Desde hacía algunos meses, mantenía con Nadia una relación de follamigos. Nos veíamos de vez en cuando, quedábamos para tomar algo o paseábamos por la ciudad, y luego íbamos a su casa o la mía y ahí liberábamos nuestras tensiones. A veces quedábamos directamente en alguna de las casas para nuestras sesiones de sexo. Todo era muy cómodo para ambos, nos llevábamos genial, el sexo era estupendo para los dos y nunca hubo compromisos ni promesas de exclusividad. Un día, una propuesta suya para probar algo nuevo que yo acepté iba a provocar cambios importantes en mi manera de entender el sexo.
Para que os hagáis una pequeña imagen mental, yo no soy muy alto (1.72) soy rubio, de ojos azules y la piel blanca; aunque como voy mucho a la playa y vivo en una zona soleada tengo algo de color. También voy al gimnasio así que, sin estar fuerte tengo el cuerpo bien tonificado. Tengo una polla de tamaño normal, nada del otro mundo, pero se pone dura con facilidad y, no solo Nadia, si no otras compañeras con las que me acuesto dicen que es muy bonita. Me gusta cuidarme y verme bien en el espejo, cuido mi aspecto, me gusta vestir bien y siempre voy completamente depilado y afeitado, no tengo ni un solo pelo en mi cuerpo, solo en la cabeza.
Nadia es un poco más bajita que yo (1.66 aproximadamente), y es algo rellenita sin estar gorda, es de piel blanca, pelo castaño, ojos verdes y tiene unas tetas grandes y firmes, como su culo, que sin ser enorme tiene unos glúteos bien trabajados; todo su cuerpo es firme y terso sin un gramo de celulitis. Además, tiene unos labios gruesos y un piercing en la lengua con lo que, besarla y frotar mi lengua con la suya es algo que me pone cardíaco, y las mamadas que hace os las podéis imaginar, no sólo por el piercing sino por cómo succiona, como mueve la boca y la lengua y cómo te mira mientras lo hace. También le gusta vestir llamativa, suele llevar minifaldas, a veces muy cortas luciendo un muslamen maravilloso, a veces las combina con botas altas o se pone esas medias cortas que llegan hasta las rodillas y bueno… es habitual ver a los chicos girándose para mirarla, y es evidente que a ella le encanta sentirse deseada.
Como ya dije antes, la propuesta que me hizo iba a dar un giro de 180º en mi vida, aunque en ese momento ni me imaginaba lo que pasaría. Estaba una tarde con ella en mi casa y habíamos tenido una sesión de sexo muy placentera para ambos. Nos habíamos dado una ducha y estábamos los dos en mi sofá en ropa interior, acariciándonos y viendo la tele. Ninguno de los dos tenemos reparos en hablar de sexo e intercambiar impresiones sobre lo que nos gusta y lo que no, así que en esta ocasión tampoco iba a ser una excepción:
Nadia: Oye, estaba pensando una cosa.
Yo: Dime.
N: ¿Alguna vez has hecho un trío?
Y: Pues la verdad que no, pero joder, es algo que me gustaría probar, ¿por qué? ¿Tienes alguna amiga? jajaja.
N: Pues la verdad es que no, pero no hablaba de ese tipo de trío, si no con otro chico, a mi es algo que también me gustaría probar y si ocurre me encantaría que tu fueras uno de los chicos.
Y: Pues… es algo que ni siquiera me había planteado, no se tía, estar ahí contigo y ver a otro tío en pelotas… No sé cómo podría asimilarlo.
Nadia tiene una picardía fuera de lo normal y sabe de sobra como camelarme así que ante mis reservas supo cómo actuar y venderme la situación, empezó a darme unos besos en el cuello y a ronronear, cuando empezó a notar que me excitaba me empezó a pasar la punta de la lengua por el cuello con mucha suavidad, a mi se me escapó un suspiro y ella se rio malévolamente. Acto seguido me empezó a acariciar el paquete por fuera de mi bóxer mientras me susurraba al oído:
N: ¿No te gustaría hacer eso por mi? A mi me encantaría masturbar una polla mientras chupo la tuya, y luego masturbar la tuya mientras chupo la otra, volver a chupártela mientras me están follando, y ponerme bien caliente mientras dos maromos me manoseáis y hacéis conmigo lo que queráis. Me encantaría ver cuántas veces podríais hacer que me corriera.
Mientras me decía todo eso, su mano ya estaba por dentro de mis calzoncillos y me estaba pajeando muy lentamente; yo ya tenía la polla dura como una piedra, y tengo que reconocer que sus palabras habían echado a volar mi imaginación y me había puesto muy cachondo el imaginarme a Nadia gimiendo de placer y rota después de una sesión así. Así que mi respuesta no se hizo esperar:
Y: Podría ser interesante.
N: Pues… tengo otro amigo al que veo a veces, se llama Luis y me encanta tanto follar con él como contigo, creo que os llevaríais bien, y me haría muy feliz tener vuestras dos pollas enteras para mí, sería estupendo.
En ese momento, Nadia ya había aumentado el ritmo de la paja y yo ya estaba fuera de mi, había sabido exactamente que palabras elegir y cómo tocarme para ponerme a mil por hora:
Y: Bueno, por mi vale, será otra cosa nueva que probar.
N: ¿En serio? Ufff que bueno, no puedo esperar, hablaré esta semana con Luis y nos juntamos en cuanto podamos los tres.
Acto seguido dejó de masturbarme, me dio un morreo tremendo y me empezó a chupar la polla con una dedicación absoluta, la forma en la que me había tocado, toda la conversación que habíamos tenido y la espectacular mamada que me estaba haciendo me tenía tan excitado que no tarde mucho en correrme en su boca; mientras a mi me salían oleadas de leche, ella seguía chupando y tragando, cuando terminé de correrme me dejó con su boca la polla completamente limpia, se tragó lo poco que quedaba y me miró con un gesto de satisfacción. Había conseguido convencerme para lo que quería y no sólo eso, si no que había conseguido despertarme el interés.
Pasados unos días me llamó por teléfono, había hablado con Luis, le había propuesto la idea y le había encantado. Me contó que no era el primer trío que iba a hacer, cosa que por algún motivo me tranquilizó. Así que quedamos los 3 para esa misma tarde, íbamos a hacerlo en casa de Luis así que mandó un mensaje con su dirección.
Me preparé para la ocasión, como era verano y un día caluroso me puse unos pantalones cortos por encima de las rodillas, una camiseta de tirantes y unos playeros, salí de casa en dirección a casa de Luis entre excitado y nervioso. Llegué al portal a la hora acordada y pulsé el botón del telefonillo, se abrió la puerta, entré al portal y me subí en el ascensor. A medida que subía pisos en el ascensor me iba excitando y poniendo algo más nervioso. Llamé a la puerta y me abrió Luis muy sonriente:
Yo: ¿Eres Luis?
Luis: Sí. Pasa pasa jajaja, te estaba esperando.
Luis era un chico más o menos de mi altura, con pelo corto, rubio y de ojos marrones, tengo que confesar que era bastante guapo, en ningún momento perdía la sonrisa. En ese momento sólo vestía una bata bastante corta que le llegaba un poco por encima de las rodillas y me fijé que, al igual que yo, estaba bien depilado, al menos hasta donde me alcanzaba la vista, me invitó a pasar al salón y mientras le seguía empezamos a charlar un poco para romper el hielo:
L: Nadia me llamó hace unos minutos y me dijo que se iba a retrasar, pero bueno, no hay prisa, así tú y yo podemos hablar y conocernos un poco para que la experiencia no sea tan fría.
Y: Me parece bien, porque va a ser la primera vez y he de confesarte que venía un poco nervioso.
L: ¡Vaya! Jajajaja pues no tendrías por qué, yo ya he hecho esto alguna que otra vez y ya verás cómo lo pasamos todos no te preocupes.
Sus palabras y el tono en el que me las dijo me tranquilizaron bastante, me llevó al salón y se fue a la cocina, volvió con un par de cervezas y nos sentamos en el sofá uno al lado del otro. Mientras las tomábamos hablamos un poco de todo, el nerviosismo inicial fue desapareciendo y después de unos 20 minutos y acabarnos las cervezas me sentía bastante cómodo. Luis posó una mano sobre mi hombro y me ofreció enseñarme el resto de la casa, cosa que acepté, nos levantamos del sofá y empezamos a caminar. La verdad que no había mucho que ver, no era una casa muy grande, una cocina, dos habitaciones y un baño con una ducha bastante grande. Cuando llegamos a la última habitación fue cuando la cosa empezó a ponerse interesante, entré detrás de él, y se dio la vuelta para quedarse frente a mí como a uno o dos pasos:
L: Mira, esta es la habitación donde vamos a follar, tiene una cama amplia y es grande, ¿qué te parece?
Y: Bien bien, creo que para esto lo mejor va a ser una cama amplia.
L: Sí, por cierto, me estoy impacientando porque Nadia no ha venido todavía, creo que deberíamos ir empezando tú y yo y cuando venga que se una si quiere, ¿qué te parece?
No sé porqué, pero cuando dijo eso, me bajó un escalofrío por la espalda y me quedé congelado por completo, Luis se desabrochó la bata y pude ver su cuerpo. Era más o menos como yo, un cuerpo delgado pero tonificado, piel algo más morena que la mía y también estaba completamente depilado, tenía un piercing en un pezón y no llevaba nada debajo de la bata, su polla tenía un tamaño similar a la mía, quizás un poco más larga y estaba morcillona en ese momento, yo me quedé contemplándolo sin moverme y sin decir nada, la normalidad con la que me había soltado esa bomba me había dejado perplejo, avanzó hacia mi con la bata desabrochada y puso las manos sobre mis hombros mientras esbozaba una sonrisa, con mucha suavidad empezó a presionar mis hombros hacia abajo.
No sé por qué lo hice, pero no opuse ninguna resistencia, mientras tenía sus manos sobre mis hombros presionaba hacia abajo, pero no hacía apenas fuerza porque automáticamente me fui agachando mientras me acariciaba los hombros, cuando llegué abajo del todo me puse de rodillas, tenía su polla muy cerca de mi cara y mi pulso se aceleró. Empezó a masturbarse despacio y esta fue creciendo hasta que se puso completamente dura, yo tuve el reflejo de echar la cabeza hacia atrás, pero puso su mano sobre mi nuca y sin que hiciera ninguna fuerza me detuve, y aproximó mi cabeza hacia su miembro, yo en ese momento tenía al corazón desbocado de la excitación y empecé a salivar, con la otra mano se agarró la polla, rozó mis labios con su capullo e instintivamente abrí la boca, con su mano sobre mi nuca y con la misma suavidad que había hecho todo hasta ese momento dirigió mi cabeza hacia su polla en cuanto abrí la boca hasta que se introdujo dentro, yo posé mi mano derecha sobre la base de su pene y cuando soltó la mano de mi cuello empecé a mover la cabeza adelante y atrás con la polla de Luis en mi boca. Soltó un pequeño gemido, cosa que me animó.
Ahí estaba yo, de rodillas, chupando la polla de alguien que acaba de conocer hacía menos de una hora, completamente dominado y cuando me quise dar cuenta, mi polla también se había puesto durísima, yo seguía chupando la polla de Luis y el me acariciaba la cabeza mientras lo hacía, de vez en cuando se le escapaba algún pequeño jadeo y a veces me decía cosas que me ponían más cachondo:
L: Uffff, ¡joder, que bien la chupas! Ahh, sigue así. Cómete mi polla. Como sigas así no voy a tardar mucho en llenarte la boca de leche.
Mientras me decía esas coas, mi excitación aumentaba y yo no podía dejar de chupar, movía mi cabeza adelante y atrás, notaba ese trozo de carne dura dentro de mi boca y yo ya estaba que casi me corría solo. De repente en mitad de la mamada Luis me dijo que parara porque no quería correrse tan pronto, me saque su verga de la boca mientras salían dos o tres hilillos de saliva y líquido que conectaban mi boca con su miembro, me dijo "mírame a la cara" mientras estaba ahí de rodillas y me puso una sonrisa burlona:
L: ¿Has chupado alguna vez una polla? -Preguntó mientras seguía acariciándome la cabeza
Y: No.
L: ¿O sea que esta es la primera que te la comes eh?
Y: Sí, es la primera vez.
L: Pues se te da muy bien, eres muy bueno chupando pollas, lo haces mejor que muchas chicas.
Mientras me decía eso me pasaba su miembro erecto y húmedo por la cara y me daba pequeños cachetes con él, yo estaba muy excitado con la situación y ya estaba completamente a su merced. Me volvió a agarrar la nuca con la misma suavidad y me invitó a que siguiera. Y me puse de nuevo a la obra, me volví a meter esa verga caliente en la boca y seguí chupando lo mejor que podía. Luis a veces jadeaba, otras veces resoplaba y de vez en cuando acariciaba mi cabeza con suavidad, otras veces me acariciaba los hombros y otras se quedaba contemplando como se la chupaba con las manos en la cintura. Me mandó que le mirara a los ojos mientras lo hacía y yo veía como se mordía el labio inferior. A veces cerraba los ojos mientras miraba al frente y yo no podía dejar de mamar. Él no paraba de decirme cosas:
L: ¡Joder! La chupas de vicio, ojala estuviera aquí Nadia para verte, vamos, sigue sigue… aaahhh
De repente, noté como su polla se puso más dura durante uno o dos segundos, empezó a palpitar dentro de mi boca y salió un borbotón enorme de semen, luego otro, luego otro, y yo seguía moviendo mi cabeza adelante y atrás, mientras iba tragando lo que podía y algún pequeño río de leche empezaba a arrollar por la comisura de mis labios, Luis gemía sin parar:
L: ¡¡Ahhh!! ¡¡Ahhh!! ¡¡Jo-der!! ¡¡Uuufff!!
Cuando dejó de salir semen de su miembro, me quedé con ella metida en la boca durante unos segundos y me la saqué, y ahí me quedé, de rodillas, algunos restos de la leche de Luis alrededor de mi boca, mirándole a los ojos mientras él me acariciaba la cabeza con una sonrisa de satisfacción, me la volvió a poner cerca de la boca y entendí que la quería bien limpia, así que pase la lengua por su capullo primero, y luego me la volví a meter entera asegurándome se quedara completamente limpia. Cuando terminé volví a mirar hacia arriba:
L: Muy bien, lo has hecho muy bien – Me dijo con un tono muy suave.
Y: ¿Sí?
L: Sí, ahora vete al baño y lávate un poco la cara. Vuelve aquí cuando termines.
Me levanté, entré en el cuarto de baño y me lavé, mientras lo hacía, me di cuenta de que yo aún seguía excitado por la situación, tenía una erección brutal. Volví a la habitación de Luis y me estaba esperando sentado en el borde la cama ya vestido, con un bóxer blanco y una camiseta de tirantes blanca, tenía las piernas separadas y me dijo con un tono muy firme:
L: Acércate aquí.
Obedecí y me acerque, quedándome entre sus piernas abiertas, mi erección se notaba por el bulto de mi pantalón cosa que Luis notó, con una mano empezó a acariciarme el paquete y ahí casi pierdo el mundo de vista:
L: Vaya… parece que chupar pollas te pone cachondo ¿eh? jajaja. Bueno, como lo has hecho tan bien creo que hay que darte una recompensa. Ahora me toca a mi.
Mientras hablaba, no dejaba de masajearme el paquete, yo no sabía cómo reaccionar y me quedé muy quieto. Luis se ocupó de todo, me fue desabrochando el cinturón despacio, me bajó la cremallera del pantalón y tiró hacia abajo, quedando mis pantalones en los tobillos y dejándome en calzoncillos, continuó masajeándome la polla lentamente y cuando se me escapó un leve resoplido me bajó los calzoncillos quedando mi polla bien dura en frente de su cara.
Empezó a masturbarme muy despacio, pero no fue mucho tiempo, en seguida empezó a jugar con su lengua sobre mi capullo, cosa que me estaba poniendo aún más burro si cabe, yo le miraba, el me miraba a mi y seguía moviendo la lengua rápidamente sobre mi glande. De repente se puso manos a la obra, o mejor dicho, boca a la obra y se metió la polla entera. Empezó chupando muy despacio, como saboreándola, y poco a poco fue subiendo el ritmo. Tengo que decir que era una maravilla como la chupaba, a veces subía el ritmo, a veces lo bajaba, otras veces paraba para volver a jugar con su lengua sobre mi glande y de vez en cuando paraba solo para mirarme mientras yo gozaba, en un par de ocasiones se detuvo para escupirme en la polla y llenarla entera de su saliva, y luego volvía a chupar; era una de las mejores mamadas que me habían hecho nunca. Yo sólo estaba ahí, quieto, disfrutando de todo lo que me hacía, chupaba, lamía, me la llenaba de babas, escupía, succionaba…
La verdad que tenía un repertorio del que carecían muchas mujeres. En un momento dado, yo ya no pude más y me corrí; como no podía ser de otra manera fue un orgasmo brutal, salían chorros y chorros de leche y Luis no paraba de chupar y tragar mientras yo eyaculaba una cantidad tremenda gimiendo y jadeando. Se notaba que se le daba mejor que a mi porque cuando terminó no tenía ni una gota en su cara ni fuera de su boca, se tragó absolutamente todo y me limpió la polla a conciencia. Yo me quedé ahí donde estaba como medio minuto disfrutando del momento y pensando en todo lo que acababa de pasar.
Cuando recuperé un poco la conciencia de todo me senté en el borde de la cama al lado de Luis, estuvimos en silencio un minuto más o menos y fue él quien dijo la primera palabra:
L: Qué, que tal.
Y: Pues no sé, tengo que asimilar un poco todo esto.
L: Si, me lo imagino, pero bueno, ahora sí que se ha roto el hielo por completo jejeje.
Y: Sí, la verdad que de eso no hay duda.
L: Por cierto, hay una cosa que deberías saber. Antes de que vinieras, me llamó Nadia, dijo que le había salido un problema de última hora y que no iba a poder venir. Pero bueno, así podríamos ir conociéndonos tu y yo…
Y así fue como empezamos los tres a vernos. Después de ese día hemos ido quedando más veces y haciendo más cosas juntos. Pero eso ya os lo contaré en relatos sucesivos.