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Sira y Álex
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En este primer relato, os voy a contar la primera vez que estuve con Álex.  Fue hace seis años, yo estaba estudiando la oposición de enfermería en una academia en la que además de mi especialidad, preparaban otras muchas, como magisterio, policía local, administrativos, etc. Por lo que había muchas personas entrando y saliendo a casi todas horas.

Además de ser opositora, trabajaba poniendo copas en un local de bastante afluencia los viernes y sábados por la noche, el resto de la semana lo ocupaba en estudiar, ir al gimnasio, estar con las amigas y algunos días cuidaba de una amiga de mi madre, la cual era muy generosa al pagarme. Todo esto hacía que yo estuviera en mi mundo, sin fijarme en nada ni nadie.

Al trabajar en un pub, estaba acostumbrada a que algún chico de vez en cuando intentase ligar conmigo, que le prestase atención individualizada durante un rato, rara vez lo han conseguido, pero un sábado mientras la barra estaba llena de gente pidiendo copas, escuché: “Ya que nunca me miras cuando nos cruzamos espero que aquí me hagas algo más de caso”. Extrañada, levanté la mirada para ver quien me había dicho eso, era un chico alto, moreno, parecía que tenía los ojos bastante claros, iba vestido con vaqueros y camisa; no lo había visto en mi vida, o eso creía yo.

La verdad es que era un chico que llamaba la atención, nos quedamos mirando el uno al otro unos segundos, yo puse cara de extrañada mientras echaba hielo en dos copas que estaba preparando, en ese momento, él me sonrió con bastante timidez, lo cual me gustó mucho ya que vi que no era el típico que le gustaba llamar la atención delante de todos; me puse un poco nerviosa y uno de los hielos lo eché fuera del vaso, por lo que al acabar de servir esas dos copas me fui hacia el otro lado de la barra por vergüenza.

Dejé pasar un rato para acercarme a él, pero cuando me armé de valor, me di cuenta que ya no estaba, le había servido mi compañera y al parecer ya no estaba en el pub. No sé cuáles eran sus intenciones, pero consiguió que me despertase mucho interés en él.

Pasé los siguientes días pensando en él, hablando con mis amigas sobre la noche del sábado, la verdad es que estaba deseando poder hablar con él, no sé porqué pero esa situación hacía que me pasase el día bastante excitada, fantaseando en quién era, de qué me conocía, cuando lo vería la próxima vez…

El lunes por la noche no aguanté más y me masturbé en la cama mientras pensaba en su sonrisa y en sus ojos claros, en aquella época me masturbaba solamente usando mis manos. Apagué la luz e imaginé que estaba allí conmigo en la cama, empecé poco a poco, primero acariciando suavemente mis tetas y con otra mano haciendo lo mismo pero entre mis piernas; cuando ya estaba muy caliente y húmeda, metí dos dedos dentro de mí mientras la otra mano acariciaba y estimulaba la zona de mi clítoris, poco a poco aumenté la velocidad de ambas manos hasta que tuve un orgasmo mientras pensaba que el chico desconocido estaba encima de mí.

Los siguientes días prosiguieron con normalidad, continué con mi rutina hasta que el miércoles, entrando apurada en la academia, ya que llegaba tarde a clase. Así como entré en el portal, me encontré justo de frente con el chico que no dejaba de dar vueltas en mi cabeza desde el fin de semana.

Nos paramos los dos, sonreímos sin dejar de mirarnos a los ojos, hasta que me dijo:

“Oye, perdona por lo del otro día, si te molestó te pido perdón”.

Yo no sabía ni qué contestar, estaba muy tímida, y eso era realmente raro en mí, siempre he sido una chica echada para adelante y que normalmente era yo quien llevaba la iniciativa con los chicos, pero no sabía bien porqué este chico tenía algo especial.

“Nada, no te preocupes, es que como no te conozco, no te hice mucho caso”.

“Ya… bueno, perdona, me llamo Álex y como doy clases en la academia siempre te veo por aquí, sólo quería conocerte.”

“Me llamo Sira y… llego tarde a clase!! Pero encantada de conocerte, si no nos vemos por aquí antes… el sábado vuelvo a trabajar en el mismo pub eh?”

Él se quedó callado sonriéndome y yo subí apurada a clase, pero notaba como mis bragas ya estaban un poco húmedas. Al entrar en el aula y sentarme, me tranquilicé un poco y pensé: ”Sira… creo que acabas de quedar con él para el sábado!!!“. Cuando me di cuenta de esto, mis bragas ya estaban bien mojadas.

De miércoles a sábado se me hizo eterno, hablé mil veces con mis amigas, unas me aconsejaban que me lo tirara en cuanto tuviera ocasión, otras que esperara si realmente me gustaba, etc. Yo no sabía muy bien a quien hacerle caso, pero por si acaso, el sábado lo dediqué a prepararme por lo que pudiera pasar.

El sábado me desperté tarde al trabajar la noche anterior, tenía decidido que algo iba a pasar con Álex esa misma noche. Me fui a dar una ducha de agua bien caliente, aproveché para quitarme el poco pelo que tenía entre mis piernas, ya que había hecho sesiones de láser con anterioridad, por lo que cogí mi cuchilla y con mucho cuidado me afeité lo poco que tenía en el pubis, lo dejé suave de todo; al secarme me eché una crema hidratante para dejarlo perfecto.

Por la tarde, escogí el vestuario, quería que Álex se pusiese cachondo nada más verme. Después de dar muchas vueltas, escogí un vaquero que me marcaba el culo y un top negro con mucho escote.

Se me había hecho eterno el día, pero ya estaba en el pub, poco a poco se fue llenando más y más de gente. De vez en cuando miraba a mi alrededor para ver si Álex venía, estaba nerviosa, no me lo podía ni creer yo misma. Pasaron las horas y no aparecía, era casi la hora de cierre, así que me olvidé un poco de la posibilidad de estar con él.

Se encendieron las luces del local y los porteros empezaron a avisar a la gente que había que salir del pub, en ese justo momento apareció Álex delante de mi, pegado en la barra; me sonrió y dijo:

“Perdona Sira, no sabía que cerrabais a esta hora, estuve con unos amigos hasta ahora, te espero fuera??”

“Aún voy a tardar 30 minutos que tenemos que reponer las neveras, pero… si me esperas, me encantaría”.

Estaba él solo en la calle, sentado en un banco, he de reconocer que me encantó que esperara sólo por estar conmigo. Yo estaba convencida de que iba a intentar algo con él, no sabía ni cómo ni cuándo, estaba con muchísimas ganas.

Después de charlar un poco, se ofreció a acompañarme a casa, no vivía muy lejos de allí. Decidí dar un rodeo por un parque, para estar más tiempo con él. Nos reímos mucho juntos, se notaba que estábamos a gusto el uno con el otro. Yo tenía la idea de en algún lugar del parque acercarme a él, besarlo y que pasase lo que tenía que pasar.

Mi plan se truncó, porque en el primer sitio que tuvo la oportunidad, se acercó a mi, me agarró por la cintura y me besó. Tuve que ponerme de puntillas para que él no tuviese que agacharse tanto, no sé cuánto tiempo duró ese beso, pero yo ya estaba empapada. Nos estábamos calentando mucho, yo ya no era dueña de mis actos y tenía una mano acariciándole el paquete por fuera de su vaquero. Notaba su polla bien dura, la verdad es que era de buen tamaño, podía incluso notar su glande a través del pantalón.

Estaba excitadísima, besaba muy bien, y una de sus manos ya estaba por dentro de mi pantalón. Estaba acariciándome la entrepierna con toda su mano, en ese momento él ya notaba lo suave que estaba ahí abajo. Debió de entender que me había preparado para él, porque justo en ese momento noté como su polla se ponía incluso más dura.

Nos movimos un poco, para encontrar un sitio en el que no nos viesen fácil si pasaba alguien por el parque. Quería hacérselo allí mismo y así se lo hice saber: ”Te follaría, si sé esto me ponía minifalda y no pantalón, pero podemos hacer esto…”. Y le baje la cremallera del pantalón, metí mi mano y con dificultad saqué fuera su polla, estaba ya mojada y su calzoncillo estaba empapado. Mi mano estaba igual de mojada que su calzoncillo. Comencé a masturbarlo mientras le besaba, él ya tenía un dedo metido dentro de mi, y con la otra mano me agarraba la nuca. No sé si fue el destino o casualidad, pero nos corrimos los dos a la vez

Al acabar seguimos paseando hasta mi casa, la verdad es que seguimos riéndonos hasta que llegamos. Nos despedimos con otro beso apasionado en la puerta, cuando se separó para irse, me sonrió y me dijo: ”Me encantas”. El resto… hasta hoy… os lo iremos contando con calma.

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