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Fui una sugar baby
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Dicen que cuando un padre se va de casa, las chicas buscan en sus parejas las figuras paternales que no tuvieron, razón por la cual les atraen los maduros. Sí, mi papá se fue siendo muy pequeña, así que puedo confirmar en cierto punto esa teoría.

Mi mamá tuvo que cuidarme sola y sin mucha ayuda, fue sobreprotegida e inculcada con la idea de que siempre debía ser una niña buena. Les diré un secreto, mientras más le digas eso a una chica, más cosas prohibidas querrá hacer. Que fue justo lo que hice.

Siempre les cuento historias que creo con mi pervertida imaginación, hoy por primera vez sabrán de algo real sobre mí.

Soy de clase media y aunque siempre he tenido lo necesario, claro que hay cosas que quiero, pero no estoy con la mejor economía para tenerlo. Cosas simples como un helado y una hamburguesa el mismo día no eran cosas que yo pudiera tener cuando quería. Entonces, conocí el mundo de los sugar daddys y las sugar babys. Eso lo cambio todo.

Hasta enero del presente año (2020) yo era virgen, y el miedo de dejar de serlo con algún hombre que me contactara estaba ahí, pero luego de investigar entendí que el sexo no era obligatorio; un buen detalle, pero no algo indispensable en eso.

Cuando por fin conocí a alguien y acordamos reunirnos, no mentiré, tenía miedo pero sabía que luego valdría la pena al tener dinero por mi propia cuenta. Fue a verlo saliendo de la universidad, hablamos un poco y luego me subí a su auto para ir a su casa. La plática continuo hasta que él me dijo que quería tener sexo conmigo. Había ido decidida a no intimar con él, pero el dinero estaba tan cerca de estar en mis manos. Estaba confundida y no tenía tiempo para pensar.

Olvidé decirles algo, él tenía 38 años y yo 19 en ese entonces. Soy bajita, mido 1.56, soy pálida, castaña con mechas rubias, delgada, no tengo mucho trasero, pero si buenas caderas y tetas. Realmente soy una persona tímida, pero de mente muy abierta y morbosa.

Nos besamos y, en realidad nunca había besado de lengua, fue algo humillante no saber hacerlo bien. Él me indicó que me quería hincada sobre él en su regazo. Me tomó de las caderas y sin dejar de besarnos sentía como por encima de mi pantalón simulaba embestidas; me era imposible no gemir en medio de los besos.

Me quité la blusa y empezó a sobar y a apretar mis pechos. Aun sobre mi brasier deportivo empezó a chuparlos, luego lo retiró y sentí un gran placer al ver y sentir como lamia y mordía mis pezones. Me dijo un poco desesperado que me quitara el pantalón y lo siguiera a su habitación. Aún tenía miedo, pero tenía tanta curiosidad también.

Él me quitó el calzón y yo me saqué el brasier, se puso sobre mí y siguió besándome mientras yo aún como virgen no sabía qué hacer con mis manos y mis piernas. Fue bajando hasta chupar y morder mi cuello, mi pecho y mis tetas, algo que siempre disfrutaba era que jugara con mis tetas. Me preguntó si podía lamer mi coño, yo estaba roja de vergüenza, pero igual asentí. Al sentir su lengua en mi parte intima mis gemidos se agudizaron hasta parecer los de un gatito, jajá. Así describo mis gemidos. Arqueé mi espalda y cerré mis ojos para dejarme llevar un poco más.

Estaba cumpliendo en parte una de mis fantasías: coger con alguien mayor. Él no me penetró ese día, pero si frotó su verga contra mi cosita y mi clítoris. También se vino afuera y en cuanto hizo eso caí rendida en su cama y con la cara hundida en una de sus almohadas. Aún tenía mi himen, pero no podía dejar de pensar que era una pequeña puta por haber hecho eso.

Él me agradeció y me dijo que desde hacía meses no tenía “sexo”. Me dejó quedarme así un poco antes de que volviera a vestirme y él me pagara mil pesos. Acordamos vernos dos veces a la semana, y luego me consiguió un Uber que me llevaría a casa.

Debo admitir que esa “primera vez” me da algo de pena, pues era una inexperta contra un hombre que ya tenía hijos. Era una novata en más de un sentido. Lo gracioso es que, en mi inocencia y timidez no podía dejar de decirle entre gemidos y sus frotes en mi vagina “Creo que esto está muy cerca de ser… tener sexo” ya que yo había dicho que no quería hacerlo aún y él estuvo de acuerdo.

Fue un relato corto y sin muchos detalles, lo siento por eso. Pero tenía ganas de contarles una auténtica experiencia mía. Y por si se lo preguntan, no, ya no soy su sugar baby y en mi siguiente visita sí que me penetró.

Besos.

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