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Jamás lo imaginé con la señora Lupe
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Todo pasó hace ya algunos años, era yo un joven activo en los deportes, los amigos y los estudios. Durante la semana estudiaba y trabajaba con mis padres en un negocio familiar y los fines de semana me divertía con los amigos de la cuadra.

Entre mis amigos estaba Frido, no era mi mejor amigo pero compartíamos de vez en cuando y como sus padres eran de la clase pudiente… íbamos la patota de amigos a jugar vídeo juegos y ver películas a su casa. Su mamá se llama Lupe, (la señora Lupe para nosotros), ya que era una mujer que generaba mucho respeto, por su carácter y seriedad. Casada con un médico que pasaba mucho tiempo fuera y las malas lenguas decían que tenía otra mujer por la calle.

Era muy frecuente que estuviéramos en la casa de Frido, más mis amigos que yo, ya que durante la semana trabajaba y ellos no, por esto del estudio y el trabajo era yo un chaval más serio y responsable a los ojos de los representantes de la cuadra, siempre era a mi a quien se dirigían cuando hacíamos mucho ruido o estábamos de juerga muy tarde en la noche de los viernes o sábados; La señora Lupe también tenía esta percepción, por eso cada vez que iba yo a su casa ella aprovechaba para conversar algunos temas conmigo y como ya los demás sabían que eran temas algo aburridos para ellos, se iban al cuarto de Frido a jugar y nos dejaban en nuestras ya recurrentes charlas.

Un día de fin de semana pasé temprano a buscar a Frido para jugar un vídeo juego que yo había comprado, pero él y el resto de la patota habían ido a un campamento de dos días. El asunto es que toqué el timbre y la señora Lupe abrió la reja desde dentro y con el intercomunicador me indicó que pasara, una vez dentro me dio jugo y pan y me pidió que le hiciese compañía ya que con la ida al campamento de Frido y la ausencia del esposo se sentía algo sola. Hablamos de todo, le ayudé con algo de la limpieza y entre plática y plática cometí la imprudencia de decirle que me parecía que su esposo era muy tonto por dejarla sola tanto tiempo. La señora Lupe paró de barrer y mirándome fijamente después de un incómodo silencio, me dice:

-Tú crees que sea tonto, no será que tiene otra mujer por allí? o tú crees que yo no sé de lo que se dice por la calle?

Me quedé helado, abrí una caja que no sabía cerrar, por muy de maduro que me la quisiera dar, solo atiné a decirle que sí, la gente decía eso, pero que igual para mí era un tonto por dejar una mujer tan bella a merced mía.

Mieeerdaa!! Pero para que le dije esa vaina?? Me volví loco o qué? de verdad no sé por qué le dije eso. Ella me miró y se levantó, apretó el botón de la puerta y me dijo…

-ya es tarde, vete a tú casa.

Qué pensaron? qué me la iba a dar así no más porqué yo soy bello o tengo el güevo larguísimo como más de un embustero aquí? pues no! me corrió elegantemente de su casa y yo me pasé toooda la semana siguiente con un sentimiento así como si estuviera de luto y cagao porque ella pudiese venir y hablar con mis padres de mi indiscreción; pero no vino y yo pasé algún tiempo distanciado de Frido para no ir a su casa donde su mamá que debía odiarle y podía correrme.

Un día venia yo de la Uni, y un carro se detiene a mi lado, baja el vidrio y era la señora Lupe quien me saludaba y me decía que subiera, que me llevaba. Yo subí y durante el camino no dije nada, entonces ella rompió el silencio:

-Por qué dijiste que yo quedaba a merced tuya? es que acaso tienes algún interés en mí, que puedo ser tú madre?, y si tuviéramos algo tu y yo, serias capaz de ser lo suficientemente discreto.

Me pareció que a pesar de todo con sus últimas palabras había dejado el chance para que de verdad tuviéramos algo, pensé bien lo que debía decir, o me disculpaba y decía que lo dije sin pensar o me la jugaba y ganaba o perdía:

-Mire Lupe… Ud. podrá pensar que puede ser mi mamá… pero no lo es, ni quiero que lo sea… porque Ud. no necesita un hijo, porque ya lo tiene, Ud. necesita un hombre… que es lo que le falta y ya -le dije que por gafo.- Allá él con su conciencia, yo solo le pido la oportunidad de que me pruebe a ver cuán discreto puedo ser.

El carro se paró en la acera de frente a mi casa y me dijo…

-Déjame pensarlo si?

Yo pensé… se jodió esta mujer, ya me está pidiendo permiso de pensarlo!! Me bajé y se fue a su casa. Me bañé, cambié y pasé a la media hora frente a su casa muy lentamente, Frido estaba allí en el porche y me dijo “Luis aquí está tu juego, te lo iba a regresar, pero andas perdido, ven pasa”.

Una vez adentro saludé a Lupe y cuando pasé por su lado me pellizcó un brazo y me picó un ojo, yo subí hasta el cuarto de Frido, recogí el juego, charlamos un momento y le dije que iba al baño. Salí loco a buscar a Lupe, la encontré en la cocina, me miró como sin saber qué hacer, me le acerqué y sin más, la besé, abracé y apretujé hacia mi lo más fuerte que pude, ella correspondió… al cabo de unos segundos me tomó de la mano y me subió a su cuarto y me dijo “espérame acá”.

Fue al cuarto de Frido y oí que dijo “a Luis lo llamó su mamá y se tuvo que ir”. Regresó al cuarto y comenzó a comerme literalmente, sus manos desbrocharon mis pantalones, bajaron mi interior y tomaron mi miembro para hacerle la paja más rica que me habían hecho jamás.

Me quité la franela y quité su ropa, quedó en ropa interior y allí fue donde tuve idea del bocadillo tan delicado que iba a comerme… una mujer de verdad, madura, rellenita, pero bella, natural, real… terminé de desvestirla, la tenía para mí, la puse delicadamente sobre la cama, la besé nuevamente y bajé a su sexo peludito, pero bonito. Lupe se arqueó al sentir la humedad de mi lengua en su raja, tomó mi cabeza y la presionó hacia su sexo, yo lamía y chupaba como un poseso, comenzó a gemir en silencio para que Frido no oyera, luego se fue haciendo más continuo, comenzó a mover sus caderas y a decir “si, si, qué rico!”. Allí me levanté, apunté mi miembro a su cueva y se la metí entre delicado y rápido, comencé a bombearla lento, algo más rápido hasta que ella rodeó mi espalda con sus piernas y me apretó fuertísimo y llegó a su orgasmo, entre jadeos y espasmos involuntarios, yo seguí bombeándola igual y luego de algún tiempo saqué el güevo y acabé en su barriga.

Al cabo de unos minutos nos paramos, duchamos y salí a hurtadillas de la casa para que Frido no me viera, y naturalmente como si viniera de jugar videojuegos para que los vecinos no se percataran de la movida.

Lupe y yo hasta el día de hoy seguimos viéndonos, no con la misma frecuencia, pero si con la misma lujuria de aquellos días.

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