactarte puedes hacerlo buscándome en Messenger como: Fiona Walsh

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