Cierto miércoles decidí pasar tres días vestida de nena, la primavera había llegado y no contenía las ganas de hacerlo, era la oportunidad perfecta para comenzar a ser yo misma. En cuanto se fueron mi roomies de vacaciones a sus lugares de origen, corrí a mi cuarto y saqué todas mis prendas, mis accesorios y mis zapatos; ese miércoles era muy temprano en la mañana, prácticamente tendía hasta el sábado.
Las horas pasaron, modelé ante mi cámara las cantidades más posibles de ropa que tenía guardada, medias, ligueros, tacones, blusas, vestidos, faldas, accesorios, aretes, de todo. Después de depilarme todita, el área del bikini, las piernas y las cejas, de eliminar imperfecciones, de pintarme las uñas y de quedarme en un short muy corto, con una blusa rosa de encaje y unos tacones abiertos, me dispuse a prepararme de comer algo muy ligero.
Como mi complexión es muy delgada, mi piel es blanca, mi cuerpo es muy femenino, mi espalda está llena de pecas y mis hermosas nalgas, no pude evitar pasar horas frente al espejo. Al caer la tarde, decidí ponerme en contacto con algunos de los hombres que me habían escrito, a partir de los anuncios que puse aquí en un sitio de contactos, además tenía muchos correos de amigos que me conocían como Vane y me había comenzado a escribir con varios, aunque debo aceptar que los que son muy jóvenes no me encantan, prefiero a los hombres maduros.
Al momento, recibí muchos halagos referentes a mi belleza en la foto, entonces un hombre me comenzó a hacer la charla en el chat, era de 36 años, de nombre Rubén y su charla me agradó, comenzamos a las 6:00 p.m. y cuando vi eran las 8:00 p.m., él me preguntó si me podría conocer. Pasaría por mí a las 11:00 p.m., eso me daba tiempo para maquillarme y cambiarme de ropa pero le advertí que no me interesaba tener sexo y él lo aceptó. Decidí ponerme una falda ligera, tableada, unas medias en red color piel, unos tacones altos rosas y una blusa rosa con negro con transparencias, me veía hermosa, además me solté el cabello que me llegaba debajo de los hombros.
Él llegó con cinco minutos de retraso y al asomarme por la ventana, lo vi en su camioneta, linda por cierto pero al entrar a su auto, Rubén se quedó perplejo, vi que su boca quedaba abierta mientras tímidamente comenzaba a saludarme “hola, Vane”. Al darme cuenta de esto y como toda mujer, dominé la situación y le di mi mano, acercándome a darle un beso en la mejilla, viéndolo como cerró sus ojos cuando olía mi perfume y me dijo “vamos a mi casa, veremos una película”. Me comenzó a excitar, era muy atractivo, era alto, medía más que yo con tacones, algo como 1.85 m o más de estatura, era robusto, de piel bronceada, con barba y muy velludo, su voz era gruesa y sus hombros muy varoniles, con sus manos gruesas, también olía muy rico y vestía muy bien.
Al ver que seguía tímido por ser su primera vez que salía con una travestí, le pedí que se relajara y cuando llegamos a su casa, subí las escaleras pero fingí tropezarme, así sentí sus musculosos brazos y dejé que me abrazara por un instante, también le rocé su entrepierna y noté que estaba durísimo; sin embargo, lo pasé por alto, sólo quería ser tratada como dama, no como puta. A continuación, me mostró su casa, contándome que era ingeniero y que se acababa de divorciar, luego me sirvió un trago de tequila, era muy tímido aún, entonces le pregunté “¿no tienes una baraja y apostamos para ver qué película vemos?”. Comenzamos a jugar y gané la apuesta, enseguida le dije “si gano otra vez, te tomas un fondo sólo”, lo que aceptó y así pasaron varios tragos entre los dos hasta que ya con el calor y con las risas, cambiamos el juego, ahora era a apostar prendas.
Mi suerte era mucha y pronto le quité la camisa, el pantalón y el bóxer y ya animada por los tequilas, no tenía más ropa que quitarle, entonces comencé a perder a propósito, de manera que me quité la falda y la blusa, quedándome sólo en liguero y bra. En eso, Rubén me propuso “si ganas esta, me haces lo que quieras” y le gané, notando que no lo aguantaba más, entonces se sentó en un sillón blanco, ubicado frente a la enorme pantalla, diciéndome “soy todo tuyo”. Enseguida, me mostró su enorme pene erecto, entonces le pedí que se dejara tapar los ojos y lo recosté completamente, besándole el cuello lentamente mientras me iba subiendo sobre su cuerpo acostado. Inmediatamente sentí sus manos buscando mi cadera, mis nalgas y mis piernas, luego su boca buscó mis labios y nos besamos apasionadamente, entonces me abrazó y me metió toda su lengua en mi boca, estaba completamente enloquecida.
Mi deseo era probar esa enorme verga que parecía explotar, gruesa y venosa, entonces me puso de rodillas, me dispuse a contonearme mientras le daba la más deliciosa mamada, succionándole y lamiéndole sus huevos, lo que era muy placentero, estaba exquisita; por su parte, él comenzó a dar bruscos movimientos en mi garganta mientras lo miraba a los ojos y me decía “chúpamela, hermosa putita”. Luego de un rato de probar ese maravilloso sabor, decidí que era tiempo de entregarme, entonces saqué el lubricante de mi bolsa y con trabajos lo abrí y se unte en su portentosa verga, enseguida él me puso contra la pared mientras me besaba mi nuca, después se bajó por mi espalda hasta que me abrió mis nalgas y pasó su lengua por mi culo, al tiempo que con las manos, me acariciaba mis piernas enfundadas en las medias de red.
A continuación tomo el lubricante se llenó lo dedos y me los metió hasta que logró que estuviera dilatada, entonces me cargó y me llevó al comedor, ahí me recostó boca arriba y se puso mis piernas en sus hombros, luego se puso un condón y me comenzó a penetrar con furia, era delicioso sentir su enorme pene dentro de mí y le pedía que no parara. De repente, se oyó entrar en la casa a un grupo de personas, diciendo “hermano, venimos a seguir acá la fiesta, para que no estés so… ¡óóórale!”. Al oír esto, vimos frente a nosotros a tres de sus amigos, igual de varoniles y atléticos que Rubén, iban en estado de ebriedad y cuando vieron mis piernas sobre sus hombros, observando mi cara, dijeron entre bromas “pero es que no invitas a tus amigos a degustar ese manjar”.
Al instante, Rubén me vio con una cara de cómplice, tratando de darme a entender si aceptaba que ellos se sumaran y no lo pensé más de un segundo para contestarle que sí, inmediatamente ellos se despojaron de sus ropas, todos estábamos ebrios y nos fuimos a la sala de juegos, era el objeto de esos cuatro hombres de barbas y vellos en los pechos. Ya ahí, me pusieron de “a perrita” y mientras uno me penetraba, se las mamaba a los otros tres hasta que el primero en venirse fue Rubén, lo hizo en mi boca y me obligó a tragármelo, fue delicioso. Después Héctor, su amigo más velludo, se vino dentro de mí, en su condón y me dijo “te dejo el condón lleno de leche, puta, te la tragas toda” pero en ese momento, no alcancé a comprender.
Luego me quedé con Octavio y con Carlos, enseguida uno de ellos se acostó y me senté sobre su pene erecto, de manera que mientras me daba unos sentones bruscos, el otro me metía su verga hasta la garganta hasta que ambos se vinieron de forma simultánea y me los embarraron en la cara pero ahí siguió lo más caliente de la noche, cuando me hicieron tragarme el contenido de sus condones llenos y todo esto me hizo venirme a chorros. Después de terminar y de tomarnos otros tragos, Rubén cayó en un profundo sueño, luego sus amigos me pidieron estar con cada uno a solas en un cuarto y con gusto, me los despaché a todos, por lo que esa noche terminé verdaderamente agotada. Al día siguiente, Rubén me fue a dejar a mi casa a media tarde, luego que nos recuperamos.
Yo seguí con mi plan de seguir vestida de nena hasta el sábado, apenas era jueves y hasta la fecha, sigo viendo a Rubén y se pone celoso cuando se acuerda como fui poseída por sus amigos cuando él se quedó dormido y sí, me encanta la verga.
Besos.
P.D.- Me encantaría estar con algún grupo de amigos.