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Mi madre se accidentó y yo me la termino cogiendo (Parte 1)
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Hacía unos años que mis padres se habían divorciado, aunque en muchos casos es un hecho que puede separar a las familias, en mi caso eso no pasó. Mi padre se fue a vivir con su nueva pareja, pero yo mantengo una relación casi de amistad con él. Me llamo Matías tengo 20 años y soy independiente, aunque vivo en un apartamento en el mismo edifico donde vive mi madre, ella en el octavo piso y yo en el quinto.

Con mi madre, Alejandra, tengo una relación un poco más próxima, especialmente por vivir en el mismo edificio, pero ella no es una típica madre, no es de la que le puedo llevar ropa para lavar o a la que le pueda pedir que me prepare comida, todo lo contrario. Ella, creo que nunca cocino en su vida o por lo menos nunca la vi hacerlo, no es una madre muy tradicional, pero yo me acostumbré a ella.

Ale, como le digo a mi madre, fue campeona de esgrima, practica hace mucho tiempo natación y tenis, siempre está haciendo alguna actividad física. El deporte la rodeó de amigos, especialmente un grupo de mujeres con las que siempre está junta y viajando.

Un jueves llego a casa y escucho en el contestador un mensaje, era de mi madre, me avisaba que ese fin de semana saldría de viaje con tres de sus amigas a un centro de esquí, algo habitual en ella, que volvería el lunes y que no me preocupe, que nos veríamos el martes. Yo estaba acostumbrado a sus viajes.

Al igual que mi padre, mi idea siempre fue estudiar medicina para ejercer la misma profesión que él, sé que es una carrera complicada y aunque mis padres siempre me alentaron a empezar todavía no le hice, sólo tengo un curso de RCP, por los que mis conocimientos de medicina son nulos, pero algo es algo y eso ilusionó principalmente a mi madre.

Volviendo a mi madre, me gustaría describirla, que conozcan su aspecto físico, para que la imaginen. Un metro sesenta y cinco, no parece una gran altura, pero su personalidad la hace ver más alta, es bastante flaca pero musculosa, el esgrima esculpió sus piernas a lo largo de los años, tiene un culo hermoso, duro, redondo, bien marcado. Los pechos, aunque no muy grandes, se ven firmes y redondos. No parece tener la edad que tiene, parece mucho menor. Muchas veces la vi en traje de baño y la verdad en esos momentos no la podía ver como madre, se me ponía dura al instante, pero trataba de no mirarla para no pensar en su cuerpo, me parecía que no era lo correcto.

Era un jueves, hasta recuerdo el día, un 6 de noviembre, recibo un llamado a mi teléfono móvil a las nueve de la noche, aproximadamente, miro la pantalla y estaba el rostro de mi madre, no me pareció raro que me llamase pero no era habitual a esa hora. Atiendo la llamada, la voz no era la de mi madre, por un instante no entendía nada.

-Hola ¿Matías?

-Si Matías.

– ¿Cómo estás?, soy Elena, amiga de tu mamá, ella me dijo que te llame, no te preocupes, pero tuvo un accidente, está bien, estamos en el hospital del lago.

-Pero ¿qué le pasó? ¿Cómo está?

-Estábamos esquiando y siguió de largo en una curva, cayo unos metros por una pendiente y se rompió una pierna, ahora están viendo que le pasó en el brazo. Por suerte no se golpeó la cabeza, sólo el cuerpo.

-Voy para allá.

-No, dice que no hace falta, que no te preocupes.

-No importa ahora voy.

Llego al hospital, voy a la recepción y me indican que vaya al primer piso habitación dos. Apenas entro veo a Elena, estaba parada delante de una mampara, cuando me ve, se acerca con una sonrisa a saludarme, lo que me tranquilizó. Mi madre estaba sobre una cama detrás de la mampara. Elena me lleva al pasillo y me anticipa la situación antes de verla.

-Hola Elena

-Hola Matías, no hacía falta que vengas, ella no te quiere molestar, yo la iba a llevar a casa en unas horas cuando le den el alta. Se quebró el peroné, no fue muy grave, no quisieron operarla dijeron que no hacía falta. Le pusieron un yeso, lo va a tener que usar un poco más de un mes.

-No hay problema, la llevo yo, si igual voy para casa.

-Bueno ahora le preguntamos qué quiere hacer.

Entramos a la habitación, mi madre estaba acostada en la cama, vestida con la ropa con la que fue a esquiar, la pierna del pantalón la habían cortado, la bota de yeso relucía su blancura, pasaba unos 10 cm sobre la rodilla. Me mira con resignación, pero sin perder la sonrisa.

-Hola Ma. ¿Te duele? ¿Cómo pasó?

-Por los calmantes no me duele mucho, pero me dijo el doctor que me iba a empezar a doler. Fue una estupidez, iba demasiado rápido en una curva y caí sobre una pierna, escuché cuando se me rompió el hueso, fue horrible, suerte que estaba Elena.

-Sí, me contó.

-Me dijo que me va a acompañar a casa.

-No, ya le dije que te llevo yo.

-Pero ella me dijo que se quería quedar unos días para acompañarme y me ayuda.

-No hay problema, me quedo yo y te ayudo, para mi es lo mismo, estoy en el mismo edificio.

En ese instante regresa Elena con las novedades del médico.

-Estamos de suerte, me dijo el doctor que en una hora te dan el alta y nos podemos ir.

-Gracias Elena, me dijo que me lleva Matías, se quiere encarga él.

-Sí, me dijo que te lleva, pero no querés que vaya a tu casa y te ayude.

-No, no hace falta, vos estas cansada también y él se quiere quedar conmigo unos días.

-Pero te tiene que ayudar en todo.

-No hay problema, no va a ver nada que lo sorprenda, ya es grande

-Bueno Matías si vos te haces cargo y a ella no le molesta, lo dejo en tus manos. Cualquier cosa me llamas y voy enseguida.

-Elena no te hagas problema, yo me encargo, me voy a vivir con ella hasta que se pueda valer sola.

Yo en ese momento no pensaba en los problemas a que se refería Elena, no se me había pasado por la cabeza en cuales serían esos problemas que la preocupaban. Tal vez lo decía porque la tendría que ayudar con cosas básicas como limpiarse, pero no quería pensar en ese momento, lo descubriría cuando llegue a casa.

Llega la enfermera con la orden y una silla de ruedas, ella con suma facilidad se encarga de subirla a la silla y me la entrega para que la lleve a la salida. Llegamos los tres juntos a la salida, ayudo a mi madre a sentarse en la parte trasera del auto, una situación media incomoda, pero se la notaba contenta que volvía a su casa. Elena nos ayudó con algunas cosas y nos volvió a preguntar si quería acompañarme a casa, pero les dijimos que no hacía falta, especialmente mi madre insistió en rechazar su ayuda.

En el viaje la vi animada, hasta parecía extrañamente contenta, era como si hubiese deseado estar en esta situación, era algo que me tranquilizaba, aunque no imaginaba cual era realmente su intensión.

Cuando llegamos al edificio, la ayude a subir a su apartamento, me fue más fácil levantarla y llevarla como a una recién casada en los brazos, realmente no pesa mucho. Entramos y la dejo acostada en su cama y me voy a buscar algunas cosas a mi departamento para pasar la noche en lo de mi madre. Cuando regreso le pregunto si necesitaba algo, me imagino que estaría cansada.

– ¿Necesitas algo? ¿Algún analgésico?

-No, por suerte no me duele mucho, te iba a decir si me ayudas a ir al baño.

-Si, como no.

-Me quería dar una ducha, todavía estoy con la ropa con la que esquié, me quiero cambiar. Vas a tener que cubrirme el yeso, en la cocina hay unas bolsas de nylon, anda a buscarlas, mientras me voy sacando la ropa.

No pude decir nada, cuando escuche que se iba a sacar la ropa quede en shock, fui a la cocina en silencio a buscar las bolsas, pero pensando que se estaría sacando la ropa, tal vez me esperaría en ropa interior o tal vez sin nada, una duda que me excitaba y no lo podía evitar.

Tomo una bolsa grande, negra y también un rollo de cita adhesiva para poder sujetarla y vuelvo a su habitación. Apenas entro por la puerta la veo con los pechos al aire, nunca la había visto así, ni lo imagine, se había sacado la remera y el sujetador. Tiene unas tetas hermosas, firmes y lo que más me llamaron la atención eran los pezones, se los veía duros, que sobresalían de las areolas como un centímetro y medio, erectos, supongo que estaba excitada. No pude evitar que se me ponga dura la pija, por suerte llevaba un jean y no se me notaba. Me acerco al borde de la cama y me dice.

-Matías ayúdame con la calza.

No digo nada, como un autómata obedezco, llevo la manos a su cintura y tomo la calza azul de los costados y se la empiezo a sacar, ella apoya sus manos sobre la cama y despega levemente la cola de la cama, la calza opone un poco de resistencia en el culo, estaba ajustada pero tiro hasta empezar a bajarla por las piernas. Queda solo con una tanga muy pequeña blanca, casi transparente, veo que estaba mojada, enseguida la toma con sus dos manos y se la saca. Ahora veo su hermosa vagina, sin un solo pelo, sus labios, rojos brillaban por la humedad, se podía sentir el calor que emanaba y un olor a una mezcla de orina, perfume y transpiración, lo quería respirar todo, sentirlo con una aspiración profunda. Toma toda su ropa con una mano y me la da.

-toma, llévala al lavarropas y me ayudas a envolver el yeso para que no se moje

Seguía sin poder decir una palabra, temía a que me temblara la voz, tomo la ropa aún caliente y la llevo a lavar. Apenas estoy en el pasillo miro la tanga de cerca, estaba húmeda, resaltaba en el blanco de la tela una raya amarilla brillosa y restos de una baba transparente. No me resisto y me lo llevo a la boca, el olor era muy penetrante pero no podía dejar de olerlo, lo chupo como si fuere un néctar exquisito, limpio la tanga con la lengua, casi fue un prelavado. Pongo todo dentro del lavarropas y vuelvo a la habitación.

Entro a la habitación y se me clava la vista en las tetas, no podía creer que tenga esos pezones tan duros, se podían sentir su dureza sin tocarlos. Me acerco y nunca me imaginé que sus abdominales se marcaran como si fuera una tabla de lavar, brillaban, supongo que por el sudor o como consecuencia de su grasa corporal, era una visión surrealista.

Con la bolsa de nylon le empiezo a cubrir la el yeso, sobre la rodilla se la pego con cinta sobre su piel. Quedo sellada, a prueba de agua.

-Me ayudas, me llevas al baño, no quiero caminar.

-Si, como no.

Todo duró unos segundos, pero estos momentos en nuestra mente parecen horas. Paso mis brazos por debajo de su cuerpo y la alzo. Me daba vergüenza mirarla a la cara, pero ella tenía una sonrisa en la cara, parecía que cada minuto que pasaba lo disfrutaba más. La llevo al baño

-Déjame en el inodoro, no fui desde la mañana.

-Sí

– ¿Te quieres quedar? Yo no tengo problema.

-no está bien, espero afuera.

Salí del baño, por lento, por estúpido, a ella no le molestaba que la viera cagar, casi me invitaba a verla cagando, pero mi vergüenza decidió por mí y la espero afuera del baño. Después de unos minutos me vuelve a llamar.

-Matías, ¿Me ayudas?

-Si, ahora entro y te ayudo.

Veo que sigue sentada y me extiende los brazos cuando me ve entrar. La tomo de un brazo y la ayudo a entrar a la ducha. Puedo rozar un pecho con el codo, me estaba por reventar la pija.

-¿M puedes ayudar en la ducha?

-Si

No podía creer lo que me estaba pidiendo, estaba desnuda y me pedía que le pase jabón por su cuerpo desnudo, que le limpie como a un bebe por todos lados. Abro la ducha y regulo la temperatura del agua, ella apoya sus dos manos en la pared y me da la espalda esperando mis manos, no la hago esperar y empiezo tirando jabón líquido sobre su espalda. Tomo una esponja que usa para bañarse y se le empiezo a frotar por la espalda, bajando de a poco hasta la cintura y luego subo. Tenía la mejor vista del culo, hermoso, firme, redondo y brilloso por el agua que escurría. Gira la cabeza y me dice con una sonrisa.

-No tengas vergüenza, el culo también.

Ya tenía el permiso y no la hice esperar, le empiezo a manosear y enjabonar el culo. No podía despegar las manos de esos hermosos cachetes, brillaban como dos bolas de bowling, pero no me atrevía a meter la mano en la grieta.

-Dale, no tengas miedo, ya sé que te puede dar asco, pero limpia bien, no me gusta tener la cola sucia, mete el dedo en el ano con un poco de jabón y límpialo bien. Mira que te falta por adelante también Jajaja

Estaba entregada y no pude aguantar más al igual que ella, empecé a deslizar el dedo índice por la raya del culo mientras lo levantaba arqueando la espalda. Puedo sentir por el tacto cuando llego al ano, siento su rugosidad mientras lo enjabono. Me fue muy fácil hacer que entre el dedo, el jabón lo había lubricado, pero no fue sólo eso, era un agujero entrenado, dilatado en el tiempo, el dedo entra casi sin empujarlo, hace tope en mi mano, estaba todo adentro, en ese momento pegó un pequeño gemido. Empecé a sacar el dedo despacio pero inmediatamente ella me tomo la mano desde la muñeca y la empuja hacia el culo, con eso el dedo se volvió a meter en la profundidad del culo.

Habíamos cruzado una barrera, ya era imposible volver atrás. Mientras mi mano derecha estaba ocupada en el culo, con mi mano izquierda le empiezo a manosear las tetas, puedo sentir sus duros y puntiagudos pezones mientras siento la firmeza de sus pechos. Le empiezo a masturbar el culo con el dedo, lo meto y antes de sacarlo lo vuelo a meter de nuevo en forma alternada y rápida, pero no puedo resistirme y le meto otro dedo, que entra también, con mucha facilidad.

Los gemidos se aceleraron de tal forma que ya eran gritos. Mi madre no puede más, agitada gira su cabeza y me mira sobre su hombro para decirme.

-Vamos a mi cama

Le saco los dedos del culo y la alzo en mis brazos, me empieza a besar, nuestras lenguas se entrecruzan como espadachines en combate. La llevo a su habitación, casi nos habíamos olvidado del yeso, estábamos completamente mojados. No hizo falta que me diga nada, me desnudo y salta mi pija como un trampolín, ella la toma con sus dos manos y la empieza a chupar con desesperación, pero no quería hacerme acabar y se detiene, me vuelve a mirar y me dice.

-Métemela por el culo, no quiero quedar embarazada, por favor con fuerza.

Le pongo una almohada debajo de su panza y primero hundo mi boca en el culo y se lo empiezo a chupar. Después de unos minutos le empiezo a meter la pija por el culo, cuando entra la cabeza empujo con mucha fuerza hasta el fondo. La empiezo a sacudir muy fuerte y ella no paraba de gemir, chorreaba por su vagina dejando un charco en la cama. Le doy con fuerza tratando de aguantar lo más que puedo sin acabar, pero después de unos minutos acabo adentro del culo y gran cantidad. Saco la pija despacio y puedo ver como le chorrea el semen de sus entrañas.

Quedamos muertos, uno al lado del otro acostados en la cama mirando el techo, empezamos a reír sin decirnos nada, pero la tregua no duro mucho, nos miramos y no resistimos una segunda vuelta, esta vez duró como dos horas, metiendo y sacando el pene de su culo o boca.

Ese fue el primer día en que probamos el incesto, no lo pudimos dejar de hacer desde ese día, no nos pudimos despegar cada vez que nos veíamos. La bota de yeso la tuvo por un mes completo, yo me quede a vivir con ella, la ayude primero a cuidar y luego a recuperarse. Todos los días cogemos, ahora lo hacemos por todos los agujeros. Me sacó la duda de porque tenía el ano tan dilatado, usaba un dildo gigante hace años, hasta le había puesto nombre, pero de a poco lo fui reemplazando o muchas veces trabajábamos en conjunto.

Hasta acá fue como empezamos esta relación de incesto, en otro relato les contaré como convencimos a su amiga Elena para entrar en nuestro juego, o mejor dicho en como la engañamos para dejarla atrapada en nuestra lujuria.

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