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Laura, mi ex cuñada: Sexo anal. Segundo intento
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Trascurrieron dos semanas desde el primer intento de cumplir la fantasía de Laura. Habíamos quedado de común acuerdo en dejar pasar un tiempo de modo que el ano pueda recuperarse después de haber recibido apenas el glande de mi pene. Sabíamos que le dolería unos días y que, si queríamos que entre todo mi miembro allí, debíamos ser pacientes y evitar cualquier lesión, lo cual sería aún peor.

Ella estaba decidida a lograr su objetivo. Me contaba las veces que hablábamos por whatsapp que no podía dejar de recordar la primera vez que lo intentamos. Yo no podía creer lo que estaba sucediendo. Verdaderamente le estaba gustando más de lo que pensaba el sexo anal, si lo hacía bien, podíamos hacerlo todas las veces que quisiéramos. Laura quería acostumbrarse a esa mezcla de dolor y placer que le provocaba.

Acordamos probar de nuevo el fin de semana. Sábado a la noche nos veríamos en su casa. Con unas buenas bebidas como excusa perfecta para jugar con su pequeño agujero. Ambos estábamos ansiosos que los días pasaran rápidamente. Queríamos que esta vez mi pene pudiera entrar completamente. Sería más trabajoso y lento el proceso, por lo cual le propuse vernos más temprano, así, finalmente quedamos que iría sábado por la tarde.

Para hacer más fácil la tarea decidí comprarle un plug anal. Ella podría ponérselo algunas horas antes de vernos y ahorrarnos el proceso de ir dilatando ese pequeño agujero paso a paso. Contacte con su sex shop de la ciudad que tenía su sitio web para compras on-line. Compré uno de acero quirúrgico con un stagg color rojo. La idea de verlo incrustado en su ano me volvió loco.

Además, compré un frasco grande de lubricante. Debía ser suficiente para hacerme dueño por fin del culo de Laura. El local hacía envíos súper discretos a domicilio, así que me venía al pelo. Les pasé la dirección de ella y concretamos la transacción. Le avisé a Laura que recibiría un paquete de mi parte. Que no sabía si le gustaría, pero nos ayudaría mucho en lo que queríamos hacer.

Un día antes de vernos recibo un mensaje de Laura. Me mandó una foto con las cosas que habían llegado. Me dijo que había pensado en algo así, pero que no se animaba a comprarlo por vergüenza. Por suerte había acertado en comprarlo, temía que se lo tomara mal y se vaya todo al cesto. Le dije que se lo pusiera unas horas antes de vernos, y se lo deje puesto, sacándoselo cuando lo crea necesario, lo lave, lo lubrique y se lo vuelva a meter.

Ella estaba prendida a todo lo que le proponía. Yo apenas me lo creía. Me preguntó si deseaba que se vistiera de alguna manera en especial o si tenía algún pedido en especial. De verdad no tenía ninguna preferencia por nada esta vez. Solo quería penetrar ese ano a toda costa. Así que le dije que se pusiera el mismo crop top gris de la última vez, alguna tanga bien chiquita que dejara ver el plug incrustado en su ano y un par de tacos altos.

Finalmente llegó el sábado. Aproximadamente a las 15 h, Laura me envía un whatsapp diciéndome: “Lo tengo puesto hace una hora, y me encanta”. La sangre me hirvió de un instante a otro. El pene se me puso tieso. Le pedí que me mandara una foto, a lo cual se negó. Ella quería que fuera una sorpresa en el momento que vaya. No sabía cómo hacer para calmarme hasta que llegue la hora de ir a su casa.

Llegó la hora de irme. Me preparé lo más rápido posible. No aguantaba más la calentura. Iba volando en la moto por la ciudad. Cuando llegué a la casa de Laura el portón estaba cerrado pero sin candado. Me quedé afuera. Tomé mi celular para avisarle que ya estaba allí. Cuando lo hice me percaté que tenía un mensaje de ella, diciéndome que entrara y le pusiera candado al portón.

Así lo hice. Entré. Estacioné mi moto. Abrí la puerta e ingresé a la casa. Ella estaba en la cocina preparando el mate. Fui hacía donde estaba y nos saludamos con un beso intenso. Además del outfit que le pedí, tenía puesta una calza engomada negra, con lo que me gusta ver a las mujeres forradas en cuero o engomadas, y ella lo sabía muy bien. Mientras la besaba metí mi mano por debajo de la calza.

Apretaba sus nalgas lentamente. Fui acercándome más el centro. Hasta que lo sentí. Allí estaba el plug. El stagg tipo piedra se sentía suave al tacto. Mi pene estaba duro. Laura gemía suavemente mientras acariciaba su zona anal. El plug me impedía meter más mis dedos. Pero no hacía falta, ambos nos encendíamos al instante. Su mano se posó en mi bulto. Sus dedos describían la prolongación de mi pene que se marcaba sobre el jean.

No podía esperar más. Ni ella tampoco. El mate tendría que esperar. La hice apoyar en la mesada de la cocina. Me puse detrás de ella. Le corrí el pelo hacia un lado y comencé a besar su cuello. Mis manos se dirigieron hacia sus senos. Los acariciaba por encima del crop top. La tela me dejaba sentir como sus pezones se ponían duros y puntiagudos. Ella, por su parte, seguía acariciándome el bulto.

Metí mis manos por debajo del crop top. Ahora masajeaba los senos de Laura directamente. Desnudos se sentían suaves y calientes. Ella no dejaba de gemir con cada movimiento que hacía. Estaba completamente excitada. Me agaché, sus nalgas forradas en la calza quedaron frente a mi cara. Empecé a besar cada centímetro. Lentamente fui bajando su calza. Una diminuta tanga negra aparecía en medio de sus preciosas nalgas blancas.

Hice que levantara los pies para quitarle los tacos. Así pude sacarle la calza por completo. Después se puso nuevamente los tacos. Me dediqué a besar y lamer desesperadamente sus nalgas. Olían riquísimo. Me paré y con una mano empecé a darle nalgazos. Los golpes se escuchaban en toda la casa. Sus nalgas temblaban con cada arremetida violenta que les daba, acompañado por los gemidos y quejidos de Laura.

Cuando sus nalgas empezaron a ponerse rojas abandoné mis arremetidas. La tomé de la mano y fuimos hacia el living. Le dije que se colocara de perrita sobre el sofá, con sus brazos apoyados sobre el respaldo. Coloqué una silla detrás de ella. Sentado allí, tenía su cola justo frente a mí para comenzar a trabajar en su ano. Agarré su tanga por los dos hilos laterales y se la quité completamente.

-¿Te gusta? -Me dijo Laura refiriéndose al plug metido en su pequeño ano.

-¡Me encanta, se ve precioso! -Le respondí.

-¡Nunca pensé que me gustaría tanto tenerlo metido ahí todo el tiempo! -Continuó.- ¡Estoy muy caliente! ¡Quiero que juegues ahí! -Añadió.

Sus palabras me enloquecieron. Tomándola de las caderas acerqué su vagina hacia mi boca. Con intensidad la saboree. Estaba completamente mojada. Sus jugos vaginales sabían a gloria. Mi lengua paseaba desde su clítoris hasta el stagg del plug, una y otra vez. No podía aguantar más. Me paré, desprendí mi jean. Rápidamente baje la bragueta para bajarme el jean junto con el bóxer.

Mi pene, duro como una piedra, por fin estaba en libertad. El líquido seminal cubría el glande. Sin limpiármelo coloque la cabeza de mi pene en la entrada de la vagina de Laura. Poco a poco la penetré. Ambos gemimos de placer y satisfacción. Todo se sentía muy caliente. Comencé a moverme dentro de ella. Sus nalgas temblaban cada vez que mi pelvis golpeaba contra ellas.

-¡Como extrañaba esa pija dura cuñadito! -Exclamó entre gemidos.

-¡Yo esa conchita rica y ese culo apretadito! -Le respondí.

-¿Me vas a romper la cola de nuevo hoy, bebé? -Me preguntó siguiendo el juego.

-¡Hoy lo vas a tener todo adentro! -Le dije.

Sin esperar mucho pude sentir como su vagina se estrechaba. Sus gemidos ahora eran gritos intensos. Su orgasmo era intenso. Sus piernas temblaban mientras el flujo caía por ellas. Podía ver su cara de placer. Todo ello me excitaba tanto que tuve que sacar mi pene de su vagina para no eyacular. Después de unos instantes la volví a penetrar. Me movía lentamente para llegar más intensamente al punto álgido.

Tomé el frasco de lubricante que estaba en la mesa. Embadurné el plug y la zona anal de Laura. Mientras seguía con mis movimientos con una mano tomé el círculo del stagg. Lo movía de manera lenta. Cada vez intentaba sacarlo un poco más de su ano. Ella se mordía fuertemente los labios. En una mezcla de dolor y placer. Se notaba que le encantaba todo lo que estaba sucediendo.

Tiré más lubricante. Mientras ella se movía con mi pene a punto de estallar dentro de su vagina. Sin más dificultad pude quitarle el plug del ano. Estaba completamente dilatado. El resultado era mejor de lo que había esperado. Con más lubricante arranqué con el juego de meter y sacar el plug del ano de Laura. Ya no había mayor resistencia a las penetraciones después de un rato.

Era el momento de intentar meter mi pene. Y ella me lo suplicaba. Me aparté de su vagina para lubricar el glande. Arroje una abundante cantidad de lubricante, cayendo por el suelo lo que no lograba queda en mi pene. Saqué el plug del ano de Laura y rápidamente acomodé el glande de mi pene en ese precioso agujero dilatado. Con solo apenas una pequeña resistencia fui penetrándola allí.

Laura se mordía los labios y gemía como las mejores putas. Su cara se tensaba mientras mi miembro ingresaba en su ano. Quedando hasta la mitad del tronco. Arrojé mucho más lubricante en la zona para comenzar a moverme y empujar más hacia adentro. Lentamente empecé con mis movimientos. La resistencia iba desapareciendo poco a poco y pude meter mi pene un poco más adentro.

-¡Hasta ahí bebé! -Interrumpió Laura. Con cara de dolor.- ¡Moverte hasta ahí! -Continuó.

Que frustrante. Solo quedaban unos 4 cm aproximadamente para que todo mi miembro este dentro de su ano. Pero no podíamos correr el riesgo de lastimar. De todas maneras estábamos felices de que cada vez faltara menos para una penetración completa. Laura hecho un brazo hacia atrás para explorar con sus dedos aquel espectáculo. Yo seguía moviéndome con facilidad mientras lubricaba a cada momento.

Tomé mi celular para sacar fotos y filmar a pedido de ella. Mi pene se veía increíble incrustado en su hermoso ano. Yo estaba a punto de explotar. Tenía que frenar mis movimientos constantemente para no eyacular y frustrar el momento. No me lo perdonaría. Laura acariciaba mis testículos empapados en lubricante, provocándome aún más placer. Sus gemidos eran intensos, respondiendo perfectamente a cada arremetida que daba dentro de ella.

Ella empezó a masturbarse. Con sus dedos lubricados acariciaba suavemente su clítoris. Me pidió que no eyaculara hasta que pueda venirse nuevamente. Yo no frenaba mis movimientos. Mi pene estaba estrujado dentro de su ano. Pero no podía empujar más hacia adentro. Otro chorro generoso de lubricante volvió a caer sobre la zona. Sus nalgas aceitadas brillaban con las luces del living.

Laura acelero sus caricias en su clítoris. Sus pómulos estaban rojos y ambos transpirábamos. Su ano empezaba a cocinarme el pene. Ella gemía más y más intensamente. Eso me descolocaba. No sabía si aguantaría hasta que se corra. De pronto su cara de tenso. Nuevamente sus piernas temblaban pero esta vez podía sentirlo en el glande de mi pene que arremetía dentro de ella. Se pasó la mano por la parte interna de ambas piernas. Estaban empapadas.

-¡Llename la cola de lechita! -Me suplicó Laura con el poco aliento que le quedaba.

No alcancé a decir nada. El cosquilleo subió desde el glande de mi pene a todo mi cuerpo. Mi pene comenzó a palpitar dentro de su ano. Podía sentir como los borbotones de semen salía disparados dentro de ella. Los espasmos hacían que mi abdomen se contraiga con fuerza. No recordaba haber eyaculado tan intensamente antes. No existía nada más en ese lugar.

Las palpitaciones no cesaban. Laura acariciaba mis testículos, los estiraba hacia abajo provocándome dolor. Tiré un poco más de lubricante para poder sacar mi pene de allí sin que le doliera. Finalmente tenía mi pene fuera de ella. La estrangulación había terminado. Ahora ella tenía mi semen dentro de su pequeño ano. Yo quería ver cuando cayera por el piso desde su agujero.

-¡Abrí tus nalgas y empuja! -Le dije mientras agarraba mi celular para filmar.

Sin decirme nada obedeció Al cabo de unos segundos los chorros de semen comenzaron a caer. Era un espectáculo digno de una película porno. Se escuchaba cuando las gotas más grandes golpeaban el suelo. Cuando ya no caía más nada por fuerza corte la grabación. Laura cayó rendida, acostada de lado sobre el sofá. Le pase una toalla para que pudiera limpiarse un poco.

Yo fui al baño a orinar, para luego higienizarme bien el pene. Lo tenía rojo como un tomate. Cuando volví al living ella seguía acostada. Le pasé un cigarrillo y se lo prendí. Yo también prendí uno. Mientras nos reíamos y hablábamos emocionados de lo que acababa de pasar. Ella aún tenía un objetivo. Quería que mi pene entre por completo y que se moviera sin problemas. Yo le aseguré que para la próxima vez lo lograríamos. Ahora, debía recuperarse.

El plug anal nos había ayudado mucho. Y sin dudas la próxima lo haría mejor. Laura estaba adicta a tener mi miembro enteramente perdido en su ano. No se rendiría hasta lograrlo. Cuando por fin se recuperó, se levantó del sofá y fue al baño. Yo mientras me dedique a preparar ahora si el mate. Limpiamos todo lo que habíamos hecho y nos sentamos a disfrutar del fresco que entraba por la ventana.

-Alexander0022-

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