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Relato de cómo me excitó un mototaxista
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Es la primera vez que escribo una experiencia, asumo por culpa de la cuarentena ya que no hay mucho que hacer en estos tiempos. Atiendo a mi familia, felizmente casada con un hombre maravilloso que amo locamente.

Seguiré la rutina que veo hacen muchos por acá, describirme, como les comenté, soy casada; y no me da pena decirlo, tengo 42 años, soy de contextura delgada (mi esposo me dice flaquita), 1.65, pelo ondulado, trigueña, ojos marrones unas pompis y pechitos no tan grandes, pero firmes que siempre veo que hace voltear miradas y hasta a veces uno que otro piropo o alguna propuesta indecente.

Vivimos al norte del Perú, los que conocen sabrán que el calor es casi todo el año, por eso siempre ando en shorts y politos pegaditos, que a veces me causa problemas en los mercados o buses pues se quieren aprovechar algunos faltosos mañosones, incluso en casa de mis familiares uno que otro tío me toquetea sin querer queriendo, pero no les hago caso.

Mi esposo es el sustento del hogar, pero ya desde hace algún tiempo nos vimos en la necesidad de poder tener otros ingresos, así que acordamos que yo me dedicaría al negocio de ropa y zapatos en el mercado de nuestra ciudad; así que conseguimos un puesto para poder emprender mi negocio. Por motivos de trabajo, mi esposo viajaba constantemente y la mayor parte de la semana me la pasaba sola en casa o en el mercado trabajando, y como siempre tenía que llevar y traer mercadería, era común que use las famosas mototaxis que abundan por acá, ya no era novedad que algunos molestasen o hasta alguna propuesta indecente me hicieran, pero nunca les hacía caso, les seguía la corriente o les hacía algún queco coquetón pero ahí quedaba y me hacían algún descuento. Pero todo eso cambió de repente…

Terminaba de recoger mi mercadería y se me acercó un muchachito de 20 años (después supe que tenía esa edad) y muy amablemente me dijo que si podría ayudarme a guardar mi mercadería y me hacía la carrera en su moto, ni bien lo vi, sentí un cosquilleo entre mis piernas, tenía carita de niño bueno, musculoso y una mirada penetrante que no pude decirle que no, el hecho que cargó mis cosas a la mototaxi, las acomodó en la parte de atrás y me subí, le di la dirección y me llevo hasta mi casa.

En el camino me preguntaba si me gustaría que me haga la carrera siempre y yo le decía que no tenía horarios de salida ni llegada, pero se ofreció a recogerme y llevarme las veces que yo quisiera, hasta ahí todo normal. Ya se volvió costumbre que por los menos dos o tres veces a semana me hacía carreras, tenía su número y por Whatsapp le avisaba para que me recoja. Fuimos agarrando confianza y me contaba que había embarazado a una muchachita y que lo habían obligado a casarse y los padres de la muchacha le habían comprado la mototaxi para que mantenga a su familia, según él, fue un descuido, le dije que era un abusivo, pero yo me lo imaginaba cogiendo a esa chica con toda esa fuerza que se le notaba, me estremecía sin querer, él no lo notaba, pero me quedaba mirándolo, en mis pensamientos lo veía desnudo encima de mí, montándome y haciendo lo que a él le diera la gana.

Sin querer empecé a ilusionarme con ese muchachito y aún más cuando me dijo que por el embarazo riesgoso que tenía su esposa no podía hacer nada de nada, me reí a carcajadas, “uyyy -le dije- amiguito pues debes ir a desahogarte a esos prostíbulos”, me dijo que no, que no pagaba por sexo, entonces le dije, “tendrás alguna amiguita que te calme las ganas”, yo también le contaba que mi esposo no paraba en casa y con el negocio, llegaba cansada a casa de frente a dormir.

Creo que se armó de valor y me dijo que me invitaba un helado por el centro de la ciudad. “¡Que! -le dije- estás loco, como voy a ir por el centro a comer helado, no no”. Bueno me dijo que los compraba y nos íbamos a otro sitio a comerlo…

No lo pensé dos veces y le dije que ya, compró los helados y se fue con dirección al hospital local, donde hay una parte que es como estacionamiento y casi nadie va, se puso atrás junto conmigo y empezamos a comer los helados, yo tenía un sublime que lo metía a la boca y lo chupaba despacio, me quedaba mirando embobado, le dije que si quería que le invitara, me dijo que si, se lo puse por los labios y se lo quité, me dijo “mala me dejas con las ganas” y no sé por qué, pero le dije “no te quedes con las ganas” y fue como si le hubiese dicho cómeme, saltó sobre mí, me embarró con el helado mi boca, mi cara, mi pecho, pero no nos importaba nada, me besaba, me acariciaba los pechos. Dios que delicia, un joven de 20 años, me bajó como pudo el short y me dejó en calzoncito, y de frente fue hacia mi vagina, que delicia, extrañaba una lengua recorrer mi clítoris, mi anito, usaba su lengua como los dioses, me mordisqueaba, mi cuerpo vibraba en cada lengüetazo que daba, no aguanté y tuve un orgasmo delicioso, mis ojos se blanquearon, sentía que mi alma salía de mi cuerpo, le bañé toda la cara, era una delicia ver como se tomaba mis jugos, no me imaginaba que iba tener tanto placer en un espacio tan reducido en una mototaxi.

Trató de follarme pero incómodo, estaba desesperado por poseerme, se le notaba en los ojos, esa cara de macho en celo que como sea quiere poseer a su hembra, se frustraba por la incomodidad, le dije “cálmate y siéntate”, le cogí la verga, era la primera vez que se la veía, me gustó, no la tenía grande, pero si ancha, se la acariciaba, le miraba a los ojos, le pregunté si le gustaría que me la metiera a la boca, me dijo que sí, “oblígame” le dije.

Me cogió de los cabellos y me empujó a su verga, me atragantaba, pero fue tanta su excitación que no duró ni dos minutos y se vació en mi boca, dios mío, qué cantidad de esperma salía. Fueron como 5 o seis chorros grandes que salían a cada rato llenándome la boca, me los pasé todo, se lo limpié lo más que pude.

El pobre muchacho avergonzado por haber hecho eso, no sabía cómo disculparse, le dije que no se preocupara a veces pasa. Le dije que me llevara a casa.

Arrancó su moto y sin decir palabra me dejó en casa… Me di un baño les preparé la cena a mis hijos, jugamos un rato y a dormir… Ya acostada en cama pensé que necesito que este mototaxista debe terminar su carrera… Pero es para otra historia…

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