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Pagando con sexo al viejo del restaurant
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Tiempo de lectura: 16 minutos

Yo siempre he sido una mujer muy sexual, abierta no solo de piernas, sino que también de mente, y me gusta mucho el sexo, ya que desde que perdí la virginidad no he parado de practicarlo.

Hace 3 meses tuve una leve discusión con Luis, de esas discusiones que no trascienden, pero que para que no pasara a mayores, se arreglaba con una buena cogida, solo que esa cogida tendría que ser en la noche, así que, en la tarde, después del trabajo, me fui a mi casa, y me di un buen y placentero baño.

Al salir de bañarme, me dirigí a mi cuarto, y me coloqué crema con olor frutal en todo el cuerpo, masajeando un poco mis tetas, luego fui a mi buró y saqué un coordinado muy sexi, que constaba de una pequeña tanga de encaje en color blanco, que apenas escondía mis depilados labios vaginales, y que se metía entre mis nalgas, y un brasear a juego que cubría solamente mis pezones, terminé de secarme el cabello, me lo cepillé, y después me acerqué a mi ropero, revolví un poco la ropa hasta que elegí una vestimenta ligera pero atractiva, tomé una blusa blanca y una minifalda del mismo color, con delicadeza y extremada sensualidad me puse unas medias lo bastante altas como para que quedaran tapadas con la minifalda, finalmente, me coloqué unas zapatillas del mismo color que toda mi vestimenta, y de tacón alto, me mire al espejo, me veía muy guapa, mis piernas lucían de maravilla y eso me gustó, y no pude más que sentirme sexi y sensual.

Le mandé un mensaje de texto a Luis que decía, “te veo a las 9:00 en el hotel de enfrente del restaurante al que vamos a comer, te quiero”, para todo esto ya eran las 5:00 de la tarde, así que decidí irme al restaurante para pasar el tiempo en lo que daba la hora para estar con mi pareja.

Llegué al restaurante, y pedí la carta, me atendió un mesero joven y muy bien parecido.

M: ¿está lista para ordenar señorita?

Después de haber saciado mi hambre, me quedé un rato ahí sentada, hasta que vi que ya eran las 7:00 de la noche, así que me dispuse a pagar para salir de ahí he ir al hotel para apartar una habitación para esa noche.

Metí la mano a mi bolsa, y… ¡Ho por dios!, no traía mi cartera, ¿y ahora como iba a pagar?, necesitaba salir de ahí antes de las 9:00 para ver a mi pareja.

M: ¡Aquí está su cuenta señorita!

Me sacó de mis pensamientos la voz del mesero…

–m…, si gracias, ahorita pago-, mi cuenta ascendía a los 1,600 pesos, no era mucho, si en ese momento hubiera tenido dinero, pero se me había olvidado mi cartera en la casa, que pena, no sabía que iba a hacer!

M: señorita, disculpe que la moleste, pero tiene que pagar ahora, ¡ya que cerramos en media hora! -me dijo el mesero mientras me dedicaba una sonrisa.

L: ¡si, este…!!

M: ¿Qué sucede señorita?

L: Nada, ¿puedo hablar con el gerente?

M: ¿hay algo mal con su cuenta? -Me dijo abriendo los ojos bien grandes.

-no, solo que quiero hablar con tu jefe -le dije ya un poco sonrojada.

-enseguida señorita -y se fue a meter a una puerta en la que alcancé a ver que había unas escaleras que subían.

¿Qué le iba a decir al gerente? ¿me permitiría irme ya otro día pagarle? no sabía qué hacer, estaba nerviosa, no sabía que iba a pasar, en eso regresa el mesero y me dice:

-en un momento viene mi jefe señorita.

-sí, muchas gracias.

Poco a poco empecé a ver como el restaurante se iba vaciando de gente, hasta que solo quedé yo sola, en eso vi que el gerente salía de la misma puerta en la que se había metido el mesero.

G: señorita, ¡me dijeron que quería hablar conmigo!

L: sí, es cierto, ¡lo que pasa es que tengo un pequeño problema!

G: ¡Dígame!

L: No sé cómo empezar, pero aquí voy, lo que pasa es que se me olvido mi dinero en mi casa, y no me había dado cuenta de que no traía mi cartera, y no traigo ahorita para pagar la cuenta, así que quería ver qué posibilidades habían de que me dejara ir a mi casa por el dinero y venir a pagarle, o no sé, le lavo los trastes que salieron hoy, le limpio las mesas, le trapeo, o no sé, ¿dígame como nos podemos arreglar?

Mientras yo le decía todo esto, el no dejaba de mirarme con una expresión seria, ¡y le note algo molesto!

L: ¿Entonces?

G: ¡Permítame un segundo!

Se levantó, y se dirigió a donde estaban todos los meseros, les dijo algo que no alcance a escuchar, y los meseros se fueron, dejándonos solos al gerente y a mí.

G: Lo siento señorita, pero no puedo dejarla ir, es la política del restaurante, ¡no dejar ir a los deudores a menos de que hagan algo que cubra su deuda!

L: ¿y cómo qué?

G: Como usted lo dijo, lavar platos, limpiar mesas, trapear pisos, etc., pero… pero usted es demasiado bonita como para hacer todo eso!

L: ¿Entonces, que quiere que haga para cubrir mi deuda?

G: Bien, como ya se lo dije, usted es muy bonita, y tiene un cuerpo perfecto y desde que entro al restaurante no pude dejar de verla, como puede ver, ¡ahí hay varias cámaras de seguridad que terminan en mi oficina, y por ahí la estuve viendo!

L: ¿Qué es lo que pretende?, ¿Qué quiere?

¡Él se acercó a mí, y me tomo de la mano!

G: Ya sabe lo que quiero, si quiere cubrir su deuda con mi negocio y salir de aquí, debe de portarse bien conmigo, ¿me entiende?

Liberé mi mano, y di un par de pasos para atrás, ya que él se había acercado tanto a mí que podía sentir el calor de su cuerpo, y con una expresión de seriedad le dije;

L: Ya entendí que es lo que quiere, ¿y que si me niego a hacer lo que usted quiere?

G: Pues…, simplemente me vería en la penosa necesidad de hablarle a la policía, ¡y sería una pena que una chica como tú entrara a la prisión!

El tipo ya estaba confiándose mucho, y de decirme señorita, paso a hablarme de tu, aparte de esto, el tipo quería que me acostara con el ahí mismo, lo peor es que si no lo hacia él me podía mandar a la cárcel, y por míseros 1,600 pesos, ¿por 1,600 pesos tendría que abrir las piernas y dejar que el me cogiera?, lo peor es que la situación en la que me encontraba me estaba empezando a gustar, ya que podía sentir mis labios vaginales hinchados, y mi vagina la sentía caliente.

Serré otra vez mis ojos, dejé caer mi bolsa en la silla, y me puse a reflexionar, eran ya las 7:30 de la noche, yo me vería a las 9:00 con mi pareja, y por lo menos tenía que salir a las 8:30 o las 8:45 por muy tarde, para reservar la habitación en la que pasaría la noche con mi pareja, así que si me acostaba con este tipo a lo mucho sería de media hora a 45 minutos, así que si me daría tiempo de hacerlo, de lavarme para que no quedara rastro de este imbécil, y tendría un par de minutos para descansar, antes de que mi pareja me cogiera, además, la situación hiso que el estómago se me encogiera de excitación, entonces empecé a segregar líquidos en mi vagina, y un pequeño palpitar se apoderó de ella.

Con los ojos serrados no me daba cuenta de lo que hacía este tipo, pero de repente, sentí que me agarraron mis nalgas, y me las apretaban con delicadeza, sus manos me apretaban mis nalgas redonditas, y me dijo al oído,

G: ¡Que paraditas tienes estas nalgas!

Yo sentí que me sonrojé por las palabras y caricias que empezó hacerme aquel hombre, no abrí mis ojos, no quería ver lo que estaba a punto de hacer, ya que la excitación que sentía en mi vagina se hacía cada vez más grande con cada apretón y caricia que él les daba a mis nalgas, mis pezones ya estaban erectos y duros como rocas, sentía que querían atravesar mi brasear y mi blusa, la humedad entre mis piernas ya era más que evidente, y mi respiración empezó a ser rápida.

Sentí como dejó de acariciarme, y puso sus manos en mis caderas, acercando su verga a mis nalgas, consciente de lo que estaba pasando, y de lo que iba a pasar, pude sentirlo plenamente en mis nalgas, el tipo tenía una buena verga, la sentí de buen tamaño, y pensé, “haber Lety, será mejor que te dejes hacer si quieres salir rápido de esto y ver a Luis, además, disfrutar un poco antes de ir a tu cita no te hará mal”

Por lo que quise disfrutar un poco, así que pegué mi culo a su verga, el gerente empezó a frotarse más a mis nalgas, como queriendo cogerme de una buena vez, ambos nos frotábamos y cada vez me sentía más caliente.

Él puso su mano a la altura de mi cintura, y por momentos acariciaba circular y suavemente mi vientre, la situación me estaba excitando más por cada segundo que pasaba, no contento con ello, en un momento su mano que estaba en mi vientre, me agarró de la cintura, me pegó más a su cuerpo, y empezó a hacer movimientos para frotarse mejor a mis nalgas y con su otra mano, muy suavemente frotó una de mis tetas, uf que rico casi lanzo un gemido, alejó su mano y se volvió a acercar a mi oído diciéndome: -que rica estás mamita, tienes unas nalgas divinas-.

Yo me sentía muy excitada, y en eso besó mi oído y mi cuello, con lo que me excité más, sin dejar de besarme el cuello, rodeo totalmente mi cintura con sus dos brazos, y comenzó a desabrochar cada uno de los botones de mi blusa, paró un poco para tirar de los bordes de la blusa y sacarlos de la falda, y siguió hasta dejarlos totalmente desabrochados, yo cada vez me sentía más y más excitada, no deseaba que se parara, pero tampoco deseaba que continuara, no sabía bien lo que quería en ese momento.

Finalmente, mi blusa quedó desabrochada, sus manos se deslizaron por mi torso suavemente, sentí las yemas de sus dedos suaves y la palma de su mano acariciar mi vientre, luego sus dos manos empezaron a ascender hacia mis tetas, me presionó ambas tetas ligeramente por encima del brasear, su verga se clavaba en mis nalgas, me presionaba y percibía un ligero baile a un lado y a otro, ¡detrás de mí!

Muy lentamente el me empezó a dar la vuelta, cuando quede frente a él, abrí mis ojos, me le quedé mirando sorprendida, no sé si fue por la excitación, o el morbo de la situación, pero estaba agitada, mis tetas subían y bajaban rápidamente debido a mi respiración, eso debió haber sido bastante obvio para él, lo raro es que no dijimos ninguna palabra, él me tomó de la cintura, muy firme y decidido, me besó en los labios, a lo que sin mucha resistencia quise apartarlo, pero me dejé llevar, abrazándolo y recibiendo su lengua, ha sido uno de los besos más morbosos que he tenido en mi vida, el me soltó, sonrió, y pasó su mano por mi cara, bajó a mi cuello, y la pasó sobre mis tetas, y yo como autómata aceptaba sus caricias, tomó una teta en sus manos, yo solo volví a cerrar los ojos, y simplemente gemí.

Sentí como deslizó mi blusa por mis hombros, dejándola caer al suelo, y mostrándole mi torso casi desnudo, luego llevó sus manos hasta mis tetas nuevamente, llenándose de ellas, sus manos las apretaban, las sopesaban, y las acariciaban por encima de mi brasear, yo mantuve mis ojos serrados, ¡y en todo el restaurante solo se escuchaba mi respiración agitándose como señal de mi excitación!

G: ¡Mira nada más, qué tetas tan enormes, desde que te vi quise saber si eran naturales o te habías puesto uno de esos braseares que tienen relleno!

L: ¡Desde que estaba en la secundaria ya las tenía así!

G: ¡Pues que tetas tan maravillosas!

De mis leves gemidos iniciales, al cabo de un rato, empecé a gemir con fuerza, y mientras él no se cansaba de besármelas, ¡bajó sus manos hasta tocar mis nalgas otra vez!

En medio de mi excitación podía sentir sus manos tocarme todo el trasero, se deslizaron hacia abajo, hasta los bordes de mi falda, tomó el borde y lo subió, sentí sus dedos, me estaba tocando, me tocó los muslos y las nalgas, y mi pulso se puso a cien, ¡acelerándose mientras aquella sensación que no era desagradable en absoluto producía en mi vientre un delicioso cosquilleo!

Sin dejar de besarme las tetas, me acomodó mi falda, para después desabrochármela, y cayó al suelo, dejó de lamerme mis tetas, y de agarrarme las nalgas, se separó de mi para tomar un descanso, sabía que, ya que estaba frente a él prácticamente desnuda, solo con mi brasear y mi calzoncito, ya que eran demasiado pequeños.

Miraba los signos físicos de mi excitación, así que yo también lo miré, pero mi mirada se fue inmediatamente a su pantalón, en el cual se podía ver un gran bulto en medio de sus piernas, ya no podía más, estaba demasiado caliente, mi vagina palpitaba como si mi corazón estuviera ahí y no en mi pecho, también chorreaban mis líquidos, por lo que mi tanga que era blanca, estaba muy mojada, y de tantos jugos, ya era transparente, y ¡mis pezones estaban duros y a punto de estallar debido a tanta excitación!

Él se despojó solamente de la camisa, y yo empecé a caminar hacia atrás, hasta que mis nalgas chocaron con la mesa, el camino hacia mí, como no hice ningún movimiento, una de sus manos buscó el broche de mi brasear, lo jaló hacia él, levantó el pulgar y de inmediato se abrió el broche dejando libres mis hermosas, y bellísimas tetas, muy a mi pesar, me gustó sentir mis tetas totalmente desnudas a la vista de un hombre distinto a mi pareja, a la vista de un hombre que en pocos minutos me había calentado demasiado, y desde luego, en sus ojos podía ver que estaba extasiado admirándome, me quitó el brasear, lo hiso bolita, y lo dejo caer junto con mi demás ropa.

Volvió a acariciármelas, despacio, suave, y podría decir que tiernamente, podía sentir las yemas de sus dedos recorriéndolas completamente, al principio quise resistirme levemente, pero luego de unos segundos, acepté sus manos con una naturaleza seguro producto de mi excitación, así empezó a jugar con ellas, moviéndolas entre sus manos en pequeños círculos, y apretándolas, pero suavemente, siguió tocándolas y recorriéndolas con sus dedos hasta llegar a mis pezones que estaban duros de tanta excitación que aquel tipo me había hecho sentir, lo único que hice fue serrar los ojos y seguir sintiendo como ese tipo me tocaba mis tetas!

Poco a poco las iba abandonando para acariciar mi cintura, mi vientre, y por último mi espalda, yo aún mantenía mis piernas serradas, y el abrió las suyas para poderse pegar más a mí, y sentí como su pecho rozaba con mis tetas y con mis pezones, lo cual me hacía excitar más de lo que ya estaba, y me hacía volver a gemir.

Me volvió a besar sin encontrar resistencia de mi parte, sus manos se habían detenido en mis nalgas, volviendo a acariciarlas, y a estrujarlas levemente, solo mi tanguita me cubría el cuerpo, yo estaba vencida ante ese hombre, ¡buscaba su lengua en ese beso que nos estábamos dando!

G: Ahora te vas a venir conmigo, ¡en mi oficina será más cómodo hacerte el amor!

Caminamos hasta las escaleras de las que él había bajado, Llegamos a una pequeña oficina con un escritorio, y un amplio sillón, y sin ventanas, todo este camino lo había realizado semi desnuda, llevando puestas tan sólo las zapatillas, y mi tanguita ya casi transparente.

Dejó mi falda y mi blusa perfectamente dobladas en el escritorio, y mi brasear encima, mientras que yo caminaba al sillón, este era amplio, tenía una forma peculiar, era redondo, y al tacto la tela era suave, se acercó a mí y en solo unos segundos él ya estaba frente a mí, ¡reaccioné casi de manera instintiva sentándome en la orilla del sillón y cerrando mis piernas como temiendo que se diera cuenta de que mi vagina estaba humedeciéndose nuevamente!

G: ¿Te gustó lo que hicimos allá abajo?

L: ¡Si!!

Fue lo único que pude decir pues la excitación ya me tenía en sus brazos otra vez, acaricio mi pierna hasta rodear mi cintura, y me empezó a besar en el cuello, haciéndome estremecer por completo, yo solo serré mis ojos de nueva cuenta, y me dejé llevar otra vez, ¡a lo que el Aprovechó la coyuntura de mis piernas para meter su mano entre ellas y palpar suavemente mi vagina, que ya estaba mojada de nueva cuenta!

Mi tanguita estaba húmeda por mis jugos que habían emanado anteriormente y los que estaban emanando otra vez en ese momento, la tela ya estaba impregnada de ellos, dándole la confirmación de que ya me tenía en su poder nuevamente.

G: ¡Que rica estás!

Sus manos empezaron a recorrer mi hermosa figura, y yo lo abracé dando leves gemidos de placer, me dejé caer hacia atrás estirándome a lo largo en el sillón, sus manos se deslizaron directamente a mi pecho para apretar mis tetas, sabía bien que era una caricia exenta de cariño, ¡pero llena de deseo!

Después de varios minutos soltó mis tetas y entonces me recosté bien sobre el sillón, abrí mis ojos, y vi como ahora él era el sorprendido cuando yo le abrí levemente las piernas, invitándolo, aún tenía puesta mi tanguita y le sonreí con cierta malicia al ver su mirada lasciva sobre mi entrepierna, podía ver como se deleitaba al mirar mi pubis depilado apenas cubierto por una minúscula tela delgada; ¡y con uno de sus dedos empezó a frotarme la vagina masturbándome y calentándome aún más!

Se arrodilló muy cerca del sillón, y recostando su cara en el filo del cojín, comenzó a acariciar mis pantorrillas suaves y firmes muy lentamente, con sus manos siguió subiendo por mis rodillas, pasó a mis muslos, subía y bajaba sus manos con energía, pero con sensualidad, comencé a soltar quejidos que más bien eran gritos, cuando en el sube y baja por mis muslos, sus dedos comenzaron a rozar mi vagina delicadamente cubierta por la fina tanguita blanca.

Empezó a besarme las piernas, luego con su boca recorrió desde mis pantorrillas hasta mis inglés, pero dejándome aún esa última prenda, el cosquilleo que me provocaba no fue algo nuevo para mí, pero disfruté sus besos a lo largo de mis bien torneadas extremidades, luego avanzó y llegó a ese templo del placer, su aliento acarició mi piel previo a sus besos sobre la tela, de inmediato pasó su lengua por mi ingle, humedeciendo la muy delgada tela que lo separaba de mi cueva del deseo, provocándome nuevamente sensaciones intensamente agradables, yo volví a retorcerme y a gemir de placer auténtico, él sabía perfectamente como excitarme y prepararme, parecía que el intuía los lugares donde tocarme, donde acariciarme, y hasta cómo hacerlo para excitarme más, era delicioso.

Un instante después la húmeda punta de su lengua presionó la tela de mi tanga, podía sentir como mi vagina se abría por la excitación y me volvía a humedecer más, de un rápido movimiento se deshizo de ese pedazo de tela prácticamente arrancándolo del camino, y entonces yo me abrí completamente estirando mis piernas para que me viera totalmente desnuda, no pude ver su reacción porque al estirarme mi cabeza cayó en sentido contrario, pero a los pocos segundos sentí su boca pegada a mí, y su lengua frotando los labios de mi vagina claramente húmeda, pero luego de ese beso superficial, me dio uno más profundo y entró dentro de mí y ambos casi gritamos ante la placentera sensación, yo sentí un orgasmo, mi primer orgasmo al darle paso a su gruesa y ágil lengua que se abría paso en mi raja, sorbiendo mis jugos vaginales.

Durante varios minutos siguió moviendo su lengua rebuscando por todas partes, mis manos lo agarraban del cabello mientras las suyas me sujetaban desde la parte inferior de las nalgas y no cesaba de mamarme mi ardiente vagina; no le fue difícil encontrar mi clítoris, y entonces pasé del gemido al grito sin control, llegué a mi segundo orgasmo en muy poco tiempo, y en ese momento de éxtasis total, comprendí que lo único en que pensaba era en ser cogida por ese desconocido.

L: ¡Ya!!!

G: ¿Ya qué?

L: ¡Ya!!! ¡Entra!

G: ¡Jajá, que rico!

Se incorporó y rápidamente se deshizo de sus zapatos que salieron arrojados por ahí, luego desabrochó sus pantalones quedándose solo en su ropa interior, me gustó ver sus grandes piernas, no pasé por alto el enorme bulto que se le veía entre sus ajustados bóxer, no me hizo esperar, y rápidamente se quitó la ropa interior, yo habría mis ojos un poco más al no poder evitar sorprenderme al ver lo que tenía entre las enormes piernas: una verga grande, gruesa, nada que ver con la de mi pareja y eso que Luis es dotado, sabiendo que mi atención estaba en su verga, en ese instante, él recorrió hacia atrás la piel del prepucio de su enorme instrumento y me dejó ver un glande muy grueso y ya totalmente lubricado por su propia excitación! se podía ver que el tipo mantenía una erección firme aunque por el tamaño, su órgano sexual se curvaba ligeramente hacia abajo; una enorme mata de vellos negros ocultaba en parte su par de testículos igualmente grandes y yo miraba con deleite el conjunto!

Me sonrió mientras tomaba con la diestra el miembro que inevitablemente me iba a clavar, ese enorme trozo de carne me tenía curiosa y temerosa, pero yo estaba ansiosa, muy caliente y ya totalmente lubricada, sin tiempo que perder se subió al sillón y se colocó de rodillas frente a mí, con sus piernas abrió las mías que se habían ido cerrando y entonces puso un brazo al lado mío, con la otra mano dirigió la verga hacia mi húmeda cavidad, mi rajita también estaba ansiosa, al contacto con mis labios vaginales no pude evitar un estremecimiento que fue claramente perceptible a sus sentidos, entonces comenzó a frotar su glande contra mi entrada, dejándome mojada con su líquido pre seminal que no cesaba de salir.

En esa postura apoyó su glande en la entrada de mi vagina, sin meterlo, solo se limitó a darle un leve empujoncito para que lo sintiera ahí, para luego volver a recorrer toda la extensión de la entrada de mi vagina, de arriba hacia abajo, lentamente mi respiración se hizo más agitada y empecé a sentir convulsiones en mi cuerpo, y comencé a gritar como loca.

L: ¡métemela!, ¡métemela!

Con su glande en la entrada de mi vagina, levantó una de mis piernas hasta tenerla al alcance de su boca, así empezó a lamer y mordisquear mi pantorrilla, cuidando de no penetrarme aún, bajó mi pierna, e hiso lo mismo con la otra, mis gemidos se hicieron más profundos y mi respiración se tornó más agitada, la humedad de mi vagina empapaba su verga, ¡y los deseos de que ya me cogiera eran demasiado evidentes!

Su glande se abrió paso y yo lo recibí con una descarga de jugos, yo verdaderamente estaba loca de deseo, cuando sentí que la punta de su verga estaba ya dentro, colocó sus manos en mis nalgas, y apoyado en las rodillas empujó las caderas poco a poco, a pesar de nuestra calentura, yo sentía un poco de molestia al irse abriendo paso por mi vagina centímetro a centímetro ya que nunca había tenido una tan gruesa dentro de mí, pensar en que en ese momento le estaba siendo infiel a mi pareja me tenía sumamente excitada, porque para mí era algo sumamente delicioso.

Pese a la enorme calentura de ambos, se dio tiempo para penetrarme poco a poco, lo hizo con maestría, le llevó algunos minutos recorrerme con todo su tronco, lentamente, milímetro a milímetro, mantuvo una lenta pero constante penetración, para mí era fabuloso sentir como era ensanchada por esa vergota, primero sintiendo como casi me ardía, pero a medida que me acostumbraba, verdaderamente lo iba disfrutando.

G: Eso es, esto era lo que querías, ¿verdad?

Solo asentí con mi cabeza, por lo que nuevamente preguntó:

G: ¿no te duele?

L: Un poquito, ¡es que es muy grande!

G: No mucho, pero 25 centímetros sí tiene, por ahora es tuya linda, ¡nada más tuya!

Solté Un largo y ahogado gemido cuando su tupida mata de vellos largos y negros entró en contacto con mi rasurado pubis, paralelamente sentí en mi culo sus cargadas pelotas, entonces pegó en mis tetas su firme pecho y al frotar la piel de su pectoral mis pezones tuvieron un estímulo adicional.

Me convencí de que siempre había querido eso: ser cogida por un macho maduro y experto, aunque ahora fuera un completo extraño.

Cuando lo tuve todo dentro se mantuvo así, sin moverse, así en esa postura sus labios recorrieron mi cuello y hombros, mientras esperaba que me acostumbrara a su presencia en mi interior, fui yo la que empezó a mover las caderas, entonces ya fuera de mi misma lo abracé por la espalda y moví mis caderas y consecuentemente las arremetidas a mi vagina crecieron frenéticamente, ¡estaba como loca!

L: ¡Cógeme!, ¡cógeme!

G: ¡Pues eso estoy haciendo!

L: ¡Pero muévela!, ¡mueve fuerte tu verga!

G: ¿Qué?, a ver dímelo otra vez, ¡dímelo!

L: ¡Qué muevas fuerte tu vergota!

Esa petición llena de lujuria surtió efecto, ya que de inmediato me la empezó a meter y a sacar con furia, ya estaba totalmente adaptada al tamaño y mis jugos de chorreante líquido se mezclaron con los suyos para lubricar mi rajita, así que el vaivén fue delicioso, el seguía agarrado de mis nalgas, y yo me abrazaba a su cuerpo y lo besaba, estaba comportándome como una puta, como una perra en celo, y él había logrado sacar esa parte de lo más profundo de mi ser; los dos gemíamos y gritábamos de placer, a veces me sacaba el enorme falo y luego me lo dejaba ir dentro con furia mientras yo gritaba al sentir como se abría paso hasta pegar sus bolas en mi culito.

El mundo había desaparecido, solamente existíamos una hembra con su macho que tenía encima; que además resultaba ser un extraño, siendo ahora el macho más excitante que yo hubiera imaginado, el hombre que me cogía resultaba ser una maquinita sexual de larga duración.

Acusé los estertores de una inminente corrida, mis piernas empezaron a cosquillearme, mi abdomen bullía y sentía que mis senos crecían al anunciarse la llegada de mi tercer orgasmo, fue delirante, un choque eléctrico auténtico mientras su enorme verga estimulada por los jugos de mi orgasmo aceleró su vaivén, porque sentí como con mis jugos mi vagina se volvía un río de lubricación que le facilitaba las embestidas permitiéndole aumentar el ritmo en que me tomaba.

No paró, siguió cogiéndome, pero ahora en un ritmo más rápido, para entonces él ya estaba empapado de sudor y por consiguiente yo también, sabía que mi cuarto orgasmo no tardaría en llegar, pero parecía que él quería alcanzar el suyo mientras era cogida sin piedad, mis manos tocaban su cuerpo, acariciaba sus hombros, los bíceps, su espalda y sus caderas; yo estaba encantada de tener encima un macho tan atractivo y caliente.

A los pocos minutos sentí como mi cuarto orgasmo venía en camino, grité de placer, me agité, gemí y apreté mis brazos alrededor de su cuerpo y mis piernas alrededor de sus caderas, al sentir como me estremecía por este orgasmo y cuando seguía disfrutando ese placer incomparable, adiviné que él iba a hacer lo mismo, sentí como su cuerpo se puso más rígido, varios gemidos ahogados se sucedieron y entonces su verga empezó a dispararme una avalancha de semen espeso y caliente, una y otra vez sentí como se estaba vaciando en mi interior, el golpeteo de su líquido seminal saliendo con fuerza de su enorme órgano mientras seguía estremeciéndome por la intensidad de su primer orgasmo que se unía a mi cuarto orgasmo; fue increíble que los dos casi hubiéramos terminado al mismo tiempo, yo estaba agotada al grado que no sentía ni su peso y no me importaba nada haber quedado empapada de su sudor, ya estaba perdida en el placer del orgasmo aunque podía sentir perfectamente uno a uno los disparos de su verga en los estertores finales de su corrida.

Soltó un largo suspiro y terminó de eyacular hasta la última gota de su semen en mi interior, y cuando su verga comenzaba a perder la erección la sacó de mi interior, a manera de final me golpeó con su glande en mi rajita y me impregnó con la última gota de semen que afloraba en su instrumento, coronando con su roció mi flor, como una rúbrica a la fenomenal cogida que acabábamos de darnos.

Aún en ese estado de semi-flacidez su verga era enorme para mí, había sido una experiencia fenomenal haberla tenido dentro, no dijo nada, se levantó y se vistió rápidamente, quise levantarme ya que me disponía a marcharme, pero estaba demasiado cansada, así que me dijo que descansara, estaba completamente satisfecha, totalmente desnuda y empapada por dentro y por fuera con su semen, sudor y saliva.

Me he de haber quedado dormida por un par de minutos gracias a mi cansancio, pero cuando desperté me sorprendí, ya que el mesero que me había atendido estaba encima de mí, yo me encontraba con las piernas totalmente abiertas, él empujaba, a pesar de que ya me había cogido el gerente, yo sentía ardor en mi rajita, el mesero metía su verga muy adentro de mí, mientras que su boca buscaba la mía para besarme, sus arremetidas a mi vagina eran fuertes, pero me estaba haciendo sentir placer otra vez, parecía que nunca iba a acabar, ya llevaba varios minutos metiendo y sacando su verga de mí, hasta que el gritó, -¡me corro!, ¡me corro!-, y volví a sentir como se vaciaban dentro de mí, él siguió metiendo y sacando su verga, hasta que a los pocos segundos yo también grite muy fuerte, ya que había tenido otro orgasmo, era mi quinto orgasmo de la noche.

Cuando se levantó, pude ver que el gerente estaba ahí también observando todo el espectáculo, yo estaba en medio de aquel sillón, desnuda, con mi cuerpo empapado de sudor, tanto mío, como del gerente, como del mesero, y mi vagina estaba chorreando de los remanentes de mis jugos, mesclados con el semen de aquellos dos hombres, luego el gerente se acercó a mí, como pude me senté, y me dijo;

G: Será mejor que te vistas y te vayas ahora, ¡tu cuenta ya fue saldada!

Me extendió mi ropa con cuidado en el pedazo libre del sillón, voltee a ver mi ropa, pero solo estaba mi falda y mi blusa, volteé a verlos, y vi como el mesero tomaba mi brasear y se lo guardaba, y el gerente se agacho por mi tanga!

Ahí me di cuenta de que en ningún momento me quitaron ni las medias ni las zapatillas, así que me paré, y me vestí rápidamente.

Cuando salí de ahí, apenas podía caminar, ya que me dolían mis piernas, revise la hora, para haber sido cogida por dos hombres aún podía llegar a tiempo a mi cita con Luis, ya que faltaban cinco minutos para las nueve, pero en vez de cruzarme al hotel en el que lo vería, pare un taxi, ¡y me fui a mi casa!

Me sentía demasiado cansada, y no era para menos, me cogieron dos vergas que me habían dejado agotada, así que le mande un mensaje a Luis, “amor lo siento, pero no podré llegar al hotel, tendremos que dejarlo para la otra, te quiero”.

Al llegar a mi casa, solo dejé mi bolsa en mi sillón, y me fui a mi recámara, me desnude por completo, y noté que entre mis piernas escurría un líquido blanco, era el semen de esas dos vergas que se escurrían de mi vagina, con los dedos lo tome, y me lo llevé a la boca, ¡tenía un sabor dulce!

No obstante, con haber sido cogida por dos vergas y tener 5 orgasmos, me masturbe mientras probaba el rico semen de los desconocidos, ¡a los cuales les pague con sexo mi comida!

Luego me acosté encima de mis cobijas, estaba satisfecha como nunca, y me quedé profundamente dormida.

Saludos su amiga Lety.

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