En esta historia os quiero contar lo que pasó la semana pasada en una comida familiar que no esperaba que fuese otra cosa más que una comida normal y corriente, atentos…
Como está siendo habitual estas semanas en España, las familias se reúnen para celebrar comidas/cenas/meriendas después de haber estado sin poder estar juntos durante las semanas de la cuarentena por el COVID-19.
Mi familia no iba a ser menos, no somos muchos miembros, pero nos gustar celebrar comidas cada cierto tiempo con el fin de vernos porque no todos vivimos en la misma zona del centro de España.
Yo soy Edgar, hijo único, tengo 28 años y soy masajista aunque cuando empezó la cuarentena me vine a casa con mis padres ya que era una tontería seguir en mi piso solo y sin trabajar, mido 1,74 y peso unos 73 kg. Soy moreno, de pelo rapado y ojos azules, siempre he hecho ejercicio y he tenido un buen cuerpo, aunque actualmente llevo tiempo sin hacerlo debido a una lesión que tuve en la espalda y de la que me estoy recuperando, pero aun así, se nota que lo he hecho ya que tengo un buen físico.
Mis padres organizaron con mis tíos y primos una comida en un restaurante que ha abierto sus puertas hace poco tras la cuarentena, el típico sitio de comidas familiar, un sábado y que como siempre, acabaría cuando mis primos más pequeños (5 y 7 años) empezaran a pelearse y entonces yo por mi lado huiría con mis colegas.
A las 13:45 estábamos en el local, mis tíos Juan (hermano de mi padre) y su mujer Sonia ya estaban allí junto a los dos pequeños terremotos que os mencionaba antes (Santiago y Hugo) que conforme me vieron se lanzaron a saltarme encima y a retarme a pulsos porque según decía Santi, ya eran grandes y fuertes.
A las 14:30, mis tíos Sebastián (hermano de mi madre), mi tío Víctor (también) y la mujer de Sebastián, Celia, aún no habían llegado y mis padres les llamaron, resultó que habían pillado atasco a la salida de Salamanca debido a un accidente, y estaban llegando ya.
Sebastián y Celia eran una pareja curiosa, él, jefe de conservación en un museo en Madrid, ella psicóloga, él, calvo y bajito, ella, rubia y de 1.90, siempre me hacía gracia verlos y eran muy simpáticos los dos. Tenían dos hijas Noelia de ahora 13 años y Susana de 18 o 19, no estoy seguro, ya que viven en Madrid y los vemos una vez cada año o año y medio.
Llegaron poco después, besos y abrazos para todos y todas y nos sentamos en la mesa, los niños (entre los que se me incluye por ser hijo) en un lado), y los padres en el otro. A mi lado se sentaron los terremotos que no paraban de jugar y enfrente de nosotros, mi tío Sebastián, Noelia y Susana respectivamente.
Susana era una chica bajita, no llegaría al 1,60, de pelo castaño y largo, cara redonda y ojos marrones, acompañados de unas gafas redondas como su madre y era delgada. Hacía algo más de un año que no la había visto, y ahora que estamos en verano, la empecé a ver bien. Ella no paraba de mirar el móvil, era una chica tímida, siempre lo había sido, y desde mi sitio podía observar que estaba en YouTube mirando qué videos habían subido sus youtubers favoritos.
Me dispuse a hablarle de ello, ya que compartíamos afición por varios de ellos, sobre todo por los que subían contenido de videojuegos (cosa que a ambos nos había encantado siempre).
-Bueno Susi, qué tal va todo? Le estás dando caña a algún juego?
-Bien, sí, bueno, estoy jugando a Los Sims 4, me encanta hacer el mal jaja.
Mantuvimos una conversación sobre Los Sims mientras yo me fijaba en ella, se había puesto muy guapa, llevaba puesto un vestido de pecho ceñido con una falda ancha pero corta de color marrón claro, sobre el vestido ceñido se notaban un par de tetas que, sin ser extremadamente grandes, se notaba que tenían un buen tamaño. Ella debió de fijarse en a dónde miraba porque en una frase, hizo un silencio repentino y se puso roja como un tomate, aunque siguió hablando. Joder, me estaba poniendo muchísimo, estaba deseando llegar a casa para hacerme una paja que mi polla me estaba pidiendo a gritos.
La comida continuó con normalidad un rato pequeño (unos 10-15 minutos), hasta que decidí quitarme la chaqueta, debajo llevaba una camiseta negra (nada del otro mundo) con un dibujo de un soldado en plan tribal, pero cuando me la quité, Susana apoyó el móvil en la mesa y se sacudió la melena, y mientras dejaba la chaqueta en el respaldo de la silla, me fijé en que miraba mis brazos y pectorales con vicio, con cara de haberse puesto cachonda… uff, cómo me puse en ese momento. Decidí aumentar el nivel del juego y remangarme las manchas cortas de la camiseta hasta el hombro con la excusa de que me estaba tostando, “estamos a 25 grados aquí dentro” dije y me fijé que Susi se mordió el labio inferior sin dejar de mirar mi ahora brazo izquierdo, que es el que le quedaba cerca ya que estaba girado dejando la chaqueta.
Durante un ratillo, mantuvimos conversaciones sobre chorradas o videojuegos pero la tensión fue aumentando en el momento en que mi padre se puso a hablar de las escenas de sexo de la serie de Vikingos, que estaba viendo ahora, lo que provocó que mi madre y mi tía le riñesen porque los niños estaban delante. En ese momento, Susana volvió a mirar el móvil sin decir nada y de repente:
-Voy al baño -dijo.
-Yo también -dije sin saber porqué.
¿A qué vino eso? ¿en qué pensaba?, pero mi cuerpo me llevó hasta el baño casi por inercia. Susana estaba en la puerta entrando a la zona en la que están las puertas de separación de baño para Dama a la izquierda y Caballero a la derecha, y yo por inercia la abrí para dirigirme a mi baño a lavarme la cara porque me había puesto malo pensando cosas guarras (joder, que es mi prima); pero cuando abrí la puerta al pasillo de separación, mi prima estaba allí y me dijo:
-Edgar, sin chorradas, sé que me estabas mirando las tetas, y yo te estaba mirando el cuerpo, mira, sé que esto es una locura, pero quisiera pedirte que follases conmigo ahora mismo.
Me quedé helado, ¡¿QUÉ?! -le dije.
-Pues eso, que sé que te has puesto cachondo y te has quitado la chaqueta a propósito porque siempre has sido friolero… No me digas que no.
No sabía qué responder, sabía lo que tenía que hacer pero… me salió solo…
-No podemos decir nada de esto eh? -ya no había vuelta atrás.
-No tranquilo, nunca. Es que aparte de que siempre te has portado bien conmigo, nunca lo he hecho… y mis amigas ya se ríen de mí… y joder, que me pones mucho.
Me puse tenso, no me esperaba que me contase lo que sentía así de repente, pero le dije: tranquila, esto es entre nosotros.
Entramos al baño de hombres y nos metimos en uno de los servicios cerrando la puerta, y sin esperar, ella se lanzó a mis brazos, y pensé: -esta niña me va a matar.
Me besó en la boca con uno de los besos más apasionados que me han dado en la vida, follar no habría follado, pero besar seguro, porque lo hacía mejor que muchas con las que había estado yo antes.
Mientras me besaba me dijo: agárrame las tetas que los estás deseando. Le quité la parte superior ceñida del vestido soltando la cremallera y lo que ví fue increíble, no es que tuviesen una forma y un tamaño decente, es que el vestido era muy ceñido, y lo que había dentro eran unas tetazas que me dijo ella en ese momento: -son una 95D. Con unos pezoncitos pequeños y rosados, con una forma muy bonita, nada caídas, joder, era increíble.
-No puedo más -le dije- me la chupas?
-Sí claro.
Me sacó la polla de los pantalones, no tengo una polla enorme pero nunca se me han quejado, pero conforme la vió puso esa cara de vicio que tanto me había puesto en la comida, y me empezó a hacer la mamadas más húmeda que me han hecho, le salía la saliva por los laterales de la boca, estuve a punto de correrme de lo cachondo que estaba como a los 3 minutos, que la levanté, y aprovechando que no pesaba nada, la alcé en brazos tras quitarle el tanguita que llevaba, de color verde claro y me dirigí a comerle el coño que para mi sorpresa, llevaba perfectamente depilado.
QUE MARAVILLA! Ese chochito rosita con los labios cerrados, uff, se lo comí lo mejor que pude, y debí de hacerlo bien porque se corrió en mi boca.
Después me dijo que se la metiese, suave porque era la primera vez, y que no me preocupase por correrme ya que tomaba la píldora porque le regulaba el período, así lo hice. Tenía el coño completamente empapado y abierto, cogí mi polla y empecé a hacer presión poco a poco, ella ponía cara de dolor pero me decía que siguiese, y al final, de golpe entró mientras soltaba un gemido de placer y dolor mezclado. Empecé a follarla suave, despacito, y ella me fue pidiendo que le diese más rápido por favor. La puse contra la pared del retrete y empecé a darle fuerte, ella tenía los ojos en blanco y no paraba de gemir.
Seguí dándole duro, pero no aguanté mucho debido a que estaba deseando correrme, pero a ella no le importó, cuando me corrí, ella se corrió, soltó un grito enorme en el momento en el que el primer chorretón le entró y empezó a temblar de placer.
Me besó de nuevo, se limpió en el retrete, nos lavamos ambos y nos vestimos.
-Gracias Edgar enserio, me ha gustado mucho, ha sido bestial.
-No me las des, gracias a ti, joder, estás brutal.
Ella se puso roja, me volvió a besar y salió un minuto antes que yo, me lavé la cara, sonreí y salí a seguir comiendo.
Susana, muy avispada, dijo que se le había caído el móvil al suelo y no iba, y que había estado ayudándole a sacar la tarjeta Sim, porque ella no podía, lo cual fue un argumento que ninguno pudo discutir.
Cuando acabó la comida, todos nos despedimos, sabiendo que en un tiempo, sobre todo a los madrileños, no los veríamos. Susana me pidió el móvil para (dijo en voz alta) hablar para quedar y jugar online. Se lo di sin problema, cuando me monté en el coche, recibí un whatsapp suyo:
-Cuando quieras repetimos, ven a Madrid en dos semanas que los papás se van de fin de semana.
Miré adelante y sonreí.