Eva Luna era una mujer de respeto cuando yo terminaba mi bachillerato y la conocí por medio de mi prima, quien le rentaba una habitación de su apartamento para mitigar los gastos. Realmente Luna podría costear los costos para vivir sola y se fue a vivir con mi prima por el temor de estar a solas en una vivienda, pues a su esposo lo habían sentenciado a cárcel por cierto tiempo de un delito que nunca me enteré o indagué.
Lo que sé es que Luna era una mujer guapa de piel clara, ojos de miel, cabello castaño ondulado que le llegaba a media espalda y la miré algunas veces con su uniforme de enfermera, pues era su profesión, pero se miraba con su vestir regular como una mujer recatada y conservadora. Media alrededor de un metro y setenta, pero con sus zapatos de tacón le hacían ver mucho más alta con su cuerpo curvilíneo y exquisitamente sensual, pues en pantalones se le notaba un simétrico y redondo trasero y unos pechos de una copa C que iban acorde para balancear su hermoso cuerpo.
Obviamente por su edad nunca me imaginé que algo podría pasar entre ella y yo, pues compartimos algunos fines de semana cuando iba a visitar a mi prima, quien se distinguía de ser la oveja negra de las hijas de mi tío. Mi prima siempre fue directa y nunca se iba por las ramas para tratar cualquier asunto y fue por esa aptitud que, pasados los meses de conocer a Luna, un buen día compartiendo una cerveza mi prima me lo destapa de una forma simple y sin muchos rodeos: “¡Le gustas a Eva Luna… estoy segura de que quiere contigo!”.
A mi me gustaba llegar a visitarla pues era mi escape los fines de semana donde mi madre no me estaría observando cuantas cervezas tomaba y además escuchaba música o mirábamos televisión en grupo y además a mi prima le gusta el fútbol, pero por esos días no podría negar que Eva Luna me gustaba mucho y aunque pensaba que no tenía ni tan siquiera un por ciento de posibilidades por mi edad, comencé a estar en el apartamento desde el día que tuve una grata y erótica experiencia.
Cuando las visitaba y me quedaba a dormir, regularmente me quedaba en el sofá o en la alfombra de la sala durmiendo. El apartamento tenía dos baños; uno que conectaba a las dos habitaciones y otro que estaba en un pasillo cuya pared la compartía con lo que era la habitación de Eva Luna. Esa noche me levanté a orinar a eso de las dos de la mañana y sin tener zapatos, mi caminar fue sigiloso sin que fuese esa mi intención. Llegué al baño y me estaba sacando el pene para orinar y de repente a través de los conductos de la ventilación escucho los gemidos de alguien que está experimentando un orgasmo.
Obviamente el jadeo me atrae y hace que mi pene conlleve una erección. Me olvidé de orinar y me fui a la puerta de la habitación de Eva Luna y efectivamente, los jadeos provenían de su habitación. Escucho ruido, como si ella se estuviese incorporando, me alejo hacia la sala y minutos después escucho el lavamanos correr para luego quedar en silencio de nuevo.
Solo pude imaginar que se masturbaba o que jugaba con algún juguetito sexual y disfrutaba de un orgasmo. Para este tiempo, ya habían pasado algunos ocho meses desde que su marido fue encarcelado e imagino que andaba sedienta de sexo. Pensando eso estaba cuando escucho la puerta de su cuarto abrirse y sale a la sala con una pantalón corto y una blusa delgada donde puedo observar que no lleva sostén. Puedo ver sus bonitas piernas y tengo mis ojos como cerrados, pero puedo observar que se acerca, me da un vistazo y se aleja. Lleva algún tipo de jugo y la veo desaparecer con ese movimiento de caderas tan sensual que tiene.
Desde entonces procuraba llegar los fines de semana, tan solo para escuchar esos gemidos que me excitaban hasta ponerme a mil. Algunas veces no pasaba nada y me decepcionaba. Otras veces le tocaba trabajar en el turno de la noche y en cierta ocasión me dijo lo siguiente: “Antonio, si piensa quedarse aquí esta noche, si gusta puede quedarse en mi cama para que no se quede en la alfombra… hoy estaré haciendo el turno de la noche”. Bueno, un día le tomé sus palabras y me quedé en su habitación con la idea de buscar sus prendas íntimas y ver si es que encontraba algún juguetito sexual. Realmente no dormí nada haciendo aquello. Esculqué su ropa interior con el cuidado de dejarla igual, olí su ropa sucia y me excitaba ver esas manchas que dejaban sus jugos vaginales en sus pantis, pero no logré encontrar ningún juguete sexual.
Con los meses mi prima se fue de vacaciones a Barcelona y fue cuando se dio en forma de broma la siguiente plática:
-No te preocupes de quedarte sola… Tony te puede venir a hacer compañía y se puede quedar en mi cuarto a menos que tú te lo quieras llevar al tuyo.
-¡Solo a ti te gusta hacer ese tipo de bromas que lo hacen sonrojar a uno! –le respondía a mi prima y verdaderamente se sonrojaba.
-¿Verdad primo que puedes venir a cuidar a Eva Luna?
Realmente mi prima nos incomodaba a ambos, pues yo también me sonrojé cuando hacía aquella conversación, más sin embargo me puse a su disposición. Nunca habíamos estado solamente los dos, regularmente mi prima estaba siempre que yo estaba ahí.
La noche que voló para Barcelona fui yo quien la llevé para el aeropuerto a mi prima y en el camino me lo volvió a decir: “Eva Luna quiere una aventura contigo… no me lo ha dicho así, pero lo sé. –Y continúo diciendo: – No sé si a ti te guste ella, pero creo que tú, eres su fantasía, aunque le dé a ella pena aceptarlo por tu edad”.
La verdad que ese era mi bloqueo también. Ella me parecía una mujer de respeto y yo no era más que un joven de 18 años: ¿qué le podía decir? Mi prima me dio las llaves del apartamento y de su coche y me pidió que fuera a divisarlos en el tiempo que pudiera y le agregó: -¡Quizá le hagas pasar una luna de miel a Eva Luna y le calmes todas esas ansiedades que ahora lleva por dentro! –mi prima se ríe y nos despedimos.
No sé si fue pena o miedo, pero no intentaba acercarme al apartamento y solo faltaban cinco días para que mi prima regresara cuando un día mi madre mientras cenábamos me hace saber que tengo una llamada. Contesto y es Eva Luna, quien en forma de broma me decía algo así:
-¡Pensé que vendrías a cuidarme! No sabes el miedo que he tenido en estas noches. –Se oía que no era ella, nunca se había comportado así conmigo y supuse que estaba bajo la influencia de algunas copas. Ella le agregó algo para crearme cierto morbo y se despertó mi curiosidad:– ¡Si vienes esta noche Antonio, te aseguro no te arrepentirás! -Realmente me estaba provocando y lo hizo precisamente un viernes, pues podría pasar toda la noche sin preocuparme de ir el siguiente día a la escuela y ella estaría libre todo el fin de semana, pues a cada mes solamente tiene uno.
Me lancé caminando hacia los apartamentos pues estos me quedaban a solo quince minutos caminando y así no dejaba preocupado a mi madre, pues sabría que no andaba manejando y solo le dije que pasaría la noche con unos amigos. Me fui ansioso y en quince minutos estaba en su apartamento.
Vestía un pantalón corto de color blanco, de esos que casi te muestran las nalgas, una blusa de algodón que ella se levantaba haciéndose un nudo al nivel del ombligo. Realmente era una mujer diferente y me sorprendía… nunca la había visto así. Habíamos bailado juntos anteriormente y Eva Luna tenía música de fondo y después de prepararme una bebida me invita a bailar una balada romántica. Nos tomamos el uno al otro y sin esperar mucho, siento como sus pechos se van contra el mío y su rostro recae sobre mi hombro. La siento un tanto vacilante y puedo sentir su aliento pegando sobre mi cuello y es lo primero que me besa. Ella como que lo piensa y me pregunta: “¿Te molesta?”.
Le dije que no me había molestado para nada y ella continuó besándome el cuello, cosa que me excitó poniendo mi paquete en potencial erección que creo ella sintió, pues yo sentí como ella intentaba friccionar el área de mi sexo. Nos comenzamos a besar y apresuradamente buscó el broche de su sostén, ella busca asistirme para remover mi camisa. Siento su respirar acelerado y en sus ojos ardía el deseo. Ella comienza a besar mis pectorales y se engancha causándome enorme placer en las tetillas. Es mi turno y me bajo por su cuello y la contramino hacia la pared buscando esas preciosas tetas, las cuales primero tomo con mis manos para luego llevármelas hacia la boca. Eva Luna solo gime, me toma en un abrazo como una madre dando de mamar a su bebé. Sus pezones se erizan y toman un volumen magnificando su areola de color rojiza. Lamo una, lamo la otra y esta mujer solo gime… gemidos que verdaderamente me excitan.
Mientras tanto, entre ese mamar a sus tetas busco como desabrochar su pantalón corto. Es de botón de esa marca famosa judía y puedo ver el negro de su pequeña prenda interior estilo diminuto bikini, sin llegar a ser tanga. Hacen un bonito contraste del negro de su prenda íntima, lo blanco de sus pantalones cortos cuando se deslizan entre sus piernas y esa piel clara, sedosa y exquisita. La recuesto en el sofá donde muchas veces he dormido y de alguna manera me hace lucha para evitar a que llegue con mi lengua al monte venus. Realmente esta desierto, no tienes vellos… Eva Luna se los depila muy bien. Quizá por pena, desconfianza o no sé qué, me pide que no se lo haga, pero yo estoy excitado y quiero llegar a su conchita, la cual es estilo barbie, de los labios superiores cubriendo los inferiores y apenas se le mira un diminuto clítoris. Su cocha es como una fina raya, que más parece de una chica petit a pesar de su altura.
Hago caso omiso a su petición y me apodero de su monte venus, le tomo las piernas para asegurarme que no las contraiga y evite mi aproximamiento y una vez siente mi lengua en su concha, con un profundo gemido cede a mi invasión. Deslizo mi lengua en su concha una y mil veces… de sabor fresco y saladito. Eva Luna queda callada, tan solo disfrutando mi invasión y la excitación que le provoca… Recuerdo sus gemidos el día que asumo se masturbaba. Eran los mismos decibeles y la misma nota musical… Que rico es escucharla gemir y ver como su pelvis responde al estímulo con ese vaivén de sus caderas que encorva para sentir en lo más profundo la punta de mi lengua. No resiste más y me toma la cabeza como anunciando que viene el orgasmo y jadea profundamente haciendo chocar su rica y húmeda concha, contra lo caliente de mi lengua. Le masajeo toda su abertura con movimiento lentos y algunas veces profundos y puedo sentir como los músculos de su entrepierna golpetean con el espasmo del placer.
No espero mucho y una vez Eva Luna ha vivido un grandioso orgasmo, penetro su rica concha, la cual está más que lubricada y después de un taladrar de unos cinco minutos me vengo, no sin antes retirar mi verga para no eyacular adentro de su vagina. Es una tremenda corrida, que le dejo todo el monte venus e incluso le salpiqué con mi esperma sus dos hermosas tetas. Me mira sorprendida y me da una mamada causándome un enorme placer. Luego ella me hace saber que me podía haber venido en su vagina, pues ella está en control de natalidad, pues creo que se ha puesto uno de esos métodos que es una inyección y dura por dos años o algo así.
Fue una noche de un maratón sexual, pero si os ha gustado esta introducción, hacédmelo saber para contarles el resto de la noche.