“Mmm! Muito bom garoto! Fudeme mais, pega minha bunda, safado! Shh! Nossa que pica tão gostosa têm este vagabundo"… decía Andressa mientras Bruna, le abría las nalga y se las movía con fuerza para que yo le hincara la verga en el culo a su "hermanita".
Tengo varios años viviendo en Brasil, pero hasta ese momento no había llegado la oportunidad de coger con alguna brasileña, hasta ese día.
Esta historia comenzó cuando Bruna mi compañera de trabajo me confesó que su marido no la satisfacía, que deseaba ser cogida a la fuerza, que le dieran unos buenos tirones de cabello o que le dieran unas buenas nalgadas; su marido era muy "lineal" e incluso que a veces se negaba hacerle sexo oral.
Percibí en Bruna una mujer, lógicamente, frustrada sexualmente con ganas de vivir nuevas experiencias.
Bruna, le hace honor a apellido, después les contaré porqué. Es morena, delgada con un cuerpo bien definido, tetas pequeñas, rematadas con unos pezones puntiagudos y, un culo que literalmente saca la cara por ella. Sin duda alguna una invitación a sumergirse cada vez más en lo prohibido.
Un inocente flirteo durante nuestro turno abrió la puerta a preguntas sugerentes que dieron como resultados confesiones que me volaban la cabeza. Un día antes de salir de vacaciones me confesó que era una viciosa del sexo.
En su confesión pude percibir que era amante del BDSM. ¿Y cómo no iba serlo, viniendo de un país, cuyas mujeres tienen fama de ser muy ardientes? Bien, le dije que estaba dispuesto a cumplir su fantasía.
Me miró, se mordió los labios y quizás inconscientemente se apretó una de las tetas. ¿Qué quieres a cambio?, preguntó.
Sabiendo que tenía una hermana, de aproximadamente unos 19 años, le dije: "Tengo una fantasía, siempre he querido follarme a dos hermanas", hice una pausa para mirar su reacción. "No digas más nada, eres un asqueroso pervertido, sé lo que quieres… a ¡Andressa!", soltó entre risas.
Sonreí!
-Creo que puedo arreglarlo…
—-
La luz tenue de la habitación del motel era compañera y cómplice perfecta para todo aquello que pronto se desarrollaría en una amplia cama de sábanas blancas. La picardía en la mirada del par de garotas me excitaba. Se miraban una a la otra, como si quisieran decir algo…
-Ya regresamos, danos un tiempo vamos a prepararnos.
-Aquí estaré esperando. -Dije.
Ambas ingresaron al baño de la habitación, de donde minutos después provenían murmullos y risas. Me metí en la cama y empecé a sobarme la verga que desde que ingresamos al motel ya estaba tiesa y brillosa debido a la aparición del líquido pre seminal que mojaba mi glande.
La puesta se abrió. Buena salió del baño y se dirigió a la cama. Tenía una equis hecha con cinta negra sobre los pezones, un corpiño y tanga abierto de cuero con cadenas ideal para la ocasión. Se acercó a la cama y subió a gatas y se posicionó delante de mi verga y la aseguró fuerte con su mano izquierda y con el dedo índice de su mano derecha recorrió mi glande; estaba viscoso.
La tomé por el cabello con fuerza e hice que se introdujera en su boca mi verga hasta lo profundo, ocasionándole arcadas. Sabía que lo disfrutaba tanto como yo. Luego de un tres o cuatro veces su boca dejaba escapar saliva. Toda una viciosa. La tomé por el cuello y la tiré en la cama, su miraba me incitaba a seguir adelante para generarle placer o dolor, no lo sé pero, una cosa está clara, ella lo disfrutaba al máximo.
Estaba excitada, vi que su vagina escurría aquel líquido translucido delicioso. "Mmm, estás mojadita perra", dije. Casi suplicando dijo entre jadeos: "Vamos cómemela la concha puto, qué estás esperando, ¡cómemela la concha hijo de puta", gritó como si fuera una orden.
No podía desperdiciar esa oportunidad. La acerqué al borde de la cama, acercándola a mí le abrí las piernas y claro, me arrodillé ante ella y empecé a sorber sus jugos vaginales, los cuales parecían interminables… Lamía de arriba abajo de forma descontrolada, dando lengüetazos, mientras ella sujetaba mi cabeza e intentaba introducirse mi cara en su coño.
Tuve que tomar control de la situación y me coloqué encima asegurándola por el cuello mientras intentaba zafarse. Un par de bofetadas la hizo ponerse a mil. "Fudeme agora, enfia essa rola em meu buraco gosto", dijo.
Aseguré con firmeza mi verga la coloqué en la entrada de su vagina y empecé a introducirla. Pude ver cómo el pedazo de concha iba lentamente engullendo mi palo bien erecto. -Ahhhsss! -Soltó de forma casi imperceptible.
La puerta se abrió por segunda vez, ahora era Andressa, la joven garota sólo tenía puesto un bikini azul marino que hacía juego con su cabello rojo enrolado. Se acercó a la cama donde su hermana está siendo castigada por mí. La escena era surrealista. Comenzó a pellizcarle los pechos. Parecía disfrutarlo. De vez en cuando le sobaba el clítoris con fuerza, mientras mi verga entraba y salía a gran velocidad, para después de la nada dos o tres fuertes palmadas.
Sabía que Bruna no podía resistir más… y se vino. La presión del squirting, literalmente, echó mi verga afuera, al tiempo que me daba un baño de lluvia dorada. Sus piernas temblaban, entonces resolví no tener contemplación alguna. Me así a sus caderas, de modo que no pudiera soltarse y la follé. La follé como jamás en su vida la follaron. Aquellas contracciones en mi cuerpo no se hicieron esperar, era la inequívoca señal que estaba a punto de correrme… y así lo hice. Una vez, dos veces y tres. Retiré mi verga despacito para ver salir mi semen destilar de aquel coño como si se tratará de un botín de guerra.
Bruna estaba exhausta, tendida sobre la cama sin fuerza. Cuando Andressa se aproximó hasta su entre piernas y empezó a engullir toda la leche desparramada. Bruna se abría la vagina con las pocas fuerzas que le quedaba para que su "hermanita" obtuviera todo lo que necesitaba.
Esa escena me hizo ponerme tieso nuevamente. Andressa estaba con la cola levantada, me aproximé por detrás para manosear sus firmes nalgas. No podía parar allí. Necesitaba avanzar, por lo que decidí delicadamente despojados de su bikini. ¡Eureka! Andressa se había colocado un plus anal. -¿Te gusta lo que vez, extraño? -preguntó. No pude responder. Me limité a besar las nalgas y fui retirando poco a poco el objeto invasor de su culo.
Estaba bien dilatado. Mojé un dedo con saliva y se lo introduje. Estaba limpio. Cuidadosamente higienizado. Parecía haber salido de una sesión de clareamento anal.
Mientras aún terminaba de comerse el creampie que le dejé a su hermana, me miró y dijo: "Bora, chegou tua vez, dá-me tudo o que têm aí safado".
La acomodé un poco dejándola en la posición ideal para penetrarla. Me unté un poco de saliva en la punta de la verga y la introduje. La sujete por su roja cabellera mientras le daba unas fuertes embestidas.
Mientras tanto se masturbaba con fuerza. Sus gemidos de placer eran extraordinarios. Cada uno de sus movimientos era una invitación a llenarle el culo de leche.
“Mmm! Rico! Muito bom garoto! Fudeme mais, pega minha bunda, safado! Shh! Nossa que pica tão gostosa têm este vagabundo"… decía, mientras Bruna, le abría las nalga y se las movía con fuerza.
Con cada embestida sentía mi verga explotar. Me había determinado hacerla suplicar para que parará, en cambio, parecía ser yo quién perdería esta competencia. ¿Cuál competencia? ¿Ya se han preguntado? Sí, esa en la que entramos cuando cogemos. Una disputa interna para dar placer, a veces, y sólo a veces nos volvemos algo egoístas con nosotros mismos. Porqué no recibir placer y dejarnos llevar.
Entonces ocurrió me corrí… sentía en cada contracción fluir chorros de leche caliente… Una y otra vez introduje mi verga en el delicioso culo de Andressa mientras disfrutaba la escena. Sus gemidos, eran indescriptibles. Me fue retirando lentamente y su culo empezó a repeler aquella gran cantidad de semen que había minutos antes había depositado en él. Fue cuando Bruna se acercó al culo de Andressa para reclamar su botín.
Mi semen era el premio mayor. Ambas hermanas de apellido Leite (Leche en portugués) sentían una extrema fascinación por la esperma. La tomaban con tanta naturalidad, cual botella de vino o champán del más fino. Me sentí extasiado, siendo una noche maravillosa, una de las mejores que haya tenido.