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El gusano y su Alteza
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Nos habíamos conocido a través de Facebook. Yo estaba separado, era una persona normal, trabajadora, humilde, y muy sumiso ante las mujeres.

Seguramente fue eso lo que hizo que me lanzara en mi interior a conocer a mi Sublime y Excelentísima ALTEZA.

Ella joven, Divina, Majestuosa, desde el primer segundo, demostró que era un ser superior, me daba millones de vueltas en todos los aspectos.

Bendita Diosa, pensé… Dueña y Ama de todo mi tiempo y mi ser.

Yo no la conocía personalmente, pero cada vez que ALTEZA se conectaba conmigo a través de Facebook, una extraña sensación, recorría mi cuerpo, y me hacía temblar ante ELLA, arrastrándome a sus pies como un gusano.

Sabía que no podía aspirar a más, que ser su perro, su felpudo, su esclavo…

Pero…qué más pedir, que servir a una Diosa tan Sublime como ELLA.

Yo, de sobra sabía que ALTEZA, dominaba el mundo de la esclavitud, como nadie. ELLA tiene ese Don. Sabe extraer de sus perros lo mejor.

Es única dominando, humillando hasta límites insospechados… Su excelso poder no conoce fronteras… Y yo era uno de los muchos candidatos a servirle de esclavo.

Sabía que no iba a ser fácil, pues éramos muchos, queriendo estar a sus pies.

ALTEZA siempre tenía muchos esclavos dispuestos a todo, incluso a entregar sus vidas, tan solo por poder lamer las suelas de sus preciosos zapatos.

ALTEZA lo sabía… Siempre supo que tenía infinidad de perros, arrastrándose tras sus pasos. ELLA es única. Y todos sus perros sabemos que morimos por intentar alcanzar la única gloria nuestra, que es poder servir a la Sublime Dueña Imperial ALTEZA.

Hacía tiempo que ELLA me había impuesto una dieta a través de sus correos, donde ELLA solía dar sus órdenes… Y a mí me ordenó entre otras muchas cosas, comer comida de perro, la que ELLA ordenaba, no valía cualquier comida, tenía que ser la elegida por ELLA y yo lo hice a rajatabla, siguiendo sus órdenes, milímetro a milímetro, segundo a segundo. No podía dejar pasar esa ocasión que la suerte y ALTEZA me brindaban. Yo me adaptaba a todas sus órdenes y exigencias que no eran pocas… Dormir en el suelo, beber mi propio orín, escribirle todas las noches antes de dormir 100 veces: “Muchas gracias EXCELENCIA, por permitirme ser su esclavo”

ELLA decía que así Reinaba hasta en nuestros sueños y así era, pues al menos yo, muchas noches me despertaba sobresaltado, soñando con ALTEZA.

Por fin llegó el día deseado, cuando mi Sublime Dueña Imperial, decidió conocerme. ELLA en persona me llamó al móvil… Todo mi cuerpo tiritaba, no podía creer que era ELLA… Pero lo era realmente y me dio unas instrucciones a seguir, pues había decidido querer conocerme, y me anuncio que estaría unos días a prueba atendiéndole a ELLA.

ALTEZA fue breve, directa. Su voz no esperaba respuesta, eran órdenes que había que cumplir, sí o sí.

ALTEZA me había citado en un Centro Comercial, cercano a su casa. Yo llegue 30 minutos antes, por si acaso surgía un imprevisto… Estaba nervioso. El corazón se me salía del pecho, daba vuelta y vueltas inquieto, hasta que ELLA me vuelve a llamar por el móvil, para decirme que acababa de llegar, que estaba justo en la zapatería de la primera planta (solo había esa) en esa planta, y me dijo: Tienes 2 minutos para reportarte a mis pies.

Yo al minuto, ya estaba en la zapatería, me presente con la cabeza agachada las manos atrás… ALTEZA me observó durante un minuto, aproximadamente, Quizás algo más…

Me hizo darme la vuelta sobre mí mismo, sin decir nada, yo estaba muy nervioso, ELLA lo notó enseguida, pero creo que le gustó… Y tras el primer examen, ALTEZA me dijo: Besa mis pies, gusano. Yo no lo podía creer, su primera orden, besarle los pies.

Estábamos en el Centro Comercial era obvio que había bastante gente… Pero yo tarde milésimas de segundos en arrodillarme a sus pies para besarlos.

Me levanté rápidamente, para ponerme a sus órdenes y ALTEZA me da dos bofetadas de ida y vuelta y me dice: Mal empezamos gusano, te he ordenado; besarme los pies, no los zapatos. Así que recuérdame cuando lleguemos a casa de darte tu merecido castigo. Y me gritó: Vamos escoria, te quiero detrás de mí, atento… Muy atento.

ALTEZA compro varias cosas en el centro comercial y yo iba tras ELLA, con las bolsas en la mano… Después de un buen rato cargando con las bolsas, le pregunte a mi Sublime Dueña Imperial, si podía ir a por un cesto de compra para transportar las bolsas, y ALTEZA riendo me dijo: ¿Y para que te tengo a ti?

Anda camina y recuerda una cosa: Te prohíbo tajantemente coger ninguna cesta, ni ningún carro, para eso te tengo a ti, inútil.

Yo agaché la cabeza y le dije: Sí MI AMA, perdóneme. ELLA siguió tranquila viendo escaparates, mientras yo iba cargado con sus bolsas, tras ELLA. De repente veo que se para a tomar un café y no me atreví a decir nada. La esperé unos 15 minutos, de pie derecho, con sus bolsas en la mano, mientras ELLA se tomaba su café.

Cuando vamos hacia su portal, ALTEZA me tira las llaves al suelo para que yo las recoja y le abra la puerta. Yo iba cargado con sus bolsas, pero enseguida entendí lo que tenía que hacer… y me adelanté para abrirle la puerta, haciéndole una profunda reverencia, ante su paso por el portal. Y volví a coger sus bolsas, mientras llamaba al ascensor. Pero ALTEZA me dijo: Tienes 2 minutos, pera subir al cuarto piso por las escaleras, los ascensores no se inventaron para los perros.

Una vez que ALTEZA entró en su casa, salió rápidamente una perra de no más de 20 años a recibirla, se arrastró a sus pies, besando y lamiendo sus zapatos, como si le fuera la vida en ello. Se la veía extremadamente respetuosa, ante su Ama, Dueña y Sublime Señora.

ALTEZA ordenó a su perra ir a por sus zapatillas, me las dio a mí, para que yo se las calzase y ordenó a su esclava, colocar todo lo de las bolsas.

Yo de rodillas le dije: ALTEZA, Usted me ordenó que le recordase un castigo.

ELLA me llevo a una habitación, insonorizada y bastante amplia, donde había de todo. Látigos, cañas, varas fustas, pinzas, esposas…

ALTEZA me dijo: Desnúdate gusano y arrástrate por el suelo. Yo rápido me desnudé, solo me dejé el tanga puesto, pero duró muy poco puesto, pues ALTEZA me lo hizo quitar con cuatro bofetadas de ida y vuelta.

Con la cara ardiendo y colorada me arrastré por el suelo como ELLA me ordenó. ALTEZA cogió una fina vara, y con ella empezó a golpearme sin clemencia, sin compasión, yo me retorcía una y otra y otra vez bajo sus golpes, que me producirán una quemazón y un escozor atroz.

ALTEZA se recreaba viéndome sufrir bajo sus pies y yo recibía golpes por todas partes, esa maldita vara iba marcando mi espalda, mis piernas, mi culo, mis brazos.

Era imposible poder protegerme, ALTEZA sabia utilizar esa vara y sacar provecho de cada golpe… Era evidente que mi Sublime Dueña estaba disfrutando del castigo, yo no podía protestarle, era mi primer día y antes prefería morir, que fallarle a mi Dueña. Y yo me retorcía una y otra vez a los pies de mi Excelencia, que se divertía haciéndome bailar al compás de la música que silbaba su vara.

Cuando mi Ama se cansó de golpearme, tiró la vara al suelo, chasqueó sus dedos y con el índice señaló sus pies para que se los besara. Yo me arrastré para con devoción besar sus pies y darle las gracias una y otra vez.

ALTEZA me dijo en un arranque de sinceridad: Eres patético, gusano. Anda, vete y dile a mi perra que te cure un poco. Quiero que te eche bien de alcohol, para que no se te infesten las heridas.

Mientras ALTEZA tomaba un relajante baño, su perra estuvo curándome como pudo mis heridas… Y bajito me comento: Es muy buena castigando nuestra Dueña. Es la número uno… Y me sonrió.

Pasado un buen rato, cuando ALTEZA decidió que había que dormir, nos llevó a su habitación y allí me ordenó quedarme de rodillas a los pies de su cama. Y me advirtió: No quiero que te muevas de ahí en toda la noche, ni para ir al baño. Tampoco podrás sentarte sobre los talones… Te quiero firme, recto, arrodillado, velando así mi sueño, toda la noche. Si yo en cualquier momento, abro un ojo y no te veo así, despídete de tu Ama, pues tengo suficientes perros deseosos de sustituirte.

ELLA se metió en la cama con su perra, y yo disimuladamente pude ver cómo le retorcía los pezones, y pellizcaba los pechos a su perra, que aguantaba todo lo que ALTEZA quisiera hacer con ella. Cuando nuestra Sublime Dueña disfruto de los placeres que le había proporcionado su esclava, la echó de la cama, y la perra durmió en el suelo. Tuvo suerte que esa noche ALTEZA le permitió a su esclava utilizar sus zapatillas a modo de almohada.

Y así pasé mi primer día al servicio de mi Sublime Dueña, Ama y ALTEZA.

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