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El juego de los malvaviscos (garganta profunda/deepthroat)
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Este no es un relato real, pero imaginemos que sí, de acuerdo?

Mi nombre es Cristían, actualmente tengo 20 años y les quiero contar lo que comencé a vivir hace seis meses atrás.

No hacía mucho que había aceptado mi homosexualidad, apenas estaba empezando. No me costó mucho hacerlo, gracias a mi tía Débora, una mujer trans cuarentona con quién había formado un vínculo muy profundo desde pequeño y quién me aconsejó para mis primeros encuentros íntimos.

Ya había tenido sexo en un par de ocasiones y había descubierto que era totalmente pasivo. Al contárselo a mi tía recuerdo que mostró un gran entusiasmo, le brillaban los ojos al mirarme. Fue luego de contarle esto que me propuso llevarme a una de sus "fiestas" privadas, como yo estaba en miras de experimentar le dije que sí sin dudarlo.

Una noche de sábado nos subimos a su auto y salimos a la casa de una de sus amigas. Al llegar al lugar pasamos a un recibidor dónde me encontré con las amigas de mi tía: cuatro chicas trans de diferentes edades, y todas muy atractivas debo decir, en especial Camila, la más joven y enérgica de todas. Luego de presentarme con todas pasamos a la cocina y descubrí que había otros tres invitados, estos eran todos hombres (eso me entusiasmó) y estaban reunidos alrededor de una mesa.

-Este es el nuevo? Preguntó uno de ellos.

-Shh -respondió una de las amigas de mi tía-, todavía no sabes bien qué hacemos en estas fiestas.

No estaba seguro si a aquella reunión se la podía considerar una "fiesta", pero eso no me importó, sabía que mi tía no me llevaría a un lugar donde no la pasarías bien.

Para ponernos en ambiente Gabriela, la más adulta de todas, algo gorda y también la dueña de la casa, sirvió algunos vasos de Fernet con Coca para que compartamos, y puso un poco de música, así nos aflojáramos un poco. Comencé a hablar con los otros chicos y a relajarme, la estaba pasando súper bien. Entonces mi tía Débora dio unos aplausos y dijo "ya es hora de que comencemos, no?"

-Qué juego toca está vez? -preguntó una de las amigas de mi tía.

-Hoy toca el juego de los malvaviscos -contestó otra.

"Huuu" dijeron todos los chicos menos yo.

-Qué es el juego de los malvaviscos? -pregunté

A lo que mi tía me contestó:

-Sabés qué tenés en común con estos chicos? Que todos ustedes son pasivos.

No entendía bien qué se suponía que iba a pasar, pero mantuve la calma recordándome que podía confiar en ella.

Entonces Gabriela puso un tazón grande con esos malvaviscos dulces arriba de la mesa en dónde estaba sentado con los chicos y me explicaron el juego.

-Se juega por rondas, en cada ronda cada uno de ustedes se tienen que poner un malvavisco en la boca y retenerlo. Cuando llegue al límite y se le caiga a uno tiene que… recibir un castigo.

Primero me llamó la atención que solo los chicos tuviéramos que hacer eso, y tuve algunas sensaciones raras, entre miedo y curiosidad, pero la curiosidad era más fuerte así que encaré el juego con entusiasmo.

Durante las primeras rondas nadie tenía problemas, pues era fácil retener las golosinas en la boca, pero a partir de la ronda 15 se empezó a complicar. Entonces, uno de los chicos, Luis, no pudo seguir y escupió todos los que tenía en la boca.

"Castigo!" empezaron a gritas todas las chicas mientras se lanzaban sobre él. Lo tomaron violentamente de los pelos y lo pusieron de rodillas frente a una, Camila. Entonces pensé "aah, le tiene que hacer un pete", pero iba más allá de eso.

Camila se bajó la pollera y la bombacha que tenía y reveló una gran pija, ya parada, de como 16 cm. realmente me impresionó, y antes de que Luis terminara de abrir la boca Camila ya se la estaba forzando. Se la metió hasta el fondo de una. La reacción de Luis fue empujarse con los brazos hacia atrás y sacársela.

-Aahh, viniste rebelde hoy? Chicas… -dijo Camila.

Entonces Gabriela se acercó a Luis y le esposó las manos en la espalda! Acto seguido Camila comenzó a darle varias cachetadas en la cara

-Abrí bien grande -dijo.

A lo que Luis respondió abriendo bien grande la boca. Camila se la metió hasta el fondo y ahora sí, pudo comenzar con el movimiento de caderas, lo tenía bien agarrado de la cabeza y le estaba cogiendo la boca!

No podía creer lo que veía. Busqué con la mirada a mi tía, y ella debió adivinar mis pensamientos, por lo que se adelantó y me dijo:

-Trata de que no se te caiga ningún malvavisco que la próxima soy yo -y me guiñó el ojo.

No sabía qué hacer, había hecho petes antes, pero nunca algo como eso. No podría aguantarme que me la metan hasta la garganta así!

Seguimos mirando como Camila le cogía la boca a Luis. Ella gemía de placer mientras que Luis se ahogaba y dejaba un charco de baba debajo de ellos. A veces Camila se la sacaba para que pudiera respirar, pero rápidamente se la volvía a meter hasta el fondo y retomaba la penetración. Cuando pasaron como diez minutos el ritmo de Camila aumentó bruscamente, se la metió bien adentro y soltó un gemido muy fuerte: había acabado en su garganta.

Se la sacó y un poco de baba mezclada con semen cayó de la boca abierta de Luis. Camila de agachó, le dio un beso en la frente y le dijo "qué se dice?", a lo que Luis respondió "gracias amor".

Luego de eso le quitaron las esposas y se fue a sentar muy tranquilo a un sillón que se encontraba en la habitación y a mirar cómo seguía el juego.

A mí se me caía la baba porque todavía tenía la boca llena de malvaviscos y no la podía cerrar bien, pero aun así ya me había olvidado que estábamos en medio de un juego. Entonces mi tía gritó "Bueno, seguimos?"

Pasó otra ronda y yo me esforcé mucho por mantener los malvaviscos adentro, si tenía que comerle la verga a mi tía nunca más la podría ver de la misma manera (bah, en realidad para esa altura ya no la iba a poder verla igual). Por suerte para mí, el siguiente en perder fue Lucas, un chico de anteojos que me había resultado atractivo. Las chicas prosiguieron como la primera vez. Gritaron "castigo", tomaron a Lucas por los pelos y lo arrodillaron frente a mi tía Débora. Entonces mi tía se bajó el jean que tenía puesto y reveló una enorme verga de casi 22 cm, nunca había visto algo así! Me miró y dijo "esta vez zafaste" (cómo que "esta vez"?).

Lucas se mostró mucho más pasivo que Luis, el solo puso las manos detrás de la espalda y abrió grande la boca. Mi tía lo agarró de los pelos y muy lentamente le fue metiendo la pija entera en la boca. Se la dejó bien apretada por momento luego comenzó a moverse. Lucas hacia arcadas constantes pero se contenía y aguantaba la cogida de boca que le estaba dando mi tía. Mientras miraba me percaté de dos cosas: la primera esta que me estaban doliendo los cachetes por contener los malvaviscos, por lo que no podría aguantar mucho más; y la segunda era la cantidad de chicas que había. Ellas eran cinco, ya a dos les había tocado un chico para satisfacerse y quedaban tres por atender, y nosotros eran dos. Pensé entonces “el ganador del juego quedará salvado de tener que hacer eso? Entonces si yo pierdo…v oy a tener que prestarle la boca a las tres que quedan?! Medio entre en pánico cuando pensé en eso, pero el sonido de un gran grito de placer me sacó de mis pensamientos. Mi tía había acabado, al igual que Camila en la garganta de su chico. Le sacó la enorme verga de la boca a Lucas y le dijo en tono serio “límpiala”. Lucas se la limpió toda a lengüetazos sin chitar. Luego mi tía se agachó, le dio un beso en la frente y Lucas contestó medio riendo “gracias amor”. Como para variar eso también me sorprendió, se notaba que Lucas realmente lo había disfrutado, entonces me pregunté si yo podía ser tan pasivo como él.

Antes de retomar el juego mi tía se acercó a mí, me dio un palmadita en la espada, se me acercó al oído y me susurró “te recomiendo que no ganes”. Entonces retomamos el juego, tomé un malvavisco, no sabía qué hacer, por lo que decidí seguir la recomendación de mi tía. Puse el malvavisco en mi boca pero no me esforcé mucho por seguir reteniendo, por lo que, junto con un ataque de tos, dejé que todos cayeran y se desparramaran por el suelo. “Castigo!” Gritaron entonces. El corazón me latía a mil. Camila me tironeo de los pelos y me arrodilló frente a Gabriela, la duela de la casa.

-Qué suertudo que sos -me dijo. –Tuviste la suerte de que en tu primer día te tocara conmigo, que soy la menos dotada de las cinco.

Luego de decirme eso, se bajó la mini falda que tenía y la bombacha, y me puso en la cara una pija de cómo 12 cm. Tenía razón, era afortunado de que no me hubiera tocado una pija como las otras teniendo en cuenta lo que me iba a hacer. Pero había algo más, a diferencia de las otras chicas que estaban totalmente depiladas, Gabriela estaba llena de pendejos!

Yo estaba súper nervioso, delante de mí solo podía ver la parte inferior de su barriga, y una pelvis llena de pelos. Entonces Gabriela comenzó a acariciarme la cabeza mientras me decía “tranquilo, yo sé que te va a gustar, mi lechita es la más rica de todas.”

Luego apoyó la cabeza de su pija en mis labios y me dijo “chupá”.

Pensé que tenía aún más suerte y que no tendría que hacer garganta profunda como los otros. Eso me alivió un poco, por lo que tomé su pija con mi mano y comencé a hacerle un pete como yo sabía. Pero luego de un reto me bajó mi mano con la suya y zas! Me empujó la nuca tan de golpe que me la metió toda hasta el fondo por sorpresa. Mi reacción fue echarme para atrás y toser por culpa de la ahogada que me pegué, pero Gabriela me volvió a tomar de los pelos y me dijo:

-Viste lo que le pasó a Luis por hacerse el rebelde, no? Querés que te hagamos eso?

Yo entendí, se refería a las esposas por supuesto.

-No –le contesté-.

-Entonces dejá las manitos abajo y abrís grande la boquita.

Obedecí. Gabriela entonces me tomó la cabeza con ambas manos y me hizo comerla toda, para acto seguido comenzar la penetración. Era muy difícil de soportar, y lo único que venía era su pelvis peluda y su barriga chocando contra mi cara. Estuvo así un ratito hasta que me liberó para dejarme respirar un poco. Me dolía la boca, y tenía arcadas.

-Tengo pelos en la boca –le dije- me los pued… paf!

Antes de que terminara de hablar me dio una cachetada, la miré y me dio otra.

-Los pelos son para que te los tragues putita.

Y antes de que pudiera responder me agarró de los pelos y retomó la penetración. Esta vez tardó más en liberarme, a mí se me caían las lágrimas, y mientras escuchaba arriba mío los gemidos de Gabriela pensaba que mi tía me estaba viendo… me estaba viendo y seguramente me quería hacer lo mismo! Al pensar en eso una extraña electricidad recorrió mi cuerpo, la idea me había resultado extrañamente excitante.

-Aaah, qué rico, ya re doy la leche putita –dijo Gabriela la última vez que me soltó.

Las últimas penetradas que me dio fueron fuertes, rápidas y profundas. Pero las aguante pensando en mi tía (ya había comenzado a fantasear con ella!).

Entonces sentí el cuerpo de Gabriela temblar pensé que me acabaría en la garganta. Pero para mi sorpresa la retiró un poco y me llenó la boca de leche, no muy profundo. Había dicho que su leche era la más rica, perola verdad era que tenía un gusto horrible. Aun así me la tragué sin chitar.

Cuando finalmente me soltó, se agacho y como todas las otras y me dio un beso en la frente, se me quedó mirando hasta que de mi boca salieron las palabras “gracias amor”. Entonces todos me aplaudieron, mi tía me ayudó a levantarme (Dios, cuánto me dolían las rodillas!), me acompañó al sillón.

-Sabía que te iba a gustar –me dijo.

Pero yo no respondí nada. Al final el ganador fue José, quien pudo contener los malvaviscos hasta el final. Su premio fue que las dos chicas que quedaban, Julia y Josefina y se lo cogieran al mismo tiempo. Pero eso no lo vi, ya que lo hicieron en un cuarto privado (y por lo que me enteré hablando con los chicos después, ellas también eran bastante dotadas).

La “fiesta” continuó mucho más tranquila después de eso. Se podría decir que me hice amigo de todos (en especial de Gabriela que se mostró muy amable y atenta conmigo después). Y cuando está amaneciendo nos fuimos.

Mi tía me llevó en su auto de regreso a la casa de mis padres (todavía vivo con ellos), pero durante el camino no hablamos mucho, en esos momentos me sentí bastante incómodo. Cuando llegamos me dijo que descansara y me despidió. Sin embargo, cuando estuve solo en mi habitación no pude dormir, no dejaba de repasar lo que me había pasado, y no dejaba de pensar en mi tía. Tanto repasar lo que sucedió me terminó calentando tanto que me tuve que hacer una paja, y mientras lo hacía, entre un pensamiento y otro, fantasee que mi tía me cogía la boca como lo había hecho Gabriela, de hecho, acabé pensando en eso…

Pasaron los días de la semana y no tenía noticias de mi tía. Al final la ansiedad de ganó y decidí mandarle un mensaje, preguntándole si me podía pasar a buscar en el auto para hablar. Al rato me contestó que sí, y que en un rato me levantaba.

Ya estaba oscureciendo cuando pasó, no bajó del auto y solo toco bocina para que yo saliera, así lo hice. Me subí y tuvimos los típicos saludos normales. Mi tía empezó a manejar y a mí no me salían las palabras.

-Dale, siempre tuvimos la re confianza, decime lo que pasa… igual creo que ya sé –me dijo.

-Me gustó todo lo que pasó el sábado, le dije… no tendría problema en… hacer… que me lo hagas vos.

Mi tía me miró y se rio. Entonces bajó una de sus manos, se levantó la pollera que tenía puesta y me mostró la pija.

-Chupámela mientras manejo –me ordenó.

-Pero y si nos ve algu…

Comencé a decir eso, pero entonces me di cuenta que mientras hablábamos nos habíamos empezado a alejarnos y ahora estábamos en una ruta no muy transitada.

Me lo medité un momento pero enseguida decidí meter mi cabeza entre sus piernas. Comencé a petear esa enorme pija a la que ya le tenía cariño. La chupé se puso dura y grande como la había visto el sábado, y cuando estuvo bien al palo mi tía me hundió la cabeza todo lo que pude para que le la comiera toda, pero no fue capaz, entonces me tomó de los pelos y me enderezó.

-Sí, pensé que no ibas a poder –me dijo.

Entonces detuvo el auto al borde de la ruta por la que íbamos manejando sin rumbo y me miró con ternura, con esa mirada de tía que conocía de toma la vida.

-Mirá sobrino, la verdad es que sos un pendejo tan mimado y delicado que… me calentás, no lo voy a negar. Te quiero agarrar y hacer mierda. Pero solo si vos lo disfrutas.

No podía creer lo que escuchaba, la mirada tierna de mi tía no coincidía para nada con lo que me estaba diciendo, pero…me encantaba!

-Sí, quiero -Le respondí.

-Bueno, entonces… tomá esto.

Sacó de la guantera una cajita y me la dio, al abrirla me encontré un dildo. Yo no tenía ninguno pero (gracias al porno) me di cuenta de que era de sos como una base para adherirse a las cosas. Era bastante grande y grueso.

-Es para que practiques garganta profunda. Qué? Pensabas que los otros guachos del sábado nacieron sabiendo? Creo que no terminaste vomitando solamente porque te agarró Gabriela, que es la más pijicorta. Jaja, ese trolo infeliz…

Yo también me reí de ese último comentario, siempre me había cuidado de no ser ofensivo con las chicas trans, pero al escuchar a mi tía me reí muy sinceramente.

Dimos un par de vueltas en el auto y hablamos normal, de cualquier otra cosa. Finalmente me regresó a mi casa y me dijo:

-Practicá que dentro de dos semanas hay otra fiestita –y me guiñó el ojo.

-Gracias tía -le respondí.

-Decime solo Débora desde ahora…

Y así fue como me uní al perverso círculo de travas abusivos del que soy parte hoy. Tal vez más adelante les cuente sobre los otros “juegos” que se celebran en esas reuniones. Pero por ahora, esta historia de origen llega a su fin.

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