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Las tetas de doña Gloria
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Hoy les contaré sobre doña Gloria, una compañera que tuve en mis inicios laborales, yo tendría alrededor de unos 23 o 24 años más o menos, y ella era una hermosa mujer de unos 40 años, perfectamente conservada, con dos divorcios, sin hijos y una vida bastante monótona. Ella pertenecía al departamento de imagen y yo al de diseño, por lo cual teníamos interacción constante, y de ahí pues vino una amistad.

Claro que a mi lo que me importaba era poder tener entre mis manos esas hermosas tetas que se cargaba, y que hacía resaltar día a día, sabiendo que era su atributo más llamativo, todos los día comíamos juntos, salíamos a la misma hora y nos tomábamos en el estacionamiento, procuraba estar yo lo más cerca de ella por si se le ofreciera algo ahí estaría para salvarla.

Obviamente mis intenciones iban más allá, y sucedió, tal vez a propósito por parte de ella y que bueno por suerte para mí, un viernes al salir, su coche tenía pinchada una llanta y "casualmente" no traía la de refacción, como ya era tarde cuando salimos, había pocos compañeros y mi coche estaba sólo unos lugares del suyo, por lo que cuando me di cuenta me ofrecí a llevarla a su casa. Por supuesto que ella accedió rápidamente y sin pensarlo.

No se si sería por la situación, pero ese día lucía especialmente hermosa y antojable, con una blusa gris de seda y una minifalda que mostraba excelsa mente sus bien torneadas piernas, yo me sentía el hombre más afortunado de tenerla en mi coche, le invité una copa y acepto, pasamos por un bar y tomamos solo unas dos copas y me dijo que quería llegar a su casa para ponerse cómoda.

Por lo cual salimos y al llegar a la puerta de su casa me invitó a pasar, le dije que no quería molestarla, pero en ese momento no se si fue por el efecto de las copas ella me tomo del cuello y me plantó un tremendo beso, de esos que te asfixian, pero ni tardo ni perezoso respondí y empecé a acariciar su cintura y sus nalgas tan hermosas, abrió la puerta y sin dejar de besarnos entramos trastabillando, por en medio de los sillones de la sala, para ese momento ya estaba yo desabotonando su blusa y acariciaba sus tetas que saltaban de su brasier y me regalaban una hermosa vista.

Ella me decía que me deseaba desde hacía tiempo y como yo no me animé a dar el paso, ella fue quien lo hizo, desinfló su llanta cuando llego al trabajo y ya había dejado la de repuesto en su casa para poder tener un pretexto para pedirme ayuda, yo solo escuchaba mientras acariciaba todo su cuerpo y chupaba y mordía esos ricos pechos que ahora ya eran míos, nos descuidamos por completo y pude ver que era una mujer muy hermosa, me hizo un oral que me llevo al cielo, y yo correspondí con otro igual ella explotó en varios orgasmos mientras yo lengüeteaba su panochita, y yo disfrutaba de sus jugos como si fueran el elixir que me daba fuerza para poseerla por toda la noche sin descanso.

Amanecimos exhaustos, pero satisfechos, estuve con ella el fin de semana completo y fue verdaderamente delicioso y delirante, lo repetimos varias veces, pero no podíamos ser tan obvios por cuestiones del trabajo, y así fue como doña Gloria fue mía, con ella estrené mi departamento, pero esa es otra historia.

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