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La videollamada
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Hoy nuestra situación era distinta, o bueno, volvía a ser como siempre. Mi Amo se encontraba en su casa, como si estuviera a un océano de distancia de mí. Ya después de unos días sin poder jugar por distintas situaciones mi cuerpo anhelaba que mi Amo lo tocara, lo acariciara y sobre todo lo azotara. Lo extrañaba a horrores, y de una forma u otra necesitaba entregarme a él.

Ya no sabía qué hacer, quería que me viera, me deseara, que me tomara. Lo pensé mucho, habiendo tantas opciones no sabía cuál tomar. Podía simplemente entregarme a él, de la forma más sencilla, un simple “Amo, estoy muy excitada, necesito que me tomes, por favor”, pero pedirlo de esa forma sin duda daría a replica de mi Amo. Tendría que buscar convencerlo para esto, tal vez, debería enviarle una foto de mi conchita empapada, o provocarlo con fotos muy sexys de mi cuerpo, eso sin duda funcionaria, lo haría desearme hasta necesitar tomarme sin compasión.

Así que fui hacia mi habitación, me puse frente al espejo y comencé a arreglarme, quería verme de lo más sexy para él. Me pinte mi boquita de morado, que hace que mi piel banca resaltara aún más. Un delineado fino en mis ojos, haciéndolos hipnotizantes. Me puse un conjunto de lencería de color también morado, a conjunto con mis labios, encima de ello un top negro, con un escote en “V” que permitía ver la naciente de mis tetas, y por debajo un short, también negro, cortito y muy pegado al cuerpo, dejaba poco a la imaginación mis redonditas nalgas.

Muy convencida de provocar a mi Amo, prepare las cosas que iba a necesitar, mi teléfono, un parlante, la música que iba a utilizar. Puse mi teléfono en donde me pudiera grabar de pies a cabeza y la música en el parlante que para que pudiera hacerle un buen striptease. Comencé a bailar al ritmo de la música, moviendo mis caderas, mostrando mi cuerpo. Mientras mi cuerpo se contorneaba sensual mis manos fueron hacia mi top, con el cual me puse a jugar. Lo subía y bajaba, sin llegar a mostrar nada, solo sugiriéndolo. Seguía bailando, mostrando mi vientre, mi cadera, moviendo mi culo, sacudiéndolo como él le gusta.

Decidí que ya era hora de mostrarle un poco más, así que siguiendo con la sensualidad que llevaba empecé a quitarme la remera, que terminó en el piso. Una vez la remera fuera, quedando con el sostén morado comencé a mostrarle las tetas a la cámara, a mi Amo, que momento después vería el video. Ahora mis manos pasaban acariciando mi cuerpo, mi vientre, mis tetas, por encima del sostén, esto creía que lo iba a excitar muchísimo, momentos más tarde, descubrí que tenía razón.

Continué bailando provocativamente, mis manos se fueron a la cintura del short, y empecé a jugar con él. Movía mi cadera, me di la vuelta, mostrándole mi culo a la cámara, aunque realmente se lo mostraba a él, todo mi cuerpo, que ya no era mío, sino de él. Le pertenecía de pies a cabeza, era completamente suya. Volví a voltearme quedando de cara a la cámara, mis manos fueron hacia el cierre que tenía por delante y comencé a jugar con él, subiéndolo, bajándolo. Finalmente bajé el cierre por completo, dejando ver un pequeño moño que decoraba la tanga, me volteé, dándole la espalda a la cámara y terminé de bajar el short. Mi culo redondo quedó a sus ojos, enfundado en esa pequeña tanga morada. Muy apetecible a su vista.

Estaba segurísima que con esto había conseguido lo que buscaba. Saludando a la cámara le dije a mi Amo, “Si querés ver que hay debajo de estas prendas, te espero calentita en la cama, y tu llamado, Amo”.

Corté el video. Lo volví a ver, había quedado perfecto, seguramente esto había sido suficiente provocación. Por si acaso, decidí hacerle unas fotos para complementar, en sus poses preferidas (“atención”, “de rodillas”, “lista para servir” (mi favorita, también) y por último “humillación”).

Entre a nuestro chat y se lo mandé, además agregue las fotos en ropa interior. Me sentía realmente segura, muy sexy, lista para él. Lista para ser suya.

Tengo que admitir que después de enviarlo, mis nervios se pusieron de punta, muy segura podía estar, pero ¿y si no respondía? o ¿llegaba a verlo tarde, cuando ya no pudiera jugar? Muchas preguntas resonaban en mi mente, realmente sin sentido alguno, porque a los minutos, él pedía por mí. Me ordenó que me preparase que me iba a llamar, pero le dije que tenía una mejor idea, y le pedí que por favor conectara la cámara.

Fui a preparar mi computadora, la puse encima de mi cama y además agarre el cargador, por si acaso. Me subí a la cama, con una pose bien sexy, abrí la App y le dije que estaba lista y si esta vez podíamos hacer video-llamada, que estaba segura que iba a disfrutar mucho de lo que iba a ver. Me lo permitió. Dos segundos después aparecía mi Amo en mi pantalla, se lo veía tan bien. Su pelo que tanto me gusta y esa barba que me vuelve loca, vestía simplemente un bóxer negro que poco dejaba a la imaginación. “Mmm, Amo ¿qué tal las vistas? A mí me encanta lo que veo”, se quedó callado, mirándome atento.

“Preciosa, pequeña, como siempre. Quiero verte de espaldas, date la vuelta”, gateé por la cama, hasta quedar de espaldas. Tenía una gran vista de mi culo, que en esa posición y con esa tanga parecía un corazón. Para darle una vista distinta, adelante mis manos, agaché mi cabeza y quebré mi espalda, quedando en cuatro. “Quiero darte una nalgada, una en cada nalga”, cumpliendo con su orden mi mano derecha fue directo a mi nalga derecha, dando un fuerte azote, así hice lo mismo con mi nalga izquierda.

“Muy bien, pequeña, pero fuiste muy una nena mala provocándome, te mereces más. Date hasta que te lo diga, quiero que agradezcas cada una de ellas”.

“Sí, Amo”. Comencé a azotarme alternadamente, “Muchas gracias, Amo”, y otra más “Muchas gracias, Amo” y más “Muchas gracias, Amo”. Esto lo repetí 20 veces, mi culo había dejado ese color blanquecino de mi piel, para volverse un rojo zafiro.

“Ya está bien, pequeña, basta. Date la vuelta, déjame ver tus ojitos”. Como me ordeno, me di la vuelta, dejando mi rostro, mis ojos frente a la pantalla. Estos un poco mojados por alguna que otra lagrima que se me escapó, de tanto dar en el mismo lugar, un poco me dolía, pero no más de lo que me gustaba. “Me encantan tus ojos llenos de deseo”.

“Mmm, quisiera sentir lo empapada que estas, estoy seguro que en este momento chorreas. Muéstrame, puta”.

“Sí, mi Amo”. Me posicione frente a la cámara, abrí bien las piernas dejando mi entrepierna completamente a la vista. Ya se podía apreciar la tanga húmeda, eso le gustó y me ordenó acariciar mi conchita como ya me había enseñado. Debía meter mi mano dentro de la tanga, acariciar mi clítoris y recorrer con mis dedos toda mi conchita, empapándolos con mi jugo. Estas carias provocaron que se me escaparan unos gemidos. Luego de hacerlo, los saqué de mí y le mostré lo empapada que estaba a mi Amo, “Lista para vos, Amo”.

“Muy bien, pequeña puta, como a mí me gusta. Quiero que metas tus dedos hasta el fondo, quiero sentirte”.

Esto me calentó enormemente, mis dedos automáticamente se dirigieron a mi concha y me penetraron. Empecé a moverlos, como él me iba indicando. Mis gemidos y el chapoteo de mis dedos, se empezaban a escuchar y esto lo excitaba a mi Amo. Comencé a ver como su mano acariciaba esa riquísima y dura verga, esto a mí me excitó muchísimo, mis dedos comenzaron a moverse aún más rápido.

“No te apures, pequeña puta, no hay prisa. Quiero que te pegues en tu conchita como a mí me gusta y después sigas”.

“Si, Amo”. Azoté mi conchita como le gustaba a él y mis dedos continuaban dándome, otra vez su voz resonó por el parlante “Date de nuevo, pequeña”, así lo hice. “Mmm, Amo, necesito más, por favor”.

“No, detente, pequeña. Quiero jugar con tus tetas. Quiero que las pellizques, estires y aprietes como si fuera yo quien lo hace, como tanto me gusta”.

Comencé hacer lo que me ordenaba, por encima del sostén, las acaricie, apreté, estiré, logrando que mis pezones quedaran completamente duros, tanto así que se notaban por debajo del sostén. “Quítatelo”, sensualmente continué acariciando mis tetas, mi vientre, llevé mis manos hacia la espalda desabrochando el sostén, lo lancé hacia un costado. Ahora el aire fresco rozaba mis pezones, poniéndolos aún más duros, mis manos calientes comenzaron acariciar mis tetas, las apretaba como él me lo había ordenado. Esto no hacía más que excitarme, completamente empapada volví a suplicar “Amo, quiero más”.

“¿Cómo? ¿Así es como se piden las cosas, pequeña puta?” lo decía con una sonrisa en la cara. Sabía que no estaba enojado, pero me había equivocado y eso me iba a costar.

“Perdón, mi Amo. Por favor, Amo, necesito más, te necesito, por favor, te lo suplico”.

“Así está mejor, puta. Pero no, quiero que te vuelvas a poner en cuatro, que te des nalgadas y con la otra mano te toques sobre la tanga”.

“Sí, Amo, como órdenes”. Con una sonrisa en la cara, hice lo que me pidió. En cuatro empecé a azotarme con mi mano derecha, mientras que con mi mano izquierda, con muy poca coordinación comencé a tocarme.

“Sí, así, puta. Más, más fuerte, más rápido”. Complaciente seguí sus instrucciones, más, más azotes, más rápido mis dedos. Ya no podía más, no aguantaba más, realmente lo necesitaba. “Amo, por favor, puedo parar”, “Sí, pequeña, mírame”. Eso hice, me di la vuelta, al hacerlo tenía su verga en primer plano, completamente dura con líquido pre-seminal en la punta. Pasé mi lengua por mis labios y le dije “Mmm, Amo, desearía poder limpiarte con mi lengua”.

“Ya, pequeña, acóstate, sácate la tanga, quiero ver eso que me pertenece”. Cumplí su orden, dejando la computadora entre mis piernas, me saqué la tanga, permitiéndole ver lo empapada que estaba por y para él. Abrí bien mis piernas y mis labios mayores, quería que viese muy bien mi conchita rosa completamente mojada, mi clítoris hinchado, sin duda necesitaba atención urgente.

“Estoy lista para vos, Amo, por favor, tómame. Por favor, te lo suplico”. En su cara volvió a aparecer una sonrisa cargada de deseo, sus ojos devoraban mi cuerpo desnudo. “Muy bien, pequeña, así me gusta. Tócate ara mí, cariño, dame todo tu placer”, mis dedos comenzaron a acariciar mi clítoris, frotándolo. Eso se sentía realmente bien, deseaba más placer, deseaba darle más, mis dedos fueron a mi vagina, primero un dedo, dos, tres…

Mis gemidos resonaban por toda la habitación, al igual que la voz de mi Amo “Sí, así, pequeña, así”, se escuchaba en gruñidos. “Mmm, sí, papi, así, así” estaba completamente excitada, lo deseaba enormemente.

Su mano acariciaba cada vez más rápido su verga, yo intentaba seguir su ritmo. Rápido, duro, así le gustaba a él, y así quería yo. Mis dedos se movían así, como si su verga estuviera dentro de mí, mis gemidos aumentaron, convirtiéndose en quejidos, suplicas “Sí, Amo, así, más por favor” “Ya estoy muy cerca, Amo, por favor, permíteme acabar”.

Su respuesta, como era de esperarse… “No, pequeña, no. Date un azote en tu conchita, seguí tocándote y volvé hacerlo”. Así lo hice, el azote hizo un ruido de chapoteo, así de empapada estaba, volví a meterme los dedos hasta el fondo, moviéndolos rápidos, haciéndome sentir lo más rico del mundo. Dejé de tocarme y me di el otro azote, este me gusto aún más, y mis dedos volvieron a mi conchita. Continuaron ahí, moviéndose rápido, y ahora sí estaba lista para acabar, pero no dependía de mí.

“Amo, por favor, no puedo más te lo suplico, dame permiso para acabar”.

“Sí, pequeña, dámelo todo, acaba para mí. Acaba conmigo”

En un unísono gemido acabamos al mismo tiempo. Ambos quedamos rendidos en nuestras respectivas camas.

Sonriéndole le dije “Muchas gracias, Amo, muchas gracias por permitirme acabar”.

“De nada, pequeña. ¿Te gustó?”.

“Fue exquisito, Amo. Muchas gracias”. Dije suspirando.

“Como me encanta ese suspiro de placer…”

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