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Fruto prohibido
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Soy una chica que a mis 25 años todo en mi vida marcha bien. Estoy comprometida hace dos años, tengo un jevito por el lado, pero hace dos meses atrás tuve un sueño que despertó mi deseo más oscuro. Esa noche no pude conciliar mi sueño, solo pensaba cómo sería ser poseída por mi tío. Sí, eso fue lo que soñé peor aún se convirtió en mi obsesión. Mi tío estás a mediados de sus treintas con un buen cuerpo, una mirada de pícaro, labios sensuales y un aura que gritaba placer. Siempre había notado esos atractivos de él, pero no le daba importancia. Hasta lo sucedido hace dos meses. Él es medio hermano de mi mamá.

Mis pensamientos giraban alrededor de él. Tenía que buscar la manera de llamar su atención. Era difícil concentrarse cuando solo veía a mi tío. Una noche de sexo salvaje con mi jevito me corrí en su órgano masculino pensando que era de aquel hombre que secretamente me regalaba mis más deliciosos orgasmos. También me pasó lo mismo con mi prometido. Pasaron los días y se me ocurrió una idea. Me tome unas fotos algo sexy y se las envié a mi tío por error. Deje pasar dos minutos y rápido le texteé pidiéndole disculpa por la confusión. Después de ese percance continúe conversando con él por medio de mensajes y algunas llamadas. También seguía compartiendo fotos ya que él me había mencionado algunas cositas de cómo mejorar las mismas.

Con el pasar del tiempo tuve que hacer a un lado mi delirio por mi tío. Solo lo pensabas en la soledad de mi habitación dándome placer hasta caer rendida de satisfacción. Una tarde recibí una llamada de mi hermana que se encontraba en el estado de Nueva York. La misma se convirtió en un bálsamo para mí obsesión. Iría para Nueva York en menos de dos semanas y de paso visitaría a mi querido tío. Lo llamé para dejarle saber que iría de visita; que cosa más rica era escucharlo decirme mi niña. Él no sabía cuánto fantaseaba con tenerlo entremedio de mis piernas. Sonreí maliciosamente porque sabía que lo conseguiría.

Los días se fueron a cuenta gota tantos para salir de mi país como los días con mi hermana. Al fin había llegado a mi destino. Cuando llegue a su casa lo saludé cómo siempre —¡Bendición tío!— abrazándolo y pegándole mis senos a su pecho. Solo se lo dije para alimentar el morbo en mi cuando me dijo —¡Dios te bendiga mi niña!— sabías que al escucharlo se despertaría mi excitación por él. Los dos primeros días disimule lo más que podía, pero la mirada de mi tío me debilitaba. Al punto que si me quería coger en la mesa del comedor no le pondría resistencia.

Estaba comiendo mucha mierda lo necesitaba sobre mi y era ya; mañana regresaba a mi país. Le mencioné si quería tomarme unas fotos con una ropa nueva que había comprado en realidad era una lencería negra de encaje. Arregle mi cabello coloque una gargantilla de cuero negra y mis tacones del mismo color.

Cuando camine hacia la sala donde me esperaba la ricura de hombre que es mi tío. Sentí como mi feminidad se contrajo al ver cómo esa mirada pícara cambio a una de animal hambriento vigilando su presa. Note que tragó hondo mentalmente estaba aplaudiendo porque obtendría lo más que deseaba. Me tomo unas cuantas fotos hasta que me acerque a él y le dije —Dejemos de fingir cógeme dónde quieres tío— me miró con asombro me tomo por el cuello observando mi gargantilla apretó fuertemente y me besó a su antojo. Un beso lleno de deseo su lengua saboreo todo el interior de mi boca nunca dejo de apretarme el cuello. Ese beso marcó lo que sería la noche más excitante y carnal que he vivido. Dejó de besarme y comenzó a tocarme sin ninguna delicadeza sentía esas manos firmes tocar mi piel, la misma se encendía rápidamente como una hoja de papel en llamas. No eran solos sus manos la que tocaban mi piel si no su lengua viajaba por otro camino.

Mientras hacías estos recorridos iba caminando y empujándome a la hacía la pared. Allí sentí como su cuerpo se pegó al mío y sentir su erección me arrebato de placer. Lo tomé por el pelo y lo bese satisfaciendo las ansias que había guardado por él. Era increíble sentir su miembro rozarme en mi entrepiernas. Su desespero era fascinante saco mis senos por encima de mi sostén los miro y su lengua se deleitó primero con mis areolas y después con mis pezones. Me tenía gimiendo, suspirando y jadeando que hacían que mi respiración fuera errática. No dejaba de comerme mis senos y una de sus manos encontró mi feminidad atrapada en aquella tela sensual. Posó su mano encima de mi pubis y fue bajando hasta encontrarse con una braga mojada. Paro de chuparme los senos; me miró con una perversidad que me volvió loca y para rematarme cuando me dijo —mi niña es una putita rica— lo bese nuevamente y le dije —Pruébeme tío mío— pasó su lengua por mis labios y se dedicó hacer un camino de mordidas hasta llegar a mi ropa interior. Él desgraciado no me la quito si no la rompió de un tirón. No me equivoqué en desearlo de la manera q lo hice. Con sus dedos iba tanteando mi parte íntima. Primero rozo mi clítoris para luego apretarlo con dos dedos. Luego trazos unas líneas alucinante sobre mis labios vaginales y por último exploró mi interior con dos dedos. Al principio fue dulce, pero al ver como lo miraba de complacida su ritmo se volvió rápido y preciso. Trataba de ahogar mis gritos, pero era imposible no me importo si algún vecino me escucho. Estaba disfrutando al máximo con el hombre que había robado mi sueño. Sustituyó sus dedos por su lengua la verdad no sabía si podía aguantar tanto placer. Siguió en su tarea no solo su lengua sentía si no toda su boca junto con sus dientes. No pude aguantar más y me corrí en su cara.

Complacido con mis jugos en su cara y sobre todo en su boca nos volvimos besar, dónde su lengua se aseguró dejarme mi sabor. Me volteo para quedar de espalda a él y me dijo al oído —Mi niña putita sabes a manjar de los dioses— pasó su lengua en mi oreja y por cualquier lugar que viera visible. Me quito el sostén acarició mi espalda hasta llegar a mis nalgas. No perdió tiempo y las azotó fuertemente que a pesar que sentía la humedad de su lengua sobre ellas aún sentía el ardor. Las mordió y dio paso a lamer mi culo. Estaba vuelta en un lío, todo en mi temblaba al sentir como se comía mi culo.

Después de esa rica mamaba puso su miembro entre medio de mis nalgas y se masturbo con ellas. Me apretadas las nalgas con fuerzas y yo cumplía moviéndome para él. Termino con mis nalgas y le dio unos azotes nuevamente para que me acomodara. Su masculinidad la rozo en mi entrada hasta el clítoris y viceversa dos veces más. Me estaba desesperando quería tenerlo en mi interior para venirme otra vez. Sin avisar lo metió de una no grite solo deje escapar un gemido porque al fin sabría cómo sería ser poseída por mi tío. Era un salvaje lo sacaba hasta la punta para luego embestirme con fuerza. No voy a negar al principio no encontraba un ritmo para darle placer. Poco a poco lo fui encontrando y fue la primera vez que lo escuché gemir. De verdad que mi tío es una ricura seguimos cogiendo a plenitud me agarró del pelo echando mi cabeza para atrás. Buscó mi boca nos besamos, con la otra mano buscó mis senos los apretó y sus movimientos aumentaron de velocidad. Al punto que me vine en su miembro. Rápidamente lo sacó de mi interior dejando un vacío irreconocible para mí. Me volteo y me dijo —Ven putita te quiero de rodillas mi niña hermosa— obedecí a mi tío. Sabía lo que él quería y yo estaba dispuesta a dárselo no si ante decirle —Quiero toda su leche tío mío— me sonrió acariciando mi pelo. Tome la masculinidad de mi tío con una mano y lo metí en mi boca. Comencé a mamárselo suave y después aumentando el ritmo. Era un deleite mirarlo y escucharlo gemir. Mi tío me miraba con deseo carnal eso me ponía mil. Mi lengua jugaba con su miembro en el Interior de mi boca. Mi tío tomó el control y me ahogo con su miembro no uno sino tres veces más. Una vez satisfecho de verme ahogada con su pene. Seguí mamando hasta que sentí el líquido caliente llenar mi boca. Saboreé su sabor hasta no poder más. Luego de tragarme su esencia y dejárselo limpio me ayudó a pararme me besó probándose junto mi sabor. Nos dimos las buenas noches y cada cual se fue para su cuarto.

Al día siguiente me marché no nos dijimos nada. Antes de abordar el avión le envié una foto de mi cuerpo marcado dándole las gracias por el mejor sexo que había tenido. Ya estoy preparando un nuevo encuentro con mi tío, pero él aún no lo sabe.

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