El verano antes de la Universidad suele ser el mejor. Aquel donde más tiempo tienes, tu primer verano como adulto, pero en mi caso… en mayo rompí con el novio de toda mi vida. Pasé todo el verano divirtiéndome, pero sola. A mis 1.80, melena morena, ojos marrones y buena figura no le faltaron pretendientes, pero digamos que no llegué a congeniar con ninguno más allá de un par de besos.
El verano se acabó y llegó la Universidad. La primera semana, salimos de fiesta, de botellón a un parque, y era tradición que los nuevos tuviéramos que estar todo el rato con un veterano a modo de prueba. El chico era majo, alto, el pelo rizado y jugador del equipo de rugby de su universidad. Siempre muy atento, me hacía acompañarle en todo momento. Me fue presentando a sus amigos, a sus compañeros de equipo y salvo cuando iba al baño que tenía que esperarle en la puerta, estuve todo el rato a su lado.
La noche avanzada, cada vez íbamos un poco más borrachos y se lanzó para besarme. Mientras lo hacía, cogía el culo con las dos manos para acercarme aún más. Se separó, me tocó la barbilla con la mano y me propuso a un sitio para más tranquilos.
Elegimos un rincón de aquel parque donde parecía que no pasaba nada y nos empezamos a besar. Nos tocábamos y él pasaba su mano por mi entrepierna buscando algo más bajo mi falda. Noto como se lleva la mano a su paquete, se desabrocha el cinturón y el botón del pantalón. Coge mi mano y se la lleva bajo su pantalón. Noto el calor de la zona y aunque no está erecta del todo puede sentir lo grande que es. Seguimos con los besos mientras empiezo a subir y bajar con mi mano. El me muerde el cuello, me besa suavemente y me dice al oído:
-Eres maravillosa. Sabía que lo eras en el primer momento que te vi. Me estás haciendo un buen masaje pero, ¿te gustaría seguir con tu boquita de delicia?
Se separa, baja del todo los pantalones y el bóxer, abre sus piernas y deja salir su miembro. En medio de la oscuridad, puede ver como ya ha crecido e imponen sus casi 20 centímetros. Con una sonrisa, me pasa el brazo por detrás del cuello y me acerca la boca.
-No tengas miedo. Con esa mano que tienes, seguro que no es tu primera vez. Deja salir tu fierecilla.
Le miento y le digo que no es mi primera vez, aunque realmente si lo sea. Es cierto que tuve un novio durante dos o tres años pero también es cierto que no hacíamos muchas cosas juntas y nunca llegamos a tener sexo oral. Sexo sí, pero no oral. Fui bajando hasta estar justo enfrente y como si fuera un helado le di un lametón. Le hizo estremecerse y yo probé el sabor que hizo que me echar un poco para atrás. Volví y empecé a chupar desde abajo. Desde los huevos fue subiendo poco a poco por el tronco, pasando mi lengua mientras mi mano seguía masturbando. El chico dejó caer la cabeza cuando llegué con mi lengua a la parte de arriba y poco a poco fue limpiándola.
Abrí la boca. La fui introduciendo poco a poco mientras seguía con mi mano arriba y abajo. Ahora si que ponía notar lo grande y dura que estaba. Noté como el chico puso las manos tras mi cuello y cada vez apretaba un poco más que fuera entrando un poco más. Algunas veces volví a lamer todo el tronco hasta los nuevos para volver a sentir la presión de sus manos en mi cuello y mis rodillas se hundían en la tierra.
Noto un líquido en mi boca y como acto reflejo me lo trago. No me doy cuenta de lo que es hasta que es demasiado tarde. Su miembro empieza a perder dureza y noto una arcada que recorre todo mi cuerpo al darme cuenta que me he trago el semen. Intento escupir pero ya no había solución. Hasta para esas cosas era una pardilla en esos tiempos.
El chico se vuelve a subir el pantalón y el bóxer, me da un beso en la mejilla y me dice que me vuelve a ver en la fiesta. Veo como se marcha mientras me quedo de rodillas en el suelo intentando recuperar el aire.