Ella me ha puesto una sola regla, nada de corridas en su rostro o boca.
Y vamos, no es que sea una mojigata, que me he corrido por cada otro rincón de su cuerpo.
No sé bien porqué, pero tengo la necesidad de obsequiarle corridas voluminosas y espesas, con potentes chorros que salten cuando acabo, o por lo menos intento prepararme cuando sé que viene una noche de alcoba.
Tengo un gran catálogo de recuerdos, pues no solo me ha dejado correrme dentro, tanto por delante como por detrás, sino que amo correrme sobre su piel.
Me encanta cuando se arrodilla fuera de la cama y me mira a los ojos mientras la agarro del pelo, y me acaricia los huevos mientras me doy las últimas sacudidas antes de descargarme en su pecho, y ver como mi jugo le chorrea por las tetas sin que deje de mirarme fijamente. Junta alguna gota rebelde con los dedos y se agarra los pechos glaceado para ponerse de pie.
Amo correrme en su espalda, cuando se pone en cuatro y me pide que la sacuda fuerte. Si logro aguantar la calentura, después de que ella muerde la almohada, le saco la polla y se la refriego por la raya del culo. Eso me hace irme a chorros y mancharla hasta la nuca, dejando caer los últimos hilos entre sus nalgas.
Si, sus nalgas, adoro llenárselas de semen y desparramarlo con las manos. Y siempre dejando un poquito para largar en su ano apretado por fuera, para que chorrea hacia el coño.
También me gusta cuando me sacude con la mano, eso puede ser una sorpresa, podemos perder los primero chorros en la habitación o en los días menos potentes que solo baje por sus dedos. Me calienta mucho ver sus manos pegajosas de mi, pero eso no le agrada tanto y en venganza se la suele limpiar en mi pecho.
Sus pies también han recibido descargas, le encanta estimularme con ellos mientras le como el coño.
Descargarme en su vientre es uno de mis lugares favoritos. Amo ver todo su cuerpo, su vulva, su panza planita, sus senos y su cara excitada esperando mi eyaculación es una de las cosas más excitantes. Irme en ese lugar, llegar hasta sus tetas y acabar goteando en su coño es lo mejor. Verla ahí acostada toda llena de mi, con semen que corre por sus lados y su entrepierna es de lo más hermoso.
Pero su cara está prohibida, y su boca es un no. Mira que esos labios preciosos me han besado el falo de formas increíbles, y esa lengua ha saboreado mi fluido preliminar, pero a la hora final la regla es apartarse. Porque eso es algo que no le gusta y por eso, de solo pensarlo se me pone dura como ahora.
No sé cuál es el motivo, pero me encantaría poder acabar allí, ver su rostro esperando y recibirme en varias partes. Ver sus labios goteando mi néctar me quita el sueño. Y más aún desde esa vez. Oooh esa vez. Estaba tan cargado, ella era una diosa sexual, me había follado como nunca. Le pedí correrme en su vientre para terminar el encuentro de la mejor forma. Se acomodó, estiró los brazos sobre su cabeza, en una posición de ninfa que marca su cintura y levanta sus pechos. Allí me miraba cuando la saco de su vulva y me dejo ir. Estaba tan caliente que el semen salió para todos lados, más lejos de lo que esperaba y unos de esos primeros chorros dio justo en la comisura de su boca. Eso me puso del todo en el momento exacto para tirarle 5 o 6 chorros más que fueron cayendo progresivamente más cerca por todo su torso. Fueron eternos esos segundos donde la gota bajaba por su mejilla antes que la limpiara con su dedo en disgusto. La imagen de ese instante la atesoro como oro.
Díganme damas, existe forma para sugerir repetir dicho momento. No sé cuál es la necesidad primitiva de correrme en su cara, o de que su rostro esté cerca de mi pene cuando acabe. Pero es algo que me muero por hacer, y quiero que ella también lo disfrute y le excite.
Cuéntenme aquí, les gusta a ustedes recibir corridas? En que parte? De qué forma? Espero que lo hayan disfrutado.