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Una verga en mi boca
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Intentaré darle un orden cronológico a las historias de mi vida, las buenas historias que me han hecho ser quien soy. Todo lo que contaré es verídico y espero tener el valor de no guardarme ningún secreto de los que hasta ahora, jamás he revelado.

De mis primeras experiencias, no puedo ser específico en las fechas porque sucedió hace mucho tiempo y además, no tiene la menor importancia en la narrativa. Son los hechos los que cuentan.

Aquí les cuento de: UNA VERGA EN MI BOCA.

El tamaño de esa verga era tal, que abarcaba por completo mi rostro, desde el mentón hasta la parte alta de mi frente; y tan gruesa que apenas cabía en mi boca abierta en forma de O. Cuando ponía la cabeza de esa verga en mi boca, no dejaba ningún espacio por el que se pudiera colar ni siquiera el aire. En verdad que era una verga ENORME, o así me lo parecía a mi quizás en aquella época.

No recuerdo nada más de aquel hombre, ni haber notado el aspecto de su rostro, si alguna vez supe su nombre, también lo olvidé. Sólo tengo el recuerdo difuso de encontrarlo bebiendo y fumando yerba junto al arrollo seco en donde yo acudía de vez en cuando con amigos.

Pero era cuando iba solo, cuando obedecía sin saber porqué, la orden de tomar su verga con mis manos. UNA VERGA TAN GRANDE! que no podían rodearla por más que intentaba juntar mis dedos alrededor de ella.

Ese acto despertaba en mi una curiosidad natural de descubrir su textura al recargarla en mi cara. De maravillarme al sentir como crecía y se endurecía sacando mis ganas de golpear con ella mi rostro… de besarla y chuparla. ¡CHUPAR Y CHUPAR! era algo que se me daba muy bien hasta percibir el sabor salado que impregnaba mis labios.

En mis fantasías el me acariciaba la nuca y me decía: Así, así, sigue, más, más! Mama putita! trágatela toda! Sigue chupando hasta que descargue todo en tu boca! Si te portas bien te dejaré mamarla todos los días… dime que quieres ser mi putita para siempre.

Si te portas bien, yo me encargaré de que nunca te falte UNA VERGA PARA DISFRUTAR.

Pero sólo en mis fantasías, en realidad jamás hubo algún dialogo siquiera parecido. Evidentemente, yo no sabía mamar, nadie me enseñó ni el me daba instrucciones. Tampoco recuerdo su voz y dudo mucho que jamás me haya dirigido la palabra.

Yo solo chupaba y chupaba la enorme cabeza que no cabía en mi boca tratando de meterla hasta donde podía para que, tiempo después, descargara su leche espesa dentro de mi boca, apurándome a tragar como si de un delicioso postre se tratara, para luego limpiar con mi lengua agradecido esa GRAN VERGA! que yo era capaz de despertar y que en ese momento era solo mía.

No recuerdo cuantas veces sucedió ni durante cuánto tiempo lo hice, como dije antes, el recuerdo es difuso acerca de todos esos detalles. Lo que si recuerdo, es que yo volvía cada que podía con el deseo y la ansiedad de encontrarlo, de obedecerlo, de darle todo el placer que quisiera a cambio de regalarme su semen y las hermosas sensaciones que me provocaba.

Ya necesitaba escribir y describir lo que viene a mi mente ahora y provoca extrañas punzadas en mi culo, por el recuerdo de su tamaño frente a mi, su grosor con mis manos intentando abarcarla, su textura acariciando mi rostro mientras crecía y, por supuesto, ese sabor que hasta el día de hoy sigo deseando volver a disfrutar… esa necesidad de sentir ahora mismo, una verga en mi boca.

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