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Un regalo de cumpleaños que nunca olvidaré
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A petición de mi marido, voy a comenzar a escribir las situaciones más morbosas y excitantes que hemos vivido juntos. Todo lo que voy a contar es real, hacerlo me hace recordarlo y revivirlo de nuevo. Este será el primero de varios relatos que me gustaría publicar.

Era una tarde de verano, nos encontrábamos con nuestros amigos (otras dos parejas de edades similares a las nuestras) en la piscina de la casa de mis padres celebrando mi cumpleaños. Recuerdo que hacía muchísima calor y que no parábamos de charlar, reír y beber mojitos.

Lo que más me gusta de mis amigos, sobre todo de una de las parejas con las que tenemos más confianza, es que podemos hablar de todo. En muchas ocasiones hemos intercambiado miradas y comentarios que me han puesto muy caliente, y es que tanto ella como él, desprenden una sensualidad y erotismo que te pone la piel de gallina.

Al cabo de un par de horas se terminó el hielo, por lo que mis dos amigas se ofrecieron para ir juntas al supermercado a comprar más, el marido de la otra se quedó durmiendo en una de las colchonetas de la piscina, y mi marido, su mejor amigo y yo, nos salimos para preparar otra jarra de mojito.

Lo que ocurrió a continuación, ha quedado grabado en mi memoria como el momento más excitante, caliente y morboso de toda mi vida, todavía al recordarlo siento como una chispa que recorre mis labios mayores, clítoris y me sube por el ombligo hasta el pecho.

Mi marido sabía perfectamente que su amigo me atraía físicamente, y aprovechando que salí un momento de la cocina, le propuso llevarme a uno de los dormitorios para calentarme entre los dos, una proposición tan caliente como arriesgada, pues su mujer volvería en cualquier momento.

La tentación estaba servida y él accedió encantado, por lo que al volver a la cocina, ambos clavaron su mirada en mí y me pidieron que les acompañara un momento, que tenían que decirme algo. Al entrar en el dormitorio, cerraron la puerta y yo miré a mi marido pensando ¿qué ocurre? Mi marido se acercó y me susurró al oído: “voy a regalarte una cosa que sé que quieres desde hace tiempo”.

Casi me muero. Empecé a derretirme cuando sentí como las manos de su amigo me sujetaban la cintura acercándome hacia él de frente. Mi corazón latía fuerte pero el alcohol me hizo desinhibirme, había soñado desde hacía tiempo con un momento así y no lo iba a desaprovechar. Comenzó a besarme y lamerme el cuello mientras mi marido me masajeaba el culo y me besaba por detrás. Los tres cuerpos juntos y yo en el medio, los tres calientes y cachondos. Yo sentía como se me hinchaba el clítoris y como las pollas erectas de mi marido y de su amigo me rozaban y presionaban por delante y por detrás debajo de sus bañadores.

Su amigo me tocaba las tetas y me chupaba los pezones mientras mi marido seguía tocándome el culo y comiéndome por detrás. Me derretía por momentos y mis piernas se aflojaban cada vez más. Le pedí que subiera para seguir comiéndole la boca y empecé a manosear sus pollas, una en cada mano, recorriéndolas de arriba a abajo, estaban muy duras, me moría de placer.

En ese momento pensé en comérmelas las dos a la vez, como he visto en algunas pelis porno, las dos en mi boca, juntas, una en cada mano, me pone cachondísima, y cuando iba a empezar a bajar… ¡sonó el timbre de la puerta! No me lo podía creer, estaba allí chorreando, en el sueño erótico más intenso de mi vida y no podía continuar.

Nos pusimos rápidamente los bañadores, yo me fui al baño, su amigo a la piscina y mi marido a abrir la puerta a nuestras amigas. Después preparamos más mojitos y seguimos con la fiesta, intercambiando de vez en cuando miradas de fuego y complicidad, todavía calientes del momento tan excitante vivido minutos antes.

De esto han pasado ya dos años y cada vez que lo recuerdo me pongo cachonda. Muchas noches me masturbo pensando en ese instante, dejando volar mi imaginación, soñando que estoy en la misma habitación, entre ellos, y terminan follándome los dos a la vez. A veces también imagino que terminan corriéndose en mi boca y yo relamiéndoles las pollas, momento en el que llego a un fuerte orgasmo. Fue increíble.

Después hemos vivido otras aventuras y hemos llegado a cosas más fuertes, pero esta primera vez fue la mejor.

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